Parece una burla. Lo es. Al menos para los 18 juristas y aspirantes a magistrados anticorrupción.
Su caso data desde abril de 2017. Los propuso el entonces presidente Enrique Peña Nieto, previa valoración y revisión de cualidades de Humberto Castillejos, quien fuera consejero jurídico.
Los días y meses pasaron sin que el Senado culminara el procedimiento de elección. Nada resolvió la legislatura con mayoría priísta. No hubo consenso. Se pospuso el tema.
La historia sigue igual. Si a los anteriores senadores no les apremió resolver el tema, menos a la actual mayoría morenista. Y para que no hubiera dudas, la ahora secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, dejó en claro que no interesaban dichos nombramientos.
Sin embargo, el proceso se ha mantenido vivo por un amparo de tribunal colegiado en materia administrativa, promovido por organización ciudadana, que ordenó el desahogo del procedimiento. Concluyó el segundo periodo ordinario de la actual legislatura, y nada.
El caso se remitió a la Comisión Permanente del Congreso, para que valore y dictamine la propuesta de 18 aspirantes a magistrados anticorrupción. Tampoco tiene prisa.
Además, el senador de la mayoría morenista, Ricardo Monreal, soltó el anuncio de que habría iniciativa para ajustar la composición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Una nueva sala, anticorrupción. Se entendió como estrategia para cambiar la correlación de fuerzas en la Corte.
El presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, conversó con el presidente Andrés Manuel López Obrador y el senador Monreal. Es evidente que no hay consenso sobre crear otra sala en la SCJN.
Ahora la versión que corre por pasillos legislativos es que de esos 18 juristas aspirantes a magistrados, solo quedarían tres, para integrar la tercera sección de la sala superior del Tribunal Federal de Justicia Administrativa. Los nombres de los otros 15, al archivo.
La exhibida ha sido para los 18 abogados. No se la merecen. Son los menos responsables de lo que parece un juego, una falta del respeto Es una burla. No se puede ni debe jugar así con quienes desean ascender laboralmente, aspiración legítima.
Todo indica que en caso de ser examinados por la Permanente, los 18 van a ser rechazados, para que entonces la mayoría morenista decida lo que mejor conviene al combate de la corrupción.

Todos contra todos. Para donde quiera que se mire en México, hay expresiones de un ambiente adverso. Resabios, amarguras, resentimientos, crispación, envidias y venganzas.
Escenario ampliado, que avanza como la humedad en la pared y va contaminando diversos ámbitos de la sociedad, el entorno. Observable hasta en situaciones menores, que en apariencia no tienen mayor trascendencia, pero con un gran significado y motivo para reflexionar.
Hace más de 25 años, cuando empezó a demolerse una vieja casona para después construirse edificio de condominios, en una de las tantas colonias de la Ciudad de México (CDMX), los albañiles no sabían qué hacer con una planta de Sábila, a la que se le atribuyen múltiples beneficios medicinales y cosméticos.
La maceta con la Sábila iba de un rincón a otro, empolvada, su existencia amenazada por el maltrato y abandono. Nadie se ocupaba de echarle agua. Cero cuidados. Convertida en estorbo. Depositada en la basura.1Sábila
Sin embargo, sobrevivió. No falto el vecino ecologista que la rescatara y la pusiera en su balcón. Volvió a florecer, recuperó su fuerza. Desempolvada y lucidora de sus hojas verdes.
Aparecieron las hormigas rojas y casi acaban con su raíz. El dueño decidió cambiar a la Sábila de lugar. Se le ocurrió sembrarla en el diminuto jardín rectangular de la banqueta, en la calle. Para acompañarla también sembró a metro y medio de distancia un Ficus.
La Sábila y el Ficus aceptaron esa morada, en la selva de cemento en que está transformada la CDMX, como la mayoría de las grandes ciudades en el planeta, en particular las del tercer mundo donde la ecología, las zonas verdes, sufren para sobrevivir.
Así, varios años. El Ficus enano, sin mucha altura, robusto y porte recto, altivo, con leve torcedura. La Sábila enfrentó y superó otra agresión; rata de cuatro patas, quizás por la escasez de alimentos en los caños de la metrópoli, hizo un agujero, devoró el 90 por ciento de la raíz y obligó a la planta a recostarse. El jardinero se encargó se levantarla y rescatarla.
Con lo que no contaban el Ficus y la Sábila era con la mano destructora del “ser humano”, movida tal vez por ese resentimiento, enojo, malestar, que no acepta a nadie, que campea en la sociedad.
Al Ficus lo bañaron con un líquido para secarlo y a la Sábila la cortaron a ras de tierra. Si alguien quería obtener los beneficios de la Sábila, con cortarle una o varias hojas era suficiente, y dejar la opción de volverlo a hacer cuando lo requiriera.
¿Será el fin del Ficus y la Sábila?
No lo se. El jardinero confía que con echarles frecuentemente agua, volverán a reverdecer.
¿Y si le echamos agua a México para que crezca su economía, en vez de secarlo o cortarle sus tallos productivos?

