La próxima elección de cuatro consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) ha desatado una batalla porque muchos dan por hecho que los cuatro van a estar identificados con Morena.
De acuerdo con la convocatoria, al menos dos van a ser mujeres, es el piso mínimo, pero pudiera darse la sorpresa de que sean cuatro. El diputado Porfirio Muñoz Ledo ya lo planteó en el pleno de la Cámara de Diputados, está a favor de que las cuatro sean mujeres.
Hay que esperar a ver quiénes se inscriben para participar en este proceso. Lo que es un hecho es que Morena cuenta con los aliados o votos suficientes para imponer la cuarteta que más le convenga.
Es lo más probable que ocurra, el partido en el poder no va a desperdiciar la oportunidad de seleccionar perfiles que sean más afines con su proyecto. No es nada nuevo ni nadie debe sorprenderse si así sucede. Lo mismo se hacía cuando el PRI o en PAN estaban en el poder.
Sin embargo, el hecho de que los consejeros tengan la etiqueta de uno o dos o tres partidos, no significa que puedan influir en el resultado de las elecciones federales. El ganador de una elección, no lo determinan los consejeros. El es voto de los ciudadanos, de los que acuden a las urnas.
Incluido el consejero presidente, no suman más de 11 votos. En definitiva, no es en el Consejo General del INE, antes IFE, donde se decide quién gana y quién pierde la elección.
Si así fuera, el PRI nunca hubiera perdido la presidencia y el PAN hubiera conservado más tiempo el poder.
En otras palabras, aun cuando los 11 consejeros pueden estar identificados con Morena o cualquier otro partido, de ninguna manera significaría el fin de la pluralidad. Por supuesto que no estaría garantizada la permanencia de Morena en el poder. La camiseta que traigan puesta los consejeros no es lo sustancial en el resultado de una elección. La última palabra la tiene el voto de la sociedad.
No hay para qué desgarrarse las vestiduras por la elección de cuatro consejeros. Además, Morena sabe que no es lo más conveniente para sus aspiraciones repetir prácticas del pasado, que tanto ha criticado.
Morena tiene el poder en este momento y si quiere conservarlo no es con cuatro, seis u once consejeros afines.
Lo que cuentan son los hechos, las acciones de gobierno que deben beneficiar a la población.
Es lo que hace que la sociedad vote por uno u otro candidato. Más vale a Morena, y a todos los partidos, tenerlo siempre presente.

Si es el Poder Ejecutivo quien finalmente presenta las nueve iniciativas en materia de reforma judicial, corresponderá firmarlas al presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque la responsabilidad política recaería sobre todos los que defienden la llamada Cuarta Transformación.
El presidente las puede firmar, pero en los hechos hay otros autores, su equipo jurídico.
Sería interesante saber si ya estaban firmadas las que iban a presentar el 15 de enero en el Senado.
Si ya estaban firmadas, estuvieron a punto de embarcar al mandatario, por los excesos detectados en la propuesta, relacionados con la presunción de inocencia y el arraigo ampliado hasta para delitos electorales, entre otras observaciones.
La experiencia de Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena, fue determinante para evitar un grave error. Apenas tuvo los documentos en sus manos, los mandó revisar. Cuando el fiscal Alejandro Gertz, la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero y el consejero Julio Scherer llegaron al edificio de Reforma e Insurgentes, el zacatecano los esperaba con sus alertas.
Julio tampoco estaba convencido de la propuesta que presentaría el fiscal.
Una hora antes de la conferencia, concluyeron que Monreal tenía razón y se pospuso la presentación. El fiscal general de la República se concretó solo a realizar un esbozo de lo que viene.
Seguro que en ese freno de última hora mucho tuvo que ver el senador Germán Martínez Cázares. No es ningún secreto su especialidad como abogado, egresado de la Universidad La Salle. Tiene la escuela de grandes juristas del PAN. Germán militó en Acción Nacional, partido que siempre se ha caracterizado por sus abogados de primer nivel.
La actitud asumida por Monreal al advertir fallas en lo planteado, es normal, en el entendido de que senador pertenece a la Cuarta Transformación y como tal tiene el deber de cuidar y defender lo que haga el grupo gobernante. Es lo que hizo y se dejó para después la presentación de la reforma judicial, para corregirla.
Ahora, después del fallido anuncio, miles de ojos, dentro y fuera de Morena, estarán atentos a las nueve iniciativas, porque nadie quiere pasos hacia atrás en la impartición de justicia.
Ricardo Monreal se ha significado por ser político que tiene como prioridad el consenso. Sabe que ninguno de los involucrados pueda quedar fuera del análisis y la consulta.
Más vale que los legisladores se tomen su tiempo para depurar y mejorar las propuestas.
El tema es tan delicado y trascendente que en ningún modo cabe el dicho de que las nueve iniciativas se aprobarían sin quitarles una coma.

La dirigente nacional del Morena, Yeidckol Polevnsky, no ha encontrado la fórmula de darle paz, orden y dirección a su partido. Sus principales batallas, desde que ganaron la elección presidencial, han sido internamente. Los pleitos se han multiplicado, sobre todo por los apetitos de poder de quienes aspirar a encabezarlo. Por esa ambición sin medida, han llegado a desoír la sugerencia de su principal líder para que la competencia se resuelva a través de la encuesta.
Está a la vista la rivalidad que existe entre los distintos grupos que aspiran a controlar su organización. Yeidckol se ha convertido en juez y parte desde su posición de secretaría general. Como formalmente también quiere la presidencia, compite con los demás candidatos, con su compañera Bertha Luján, el diputado Mario Delgado y Alejandro Rojas, suplente del senador Ricardo Monreal.
La posición del partido es clave para quienes trabajan y hacen planes con miras al 2024. Es lo que está en el fondo. No es ningún secreto que Monreal tiene proyecto en ese sentido. También Marcelo Ebrard. Juegan sus cartas, el canciller cuenta con el diputado Delgado. Yeidckol se mantiene en la secretaría general porque tiene a su favor la simpatía presidencial, pero se le puede agotar el beneplácito si no endereza pronto al partido. Bertha es consejera nacional de Morena y su hija Luisa María Alcalde es la Secretaria del Trabajo, forma parte del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador. Así que las dos mujeres candidatas estarían más en el ánimo del tabasqueño.
Sin embargo, el refuego no para entre los grupos y esta vez está en medio la senadora sonorense Lilly Téllez. La llamada Comisión Nacional de Justicia y Honestidad de Morena trató de quitarle un voto a Monreal, sacarla de la bancada con el argumento de que sus expresiones son contrarias a las fijadas por el partido, en el aborto, por ejemplo.
Lo que consiguió la comisión fue fortalecer los lazos políticos de Lilly con el coordinador de su grupo en el Senado. Además, exhibirse como un ente opuesto a la libertad de expresión.
De ese tamaño es el pleito interno, se ignoran hasta preceptos constitucionales con tal de afectar o fastidiar al de enfrente.
Como era de esperarse, el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación le ha dado la razón a la senadora sonorense.
No consiguieron aislar a Lilly Tellez, hicieron crecer su imagen política, por lo que, si quisiera, podría competir por su estado, por la gubernatura, aunque ella ya se descartó.
Sin embargo, su voto a favor de alguno de los contendientes por Sonora, podría marcar diferencia y darle el triunfo.

Como están las cosas en México, el Senado debe tener el mayor cuidado en la selección del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), asegurarse que de verdad tenga el perfil para hacer cumplir la ley, que no dude cuando tenga que intervenir ante presiones e intereses que nunca faltan; siempre a favor de los justo y conforme a Derecho.
Ha llegado el tiempo de acomodar piezas, de hacer precisiones, para que no se repitan errores que lastiman, personas y familias; evitar a quienes solo buscan sacar provecho personal al puesto.
Por eso es importante recordar experiencias, citar hechos que puedan ayudar a tomar la mejor decisión a integrantes de las comisiones unidas de Justicia y Derechos Humanos de la Cámara Alta.
No más Ombudsman indecisos como Raúl Plascencia que dudaba sobre lo que debería hacer en el caso de los jóvenes del Tecnológico de Monterrey, si ceder a presiones para ignorar la magnitud de lo sucedido o proceder con estricto apego a la ley.
Estaba en esa disyuntiva, temía el desgaste de su imagen en los medios, porque no quería ver afectada su aspiración para reelegirse. Su objetivo era conservar el cargo un periodo más.
Se le dijo que lo correcto era aplicar la ley y, en el trágico episodio del Tecnológico, lo hizo.
Afanosamente buscó la reelección, no lo consiguió.
Inconcebible que un defensor de los derechos humanos pierda de vista su principal objetivo: defender los derechos humanos. Peor que le de un manejo político a su actuación y emita resoluciones que crea van a fortalecer sus aspiraciones, sin importar el daño que esto pueda ocasionar.
Ahora, en la lista de aspirantes a la presidencia de la CNDH se encuentra Luis García López Guerrero, quien fuera primer visitador, brazo derecho y protegido de Raúl Plascencia.
Luis fue ambiguo en un episodio, supongo que por instrucciones de su jefe, para “cuidar” la reelección.
El titular de la comisión estaba fuera del país. Por protocolo, entonces García tenía el papel principal.
Utilizó su autoridad para presionar y obligar a un subordinado para que se disculpara, en términos generales, por algo que nunca cometió. El empleado jamás aceptó nada. En vez de procurar la verdad, Luis García López Guerrero se acomodó a los intereses de quien quería reelegirse, actuó con ambigüedad y el conflicto creció. Por eso, de ser necesario, el afectado reta a Luis a la prueba del polígrafo.
Alguien que pretende ser Ombudsman no puede ni debe tener en su pasado comportamientos parciales o dudosos, que han lastimado vidas, al proceder como “defensor” de los derechos humanos.
Por eso la importancia de que los senadores revisen a fondo expedientes de quienes aspiran a presidir la CNDH.

El tiempo avanza y hasta la fecha todavía no cuaja la propuesta para reformar la ley electoral. El diputado promotor de la reforma y militante de Morena, Sergio Gutiérrez Luna ,empezó con mucho empuje en la organización de foros para escuchar a involucrados en el tema, a magistrados, consejeros federales y locales, académicos, expertos, a todo el que tenga algo que aportar, pero todavía no hay nada concreto en el actual periodo ordinario legislativo.
Además, las ideas originales han perdido fuerza, porque se han topado con la realidad. Por ejemplo, la intención de acabar con los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE). Consejeros locales de los distintos estados han podido probar que se justifica su existencia.
También ha venido desvaneciéndose la pretensión de restarle al financiamiento de los partidos políticos. Ni siquiera se ha cumplido la supuesta disposición de algunos de ellos para regresar de manera voluntaria al erario parte de sus recursos. Ofrecimiento incumplido.
Queda la impresión de que la mayoría legislativa lanzó las propuestas sin realizar una mínima valoración del funcionamiento de la estructura electoral. Animada solo por el hecho de su aplastante triunfo en las elecciones del 2018.
La propia realidad se ha encargado de ubicar a los involucrados. Evidente que partir otra vez de cero en materia electoral, no era ni es lo correcto. Hay que aprovechar lo avanzado, lo que funciona, la experiencia y capacidades del personal que trabaja en los órganos electorales.
A estas alturas, ya no se ve esa gran reforma anunciada en un primer momento. En todo caso, una modificación selectiva, tiros de precisión, ajustes para perfeccionar el aparato y ponerlo en sintonía con la austeridad.
La prisa se esfumó. No hay indicios de que la reforma vaya a ser aprobada en el actual periodo ordinario de sesiones. Menos, cuando el líder de la mayoría, Mario Delgado, ocupa parte de su tiempo a competir por la dirigencia de su partido, donde hay demasiados roces internos.
La reforma electoral no tiene clasificación prioritaria. Es un tema que ya no se ha tocado en Palacio Nacional.
Por lo pronto, hay que dar por hecho que los OPLE van a seguir y no hay nada seguro sobre reducir el financiamiento de los partidos o disminuir el número de integrantes del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE).
Quizás, por esa pérdida de gas de las propuestas morenas, en la sede nacional del INE ya no están tan nerviosos como cuando se dieron a conocer a través de los medios.
Ha vuelto a ponerse sobre la mesa morena el argumento: “si en 2018 se ganó por amplió margen con estructura y normatividad electoral vigentes, entonces para qué cambiarlas”.

En países democráticos, las mayorías son las que mandan, las que deciden lo que debe hacerse, las que deben valorar lo que más conviene, actuar con apego a la razón y a la ley.
Las minorías tienen que entender que ya no cuentan con los votos para imponer criterios y mucho menos pueden esperar que sus argumentos sean retomados al pie de la letra por la mayoría.
Acabo de ver dos actitudes en la Cámara de Diputados que exhiben tanto a la minoría como a la mayoría, a la hora de presentar el dictamen de la Comisión de Educación sobre las leyes secundarias.
La lectura la hizo la presidenta de la comisión Adela Piña Bernal. Hubo voces opositoras que se atrevieron a decir que el documento no representaba la voluntad de la comisión.
El dictamen, por supuesto que era la voluntad de la comisión, porque el voto de la mayoría en la comisión, así lo había decidido. El voto de la minoría no puede alcanzar esa representación, es imposible. Quizás la actitud, al menos de las diputadas que interrumpieron desde sus lugares la lectura del dictamen, se debía a que estaban acostumbradas a los tiempos en los que sus partidos eran gobierno y mayoría legislativa, ya no lo son. Querían que su palabra fuera atendida como cuando tenían el poder.
Debe ser difícil para quienes ostentaban el poder, ahora tener que aguantar, porque no les gusta, que una nueva mayoría determine e imponga su voluntad. Es regla en la democracia, la mayoría manda.
Sin embargo, el simple hecho de ser mayoría no concede el derecho de ignorar protocolos y normas, como se hacía en tiempos pasados. No era lo políticamente correcto y fue uno de los desaseos de los gobernantes que terminó por hartar al pueblo y llevarlo a la alternancia que hoy hay en México. La imposición no es bien vista por el pueblo.
Por eso, si quienes ahora tienen la mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado, repiten vicios que se pensaba serían superados con la nueva realidad política, van a ir deteriorando su imagen, cavando su tumba, como ocurrió con sus antecesores.
Avasallar, pisotear protocolos y reglas, desdora la democracia. No le ayuda a la nueva mayoría en la Cámara de Diputado pasar por alto el reglamento legislativo, desconocer tiempos y aprobar sus proyectos Lo hicieron con las leyes secundarias educativas y eso deja huella.
Las minorías no deben perder de vista que son minorías. Y la nueva mayoría, actuar como nueva mayoría, no como lo hacían anteriores mayorías.

Cerrar el palacio legislativo de San Lázaro se ha convertido en una práctica sencilla para profesores que pertenecen a la llamada Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Lo hacen a pesar de que tienen representación en el Congreso, al menos 19 diputados forman parte de esa organización y otro tanto son simpatizantes, para un total de 40, de acuerdo con cifras divulgadas por Iran Santiago Manuel, legislador y ex líder de la sección 22.
Un solo diputado bastaría para que defendiera sus puntos de vista e intereses en la tribuna de la Cámara, para que cabildeara con sus iguales y tratara de convencerlos de sus propuestas. Pero no es uno, sino 18 más que pertenecen a la coordinadora.
Entonces, ¿por qué o para qué se apoderan y cierran los accesos al recinto de San Lázaro?
¿Qué no lograrían más si sus compañeros diputados se ponen a trabajar e incluso hasta realizar una protesta al interior en caso de que no les hagan caso?
Con esa representación que tienen dentro del mismo poder legislativo, no tiene lógica que sigan los cierres. Hace suponer que existe otro motivo, el manejo político del movimiento magisterial, que tampoco debe ser gratuito, aparentemente contra el nuevo grupo en el poder, aunque en el fondo confunde, distrae y debilita a los que hoy son oposición.
Por eso la mayoría legislativa del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no se espanta ni se angustia con esas acciones, por eso la tolerancia a que se lleven a cabo.
Quizás también por eso la diputada morenista Tatiana Clouthier, cuestionó la falta de experiencia de la nueva presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Laura Rojas, quien no se vio ni serena ni firme ante el desconcierto provocado por el cierre de accesos. Era su primer sobresalto, la primera prueba. Finalmente la libró, seguro que aprendió que nada es casual y estará preparada para la siguiente.
Sin embargo, hay una parte de la población legislativa que es ignorada y que de manera recurrente sufre las consecuencias cuando los maestros o cualquier otro grupo bloquea las entradas. Son los trabajadores. Cientos de ellos tienen que aguantar no poder salir del recinto.
Me tocó ver la operación de los activistas de la CNTE en estos días septembrinos y la desesperación de trabajadores por no quedar atrapados; madres que tienen que ir por sus hijos a la escuela o a una cita médica; otros que salen a comer sus tortas o tacos, porque adentro la comida les sale más cara; muchos porque temen la prolongación del cierre, más allá del horario establecido, y visitantes que ven alterados sus planes del día.
Gente que siente vulnerada su derecho de libre tránsito, retenida de manera indebida y que a diputados parece no importarles.
Cuidan que no se toque y mucho menos reprima a manifestantes -aunque violen alguna ley- e ignoran a trabajadores atrapados.

Hay que reconocer que el diputado Porfirio Muñoz Ledo tiene el nivel de estadista. Se ha ganado a pulso llegar a este estatus, aunque como no es monedita de oro y en ocasiones no se tolera la inteligencia, hay quienes lo rechazan y reprueban en automático.
Lo conozco desde hace más de 20 años. Con honestidad debo admitir que como periodista he disfrutado su sabiduría política, su capacidad para argumentar y defender sus puntos de vista en tribuna.
Me tocó vivir de cerca su etapa de senador. Todas las veces que intervenía en los debates, había que ponerle atención. Sus mismos adversarios no perdían detalle de sus palabras.
Lo dejaban ser en tribuna, hablar lo que quisiera.
Porfirio, solo, ponía en jaque a la mayoría priísta. Ganaba la discusión, con su oratoria, con su discurso, con su inteligencia. Lo que nunca pudo vencer fue el voto de la mayoría.
Seguramente, en ese tiempo, en esos episodios legislativos, cuando la oposición en el Senado se contaba con los dedos, la mayoría para sus adentros aceptaba que la razón estaba del lado de Muñoz Ledo, nada más que a la hora de votar, le negaba la victoria.
No recuerdo que alguna vez haya ganado la votación.
O sea que Porfirio tuvo que aguantar que siempre le aplicaran el voto de la mayoría. Terminaba por resignarse, pero jamás a expresar en tribuna sus razones, la claridad y verdad de su pensamiento.
A pesar del paso de los años, el natural desgaste físico de la vida que vuelve lento el desplazamiento, su energía mental sigue intacta.
Por supuesto que como todo humano tiene errores y hasta expresiones que recuerdan la celebración del 10 de mayo, pero al final de cualquier debate, prevalece su razonamiento.
Por es celebro que se haya comportado como estadista al renunciar a buscar prolongar su permanencia en la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados.
La tentación del poder generalmente no tiene límite. No todos están hechos de la misma madera ni actúan igual.
Sin duda, Porfirio Muñoz Ledo pasara a la historia como estadista, reconocido por propios y extraños.
La decisión tomada, aleccionadora para quienes pierden la cabeza por un cargo, contribuye y merece que su trayectoria sea coronada con la entrega de la medalla Belisario Domínguez.

Mario Delgado, coordinador del Grupo Parlamentario Morena en la Cámara de Diputados, quiere la presidencia de su partido. Seguro ha recibido luz verde de ya saben quien. No se expondría a ser derrotado y regresar como perdedor al recinto de San Lázaro.
La mayoría de los diputados han decidido apoyarlo. Integraron un equipo para reforzar el Movimiento de Regeneración Nacional, mantener la supremacía legislativa en las elecciones intermedias y prepararse para la competencia presidencial del 2024. Lo de Mario no es una acción aislada, tiene estrategia de mediano y largo plazo de un equipo.
Sus competidores por la presidencia de Morena son Bertha Luján, Alejandro Rojas y Yeidckol Polevnsky.
Bertha, originaria de Chihuahua, fue titular de la Contraloría en el Distrito Federal durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, especialista en temas laborales y diputada constituyente en la Ciudad de México. Es presidenta del Consejo Nacional de Morena. Madre de la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde.
