Hay un punto que me ha llamado la atención de los medios en relación con la consulta realizada sobre el aeropuerto, que una docena de ellos o más haya mandado a sus reporteros a demostrar que se podía votar más de una vez con la misma credencial de elector.
La prioridad, al menos en una primera instancia, no era ver cuánta gente se formaba para votar sino la debilidad de la aplicación para evitar la duplicación del votante y en consecuencia exhibir que en esas condiciones habría que sospechar o dudar de la autenticidad del resultado.
Cada quien podrá sacar su propia conclusión, si fue correcto o no, ético o no, pero no ha sido lo usual. No recuerdo otro suceso de este tipo donde los medios hayan coincidido en poner a prueba las medidas tomadas por los organizadores, con la instrucción específica para los reporteros de tratar o votar más de una vez en las diferentes mesas receptoras.
Me hizo recordar algunos episodios del ejercicio periodístico. La ocasión en que participé en una reunión interparlamentaria México-Canadá. Al llegar a la sede canadiense los enviados recibimos la agenda completa de los legisladores, los actos a llevarse a cabo. Cada uno tenía el aviso de si era privado o con acceso para los reporteros.
Recuerdo perfectamente que uno de los actos privados se realizó con la puerta abierta del auditorio. Los periodistas en el mismo edificio, a 30 metros de dicho salón parlamentario. Cualquier informador hubiera podido ingresar si lo deseaba, nadie se lo iba a impedir.
Pregunté porqué estaba abierta la puerta si el acto era privado. La respuesta del personal canadiense fue que en su país, los periodistas, cuando saben que una actividad es privada, respetan ese carácter, las reglas del juego, la norma, el orden o como se le quiera llamar. Prevaleció el respeto de los visitantes.
En otra ocasión, recibí la orden del director, sin dar nombres, porque al final lo que cuenta para este caso es el hecho, de ir a la casa de campo de un ex servidor publico, con la finalidad de entrevistarlo, sin previa cita. Era un personaje que no se le localizaba por ningún lado, muy mencionado en los medios. Parecía rancho. El lugar estaba cercado. No había personal de seguridad a la vista. Analicé con el fotógrafo si saltábamos la cerca. Coincidimos en que no sería lo correcto, entraríamos a propiedad privada y seguramente violaríamos alguna ley. Resolvimos que no era el camino para entrevistar al personaje.
Tercer episodio. Llevaba a cabo una investigación, por los cauces institucionales, las herramientas que te da la ley de la transparencia. El director me llamó para pedirme que dejara ese asunto, “porque no vas a lograr nada y solo harás el ridículo”. Decidí seguir, obtuve la información, al medio no lo quedó otra que difundirla, por su valor y trascendencia nacional e internacional, pero nunca más me llamó el director para realizar tareas especiales.
Por eso, lo de mandar reporteros a poner a prueba la citada aplicación de la consulta y dejar en segundo término la afluencia de votantes, llama la atención. Que cada quien saque sus conclusiones.
La consulta y los medios
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