Hasta ahora ha sido misión imposible elevar el índice de audiencia del Canal de Televisión del Congreso. En sus dos décadas de vida prácticamente no ha existido para la sociedad.
Ningun@ de los que ha dirigido el canal ha encontrado la fórmula para atraer audiencia, seguidores, televidentes.
El viernes 26 de abril de 2019, la Comisión Bicamaral del Canal de Televisión del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos examinó a quienes aspiran a dirigirlo.
Ahí estaban los senadores Cruz Pérez Cuellar (presidente/Morena) y Miguel Ángel Mancera (PRD), así como los diputados Rafael Hernández Villalpando (Morena) y Nayeli Salvatori Bojalil (Encuentro Social).
Las preguntas más repetidas: ¿qué hará para aumentar la audiencia? y ¿alcanza con el presupuesto que tiene el canal?
Cada uno de los aspirantes a la dirección general planteó diversidad de estrategias para incrementar el “rating”. Todos con el ofrecimiento de lograrlo. Lo mismo decían quienes ya han laborado en medios del Estado, en oficinas de prensa o en el mismo canal del Congreso.
Seguro que así sucedió con quienes les han antecedido. Igual respondieron a dichas preguntas y muchas otras, pero ninguno, logró el objetivo de elevar el número de televidentes, como quieren senadores y diputados. El “rating” sigue por los suelos. Y lo dijo bien la diputada Salvatori cuando uno de los competidores se enredó con las cifras y dio a entender que un 40 % de jóvenes miraba el canal legislativo: “Lo ven para dormirse”.
Fuera de los especializados en el tema, a los telespectadores en general les aburre el canal legislativo, no dirigieren la política ni a políticos. En esto tienen mucho que ver legisladores que con sus actitudes, expresiones, errores e ineficiencia, dañan el índice de audiencia.
No ayuda que alguien suba a la tribuna sin saber leer o a mostrar carteles o mantas que tampoco resuelven nada. Tampoco ayuda que alguien se disfrace o que utilice a menores en un escenario político. Así no se conquista al público. Lo que hacen algunos, afecta a todos.
Ese es el punto. Por supuesto que ni los de antes ni los aspirantes de ahora a la dirección del canal, van a echarle la culpa al comportamiento de legisladores, porque creen que de esa manera se anularía su aspiración. Los senadores y diputados son los protagonistas, los patrones del canal legislativo. Y al jefe, por esa mala costumbre, no se le puede decir que se equivoca.
El problema no es de todos los senadores y diputados, sino de aquellos que ignoran las consecuencias de exhibirse en televisión. Ahí es donde hace falta mejorar para ganar más público.

Lo que esta vez te voy a contar es la inquietud de amigos pilotos de distintas líneas áreas. El tema es prácticamente imposible omitirlo a la hora de platicar o intercambiar impresiones con ellos sobre México.
No escuché que tengan acordado hacer plantón o marcha para protestar contra los planes del nuevo gobierno. Están dedicados al trabajo y su prioridad es volar con la garantía de darle todas las seguridades a los pasajeros, sin exponerlos a nada.
En la actualidad, en muchas ocasiones, aviones comerciales sobrevuelan la zona de Santa Lucía, donde se le va a dar vida al nuevo aeropuerto. Lo hacen cuando desde la torre de control los mandan por esa ruta porque no fue posible que pudieran aterrizar en un primer intento en el llamado Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
La variación y fuerza de los vientos es un factor, entre otros, que hace a los controladores aéreos tomar esa decisión. Son movimientos normales. Es información que no llega a los pasajeros. Si el avión en el que viajamos da una o dos vueltas extras al valle de México antes de aterrizar, deducimos que obedece a que hay mucho tráfico aéreo; no siempre es el motivo.
Entonces, nuestro amigos pilotos preguntan y les inquieta lo que se hará cuando ya funcione el aeropuerto de Santa Lucía. ¿Qué harán los que aborten un aterrizaje en el AICM y tengan que sobrevolar esa zona. A mi se me ocurrió decirles, por sentido común, nada más, que volarían en dirección opuesta. De inmediato uno ellos, hizo la observación de que para allá están las montañas.
Me queda claro que en el momento en que adviertan riegos por alguna situación o lugar, tendrán que buscar una alternativa. La seguridad de los pasajeros es primero y no está a discusión.
Les conté que como periodista tuve oportunidad de asistir a una reunión con el actual secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú. Antes de que se incorporara al gabinete. Les hice ver el respeto y reconocimiento que se le tiene entre los compañeros por su trayectoria, por su honestidad. Él ya estaba convencido de que Texcoco no era la mejor opción, desde mucho antes de que se revelaran los nuevos planes.
Para conocimiento de los amigos pilotos, comenté que Don Javier no avalará nada que signifique riesgo para los usuarios. Es gente honorable. No lo sabe todo en la materia, pero está y estará rodeado de especialistas a la hora de hacer la obra, por expertos en aviación.
Además, los amigos pilotos lo dijeron, ninguna autoridad internacional ni las mismas líneas aéreas, van a permitir que se vuele hacia un lugar inseguro. En este sentido, están tranquilos.

En varias ocasiones los priístas han analizado la posibilidad de cambiar de nombre a su partido, con el argumento de que la siglas están desgastadas y son rechazadas por las nuevas generaciones.
Lo han mantenido, convencidos de que el problema no es el nombre sino las desatinadas acciones, desaciertos a la hora de elegir candidatos y abusos de gobernantes.
Y efectivamente, por lo que se ha visto, por lo que revelan los hechos, las siglas son lo de menos. Prueba de ello es que el PRI, en 12 años, después de perder la presidencia en el 2000, regresó al poder, mucho antes de lo previsto. En una nueva oportunidad que desperdició. No aprendió la lección que le dieron a principios de siglo.
A la sociedad que vota, lo que le importa son los resultados. Si alguien entrega malas cuentas, le van a quitar el poder. Lo puede salvar la selección de un buen candidato a la presidencia, pero si se equivoca, adiós. En el 2018 llegó al extremo de nominar a quien no traía puesta la camiseta. ¿A poco no había en sus filas nadie que tuviera un perfil parecido o superior al del que finalmente fue nominado? La decisión lastimó a sus fieles seguidores. Desde antes de la postulación, escuchaba voces priístas que aseguraban que no votarían por ningún personaje externo.
Por la imagen misma del gobierno, tenía complicado ganar la elección. Muy complicado. Así lo revelaban sus evaluaciones, los escenarios viables para la competencia. Quienes tenían el mando, sabían quién podía darles la victoria, raquítica, con una mínima diferencia, pero victoria. Prevalecieron los intereses de grupo y ya sabemos lo que pasó.
Uno de esos analistas internos del priísmo, desde que supo el nombre del nominado, dio por hecho la derrota. Nunca cambió su opinión. Siempre que lo escuchaba, era la misma. Conocía al dedillo las fortalezas y debilidades de su partido, las cifras, las estimaciones. Al PRI no le alcanzaba para ganar con su voto duro, porque esta vez, muchos iban a preferir no votar.
Además, advertía que la campaña estaba plagada de errores. Recuerdo muy bien que me decía: “por lo que se ve, la estrategia de campaña es desatinada, salvo que tengan un plan oculto”. No, no había nada oculto, solo más errores que obligaron a cambiar dirigente en plena campaña.
Evidentemente, el problema no es el nombre del partido.
Hasta ahora, no se ve que el PRI haya empezado a dar pasos para recuperarse de la derrota del 2018. Todavía no termina de asimilar lo sucedido, el desplome al tercer sitio de las preferencias electorales.
Tiene en puerta la elección de su nuevo dirigente. Más le vale realizar un tiro de precisión; de lo contrario, seguirá de picada.

Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que su gobierno daría a conocer secretos del extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), en diversos medios han aparecido lista de políticos, artistas, deportistas, empresarios e intelectuales que eran espiados.
Lo superficial y frívolo es lo que han difundido, nada de sustancia, aunque hay espacios informativos que hacen gran despliegue, como si lo “descubierto” realmente lo valiera, con la esperanza de mejorar su “rating”, atraer más lectores, televidentes, radioescuchas y cibernautas.
Sin embargo, hasta la misma Pati Chapoy que conduce el programa de espectáculos Ventanenando en TV Azteca, ha reconocido que la información, hasta ahora, no tiene “carnita” y raya en lo ligero, como lo que uno de sus reporteros reveló sobre la supuesta relación entre quien fuera jefe de policía en la ciudad de México, Arturo Durazo y la vedete Olga Breeskin, en el sexenio del entonces presidente José López Portillo.
La audacia y el olfato periodístico llevó a Pati a llamarle por teléfono a la misma Breeskin, para que la artista diera los pormenores de esa amistad. Falso que haya sido su amante, nada más su amigo y protector. La protegía por órdenes de un superior, con el que sí tenía romance. La conductora soltó el nombre del presidente José López Portillo y Olga no lo negó, por el contrario, ofreció ampliar el chisme cuando la visiten en Las Vegas.
Frivolidades. Además, el reporte de la Dirección Federal de Seguridad, anterior al CISEN, era inexacto, nunca hubo amorío entre Durazo y Olga. El policía solo se concretaba a cuidarla.
Por supuesto que el punto fino de los archivos secretos no está en la mera relatoría de encuentros o reuniones de personajes ni en pregonar la lista de espiados, como si eso fuera la principal tarea del órgano de investigación del gobierno. La morbosidad no es el objetivo.
Lo sustancial, lo que falta saber, es cómo se procesa la información recabada. Quizás la que tiene que ver con seguridad nacional, debe de mantenerse bajo reserva, pero no la que se utiliza para denigrar, armar trampas, desactivar adversarios e inventar historias.
Al actual presidente Andrés Manuel López Obrador no solo se le ha espiado para saber lo que hace o no hace, es obvio que se llevaron a cabo acciones para intentar descarrilar sus aspiraciones políticas. ¿Dónde está es información que revela las “debilidades” de AMLO? ¿Qué se hizo con ella? ¿Y cómo operó el titular del organismo investigador?.
Igual en el caso de Ricardo Anaya, al que, con una historia falaz magnificada, consiguieron restarle posibilidades de triunfo en la elección presidencial del año pasado.
Más atrás, ¿cuáles son los secretos guardados por el CISEN sobre el episodio trágico de Luis Donaldo Colosio? ¿Qué hay sobre el surgimiento del EZLN? ¿Y sobre lo sucedido en Ayotzinapa?.
Tienes razón Pati, falta la “carnita”.

Se avecina el 25 aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio y como cada año, aunque esta vez doy por hecho que en menor medida, porque su partido está disminuido como nunca antes en su historia, será recordado. Su discurso, su tragedia en Lomas Taurinas, Diana Laura y los dos hijos. En esta ocasión, la plataforma Netflix estrenará serie del magnicidio. Otra vez se reproducirán los mismos videos, los mismos testimonios, los mismos relatos y quizás algunas invenciones para llamar la atención o ganar rating.
En concreto, nada nuevo, los que están conformes con los resultados de las investigaciones, seguirán conformes; y los que tienen dudas, las conservarán por el resto de sus vidas. Para unos la versión válida es la del asesino solitario (Mario Aburto); para otros es indiscutible que fue víctima del complot. El último personaje que investigó lo sucedido, Luis Raúl González Pérez, cobra actualmente en la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Donaldo no se caracterizaba por enterar a su círculo cercano de todos sus actos y pensamientos. Procuraba la discreción. Por eso es que después de su muerte surgieron diferentes versiones sobre su vida y amistades, al fin que nadie podría aclararlas o desmentirlas. Los que se ubicaron dentro de ese círculo cercano, saben y se lo guardan, que no era tan cercano.
La propia familia no contó con información de primera mano. Una de dos, o Luis Donaldo no tenía tiempo, ocupado en su aspiración presidencial, o de plano carecía de interés por enterarla. Aunque también pudo ser que la familia vivía en Sonora, retirada de la ciudad de México. Todavía no se desarrollaban en nuestro país el internet, mucho menos twitter, Facebook o Whatsapp.
Diana Laura, su esposa, tampoco era conocida por ser amiguera o por aparecer en los medios de comunicación. Dedicada más a su casa y a sus hijos. Las declaraciones a la prensa no estaban en su lista de prioridades.
Tampoco se caracterizaba por ser comunicativa. ¿Cuántas conferencias de prensa dio después de la muerte de Colosio?. Por lo minado de su salud, ocupó su tiempo en procurar el patrimonio y futuro de sus hijos. Era obvio que estuviera inconforme con las investigaciones y que desconfiara de muchos. Falleció, seguramente, sin tener la certeza de lo que puso punto final a la vida de su esposo.
También fue a Roma, pare entrevistarse con el Papa Juan Pablo II. El encuentro duró muy pocos minutos. Falso que se haya sentado para platicar con el pontífice del caso Colosio. Tampoco fue recibida en privado. Formó parte de la decena de familias poderosas atendidas por el Papa en Castelgandolfo en julio de 1994. Intercambiaron breves palabras de cortesía y recibieron de regalo un rosario. Eso fue todo. Los hijos estaban muy pequeños.
Por eso, pretender, en una serie de televisión, atribuirle a Diana Laura actitudes o expresiones, estarían más próximas a la ficción que a la verdad. Su hijo Donaldo, quien en ese entonces era un niño, no podría ahora corroborar hechos de los que no fue testigo.

Hay quienes dicen que son demasiados los hilos sueltos en México. Otros se quejan de supuestos o reales desatinos. Algunos temen que suceda algo peor. La mayoría es paciente y espera los resultados ofrecidos. Imposible en 100 días arreglar lo que tiene décadas descompuesto.
Acabo de ver al jardinero del edificio donde vivo, en su afán de acabar con raíces de la hierba mala y conseguir que renazca el pasto verde, dar involuntario trincherazo al hormiguero que estaba oculto bajo tierra, que no tenía ese cono que les caracteriza y hacen estos insectos en la superficie.
Supongo que el trabajador ni cuenta se dio de que había arruinado el hormiguero. Echó la hierba mala en la basura, le pagó el administrador del inmueble y se fue, satisfecho de la tarea realizada. La tarde empezaba a caer.
Entonces, voces de vecinos empezaron a recorrer pasillos y escaleras. Alarma porque habían descubierto hormigas en su cocina, en el baño, en la recamara, por diferentes puntos de sus departamentos. Pronto se descubrió que venían del jardín. Había sido destruido su espacio y huían despavoridas sin saber su destino. Hormigas de color rojo, de esas que cuando son molestadas, dejan huella y dolor en la piel humana. Algunos vecinos las pisaron, otros las rociaron con insecticida casero, para eliminarlas.
La finalidad del jardinero es noble y ecológica, deshacerse de la mala hierba para rescatar el pasto verde. Analógicamente, en nuestra sociedad, es lo que busca la Cuarta Transformación, exterminar lo que es maligno para el país, la corrupción. Por supuesto que nadie creería que su objetivo es destruir a la nación. Lo que pasa es que en esta labor de limpieza, para deshacerse de la mala hierba, enraizada por todos lados, cuando la arranca, agarra parejo, hasta intereses benignos, partes sanas que deben protegerse.
Es una operación enérgica, rigurosa para acabar con lo podrido; por el sacudimiento que ocasiona, asusta y puede lastimar, terminar con el hogar de hormigas que toda su vida se han dedicado al trabajo, el pueblo bueno.
Por eso, ahora que vuelva el jardinero del edificio, le voy a decir que tenga más cuidado, para que no afecte a las hormigas que nada tienen que ver con el origen y crecimiento de la mala hierba.
Los condóminos o vecinos queremos recuperar el pasto verde. Entendemos que no será de un día para otro. El jardinero tendrá que ir con tiento y asegurarse que la hierba arrancada, no vuelva a crecer; sin afectar a seres inocentes y conservando lo sano.

Desde el primer momento, en la batalla contra los que hacen “negocio” al conectarse a los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), la mirada se enfocó a los llamados huachicoleros.
Sin embargo, como dice el dicho popular, tanto peca el que mata la vaca como el que le jala la pata. En innumerables ocasiones las autoridades también han pregonado que el mal de la corrupción tiene dos actores: el que pide y el que da.
La gasolina que se obtiene de manera ilícita, miles y miles de litros, alguien la tiene que comprar. A los únicos que puede interesarles comprarla a precios del clandestinaje son gasolineros. ¿Quién más? Ellos son los que adquieren el combustible para abastecer a millones de vehículos, públicos y privados, en toda la República.
¿Qué gasolineros? No se puede generalizar. Seguro que hay muchos que actúan con ética y apegados a la norma. El problema es con quienes han incrementado su riqueza indebidamente, a costa de un recurso que pertenece a la nación. ¿Dónde están esos gasolineros que traicionan al país?
La gasolina que huachicoleros sacan de los ductos en alguna parte se tiene que vender y no puede ser en otro sitio que las gasolineras. Obviedad que por años no se ha querido ver. ¿O hay gasolineras clandestinas? Puede resultar mucho menos caro mantener bajo vigilancia a las gasolineras que utilizar a soldados, marinos y policías federales recorriendo tuberías.
Además, existe el antecedente de gasolineras que se han significado por vender litros que no son litros. Y hasta a fecha se ignora si ya la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) acabó con el abuso.
Sin demanda del combustible, el negocio de huachicoleros sería un fracaso. Es evidente que persiste la demanda; entonces, hay que mirar o buscar de donde viene. Eliminada la demanda, se cae el “negocio”.
La Profeco tiene o debería tener una radiografía del funcionamiento de las gasolineras, para garantizar que los consumidores tengan un servicio alejado de abusos. Una mayor y mejor vigilancia por parte de la procuraduría, seguro que ayudaría a terminar con ese mercado negro.
Las acciones contra el huachicoleo deben de abarcar los diferentes flancos, sin excluir ninguno; la omisión o negligencia de alguna de las partes, pone en riesgo el objetivo de gobierno de acabar con este robo. Es tiempo de que empiece a destacar la actividad de la Profeco en este esfuerzo que cuenta con el respaldo de la sociedad. Es una tarea colectiva impostergable.

