Hay frutos y verduras que han alcanzado precios prohibitivos y que por lo mismo ya salieron de la despensa de muchas familias en México. Carestía atribuida a la inflación, a la crisis derivada de la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. Nadie se salva en el mundo.
Aumento de precios generalizado, en unos países más que en otros. México se ha visto obligado a poner en marcha el Paquete contra la Inflación y la Carestía (Pacic), con el auxilio de empresarios, dispuestos a moderar ganancias, sin descuidar o desatender costos de producción.
No a todos pega igual la carestía, Xóchitl Gálvez, empresaria y senadora, especialista en computación, ex jefa delegacional y ex directora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, entrevistada por este espacio, admite que mantiene el consumo de aguacates y limones.
En su despensa no escasean. Para ella el aguacate, no solo es efectivo para contrarrestar el colesterol, sino infaltable en las tortas y, el limón convertido en aderezo de productos marinos, en preparados como el ceviche.
Por supuesto que Xóchitl no es la única que los puede adquirir sin pasar apuros económicos, también sus compañeros legisladores, servidores públicos de nivel medio hacia arriba, profesionales debidamente remunerados, comerciantes mayoristas y prósperos integrantes de la iniciativa privada.
El detalle es que en nuestro país la mayoría de los mexicanos vive en la pobreza, apenas con lo básico.
Aguacates y limones están convertidos en artículos de lujo para gente de escasos recursos, por el impacto inflacionario. No es que se haya caído su producción. Abundan en tiendas departamentales, mercados y mercadillos. Antes estaban en las mesas de la mayoría, a precios accesibles; hoy, esta mayoría se concreta a mirarlos en los expendios.
También la cebolla va por ese camino, verdura popular, condimento esencial de las comidas.
El esfuerzo colectivo para combatir inflación y carestía reclama ir más allá de las palabras. Demostrar en los hechos que la promesa o acuerdo se va a cumplir en beneficio de la economía de los que menos tienen, sobre todo.
Por eso, en ocasiones no se puede entender que una empresa como Walmart (Unidad Georgia en la Ciudad de México) venda el kilo de cebolla blanca a 38.90 pesos, como consta en el comprobante o ticket (OP #00000314) que tenemos de fecha 4 de mayo de 2022, justo el día que muy temprano se anunciaba en Palacio Nacional el Paquete Contra la Inflación y Carestía.
Casi 40 pesos el kilo mientras en mercadillos o tianguis de la CDMX el kilo de cebolla blanca oscilaba entre los 15 y 18 pesos. Demasiada la diferencia, incomprensible cuando ejecutivos de dicha empresa ofrecían precios razonables. Quizás fue error de empleados a la hora de etiquetar el producto o a lo mejor los que están equivocados son los tianguistas que venden la verdura a mucho menor precio.
De cualquier manera, los precios son contrastantes, difíciles de explicar ante el anuncio del Pacic. Ojalá, al menos en el caso de esta historia sobre la cebolla blanca, no vaya a resultar que el alza sea con premeditación, alevosía y ventaja, en perjuicio de consumidores.
La acción conjunta exige congruencia si de verdad se quiere ayudar a los mexicanos a paliar la crisis.
A precio de oro frutas y verduras
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