En materia de tránsito vehicular sería desastroso que dejarán de funcionar en la ciudad de México o en cualquier otra ciudad los semáforos y peor si los conductores pierden la vista. Habría múltiples accidentes en calles, con saldos leves, graves y trágicos.
Bajo esas condiciones, el final sería demoledor, mortífero, apocalíptico. Adiós a la posibilidad de alcanzar una mejor vida. Imagina esa ciudad: autos chocados, volcados, gente ensangrentada, cuerpos tirados, heridos, cadáveres; llanto de mujeres, niños y hombres. Impotencia, injusticia y quizás hasta saqueos de malandros o amantes de lo ajeno.
Caos, en una palabra.
Sin embargo, los dos factores citados, semáforos sin funcionar y ceguera de conductores, es un escenario inviable, de ciencia ficción, solo para películas o series de televisión.
Lo que se ha visto a veces en un crucero, donde se descomponen los semáforos, la inmediata formación del nudo; nadie deja pasar a nadie, hasta que surge el personaje sensato, el individuo, improvisado agente de tránsito, que logra abrir camino para el desfogue de autos. Después llega la autoridad y el conflicto queda prácticamente resuelto. Vuelven a funcionar los semáforos y regresa la normalidad, el acostumbrado flujo e intermitente congestionamiento.
O sea, los mismos conductores terminan por entender y aceptar, que al mismo tiempo nadie puede avanzar. Ceden y logran desbaratar el nudo antes de que se presenten los agentes de tránsito.
Sentido común que todavía sobrevive en la sociedad y que termina por imponerse por el bien de todos. Una sociedad que también se ha distinguido por ser solidaria cuando se enfrentan fenómenos naturales destructivos. Hay testimonios en temblores, huracanes e inundaciones.
En México, la pandemia ha puesto en jaque a la sociedad. La autoridad sanitaria parece confundida por la ausencia de los resultados esperados; preocupante su anuncio de que no cuenta con información para mantener en funcionamiento el semáforo epidemiológico a nivel nacional.
Alarmante que Mike Ryan, director ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud, diga que muchos países, entre ellos México, iniciaron el desconfinamiento a pesar de un alto número de contagios.
Cruda su advertencia: “la reapertura a ciegas, sin tener en cuenta los datos, podría llevar a situaciones que nadie quiere”.
Está probado que ninguna autoridad puede sola ante los desastres, es tiempo del acostumbrado y solidario “Plan B”, que la gente cumpla al pie de la letra las medidas sanitarias para vencer al Covid-19.
¿Y el "Plan B" contra la Pandemia?
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