Hasta ahora ningún partido de oposición ha podido inquietar o amenazar la hegemonía que ejerce Morena desde que ganó la elección presidencial. Salvo Acción Nacional, los demás han preferido darle prioridad a los acuerdos y el consenso con el grupo en el poder.
Así que por ese lado, el Movimiento de Regeneración Nacional puede estar tranquilo. Sus adversarios parecen cómodos con el tamaño al que fueron reducidos en los pasados comicios. Si no están cómodos, no hacen nada por remontar o recuperar espacios perdidos.
Sin embargo, en un año, con su dirigente en funciones, Yeidckol Polevnsky, Morena no ha conseguido consolidarse y no termina por entender cómo debe comportarse el partido en el poder. Ha tomado el camino de la autodestrucción, la pelea interna por controlarlo.
Es tal el encono entre los grupos internos que hasta han desestimado la sugerencia del presidente Andrés Manuel López Obrador de llevar a cabo una encuesta para resolver quién debe ser el líder del partido. Pronto olvidaron que lo que ahora son y el poder que tienen, se lo deben cien por ciento al tabasqueño. Él los llevó al lugar que ocupan.
De otra manera, por su cuenta, jamás hubieran alcanzado los 30 millones de votos y ni imaginar la mayoría que disfrutan. Es lo que han perdido de vista en su ambición para posicionarse con miras al 2024. Quienes ahora trabajan como diputados, senadores, alcaldes y gobernadores, le deben el puesto a la campaña e imagen de López Obrador.
Yeidckol como secretaria general y presidenta en funciones, asumió la tarea de organizar y ordenar a su partido. En un año todavía no ha sido capaz ni de darle un nuevo edificio a sus compañeros, la sede nacional que de cabida a toda la estructura del partido.
Su aspiración a ser electa presidenta de Morena la ha convertido en juez y parte en la competencia interna. Es vista como adversaria y no como responsable de la consolidación.
La reciente decisión de llevar al Instituto Nacional Electoral (INE) el oficio para que en este año le descuenten a su partido el 70 por ciento del financiamiento, calentó más los ánimos, porque al parecer, consultó hacía arriba e ignoró a los de abajo, a la militancia.
Ahora, por ambiciones desmedidas, resulta que Morena tiene dos cabezas o dos dirigentes. La propia Yeidckol y el diputado Alfonso Ramírez Cuéllar quien fue designado presidente interino en Congreso Nacional, para realizar la elección pendiente. Yeidckol desconoció el Congreso y lo impugnó en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Morena se ha convertido en el principal enemigo de Morena.
Morena contra Morena
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode