El Coronavirus ha sido una desgracia para el mundo, demasiado dolor y muerte, un enemigo que no se puede ver, que tiene preferencia por los más débiles, aunque nadie está exento.
¿Tiene algo de bueno? Cualquiera y de inmediato respondería que no, por el contrario, nocivo y asesino.
Suena paradójico, pero su aparición también tiene su lado bueno, hizo descansar a la naturaleza, reponerse del daño cotidiano. Mares, ríos y lagos dejaron de contaminarse. El aire que respiramos empezó a limpiarse. No más nubes de humos de automóviles y fábricas. Menos ruido citadino. Paró la destrucción de áreas verdes. En algunos lugares, los animales salieron de sus escondites para recorrer calles, ante el asombro de confinados en sus casas. Esta vez no estaban encerrados los animales sino los humanos. Peces en sitios que habían abandonado para no ser atrapados o lastimados.
Ha quedado demostrado que la naturaleza puede vivir sin los humanos, que no le hacemos falta.
En la Ciudad de México desaparecieron congestionamientos. Mucho más rápido el trayecto de un punto a otro. El ruido, reducido a su mínima expresión, tanto, que al menos por mi rumbo, por el World Trade Center en la alcaldía Benito Juárez, todo el día se escucha el canto de los pajarillos. Calles y avenidas más limpias. Menos polvo. Más silencio por las noches. ¡Claro! Hay excepciones, gente que no cree ni en la existencia del Coronavirus.
Como siempre, nada es perfecto, seguro que hay sitios donde persiste la suciedad; no por culpa de los animales, sino de los humanos, reacios a cuidar el entorno, el medio ambiente.
Otro gran beneficio, provocado por el Coronavirus, es el reencuentro de familias. Obligados por la pandemia, sus integrantes han convivido más tiempo en casa. Han establecido nuevas reglas, distribución equitativa de responsabilidades. Maestros, jóvenes y niños en el aprendizaje de clases en línea. Diputados, senadores, jueces, magistrados, ministros, secretarios de gobierno y académicos, encontraron en la videoconferencia una alternativa para sacar trabajo pendiente.
Más de uno en el hogar ha aprendido a lavar un baño, tomar un trapeador o una escoba; preparar la lista para ir de compras. Y quien vive solo o sola, ha mejorado su capacidad de organización, de trabajo, lectura y entretenimiento. No todo es perfecto, los humanos no lo somos, lo vemos, lo constatamos. También hay diferencias y en ocasiones excesos.
Sin embargo, no hay duda, en este contexto, el Coronavirus tiene sus bondades, ha modificado comportamientos en la sociedad, en beneficio, sobre todo, de la naturaleza.
¿Tiene algo de positivo el Coronavirus?
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode