Para la segunda etapa del actual gobierno, con miras a la sucesión en el 2018, hay tres cabezas de grupo de poder político real, con estructura e influencia en la competencia por la candidatura presidencial del PRI.

El primero, en orden alfabético por su apellido, tiene su centro de operaciones en Insurgentes Norte, el segundo en Bucareli (centro) y el tercero en Constituyentes (poniente).

Manlio Fabio Beltrones Rivera acaricia la idea de ser nominado desde el proceso anterior, cuando titubeó en participar y arrancó con retraso su campaña, muy atrás de Enrique Peña Nieto.

Es el político con más experiencia, con más trayectoria, más identificado con la militancia y que explica su arribo a la dirigencia de su partido. Tiene de su lado a la mayoría de los gobernadores.

Alumno (subsecretario) de don Fernando Gutiérrez Barrios (RIP), con el que trabajó y aprendió en la Secretaría de Gobernación. Diputado, senador y gobernador de Sonora. Amigo de Luis Donaldo Colosio y relacionado con el ex presidente Carlos Salinas.

Cuenta con aliados dentro y fuera de su partido. Es alto su grado de aceptación en los medios de comunicación. Tiene colaboradores leales en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. La frase “colmillo retorcido” lo describe, no hay otro igual en la política nacional.

Por algo, el mismo Andrés Manuel López Obrador ha dejado correr la versión de que le teme al sonorense, sobre todo por ser un personaje informado, con expedientes confidenciales.

Está en una posición ideal para buscar la candidatura presidencial, siempre y cuando pueda esquivar el fuego amigo o las patadas por arriba y debajo de la mesa, una vez que se aproxime el tiempo de la nominación.

Miguel Ángel Osorio Chong representa el grupo Hidalgo. Está en la secretaría que, por lo menos en el papel, tiene la mayor fuerza política. Empezó con la aureola de supersecretario. No la ha perdido del todo. Se ha mantenido a pesar de la fuga de Joaquín Guzmán Loera. Supo eludir el escándalo del subsecretario ecologista Arturo Escobar.

Ha sido diputado y gobernador de Hidalgo, encargado de la seguridad (Ayotzinapa, Tlatlaya) y la política nacional. Su principal éxito público fue la negociación con los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional. También contribuyó a restarle activismo al movimiento disidente de la coordinadora magisterial. En derechos humanos, los hechos contradicen su discurso.

Sus aspiraciones repuntarían y volvería a la cabeza de la competencia interna solo si Guzmán Loera “El Chapo” fuera recapturado.

De cualquier manera, es innegable que es un personaje influyente, con vínculos óptimos en Los Pinos.

Luis Videgaray Caso es el que tiene más grados académicos de la trilogía. Doctor en economía, con especialidad en finanzas públicas, por Massachusetts Institute of Technology. El más cercano de los tres a Enrique Peña Nieto. Forman parte de su equipo Aurelio Nuño y Antonio Meade, secretarios de Educación Pública y Desarrollo Social.

Su poder e inteligencia son reconocidos por propios y extraños. Dejó testimonio de su influencia en la elección de Norma Piña y Javier Laynez como nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Alumno de Pedro Aspe Armella, quien fuera secretario de Hacienda en el gobierno de Carlos Salinas.

¿Si es cierto que es muy inteligente, entonces por qué no saca al país de la crisis?, es la pregunta y crítica que le hacen.

También hay un sector que no ha dejado de reprocharle la forma en que adquirió su casa de Manilalco.

Estos son los tres aspirantes con poder real para competir en el PRI por la candidatura presidencial.

Esta vez la historia que te contaré tiene que ver con la elección del nuevo rector en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre la solicitud de cuatro personas para garantizar su derecho a fumar marihuana y la decisión del Senado para que la medalla Belisario Domínguez sea entregada en este 2015 al empresario Alberto Baillères.

Hay en los dos primeros casos un ejercicio de autonomía y en el tercero de mayoría,  que evidencian el funcionamiento de las instituciones aludidas y la actuación de sus integrantes.

En la UNAM el término que más se subrayó y repitió fue el de autonomía. Desde que se abrió el proceso interno. Lo mismo hicieron cada uno de los candidatos y con esa palabra se blindó la junta de gobierno de la universidad nacional. No fue electo el que arrancó como favorito, tampoco le funcionó ser el primero en divulgar sus aspiraciones, ni sus méritos, que los tiene, le alcanzaron para convertir en realidad su sueño como académico. Incluso, en la búsqueda de ese objetivo, no vaciló en renunciar al sueldo de subsecretario de gabinete.

Ni siquiera el que hubiera contado con las simpatías del doctor José Narro le garantizaron el triunfo y mucho menos la versión no confirmada de que tenía la bendición de Los Pinos. Por encima de cualquier supuesta presión o interés externo, se impuso la autonomía. La decisión deja sin argumentos a quien pretenda cuestionar el veredicto y sembrar la sospecha de que responde a factores o cuotas ajenas a la casa de estudios.

Enrique Luis Graue es el nuevo rector porque así lo resolvieron los miembros de la junta de gobierno, nadie más. Si acertaron o se equivocaron, se verá en el desempeño del médico. De lo que deben estar orgullosos los pumas es de que se trata de un producto de su autonomía.

La resolución de los ministros de la primera sala de la Corte que se pronunciaron a favor del reclamo y derecho de un cuarteto de ciudadanos a decidir si fuma o no marihuana (asegura que no es adicto), también corresponde a un ejercicio autónomo. Las advertencias de voces oficiales y conservadoras no causaron el impacto que esperaban en los juzgadores. Sin embargo, en este caso, el tema tiene dividida a la población, hay aristas que no están pulidas. El asunto es mucho más complejo, aunque exista una corriente que desde hoy pregone que tarde o temprano se va a legalizar la marihuana, todavía persiste la interrogante de si esto va a beneficiar o por el contrario, ahondar la descomposición social.

En el Senado, la mayoría ha determinado que la máxima condecoración que otorga este cuerpo legislativo, la medalla Belisario Domínguez, sea en este 2015 para  Alberto Baillèlres.

Algunos han objetado la decisión porque Don Belisario fue un legislador que se distinguió por defender la libertad de expresión y no le ven cualidades similares al empresario.

Sin embargo, el decreto que en 1953 creó la condecoración señala:  “se crea la Medalla de Honor “Belisario Domínguez del Senado de la República para premiar a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia y su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra patria o de la humanidad”.

Baillères no solo es dueño de la tienda Palacio de Hierro, de aseguradoras y empresas mineras, también hay que decir que dio vida a la Fundación Mexicana por la Salud y ha contribuido a darle prestigio a la educación superior a través del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Sobre su comportamiento como patrón, no conozco a nadie de sus empresas que se haya quejado de su condición laboral ni tampoco he leído ni escuchado que en alguna de ellas se hayan organizado los trabajadores para protestar o colocar la bandera rojinegra.

Es un personaje cauteloso y medido en sus declaraciones de prensa, no se ha caracterizado por dar entrevistas. Está de plácemes porque acaba de estrenar la ampliación de su Palacio de Hierro en Polanco de la ciudad de México. En la zona donde según sus palabras, conoció a su primera novia, cuando era niño (página 36 del no. 140 de La Gaceta de El Palacio de Hierro, correspondiente a la primera quincena de noviembre).

Su misma Gaceta lo califica de “visionario” (“que se adelanta a su tiempo o tiene visión de futuro”, es la definición de la Real Academia Española) y le hace una breve entrevista de la que entresaco tres frases:

1.-“…este país es llamado a la grandeza, y lograremos ser un país del primer mundo más pronto que tarde”.

2.- “Tenemos todos los recursos naturales y materiales para lograrlo (ser un país del primer mundo), así como un pueblo maravilloso”.

3.-“…la mejor decisión para lograr un sueño o un proyecto es la paciencia”.

Así que Baillères, por lo que ha hecho y piensa, es más que totalmente palacio.

El respeto humano se ha degradado, ya no se hace diferencia entre el bien y el mal, lo que importa es salirse con la suya; mentir, engañar o burlar la norma con tal de alcanzar sus propósitos. ¿El que no transa, no avanza? La moral y la ética se han vuelto maleables, elásticas, cada quien tiene la suya. La lógica está rebasada por la conducta de las personas, no se actúa con sensatez y mucho menos con sentido común, es de todos los días.

Te voy a contar esta historia motivado por la actitud de un conductor particular que ignoró la luz roja del semáforo. Observé su rostro; muy lejos de apenarse por su falta, derrochaba soberbia, con una expresión que me hizo recordar a la cantante Lucero cuando trató de explicar el uso de fuerza y agresividad de su guardaespaldas que le había mostrado la pistola a los periodistas. “¡Y….Y….!”, exclamaba ante el reproche de los reporteros.

El conductor no dijo nada pero altivo alzó su cara y le vi en su frente una “¡Y…!” imaginaria. Me quedaba claro que si le reclamaba estaría expuesto a una agresión verbal, por lo menos.

-¡Que Dios lo bendiga!- mi mensaje mental.

Ya lo “normal” no es detener el auto ante la luz roja, es mirar de un lado a otro y si no está a la vista una patrulla o agente de tránsito, seguir sin importar los riesgos de un accidente.

Así, muchas y cotidianas imágenes.

El microbusero especialista en competir con sus compañeros a ver quien llega primero a la base y seguro tiene el récord de no acatar las señales de tránsito. Automovilistas que ahora creen que los topes en las calles son para ver quien logra pasarlos más rápido. Automóviles que ya no están equipados con cenicero, sino con entrada para USB, GPS y, el conductor que con “normalidad” tira la ceniza de su cigarro y la colilla en calles, avenidas, ejes viales y segundos pisos. Televisora que impulsa campaña para tener ciudades limpias y ciudadanos que sin rubor depositan su basura en la vía pública.

El reflejo social de hoy. Ciclista que se cree con derecho a circular por la banqueta o en sentido contrario en las calles. El dueño de una mascota que echa en bolsa de plástico el excremento y, en la primera oportunidad, cuando supone que nadie lo ve, la tira en la banqueta. Los que no pueden comer sin el teléfono celular en la mano o en la mesa. El franelero que fija tarifa según la demanda y hasta 200 pesos si te quieres estacionar cerca del palacio legislativo de San Lázaro en días de sesión. El que se sube al transporte público y se abre paso a empujones, en vez de pedir permiso o solicitar por favor que lo dejen entrar o salir. Estacionarse en doble fila, dar vuelta prohibida o ir atrás de la ambulancia.

El periódico que da cuenta de la aclaración de las autoridades de que no hay “crimen organizado” en la ciudad de México. ¿Entonces es el “desorganizado” el que tiene insegura la zona metropolitana?. Dos columnistas que en el mismo diario tienen posiciones encontradas sobre un hecho sangriento en un pueblo de Michoacán. Un ex dirigente de partido que le parece folklórico llamar “pendejo” a su adversario. El máximo tribunal de justicia, con la obligación constitucional de ser expedito en sus actuaciones, decide tomarse una semana más para analizar si determina legal o no el consumo de marihuana, un debate que en el país y en el mundo, suma años. ¿Ya es “normal” que la justicia sea lenta?.

Una revista política que en otros tiempos presumía investigaciones periodísticas, ahora resulta que tiene entre sus fuentes a una revista de espectáculos, que tampoco revela ni precisa sus informantes.

Ya nadie se sorprende ni se espanta del político que dice mentiras o que cuando se equivoca nunca lo acepte. Es otra “normalidad”, otra “moral”, otra “ética”, otra “lógica” para entender la realidad.

Que las gasolineras vendan litros que no son litros, también ya es “normal”. Construir edificios sin respetar uso de suelo, igual, una “normalidad” más. La comisión o “moche” que pagan proveedores y prestadores de servicios, tema ancestral del dominio público. Hablar de “encharcamientos” en vez de inundaciones, “normal”. Calles y banquetas deterioradas, “normal”.

Economía enferma, distribución inequitativa con dinero en las mismas manos y cada vez más pobres. Por la tercera investigación y todavía sin saber qué pasó con 43 estudiantes. Partidos que perdieron su registro y que encuentran la forma de sobrevivir unos días más. La exigencia del nombramiento de ministros perfectos, vírgenes y puros, sin amigos o “cuates”, sobrehumano, cuando la clave es que entiendan el valor de la imparcialidad y que se les paga para cumplir la ley.

Dudar de todo lo que hace el de enfrente y hasta del comportamiento de la naturaleza, como si un huracán se pudiera fabricar en una casa presidencial o en una secretaría de gobierno o Estado. Creer que es acertado y exitoso hacer campaña para la elección del 2018 en una revista elitista. El conductor de televisión que tiene que repetir invitados para que hablen de sus tres películas favoritas (entonces ya serían seis o más) en un país de más de 100 millones de habitantes. Grabaciones telefónicas que supuestamente nadie sabe quien graba.

Demasiadas “normalidades”, que se da por hecho solo cometen otros, la paja en el ojo ajeno; descomposición social que parece irremediable.

¿Y si todos hacen lo correcto? ¿Y si se rescatan la moral y ética?

Lo más sencillo y fácil es acusar a los titulares de las instituciones de violar derechos humanos.

Es cierto que hay fallas, equivocaciones y actuaciones indebidas con graves y hasta fatales consecuencias, pero resulta desmesurado generalizar.

Como en otras ocasiones, con pruebas en mano, te platicaré de un episodio que involucra a las secretarías de Gobernación y de Hacienda, lo que de ninguna manera significa que Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray Caso sean los responsables.

Sería indebido señalarlos cuando su preocupación, su discurso, su convicción es que se cumplan los derechos humanos. Es imposible que vigilen a cada uno de sus colaboradores o empleados de su dependencia.

Lo mismo se puede decir de los secretarios de la Defensa Nacional o de Marina o del propio presidente de la República. Lo que ellos quieren es que se respeten los derechos humanos.

Bien ha dicho el general secretario Salvador Cienfuegos Zepeda que los militares no decidieron por su cuenta salir a la calle. Hay que recordar que en el sexenio anterior Felipe Calderón, como jefe de las fuerzas armadas, ordenó una “guerra” que todavía no acaba.

Hay consenso en que era obligado reforzar la lucha contra la delincuencia, solo que  más inteligencia, no con fuerza. Lo peor es que cuando Calderón tomó esa decisión, se carecía de una coordinada estrategia. No se pacificó ni el estado natal del ahora ex mandatario.

Si en el caso que te cuento no es correcto acusar a Osorio y Videgaray, una vez enterados, tampoco pueden ser omisos, porque la bola de nieve que rueda, no deja de crecer.

Por lo que toca a la Segob, resulta que desde hace casi dos años existe una demanda de indemnización en el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa. La dirección jurídica de la Comisión Nacional de Seguridad, que depende de dicha secretaría, se opone al pago, a pesar de que la Ley General de Víctimas establece que aplica la ley que más favorezca a la víctima. La tortura está comprobada y la autoridad responsable está confesa. El expediente tiene el número 8990/15-17-02-1. Po su importancia, el asunto fue turnado al pleno de magistrados del citado tribunal federal.

¿Te imaginas si el día de mañana los organismos internacionales defensores de los derechos humanos conocen a detalle este asunto? Es obvio que no van a culpar al funcionario medio por oponerse a pagar una indemnización por tortura.

En el caso de Hacienda, el Sistema de Administración Tributaria, a cargo de Aristóteles Núñez, ordenó el pago de una multa y, embargo, de no hacerse la liquidación correspondiente. La multa se pagó. El error es que la fundó en una sentencia que no existe.

Lo que llaman número de crédito es H-1650943 y el número de documento determinante: OF.259-II-CP-103/2012-II.

Por supuesto, reitero, ni Osorio ni Videgaray son responsables, tampoco Aristóteles, nada más que ellos son los que al final tienen que dar la cara cuando falla alguno de sus colaboradores.

La decisión presidencial en la elección del candidato a la presidencia de la República es cierto que es unipersonal pero sin duda considera diversos factores y circunstancias. Nunca una será igual a otra aunque sea tomada por la misma persona. Tampoco los colaboradores del mandatario se pueden anticipar o dar por hecho que va en tal sentido.

Más de uno se ha equivocado en el pasado priísta. ¿Te acuerdas de Alfredo del Mazo que sentía que era suya la candidatura presidencial? ¿Y qué dices de Manuel Camacho Solís (QEPD) quien supuso que tenía la bendición de Los Pinos e hizo su berrinche cuando el favorecido resultó Luis Donaldo Colosio?. Años más atrás, Mario Moya Palencia (QEPD) se quedó vestido y alborotado; se fue con la finta, le fallaron sus servicios de inteligencia en la Secretaría de Gobernación. Ejemplos sobran. El punto claro es que la decisión solo la conoce el propio presidente y así seguramente será para definir la candidatura del 2018.

De las decisiones que hasta ahora ha tomado el presidente Enrique Peña Nieto hay dos que parecieran marcar un patrón. La de Eruviel Ávila Villegas en el estado de México y la de Manlio Fabio Beltrones para la dirigencia del PRI. En ambos casos optó por el consenso, por los más aceptados al interior de su partido y con mayor proyección hacia fuera. Lo hizo aun cuando ninguno de los dos estaba en el primer círculo de su equipo y afectos. Por lo tanto, hay quien pensaría que lo mismo hará en la búsqueda de su relevo.

No hay garantía de que procederá de la misma manera. Los tiempos serán otros, también las circunstancias. Roberto Casillas, quien fuera secretario particular de José López Portillo, escribió de este mismo tema en su libro La Decisión Presidencial, editado en 1983. Su información recabada en el poder, nada que le pudiera haber revelado de manera directa su jefe.

“El presidente se puede equivocar”, dice Casillas en su texto. No solo para el caso de la sucesión sino en otros asuntos. Razonable porque como todos, es humano, con aciertos y desaciertos. El mismo pontífice o Papa se equivoca o se ha equivocado. Nadie es perfecto.

Entonces, en este contexto, la decisión sobre la próxima candidatura presidencial priísta será única y exclusivamente de Enrique Peña Nieto. Los adivinadores sobre el “tapado” o “destapado” se volverán a equivocar.

Sin embargo, quien resulte favorecido, de ninguna forma podrá dar por hecho que ya tiene amarrada la silla presidencial. Los tiempos son distintos y la sociedad año con año sorprende con su voto.

Cada vez hay una mayor valoración a la hora de emitirse el voto. Se premia y se castiga. La alternancia ya no es excepcional. Ocurre para todos los cargos de elección en México.

La decisión presidencial es de una persona; la elección del próximo presidente corresponde a millones de mexicanos.

La idea de apoyar a un candidato independiente para el 2018 empieza a tomar forma en la sociedad, sobre todo después de ver el resultado de las elecciones en el estado de Nuevo León.

Temen los partidos rancios en México que surja una figura ajena a su militancia y les gane la presidencia.

Por eso, dalo por hecho, harán lo que esté a su alcance para tratar de evitar el crecimiento de un personaje con esas características. Quien asome la cabeza con aspiraciones de gobierno, va a tener que resistir las críticas para desacreditarlo y dejarlo fuera de la competencia.

El primero que levantó la mano, sin experiencia alguna en la política, sin militar en ningún partido político, ha sido el ingeniero Rodolfo Neri Vela, científico, astronauta, con doctorado en radiación electromagnética por la universidad británica de Birmingham. Se hizo popular a partir de que fue seleccionado y voló en una nave de la NASA, Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos de América.

Son contados los medios que se refirieron a sus aspiraciones políticas y ha sido escaso el interés por conocer más de sus planes o porqué ha tomado esa decisión, cuando toda su vida la ha dedicado a la ciencia. En la actualidad da clases en la UNAM.

Hubo mofa para intentar anularlo de una buena vez o desanimarlo. Con tono burlón no faltó quien dijera que su cabeza está en la luna cuando está claro que hoy tiene los pies sobre la tierra y sabe lo que sufre el país. Los medios prefirieron ocuparse de Margarita Zavala porque supo ganarse sus simpatías desde la comodidad de la silla de primera dama y no es una aspirante con posibilidades para regresar a la residencia oficial de Los Pinos. Fue parte de un gobierno que desangró a la nación y empobreció a más mexicanos.

