El Kramer vs. Kramer mexicano, una analogía del libro del estadounidense Avery Corman. No es exactamente una pareja de casados que se divorcian y luego se disputan la potestad del hijo. En nuestro caso se trata de Javier Corral Jurado y Javier Lozano Alarcón que militan en el mismo partido y los dos aseguran servir y proteger a la sociedad.

Tienen el mismo nombre de pila, abogados, senadores, articulistas de El Universal, expertos en telecomunicaciones y fundadores de organismos especializados en este tema; ambos acusados de servir a intereses de personajes preponderantes de la comunicación, ellos lo niegan.

Se supone que por traer la camiseta azul, ser del mismo equipo, tendrían que ir de la mano, sobre todo si su objetivo es darle la mejor atención a los gobernados, que serían como sus hijos, haciendo referencia a la historia del escritor norteamericano, que se hizo película.

Por supuesto, como en la novela, el hijo (la sociedad) no sabe exactamente porque se pelean sus “padres”. Y los dos Javier juran que luchan por darle una mejor vida a su dependiente político, por democratizar la función de los medios y garantizar la libertad de expresión.

La manzana de la discordia es la reforma secundaria en telecomunicaciones.

Cada uno, a su manera, echa mano de sus recursos y estrategia para sacar adelante su posición. Tienen un pasado que ha dejado huella, en diferentes tonos y profundidades.

Lozano empezó a crecer bajo la sombra de la administración priísta, en los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Con el segundo se convirtió en presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones. Después se cambió de camiseta y Felipe Calderón lo hizo secretario del Trabajo, en donde exhibió aspereza para las relaciones y rudeza  en sus expresiones. Nunca lo admitió pero todavía existe un chino llamado Zhenli Ye Gon quien se quejó de que el político poblano lo presionó con un “copelas o cuello”.

También dejó la marca al participar en los casos de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y Mexicana de Aviación. Las dos empresas ya no existen. Los electricistas que siguieron al dirigente sindical Martín Esparza lograron una tajada del erario, pensión mensual de alrededor de 30 mil pesos para cada uno. Los trabajadores de Mexicana, con menor suerte, engrosaron las filas del desempleo.

Con ese mismo estilo impositivo, en su calidad de presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes del Senado, sin cuidar las formas con su propia bancada y partido, pretendió sacar el dictamen de la reforma de telecomunicaciones en el periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión. Se pospuso el debate para un extraordinario.

Javier Corral, con origen panista en su militancia de partido, carrera legislativa, también ha sido diputado, conoce de medios desde la infancia. Ejerció el periodismo y llegó a ser subdirector de un diario de su estado natal Chihuahua. Como legislador no hay iniciativa suya para mejorar la situación laboral de periodistas, en ingresos y prestaciones.

Ha sabido acercarse y aliarse con perredistas. Compitió sin éxito con las siglas del PAN, PRD y Convergencia por la gubernatura. Desde entonces, por la contratación de publicidad para su campaña, de la que todavía le reclaman el pago, trae diferencias con la empresa Televisa.

En su nueva batalla, formó un frente con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, Javier Sicilia, Daniel Giménez Cacho, Alfredo Figueroa y Francisco Hernández Juárez. Corral presumió la participación “espontánea” de la sociedad en la cadena humana que se hizo el domingo 26 de abril de Los Pinos a Televisa. Lo que no dijo es que en esa cadena la mayoría de las manos fueron de trabajadores del sindicato de telefonistas y de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), comandados por el veterano líder Hernández Juárez.

Por si algo faltara a esta disputa, Javier Lozano quiere a Ernesto Cordero en la presidencia del PAN y Javier Corral la reelección de Gustavo Madero. Se define el 18 de mayo. Otro elemento más que contará a la hora de que el panismo fije su posición final.

A la vista el pleito es por las leyes secundarias. Las reglas con que funcionarán las actuales y nuevas empresas de la televisión. Ya se hizo el anuncio de que nacerán dos cadenas más de televisión. Como expertos, Lozano y Corral saben lo que esto significa.

En el Kramer contra Kramer mexicano, en los dimes y diretes, por ahora Corral ha demostrado más labia y operación política. El pleito no ha terminado. Lozano rechaza que su proyecto de dictamen pretenda limitar la libertad de expresión. El otro opina lo contrario.

Alguno de los dos ganará y le dirá a la sociedad que también ha ganado, que la libertad de expresión quedó a salvo.

La sociedad, como el hijo en la novela de Corman, con el tiempo se adaptará a las condiciones del vencedor.

Contrario a lo que se ha venido diciendo, la economía informal sí está controlada y paga su cuota. Es obvio que no lo hace a la Secretaría de Hacienda pero también es un hecho que alguien le cobra por derecho de piso.

Resulta fácil acusar a los informales de que no cumplen con las obligaciones fiscales y cargarles parte de la culpa de que la autoridad hacendaria exija más a los causantes cautivos y deje en paz a quienes nunca se han preocupado por inscribirse en el registro impositivo.

De acuerdo con un estudio de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (ver: http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2012_184.html) en el 2012 había 28 millones de personas en la informalidad. El número sigue creciendo por los que se quedan sin empleo o salen de las escuelas y no logran ocuparse de inmediato.

Pareciera que es muy sencillo incorporarse a la economía informal. Decidirlo hoy y mañana mismo instalarse en un mercado de los llamados “sobre-ruedas” o en cualquier sitio de la vía pública. Se abastece uno de naranjas, manzanas, protectores de teléfonos celulares, ropa u otro producto y a vender al menudeo. También se puede sacar una mesa e instalarse en la puerta de la casa o edificio. Otra opción es escoger una calle, comprarse una franela o utilizar cualquier trapo, afinar la garganta y entonar el “viene..viene” para reservarle lugar al automovilista que busca estacionamiento y ofrecerle hasta servicio de lavado.

Intente hacer esto por su cuenta y pronto va a descubrir que los espacios ya tienen dueño, que se alquilan, se paga una cuota o el llamado derecho de piso. Nada es gratis.

Todos los que están y no están en la informalidad, lo saben. Hay que pagar una tarifa por laborar en la calle. Lo mismo sucede en la ciudad de México que en cualquier estado de la República. El monto depende del lugar y el tamaño del sitio que se quiera utilizar.

Por eso la afirmación inicial de que la informalidad sí paga por trabajar en la vía pública. La informalidad está controlada. En el supuesto de que todos pagaran al mes un peso por derecho de piso, la colecta total sería de 28 millones de pesos. Por supuesto que en la realidad la cantidad es muy superior porque ni por vender chicles se paga un peso.

¿Dónde o quién se queda con el dinero?

Los que se enriquecen no son los que trabajan en la informalidad sino quienes la controlan. Y no únicamente se les cobra una cantidad en efectivo, también se les manipula como cuota partidista. Es una práctica de partidos políticos. Cuando llega la temporada de elecciones, dependiendo del color de la camiseta de la autoridad, los ”convencen” de votar por una organización determinada.

Por lo tanto, ser informal tiene un precio y hay que pagarlo.

Quienes tendrían que rendirle cuentas al fisco son los controladores o líderes de la informalidad.

Hasta ahora y desde hace muchos años no se ha encontrado la forma de hacer que ese sector de la población pague impuestos. Las autoridades deberían enfocar la mirada hacia otro punto, donde están los que tienen el control, en una primera instancia. Después elevar la mira, porque seguro que los controladores son apenas un eslabón de la cadena.

Ahí puede estar la solución para regular la informalidad, si es que de verdad se quiere regularla.

La culpa de que los informales no paguen impuestos, no es toda de ellos. Además, están en la informalidad porque el Estado no les ha dejado otra opción.

Reynaldo Castro Melgarejo es uno de los 158 candidatos a comisionado del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos (IFAI). Originario del municipio de Papantla, Veracruz, en donde fue tesorero.

Lo único que lo respalda es su trayectoria y vocación por la transparencia, pero no tiene atrás padrino, organización de la sociedad civil ni partido político; tampoco el gobernador de su estado sabe de su existencia.