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Acabo de ver la película “Campeones”. Es un testimonio, como muchos otros, de que los mexicanos podemos llegar a la cima, a los más alto. Así ocurrió en Perú en 2005, en el deporte, en el futbol. Esfuerzo, sacrificio, dedicación, disciplina, perseverancia, ansias de triunfo, equipo y madera de campeón.
Fue el año en la que por primera vez, la llamada selección sub-17, bajo la conducción del entrenador Jesús Ramírez hizo saborear y disfrutar a los mexicanos aficionados al futbol, las mieles de un campeonato mundial, con jugadores como Carlos Vela, Héctor Moreno, Ever Guzmán y Giovani Dos Santos.
Todos y cada uno de los que integraron esa selección, su entrenador, fijaron en su mente no solo la meta de ser campeones, sino de trabajar para lograrlo. No eran jóvenes improvisados cuando llegaron a Lima, Perú. Antes habían sido sometidos a una preparación rigurosa, sin complacencias. En el camino se quedaron quienes sufrieron una lesión o creyeron que podían combinar la fiesta con el deporte.
De acuerdo con el guión de la película, los muchachos tenían origen modesto, sencillo, no eran de familias adineradas. Había quienes no contaban en sus casas con recursos para comer tres veces al día o los tenis tenían que compartirlos con hermanos.
El entrenador fue clave, porque procuraba perfeccionar cualidades físicas de sus jugadores y alimentaba la mentalidad ganadora del equipo. Es lo que explica que en la final de ese mundial de futbol hayan vencido a Brasil 3-0.

Cuando se quiere, se puede, pero por supuesto que va pordelante la preparación, intensa, auténtica, en todos los sentidos. Hay que ver la película para recordar de lo que somos capaces los mexicanos, cuando hay voluntad, honestidad, aprendizaje y un buen director técnico. Sin inventar historias mediáticas ni pregonar rollos demagógicos. Tampoco campañas falsas ni plantear incongruencias, mucho menos ofrecer resultados mágicos.
Está próximo el campeonato mundial de futbol en Rusia. Lo que escucho en la comercialización mediática son expresiones que pretenden hacer creer que la selección mexicana tiene posibilidades de coronarse.  No se puede aspirar a campeón, cuando no se ha tallado la madera para lograrlo, cuando todos han visto el nivel del equipo en la etapa de preparación.
La simple ilusión no hace campeones de futbol ni tampoco la demagogia le puede dar a México el mejor presidente en la elección del 1 de julio. México requiere un gobernante preparado, no un candidato vendedor de sueños, solo para ganar votos.
La película “Campeones” se estrenará en 600 cines el 18 de mayo.

LUIS DONALDO COLOSIO

Sólo quienes estuvieron cerca percibieron el verdadero carácter de Luis Donaldo Colosio.

Exigente y de pocas pulgas. Un estilo que vivieron y sufrieron sus colaboradores.

Hay quien hasta miedo le tenía, por temor a ser desairado y correr el riesgo de quedar fuera del equipo de quien se perfilaba para ser el presidente de México.

 A los que tenía cerca no les ocultaba su estado de ánimo y cuidado si era de enojo porque evitaban cruzarse por su camino.

Para los extraños, los que no estaban en su primer círculo pero que le eran necesarios para su propósito, siempre les tenía una sonrisa, le cayeran bien o mal. Los saludaba como si fueran sus grandes cuates.

“Ahí viene ese hijo de su….”, una expresión que salía de sus labios y que únicamente quien iba a su lado la escuchaba aunque al mismo tiempo empezaba a dibujarse una sonrisa en su rostro. Una vez que llegaba a toparse con esa persona, su gesto se significaba por la cordialidad.

Seguro que más de uno de sus colaboradores recuerda que Colosio lo mandó a sacar de una reunión de trabajo o de campaña, por supuesto, con toda la discreción del caso. Había días en que no los quería ver ni en pintura.

Después de muerto, todos resultaron ser sus grandes amigos.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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