El riesgo que ven los partidos es que en el momento en que alguien cautive a la sociedad, desde ahora, después va a resultar mucho más difícil frenarlo. No vaya a ser que haga efectiva la frase del extinto Manuel “Maquío” Clouthier: “esto ya no lo para nadie”.

Por lo pronto, aunque no les guste a unos o a muchos, el doctor Neri (63 años) ya está apuntado en la lista de prospectos para buscar una candidatura independiente en el proceso electoral del 2018.

Jaime Rodríguez Calderón (57 años) “El Bronco”, aunque ya anticipó que está resuelto a concluir los seis años como gobernador de Nuevo León, si tuviera un magnífico desempeño, la sociedad podría disculparle la falta a ese compromiso y darle la estafeta para la presidencial. Han puesto en duda su independencia porque militó 33 años en el PRI, pero también se han puesto la misma camiseta el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador.  “El Bronco” es ingeniero agrónomo.

Manuel Clouthier Carrillo (53 años), hijo del famoso “Maquío” quien compitió por el PAN a la presidencia de la República. El heredero del nombre y la fama lo intentó como independiente en el 2012, sin lograr el registro porque la ley electoral todavía no abría esta posibilidad. Ya fue diputado federal panista y el 7 de julio pasado consiguió su boleto de regreso a la Cámara de Diputados como candidato independiente. Es un personaje que sabe de medios, dirigió los periódicos Noroeste de Sinaloa.

Juan Ramón de la Fuente (63 años) nunca ha sido militante de partido político. Es médico psiquiatra. Fue secretario de Salud en el gobierno de Ernesto Zedillo. Rector de la UNAM de 1999 a 2007. Ha intentando ser candidato de todas las fuerzas políticas o por lo menos de las principales. Tiene una imagen respetable. Aficionado a la tauromaquia. Está a favor de la legalización de la mariguana.

José Woldenberg (en septiembre cumple 63 años), doctor en ciencias políticas por la UNAM. Como consecuencia de su lucha sindical, estuvo preso unos días en el  Reclusorio Norte. Político de izquierda. Militó en el Partido  Socialista Unificado de México, en el Mexicano Socialista y el Partido de la Revolución Democrática. Fue el presidente del IFE más distinguido. Actor y testigo del proceso de transición en el 2000, la salida del PRI y el ingreso del PAN o de Fox a Los Pinos. Personaje influyente y conciliador.

De los cinco, sólo el doctor Neri ha levantado la mano. Los otros cuatro no han dicho nada al respecto pero es indiscutible que tienen perfil para competir con la bandera independiente y preocupar al partidismo rancio.

Por supuesto que no es casual el repunte de un candidato independiente en el proceso electoral de Nuevo León, en la entidad donde viven la mayoría de los más ricos de México. Es un ensayo que debe verse con más detenimiento y con miras al 2018.

El desgaste de los partidos es innegable aunque a veces pareciera que los mismos partidos no quieren darse cuenta de esta situación, porque no se ve que hagan algo para remediarla, en nuestro país y en otras partes del mundo, el  problema no es exclusivo. Y si alguno está haciendo algo, por lo menos hasta ahora, no hay visos de que haya cambiado la percepción de una sociedad decepcionada por los resultados cuando son gobierno.

Si el experimento funciona, da por hecho que la candidatura independiente se volverá una opción en las próximas elecciones presidenciales. Todavía falta que Jaime Rodríguez, El Bronco, gane los comicios del siete de junio en la entidad del norte. Después, observar lo que hace para gobernar, conocer la integración de su equipo y la relación con los otros poderes, con el poder judicial y legislativo. Saber hasta donde llegan el entendimiento y los acuerdos.

A primera vista diría que los legisladores de partido le complicarían la vida al obstaculizar sus iniciativas, pero no es tan simple, un gobernador independiente, con autoridad moral, exhibiría a quienes no quieren servirle a la sociedad. No creo que partido alguno aguante la presión social o la exigencia de que apruebe lo que puede mejorar la calidad de vida de todos.

Esa autoridad moral también daría lugar a una relación de respeto con el poder judicial. La rivalidad no convendría a ninguna de las partes, las tareas para cada uno están definidas en la ley. E igual, los gobernados estarían atentos para evaluar su desempeño.

Suponer que El Bronco va solo en el ensayo de Nuevo León y que está condenado al fracaso, significaría subestimar la realidad. El hartazgo de la sociedad por la actuación de los partidos es un hecho; por eso hay expertos y gente que han decidido buscar alternativas.

Aclaro que no digo que los partidos entraron en un proceso de extinción, pero más les vale corregirse para frenar la caída, volverse a posicionar, recuperar confianza y credibilidad. Al final, es lo que pregonan, buscan el bienestar de la población en todos los sentidos.

Si funciona El Bronco, sigue el 2018. Las posibilidades de un candidato independiente, además de sus méritos propios, dependerán de lo que hagan y dejen de hacer los partidos.

De no rectificar, muchos mexicanos van a considerar votar por un candidato independiente.

¿Quién podría ser ese candidato? ¿Hay o no prospectos?

