Palacio construido con dinero de la novia

Ciudad de México
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El Palacio de Iturbide alcanzó la etiqueta de Palacio cuando lo habitó el emperador Agustín de Iturbide.
Un palacio que estuvo a punto de perderse, llegó a ser vecindad, sin mantenimiento; hay techos que tenían que ser apuntalados para que no se cayeran.
Lo que nunca ha cambiado es su fachada barroca.
Primero sirvió para que viviera una familia muy, muy rica.
Es fascinante el origen que tiene este lugar, ubicado en madero 17, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Casona del siglo XVIII.
Para financiar el Palacio de Iturbide se utilizó dinero de una dote, esa dote que es la donación especial que entrega la familia de la mujer a su marido. Costumbre de esos tiempos. Cuando se casaba una hija, los padres tenían que ayudar al yerno
Resulta que la hija de un marqués y una condesa, de los más ricos del México del siglo XVIII, de nombre María Ana, decide casarse con el italiano Pedro Moncada, príncipe siciliano. Estaba acostumbrado a la buena vida y famoso por su facilidad para gastar dinero.
Se frotaba las manos de saber que por casarse con María Ana, la hija del marqués y condesa, recibiría una donación estimada en 200 mil pesos.
El suegro no estaba nada feliz con darle ese dinero a su yerno, temía con justificada razón que lo derrochara.
Resolvió que sí le iba a dar la dote pero en especie.
Los 200 mil pesos se invertirían en una casa lujosa, con todas las comodidades y la elegancia de la época. Se hizo de tres pisos y se convirtió en el edificio más alto de la Ciudad de México.
¿Cuánto costó construir el llamado Palacio de Iturbide?
Ciento sesenta y tres mil pesos.
Ahí vivió el matrimonio, tuvieron dos hijos. La casa tenía hasta capilla guadalupana.
El hijo varón del matrimonio, una vez que falleció la madre y el padre regresó a Italia, se quedó con la casa.
Juan Nepomuceno, en 1821, le presta la casa al emperador Agustín de Iturbide. A partir de ese año deja de ser la casa de la familia Moncada para convertirse en el Palacio de Iturbide.
El emperador Agustín de Iturbide vivió en el palacio dos años, centro de la vida política y social del país. Ahí convivió con la famosa “Güera” Rodríguez, como amantes.
El emperador renunció a la corona en 1823 y se exilió en Europa.

Una vez que se fue Iturbide, el palacio cambió de dueño en varias ocasiones.
Fue rentado al Colegio de Minería. Después fue vendido y se transformó en hotel, en el hotel de más lujo de la Ciudad de México.
Hotel Iturbide con 170 habitaciones, un simple cuarto tenía costo de 6 pesos al mes y una habitación de lujo costaba ochenta pesos.
Para que funcionara como hotel se hicieron cambios en su estructura, adaptaciones y ampliaciones.
Después fue plaza comercial, luego oficina de gobierno y hasta vecindad.
También tiene su leyenda que se ha transmitido de boca en boca. Es la historia de la niña de la pelota.
En las noches se escucha el rebote de pelota y hay quien asegura haber visto a niña de trenzas rubias, ojos azules y vestido de negro.
En 1931 el Palacio de Iturbide fue declarado monumento histórico.
En 1965 lo rescató una institución financiera, actualmente Citibanamex.
Hoy está convertido en un palacio de cultura, dedicado a exposiciones y conferencias, la entrada es gratuita.
La historia del Palacio de Iturbide, construido con dinero de la novia.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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