El esquema electoral de los Estados Unidos ya dio lo que tenía que dar. Pasaron sus mejores tiempos. La realidad exige reestructuración, para que el voto popular cuente, para que cada voto tenga el mismo valor, sin distinciones por estados, para que en la primera noche se conozcan resultados y se sancione a quien ponga en duda el proceso, sin prueba alguna. Para que el perdedor acepte las cifras, salvo que tenga argumentos sólidos para disentir.
Se ha vuelto común, en algunos países, que el derrotado se queje de fraude, de que le robaron la elección, sin aportar más prueba que sus propios dichos. Pone en duda el trabajo de sus connacionales, los que cuentan y suman votos. Quiere hacerle creer a sus seguidores, a sus votantes, que no perdió sino que le hicieron trampa para que no ganara.
Riesgoso porque exacerba ánimos, genera ambiente que no tiene nada que ver con la democracia. En los sistemas democráticos se pierde y se gana por un voto, así son las reglas de la competencia. Si alguien gana por un voto en un proceso transparente, legal, no hay justificación para ponerlo en duda, para sembrar desconfianza.
Estados Unidos es una potencia, con todos los adelantos tecnológicos, con las mejores herramientas de comunicación. Deberá de encontrar un esquema con mucha mayor eficiencia para resolver sus competencias políticas, para que la gente vote con la certeza de que su voto cuenta.
Incluso podría explorar el voto electrónico, desde la casa de cada uno de los electores, para simplificar las mesa receptoras y hacer más fácil el conteo, bajo la supervisión de los partidos.
Si un país tiene a la mayoría de sus habitantes conectados por Internet es Estados Unidos.
Lo que se debe evitar, con inteligencia, con un esquema electoral moderno, son escenarios como el de la elección de este año, donde no falta el personaje que rechaza el resultado adverso pero acepta el que favorece. Donde no gana, habla de fraude. Y donde gana, celebra. Actitudes infantiles del que patalea cuando pierde y quiere arrebatar.
Reestructurar el esquema electoral se ha vuelto una necesidad para los Estados Unidos. Tiene las herramientas para hacerlo. Quizá lo más complicado sea conciliar a quienes hoy están divididos, pero seguro encontrarán la forma de ponerse de acuerdo y ordenar su casa.
No creo que quieran volver a vivir escenarios de incertidumbre y mucho menos de berrinches mediáticos.
Estados Unidos es una nación observada por el mundo y su estatus no es para espectáculos como los que ahora se han visto con Donald Trump.
Esquema electoral desgastado en USA
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