Anote por lo pronto los nombres de Juan Ramón de la Fuente y José Woldenberg, aunque seguro no son los únicos con perfil para competir.

Cada quien tiene su propia foto de México, su personal descripción, hay quien la ve toda negra, otros velada, distorsionada y no falta quien observe un mundo maravilloso o en camino a la salvación.

 Todavía recuerdo la frase repetida por el vetusto líder obrero ya extinto, Fidel Velázquez, de “quien se mueve no sale en la foto”, en referencia y como advertencia para los compañeros de su partido que pretendieran anticiparse en la carrera por la sucesión presidencial.

Sin duda hay fotos memorables, tomadas de manera casual,  espontánea o preparadas. Así tenemos la que captó la explosión de la bomba atómica, la niña desnuda que corre en la carretera víctima de la guerra en Vietnam, el joven estudiante que se paró frente a una columna de tanques chinos, la del famoso Che Guevara, el marinero que besa a una mujer en Times Square en Nueva York, el primer vuelo aéreo y tantas otras que han captado momentos históricos.

Los que hacen encuestas, sobre todo de carácter político o electoral, para justificar sus errores, desatinos o resultados ajustados a los intereses de su cliente, también utilizan la palabra foto. Significa el registro de un periodo, de un espacio de tiempo, de una fecha, de una día, semana o mes, no hay garantía de que eso vaya a suceder en las elecciones. Tiene su parte de razón, pero en el fondo, en este caso, el encuestador trata de explicar y justificar su ganancia, el cobro por su consulta.

Ahora, la foto de México y del mundo, la que retrata la realidad social, la situación económica, conflictos armados, inseguridad, cambia de un día para otro. La foto que se toma hoy es muy probable que no coincida con la del día siguiente porque la sucesión de hechos es impresionante. Y la rapidez con que operan las nuevas herramientas de la comunicación, el Internet, las redes sociales, a veces hacen que la percepción se modifique en horas o en menos tiempo.

Para muchos es preferible ajustar la foto a sus propios intereses, ver lo que quieren ver, todo negro, todo blanco o todo rosa. La verdad es que en esa foto hay variables, matices. Aciertos y desaciertos, errores, desatinos, corrupción, delincuencia, impunidad, violencia, pobreza, riqueza, desarrollo, desaceleración, devaluación, descubrimientos científicos, éxitos deportivos y tecnológicos, volcanes en erupción, terremotos, bellezas naturales, inundaciones, animales en extinción. Hay de todo.

Mi abuela se divertía con Jacobo Zabludovsky cuando era el titular del noticiero del canal de las estrellas. Esperaba a que le diera la cotización del peso en relación con el dólar. Una vez obtenida la información del periodista de la televisión, bromeaba: “quiero comprar los dólares a Jacobo, porque los vende por debajo del precio de los bancos y casas de cambio”.

La verdad, hay que admitirla, ni todo está perdido ni todo está perfecto, ni todo es malo ni todo es bueno. Al final se supone que todos quieren una mejor vida para la sociedad, entonces porqué no jalar la carreta en esa dirección, hacer a un lado pleitos y autodestrucción, ocuparse en la construcción, en la reconciliación y en lo positivo, en lo que da paz y tranquilidad, en la aplicación de la justicia, en la armonía.

Trabajar por la foto sin retoques ni photoshop, en la que todos sonrían sin necesidad de pedir que digan “whisky”.

El proyecto de reelección de Raúl Plascencia Villanueva se torció cuando se volvió complaciente con las autoridades y le restó importancia al ejercicio de la ley, a la tarea obligada del Ombudsman, todo por su ambición desbordada de permanecer en el cargo.

Creyó que de esa manera amarraba sus aspiraciones, quedaba “bien” con las instituciones al ser medido con sus Recomendaciones, en vez de significarse por la defensa de la víctima.

Al llegar a la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) su objetivo era posicionarse, ser conocido y popular como defensor de los derechos humanos en el país y en el mundo. Por varias semanas le pesó el activismo de su antecesor José Luis Soberanes y de Mauricio Farah, quien desde la Quinta Visitaduría General hizo un estudio sobre migrantes que todavía se comenta.

Hubo dos casos que repuntaron su trabajo, sus recomendaciones sobre el asesinato de los niños Martín y Bryan Almanza y de dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey a los que les sembraron armas. En ambos los involucrados fueron elementos militares.

Temas delicados que se investigaron a fondo, se analizó en detalle su trascendencia, sus consecuencias legales y políticas. Más de una vez Plascencia se reunió con su primer equipo. Casi todos sus integrantes esperaban a que el Ombudsman marcara línea para de inmediato expresarle su apoyo. La primera Recomendación fue la de los menores de Tamaulipas, con la conclusión de que habían sido víctimas de quienes estaban en el retén.

Antes de emitirla o darla a conocer, el Ombudsman todavía la comentó conmigo. Quería saber si estaba de acuerdo en que lo correcto era aplicar la ley. La respuesta fue inmediata y afirmativa. Aplicó el mismo criterio para el caso de los estudiantes del Tecnológico.

Por supuesto que la actuación de la comisión fue reconocida por la sociedad, por su imparcialidad, por su valentía, por su trabajo profesional, apegado al marco de la ley, a la verdad.