Recursos para promover sus aspiraciones, menos. El día que lo invitaron a Londres para participar en la reunión anual Open Goverment Partnership, sufrió para asegurar su viaje. Tuvo que pedir prestado a los amigos y familia.

Esa reunión fue en octubre-noviembre del 2013 y contó con la asistencia del primer ministro David Cameron.

Por México acudieron Gerardo Laveaga, del IFAI, Julián Olivas, de la Secretaría de la Función Pública, así como representantes de organizaciones de la sociedad civil (OSC).

Reynaldo no desaprovechó su viaje ni la presencia de Cameron. Ante el primer ministro británico solicitó la palabra y se la concedieron. Al anfitrión le gustó la expresión “transparencia, vacuna contra la corrupción” que prometió utilizarla en discursos sobre el tema.

Sin embargo, lo de Reynaldo no es únicamente esa expresión. Tiene una propuesta para llevar la transparencia a los municipios, para garantizar la participación de la sociedad en la vigilancia de uso de recursos y su aplicación en la obra pública. Independientemente de su aspiración, valdría que los legisladores la conocieran y valoraran.

Las posibilidades de que se convierta en comisionado del IFAI son remotas, porque ya lo dijimos, no tiene padrino ni partido que lo apoye. En esas condiciones sólo un milagro haría que se colara al instituto.

-¿Aquí donde dice profesión qué pongo?- preguntó Marie Jo a Octavio Paz.

El premio Nobel de Literatura no pudo haber tenido mejor e inmediata respuesta para su esposa que no encontraba qué poner en ese renglón de la forma migratoria, en uno de sus viajes:

-Musa.

Marie Jo se conmovió con el halago, reconocida como inspiración de una pródiga vida literaria, poética.

La confidencia de ese pasaje amoroso la había hecho la senadora Blanca Alcalá Ruiz, presidenta de la Comisión de Cultura. El secreto se lo reveló la misma Marie y la legisladora lo hizo público para cerrar la presentación del libro Octavio Paz, itinerario crítico, antología de textos políticos. La expresión del escritor fue ovacionada por quienes llenaron el auditorio Octavio Paz del Senado.

Marie esbozaría una sonrisa, conforme con el descubrimiento de este episodio de su vida.

Un homenaje más con motivo del centenario del natalicio de Paz que se cumple el 31 de marzo.

Ocasión especial, con presentadores que relataban las lecciones que dejó al mundo el poeta y ensayista. Descripciones a la medida en voz de Jorge Javier Romero y Jesús Silva-Herzog Márquez. También el compilador de los textos políticos, Armando González Torres, había preparado su escrito para la ocasión con puntuales remembranzas.

Cada palabra en su lugar, con su peso exacto en un escenario que resultó insuficiente para homenajear a Paz.

Había tanta gente adentro como afuera. Se instaló una pantalla en la explanada para quienes ya no lograron entrar, todo en orden, nada de tumultos.

Evento de gala literaria, sin retórica hueca. El presidente de la mesa directiva del Senado, el priísta Raúl Cervantes, ofreció una discreta disculpa cuando sintió que corría el riesgo del discurso gastado. Se comprometió a pulirse con un mensaje para la memoria que haga del acto su compañera senadora.

Paz en su paso por el Senado para recordar el centenario de su natalicio, en el auditorio que lleva su nombre, para exaltar su trayectoria y su obra.

El rompimiento con su “prosovietismo”, la renuncia como embajador de México en la India por los acontecimientos de 1968, la crítica al golpe militar en Chile, el papel del PRI en nuestro Estado, su empeño en limpiar el lenguaje, la batalla contra la demagogia, el valor de la crítica frente a lo político y la  defensa de la democracia.

Un legado admirado y vigente, un baño de inteligencia.

Según los presentadores del libro, poeta y ensayista que no perdonó errores de ninguna corriente política.

Un mayor desgaste del PAN está previsto debido a la batalla por la presidencia partidista. Ya hemos visto de lo que son capaces para ganar o mantener el control de la organización azul. No hay medida para lanzar acusaciones y enlodar a sus propios compañeros, sobre todo de quienes están desesperados y creen que puede resurgir el calderonismo. La contraparte no se ha quedado atrás y no vaciló en desplazar de la coordinación de los panistas en el Senado al mismo Ernesto Cordero, quien todavía no supera su enojo.

Aquellos tiempos de Acción Nacional en que sus directivos procuraban que los problemas internos no se volvieran externos, quedaron en el pasado. Todavía hay en sus filas figuras que aplicaban ese criterio. Ahí está Gonzalo Altamirano Dimas en el equipo de Gustavo Madero. Luis H. Alvarez en el bando de Cordero. La misma Cecilia Romero, actual dirigente. Los tres como otros, prácticamente se “cosían” los labios para no denigrarse.

Incluso en la escisión que protagonizaron Bernardo Bátiz, Jesús González Schmal, Pablo Emilio Madero y José González Torres en 1992, no se llegaron  a extremos como los de ahora, con acusaciones directas de corrupción, sin exhibir pruebas ni acudir ante las instancias que corresponden para presentar las denuncias. Salpicadero de lodo entre los propios panistas.

Sin límite alguno; el fuego amigo o la guerra sucia, lo que haya a la mano para darle al adversario.

Hay tal encono que es real el riesgo de hacer pedacitos al PAN y condenarlo a la derrota en las elecciones del 2015 ; los dos competidores van con todo para tratar de sumar el mayor número de votos el próximo 18 de mayo.

El ex presidente Felipe Calderón todavía trae muchas espinas clavadas y vuelve a intentar reponerse con su candidato Ernesto Cordero, sin embargo, el historial de ambos no da para marcar como favorito al senador con licencia.

En las elecciones del 2006 Calderón conquistó la presidencia de la República por un reducido margen y en esa diferencia a su favor contó el apoyo de la profesora Elba Esther Gordillo,  quien fuera dirigente del magisterio nacional. La maestra ya no está disponible.

Siendo titular del poder Ejecutivo federal no logró hacer que su hermana Luisa María Calderón “Cocoa” se convirtiera en gobernadora de Michoacán. Tampoco, como jefe de las fuerzas armadas del país, consiguió pacificar y ordenar su estado natal.

En el 2010 pretendió sin éxito que Roberto Gil llegará al liderazgo de su partido y en febrero del 2012 Ernesto Cordero perdió ante Josefina Vázquez Mota la candidatura presidencial.

Su actuación como gobernante también contribuyó a que el PAN devolviera la presidencia de la República al PRI.

Rosario de fracasos que han confirmado su falta de habilidad política para hacer ganar a los suyos.

Perdió el control del PAN viviendo en la residencia oficial de Los Pinos y ahora lo quiere recuperar desde fuera a través de Cordero y con Max Cortazar coordinando la campaña.

En contraste Gustavo Madero ha conseguido que su grupo sea preponderante dentro de la organización azul.

Cuando se pretendió desplazarlo de la dirección panista por la derrota de Josefina en el 2012, se afianzó con el triunfo de Acción Nacional con Francisco Kiko Vega en el gobierno de Baja California en el 2013.

Baja California fue la primera gubernatura que ganó el PAN en 1989 y desde este año la ha mantenido; por eso la importancia de que Madero la haya conservado y vencido a Fernando Castro Trenti, quien compitió con el respaldo de su jefe político,  ahora diputado Manlio Fabio Beltrones. A Castro se le consoló con la embajada de México en Argentina.

En medio de protestas e inconformidad que no han terminado, Madero logró relevar a Cordero de la coordinación de los panistas en el Senado. En su lugar nombró a Jorge Luis Preciado.

Además, Madero ha sabido posicionarse como negociador y distinguido mediáticamente por su participación en el Pacto por México.

También suma a su favor tener de compañero de fórmula al diputado con licencia Ricardo Anaya, quien tiene una alta aceptación dentro y fuera del partido, después de su actuación como presidente de la Cámara.

Con todo este contexto, a diferencia de anteriores procesos que eran resueltos por una cúpula, por los integrantes del Consejo Nacional, esta vez decidirán los militantes con su voto.

Hay quien ha pagado encuestas y festina de antemano que las preferencias están de su lado. No puede ser de otra manera cuando la empresa que las hace busca halagar al cliente con los resultados. En el proceso del 2012 las encuestadoras hicieron el ridículo con sus cifras.

No son confiables, por lo menos las que tienen que ver con la competencia política.

Lo que cuenta es el voto de los militantes. Hay 218 mil afiliados en el padrón azul.

En su mayoría gente de nivel medio y con una escolaridad que descartaría la compra de votos; conocen a sus candidatos; saben de sus dichos y hechos; de su pasado y presente.

Por eso, que nadie se queje después que le robaron la elección; habrá voto razonado ante personajes como Madero y Cordero que son libro abierto.

Había ganado el premio nacional denominado Transparencia e Integridad en México y lo primero que me preguntó mi amigo Germán fue: ¿Cuánto te dieron, de cuánto fue el premio?

Le mostré el diploma y una flor que todavía no identificó por su verdadero nombre pero decidí llamarla “Transparencia”.

Estaba feliz de ese reconocimiento, su valor no tiene precio. Otorgado en el 2005 por cinco instituciones: Secretaría de la Función Pública, el Consejo Ciudadano por la Transparencia, el Consejo de la Comunicación, el Instituto Federal Electoral y el Instituto Mexicano de la Radio.

Sólo una vez se entregó ese reconocimiento y es que las cinco instituciones no lograron volverse a poner de acuerdo para organizarlo. Les faltó la armonía que le sobra a mi flor.

Incluso, esa única vez, hubo diferencias para resolver quien era el ganador. Sin duda, pesó más el criterio de que la decisión tenía que ser transparente, sin favoritismo.

Germán bromeó: levantó las manos e hizo con sus dedos un recuadro, simulando un cheque: “así es de transparente tu cheque”.

Lo importante era el reconocimiento, resultado de una investigación periodística para obtener información sobre el sueldo de los dirigentes nacionales de los partidos; historia que retomó la Relatoría para la Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Desde ese 2005, cada año, en la primavera florece la planta.

Era una flor por año, este 2014 me ha regalado cinco botones.

Todas las mañanas lo primero que hago es observarla, admirarla, ver como se va desarrollando. Su tallo es delgado y en ocasiones vencido por el peso de la misma flor; un improvisado soporte ha impedido su quiebre. La flor vale todos los cuidados. Es alegría y luz, esplendor.

Su rallado naranja combinado con blanco le dan una distinción especial a sus pétalos;  las frágiles anteras se asoman como cabecitas discretas de los filamentos. Total transparencia, se muestra tal como es, en todos sus detalles, belleza perfecta de la naturaleza.

Ojalá algún día así se muestre el servicio público, en total transparencia.

 ¿Quién o quiénes eran los grandes amigos de Luis Donaldo Colosio? ¿Con quién o quiénes se olvidaba del rigor de las formas? ¿Con quién o quienes se divertía? ¿Con quién o quiénes compartía estrategias?

Desde su muerte en 1994 surgió un grupo que se identificó como los colosistas o quienes se supone actuaron como amigos del entonces candidato del PRI a la presidencia de la República.

Sin embargo, muchos de los que se dicen amigos del sonorense y que supieron capitalizar esa real o supuesta cercanía, saben que Luis Donaldo, por su carácter, los mantenía a distancia en la amistad y sólo cercanos en el trabajo. Temían cometer un error y que los dejara fuera del equipo.

Se cuidaban de no hacerlo enojar y sufrían para encontrarlo con el mejor ánimo y plantearle una situación complicada o un nuevo programa. Era temperamental pero precavido de no exhibirse ante gente extraña.

El general Domiro García, responsable de la seguridad del candidato, sufrió los desaires y desplantes de su jefe. No lo incluyeron para la preparación del arranque de la campaña en Huejutla, Hidalgo.

Los colaboradores se reunían con el candidato en una casa de la calle Aniceto Ortega en la colonia del Valle. El general tuvo que conformarse con instalar una pequeña oficina en la nevería de la esquina.

Domiro nunca encontró el modo de ganarse la simpatía de Luis Donaldo y se quejaba del trato que le daban con todo y su jerarquía de general.

Por el nombre de la calle donde se reunían, se identificaba a los asistentes como el “Grupo Aniceto”, más que colosista.

Ernesto Zedillo tampoco era bien visto, a pesar de ser el coordinador de la campaña. Lo toleraban porque había sido designación de Carlos Salinas, entonces presidente de la República.  Curioso o extraño: después de que terminó su sexenio, ningún general aceptó hacerse cargo de la seguridad de Zedillo como ex presidente. Tuvieron que asignar a un mando de menor grado.

Liébano Saénz, aun cuando era el secretario de información y propaganda en la etapa de campaña, en una reunión con empresarios de la radio en Sinaloa, Colosio lo mandó a sacar, lo que no pasó desapercibido para los asistentes.

¿Quiénes era los verdaderos amigos de Colosio?

Uno de ellos se llama Rafael Reséndiz Contreras, quien fuera secretario de información y propaganda en el PRI, cuando Luis Donaldo encabezó la dirigencia del partido.

“Rafa” le decía Colosio.

Y con Reséndiz el malogrado candidato conoció el mundo. Con él hizo viajes de descanso fuera del país. En la sede del tricolor bajaba de su oficina del tercer piso al sótano, al área de comunicación, para platicar con su amigo. Reséndiz es un personaje educado, que distingue lo fino de lo corriente, la ropa y zapatos de marca, los buenos vinos y los buenos lugares. Amante de Nueva York, su ciudad favorita. Una estrella para las relaciones públicas, carismático. Como vicepresidente de Televisa, fue el enlace de Colosio con Emilio Azcárraga, “El Tigre”. Actuaron y se dejaron ver como dos grandes amigos. Todavía lo acompañó a la Secretaría de Desarrollo Social pero ya no a la campaña presidencial.

Con Guillermo Hopkins, su paisano, se iba a comer tacos y juntos acudían a eventos sociales. Lo hizo responsable de logística en la campaña. Con él se divertía y le toleraba descuidos, que nunca tuvieron consecuencias. Era quien le llamaba por teléfono para ponerse de acuerdo sobre los esparcimientos. Los cuates sonorenses. Colosio no invitaba a nadie más a sus actividades particulares o privadas, nadie de los que presumen su colosismo.

Federico Arreola, periodista, quien dirigió el diario Milenio y luego se convirtió en coordinador de la campaña de Andrés Manuel López Obrador, actuó como el confidente favorito en la campaña.

Sí con alguien comía con frecuencia era con Federico. Se disponían dos lugares para la hora de la comida y el periodista sabía que tenía que estar cerca para cuando le avisaran de que acompañara al candidato.

Colosio acabó con la costumbre de los candidatos presidenciales de comer con los invitados especiales a las giras. Luis Donaldo prefería comer en privado con Arreola, para comentar ambos el desarrollo de la campaña y los temas nacionales del día.

Hopkins, Reséndiz y Arreola fueron los tres grandes amigos, los demás, estuvieron cerca únicamente como parte del equipo de trabajo, hasta que el 23 de marzo de 1994 Mario Aburto le quitó la vida.

La cercanía de Ernesto Zedillo con Luis Donaldo Colosio solo era en el papel, por su cargo de coordinador de la campaña, posición a la que llegó por decisión de Carlos Salinas de Gortari.

Incluso el propio Salinas, en la entrevista que concedió al periodista Rogelio Cárdenas, publicada en El Universal el pasado 10 de febrero, cita la cercanía en esos términos, “como responsable de la conducción de la campaña”, pero en ningún momento habla de una amistad y mucho menos había elementos para definir a Zedillo como colosista.

No había una relación estrecha entre ellos; al candidato nunca le gustó esa designación de Salinas pero tampoco la objetó, porque venía del presidente de la República, al que le debía la candidatura. Además, tenía claro quien en los hechos era el jefe nacional de su partido.