Alejandro Rojas tiene larga carrera política. Empezó en las filas juveniles del PRI y se significó por antisalinista. Ha sido diputado de la asamblea legislativa del Distrito Federal, fundador del Partido Centro Democrático con Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard y secretario de turismo en el gobierno de Ebrard en la CDMX. Después, coordinador de asesores de Ricardo Monreal en el Senado. Trae pleito público con Yeidckol.
Yeidckol Polvenski, controvertida empresaria y política. Su nombre original es Citlali Ibáñez Camacho; por conflictos familiares su madre se lo cambió. Ha competido sin éxito por la gubernatura del estado de México. Ha sido senadora y trabajó como coordinadora de redes sociales en la pasada campaña presidencial. Abierta simpatizante de gobiernos socialistas. Justificó la prolongación del mandato de gobierno en Baja California. Como dirigente interina, no ha encontrado la forma de cohesionar a Morena.
Mario Delgado tiene maestría en Economía por la Universidad de Essex, Inglaterra. Ha ocupado diversos cargos en la Ciudad de México, desde secretario de Seguridad Pública hasta secretario de Finanzas. Ha sido senador. Identificado políticamente con Ebrard. Coordinador del grupo parlamentario Morena en la Cámara de Diputados.
¿Y quién se va a quedar en la coordinación legislativa en caso de concretarse el ascenso a la dirigencia de su partido?
Sería mano Tatiana Clouthier, pero por los mismos motivos que no quiso ser subsecretaria de Gobernación ni coordinadora de su grupo desde el comienzo de la actual legislatura, se sabe que ha vuelto a rechazar la propuesta.
Dolores Padierna ya intentó sin éxito ser coordinadora. Sigue interesada, nada más que no ha conseguido el consenso de sus compañeros.
Pablo Gómez tiene amplia carrera legislativa, ha sido varias veces diputado, senador, asambleísta. Uno de los líderes del movimiento estudiantil del 68. Dirigente del Partido Socialista Unificado de México. Dedicado a la asesoría, reconocido por su experiencia e inteligencia. Preside el Comité de Decanos de la Cámara de Diputados.
Porfirio Muñoz Ledo sería feliz si sigue como presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados. La coordinación, en estos tiempos, no está en sus planes.
Alfonso Ramírez Cuellar preside la comisión de Presupuesto y es una comisión que no se puede desatender ni cualquiera la puede llevar.
Sergio Gutiérrez Luna, abogado, ha crecido en Morena al lado de Horacio Duarte, quien ahora se desempeña como subsecretario de Empleo en la Secretaría del Trabajo. Coordinador de asesores en el Senado en la LVIII legislatura, representante electoral de Morena en el Estado de México, actual coordinador de los Trabajos para la Reforma del Estado y Electoral. Se ha convertido en serio prospecto para ocupar la coordinación.

He escuchado a consejeros electorales de distintos estados, integrantes de los llamados Organismos Públicos Locales Electorales (OPLEs) y llegó a la conclusión de que sería un error eliminar o desaparecer estos instrumentos destinados a organizar elecciones.
Están conscientes los consejeros en que deben ser más austeros y perfeccionar su operación; así se lo dijeron al morenista Sergio Gutiérrez Luna, quien en la Cámara de Diputados encabeza la operación legislativa para llevar a cabo una nueva reforma electoral.
Con esa misma claridad también el diputado Gutiérrez les habló de excesos en el gasto, en particular con las cuatro empresas proveedoras del material electoral, porque son las mismas que se ponen de acuerdo para ganar licitaciones y fijar precios ventajosos.
Hay consenso en que el presupuesto no puede ni debe ser igual para los 32 OPLEs, porque las entidades no son iguales, unas están más comunicadas que otras y varían en su tamaño. No es lo mismo Chihuahua o Durango que Tlaxcala, Puebla, Veracruz o Chiapas.
Cada entidad tiene una geografía distinta; lo que se debe tomar en cuenta a la hora de calcular el gasto. Bien lo decía la consejera de Durango, hay sitios en el estado a los que solo se puede llegar en avioneta. Inaccesibles hasta para animales de carga, porque no hay caminos.
Y si lo que preocupa es que gobernadores controlen el presupuesto de organismos electorales, entonces que los legisladores etiqueten los recursos, para que nadie les de uso partidista con fines manipuladores.
La representación de Guanajuato plantearía variar el número de consejeros, también dependiendo del estado y su tamaño; propuesta que los diputados miraron con acierto.
Coincidieron diputados y consejeros en cuidar los procesos electorales y no ponerlos en riesgo por ahorrarse uno pesos.
La idea del diputado Gutiérrez Luna de escuchar a todos los actores ha sido afortunada, para que se actúe con conocimiento, sin atentar contra lo que funciona o puede ser perfeccionado.
También es correcto aprovechar la experiencia del personal, gente que se ha especializado y merece seguir en la tarea electoral. Sería un desatino correr trabajadores con el argumento de la austeridad y sin hacer el diagnóstico obligado para estos casos.
Seguro que hay áreas que pueden ser comprimidas, como la que tiene que ver con los residentes en el extranjero y aquellas que duplican acciones que realiza el Instituto Nacional Electoral (INE) y que pueden aprovechar o simpificar, por ejemplo, las que tienen que ver con sistemas y tecnología.
No lo expresaron los consejeros, pero existen voces que hablan hasta de eliminar el presupuesto a los partidos locales y que dependan en lo económico únicamente de sus directivas nacionales; complicado en el caso de que el partido local no tenga alcance nacional.
En síntesis, sí hay forma de ser más austeros, sin que se eche a la basura lo que funciona y, los OPLEs han demostrado que funcionan.

En la política no hay casualidades. Lo saben políticos y políticas. El pasado 8 de junio, en Tijuana, el padre Alejandro Solalinde fue uno de los oradores en el acto que encabezó el presidente Andrés Manuel López Obrador sobre los resultados de las negociaciones de México con Estados Unidos, en materia comercial-migración.
Solalinde, al final de su intervención, soltó una expresión que quizás para muchos pasó desapercibida.
Los medios, en general, de plano, ignoraron lo dicho por el defensor de derechos humanos, católico y activista de sotana. Nadie lo registró al día siguiente en los diarios impresos, digitales, ni en la radio y mucho menos en la televisión. Pasó de largo ese mensaje, porque no era tema del momento. Sin embargo, no hay que perder de vista que Solalinde es uno de los personajes influyentes en la 4ª. Transformación y cercano al presidente.
Sus palabras finales del discurso en Tijuana fueron:
“Yo no estoy ventaneando a nadie, pero yo creo que estamos muy cerca de tener, quizá, la primera mujer presidenta, nacional. Ojalá que así sea”.
¿Será la voz de un profeta?
¿En quién o quiénes estaría o está pensando el padre Solalinde?
Tiene claro que la mayoría en México son mujeres y que ahora hay una reforma constitucional que les da la mitad de los cargos públicos, con el argumento de la paridad de género.Wendy Briceño
La diputada Wendy Briceño Zuloaga, presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, originaria de Sonora, con maestría en estudios de género y procesos políticos, licenciada en Ciencias de la Comunicación, dio cuatro nombres de mujeres del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que en su opinión tienen el perfil para aspirar en el 2024 a la presidencia de la República. Cualquiera de las cuatro podría convertirse en candidata presidencial.
Se trata de:
1.-Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de gobierno en la Ciudad de México.
2.-Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación.
3.-Tatiana Clouthier Carrillo, diputada federal.
4.-Martha Lucía Micher Camarena, senadora
Las citó en ese orden y a las cuatro les ve cualidades y méritos para competir por la candidatura presidencial. Habló de que hay muchas más, pero por nombre y apellido solo mencionó a ellas.
Hay quien dirá que todavía es demasiado temprano para tocar el tema, aunque otros y desde hace mucho pregonan que la carrera presidencial arranca el mismo día que empieza el sexenio.
Lo innegable es que el padre Solalinde ve “muy cerca” la llegada de una mujer a Palacio Nacional.
Y te cuento esto justo en el marco del primer año del triunfo de Morena.
Además, te doy el dato que la que tiene más seguidores en Twitter es Claudia con 646 mil; le sigue Tatiana con 622 mil; Olga, 279 mil; y Malú, 17 mil 400.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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