Plascencia había conseguido posicionarse, pero en vez de mantenerse en esa tesitura, empezó a esmerarse en el cuidado de su relación con los gobiernos federal y estatales. Se hizo amigo de gobernadores y otros funcionarios, se empeñó en mejorar su relación con las instituciones militares, lo que se vale. El punto es que se ablandaron sus Recomendaciones. Estaba convencido de que era el camino para su reelección.

En la última fase de su proyecto fallido, creyó que sería suficiente con el visto bueno de Los Pinos. Se equivocó.

Cosechó lo que sembró, le cobraron cuentas pendientes.

En mi caso, por esa misma ambición de reelegirse, prefirió que fuera víctima de una grave infamia, se asustó con el manejo mediático de quienes habían hecho la acusación. Se desentendió de la verdad, lo que le importaba era su reelección. Por su omisión y negligencia todavía padezco la injusticia.

¿Te acuerdas Plascencia que no dejaste que tu protegido Luis García López Guerrero fuera citado por el Órgano Interno de Control de la comisión, a pesar de que era clave para aclarar el infundio?

¿Te acuerdas que llegaste al extremo de permitir que tu protegido solicitara amparo con tal de no acudir en persona a un citatorio del juez?

¿Te acuerdas que firmaste una Recomendación en la que para ti es suficiente con darle atención psicológica al torturado y no indemnizarlo?

Sin duda, no actuaste como Ombudsman y por eso perdiste la reelección.

En la niñez nunca vi pelear al gato y el perro que había en casa. Ni un arañazo ni mordida entre ellos. Tampoco corretear el uno al otro como sucedía en las caricaturas o películas. Cada uno por su lado, con sus actividades propias, en sus respectivos terrenos. No jugaban juntos, no llegaba a tal punto la convivencia, pero jamás agresiones.

Por eso cuando escuchaba alguna conversación de adultos y uno de ellos utilizaba la expresión “viven como perros y gatos” o  “se la pasan como perros y gatos”, no me quedaba claro el motivo para referirse de esa manera a una situación vecinal, compañeros, amigos y políticos que tenían diferencias manifiestas en dimes y diretes y hasta en golpes.

Cada vez que el tema se repetía, buscaba con la mirada a mi perro y mi gato. Los dos en sus sitios acostumbrados, el gato desparramado sobre un cojín, en los dominios de Morfeo; el perro ocupado en morder el hueso que le había quedado en el plato. Nada de pleitos.

Confundido por la contradicción, le pregunté a mi padre la razón de la expresión “como perros y gatos” si nuestras mascotas se caracterizaban por el respeto. De inmediato no supo qué responder. Se tomó su tiempo. “Bueno, aquí les hemos enseñado a convivir, lo usual es que no se toleren, el perro cuando ve a un gato, lo corretea”.

No me convenció su contestación. Empecé a entenderla hasta que en esa etapa de la vida vi regresar en varias ocasiones a mi gato despavorido, a toda velocidad por uno de los huecos de reja de la casa, seguido de varios perros que le ladraban y enseñaban sus dientes con la intención de darle un mordisco. Por fortuna, nunca lo alcanzaron. Por mucho tiempo me sentí tranquilo con ese dicho de que “tienen siete vidas”. Descubrí que era una falacia cuando un carro atropelló un gato ajeno.

Ahora, en los tiempos de hoy, videos a través de You Tube o Facebook, confirman mi experiencia de la infancia. Los gatos y perros pueden aceptarse, respetarse, convivir en el mismo lugar y no hacerse daño. Entonces, la expresión de que los “humanos” se comportan como “perros y gatos”, ya no corresponde, no es exacta, está superada por el ejemplo de perros y gatos.

En México y en muchos países de nuestro planeta, los “humanos”, se han especializado en la agresión y en la destrucción. No se soporta el éxito o la felicidad del prójimo, no se reconocen errores, prevalecen la insensatez y la arrogancia. Se hace daño con la mentira. Se vuelve común desacreditar al de enfrente. Rectificar no es opción para muchos. Se cree que uno es perfecto cuando nadie es perfecto. Se equivoca el otro, la paja en el ojo ajeno.

Sobran ejemplos en México. Por eso es que Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón  y Guiilermo del Toro han triunfado fuera del país, porque seguro que cuando lo intentaron aquí, el objetivo era que no lo consiguieran. Si se hace la reforma energética, hay que hacer algo para que se trunque. Si se planea una mejor educación, hay que hacer algo para que no se logre. Si se equivoca un medio de comunicación, lo menos que hará es aceptar el error y mucho menos la rectificación. El político incapaz de reconocer que fallo y el periodista tampoco, hay comunicadores que se han vuelto infalibles y actúan como jueces implacables y parciales. La injusticia sigue, la impunidad también. La pobreza en los mismos y la riqueza igual. Si Cuauhtémoc Blanco es propuesto candidato para presidente municipal, hay que decir que no está preparado; omitimos a los que han estudiado en las mejores universidades del mundo y se han caracterizado por su ineficiencia. Si Carmen Salinas va para diputada, hay que burlarse en vez de respetar su deseo de participar. Se destruye y se hace daño.

Lo digo con respeto para las dos partes: los humanos todavía no aprenden a convivir como perros y gatos.

Esta vez, por la gravedad de la infamia, en un carta dirigida al ministro Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, relataré un episodio que no se le desea a nadie y que exhibe cómo he sido víctima de una patraña.

La carta dirigida al ministro presidente es la siguiente:

 

 

                                    México, D.F. a 9 de marzo de 2015

 

 

Ministro Luis María Aguilar Morales

Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

Presente.

 

Soy periodista con más de 20 años de ejercer la profesión.

Le escribo esto desde las entrañas, con el dolor y coraje que despierta una injusticia que no termina, que sigue y sigue, que viene desde el 2011, cuando me desempeñaba como coordinador de comunicación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Una mentira ha llevado a una descomunal infamia que no tiene precedente, con daños inestimables en lo moral, física y patrimonial.

Ante una acusación infundada, nunca se me concedió el derecho constitucional de audiencia, cuando se me detuvo fui “paseado” todo el día en la ciudad de México, víctima del uso de la fuerza por los captores, depositado por la noche en un penal de máxima seguridad como si fuera el peor criminal, torturado por custodios por haber trabajado en la defensa de los derechos humanos, un juez que no cumplió con el término constitucional de las 72 horas y un proceso que rebasó el tiempo previsto por la ley para su desahogo. Todo documentado en un expediente.

A lo largo de mi vida, quienes me conocen, saben que he sido gente de trabajo, respetable, de honor, con familia, con esposa e hijos. Respetuoso de las leyes y las instituciones, decidí que ante el infundio, me defendería en el espacio establecido para ello, para acreditar mi inocencia.

Así lo hice, con  testigos, una docena de hombres y mujeres que acudieron a decir lo que les consta, a los que siempre les estaré agradecido; fotografías, videos, peritajes, careos procesales, demostración de graves contradicciones de la parte acusadora. Más de 45 pruebas.

¿Y qué pasó?

Una sentencia basada sólo en los dichos de la parte acusadora. ¡Cuánta falta hacen los juicios orales!  En un proceso abierto y con testigos, obligado el juez a estar presente, jamás hubiera podido resolver sin tomar en cuenta lo expuesto y presentado en el proceso.

¿Qué sucedería si ese mismo juez sufriera una situación desastrosa como la mía, que fuera acusado de supuestos delitos de realización oculta y que otro juez lo condenara basado solo en los dichos de la parte acusadora? Que lo condenaran a pesar de que durante dos años presentó una docena de testigos, hombres y mujeres, que defienden su conducta intachable, graves contradicciones de las supuestas víctimas, fotografías, videos, peritajes. Eso es lo que ha hecho el juez conmigo. Acredité mi inocencia y resolvió como si no hubiera presentado ninguna prueba. Es por eso que digo que en un juicio oral no hubiera resuelto de esa forma.

Por supuesto que he apelado la sentencia del juez Eduardo Torres Carrillo (titular del juzgado Primero de Distrito de Proceso Penales Federales del DF) e iré hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación que usted preside y de requerirse a las mismas instancias internacionales, que sepan como una mentira puede cuadrarse para lastimar y dañar a una persona, a una familia.

Lamento que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en la etapa de Raúl Plascencia Villanueva haya sido omisa y negligente, que haya dejado correr el infundio en mi contra, atribuido al mismo organismo, sin  atajarlo y hacer la aclaración correspondiente, por ese afán de proteger sus aspiraciones de reelección. Mi carta dirigida a Plascencia para hacerle ver esta situación, la dejó sin respuesta.

La CNDH nunca me encontró culpable de lo que me han imputado.

También lamento que quien fuera primer visitador de la citada comisión, Luis García López Guerrero, no aclarara con oportunidad que nunca confesé haber cometido los supuestos delitos.

Extrañamente el señor López Guerrero no fue citado por el órgano interno de la comisión, a pesar de que se convirtió en el dicho más repetido de la parte acusadora. Llegó al extremo de solicitar un amparo para no acudir al citatorio del juzgado cuando se suponía que era un defensor de los derechos humanos, pero finalmente fue y quedó asentado en el expediente que jamás me auto culpé o confesé los supuestos delitos penales.

He sido periodista crítico y defensor de los derechos humanos. En diversas ocasiones escuché la advertencia de que me la “cobrarían” por haber tenido un desempeño que afectó intereses.

Ministro Aguilar Morales:

Subrayo mi absoluto  respeto a su investidura y la confianza de que al final, la verdad y la justicia  prevalecerán.

En su calidad de presidente de la Judicatura, ruego a usted sea revisado el expediente 103/2012 y su sentencia, así como la actuación del juzgador, que en la Recomendación 27/2013 de la CNDH es señalado por el incumplimiento constitucional de las 72 horas para resolver la situación jurídica del inculpado y de lo que se dio vista a la misma Judicatura por la comisión.

Creo en usted ministro, en su trayectoria, en su calidad de jurista y en su compromiso con la justicia.

Confío en la institución.

Con absoluto respeto,

Arturo Zárate Vite

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

 ine  scjn  cndh  inai