Por eso es inexacto suponer que Colosio tenía alguna preferencia por Zedillo y que esto contribuyó a que se convirtiera en el sucesor en la candidatura presidencial una vez asesinado el sonorense.

Zedillo llegó porque así lo quiso Salinas.

Casi 20 años después del magnicidio, se cumplen el próximo 23 de marzo, persisten versiones encontradas y diversas sobre lo ocurrido en Lomas Taurinas, dudas de si hubo uno o dos tiradores, uno o dos Mario Aburto, crimen de Estado o asesino solitario.

Suspicacias sobre las reales o supuestas diferencias entre Carlos Salinas y Luis Donaldo Colosio; el hecho es el que el primero hizo candidato presidencial al segundo.

Y para quienes fueron testigos de primera fila de esta historia, saben que era tal el respeto y lealtad de Colosio hacia Salinas, que si desde Los Pinos le hubieran solicitado su renuncia, sin vacilar el de Magdalena de Kino se la firmaba y entregaba de inmediato a quien lo impulsó para competir por la primera magistratura de nuestro país.

Entonces Salinas tenía el poder, no ahora.

Colosio encargó a sus verdaderos cercanos para fastidiar a Zedillo y lo hacían en reuniones de equipo; cuestionaban su trabajo y era el negro favorito de los colosistas, al que nada le salía bien y se llevaba la mayor parte de culpa por la falta de repunte de la campaña, aunque las causas eran otras.

 “¿Tu crees que lo hago por mi cuenta?”  fue la respuesta que dio César Augusto Santiago cuando uno de sus compañeros le hizo ver en privado que se estaba excediendo en sus comentarios y que no perdiera de vista que Zedillo estaba ahí por voluntad de Salinas.

Llegaban al extremo de ridiculizarlo, como cuando acudió vestido con sus pantalones cortos de ciclista a un parque del sur  de la ciudad de México para correr con el candidato. Claro que las bromas y risas eran a sus espaldas.

Por lo dicho y muchas cosas más fue evidente que Ernesto Zedillo nunca estuvo en el ánimo de Colosio.

A propósito del mes de la amistad y el amor hay que recordar que las afinidades entre el PRI y el PAN no son ninguna novedad, aunque a veces parezca sorprender a militantes de reciente ingreso y se les haga fácil reprobar a su dirigencia por esa cercanía.

Los senadores Javier Lozano (panista desde 2007) y Ernesto Cordero (panista desde 2010) deberían revisar la historia de su partido y comprobar la relación que ha mantenido con el tricolor, en diferentes episodios y magnitudes.

Cuando el PRI más necesitó del PAN, cuando se puso en duda el triunfo presidencial de Carlos Salinas, cuando la calificación de la elección presidencial se hizo entre jaloneos y empujones en la Cámara de Diputados entonces erigida en Colegio Electoral, prevaleció su alianza por encima de la inconformidad virulenta de la izquierda.

En este tiempo los paquetes electorales se depositaron en el estacionamiento del recinto de San Lázaro, bajo la custodia de elementos del Ejército. En más de una ocasión los opositores pretendieron que se abrieran y ahí estuvieron priístas y panistas para impedirlo.

No deben olvidar Cordero y Lozano que Manuel J. Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Ibarra acudieron en 1988 a la Secretaría de Gobernación para cuestionar el resultado del proceso.

El sistema se cayó y calló esa vez y muchas voces repitieron que la mayoría de los votos fueron para el ingeniero Cárdenas.

La dirigencia panista encabezada por Don Luis Héctor Álvarez analizó la situación, valoró los escenarios posibles y optó por aceptar un documento que abría la puerta a lo que se llamó legitimación en el ejercicio del poder.

Don Luis y sus compañeros se convencieron de que entre Cárdenas y Salinas, lo menos malo para el país era el segundo.

Y así lo hicieron.

También el PRI ha sabido corresponder en momentos críticos;  en el proceso electoral del 2006 se complicó el ingresó de Felipe Calderón al recinto legislativo de San Lázaro para que rindiera protesta como presidente de México. Entró por la puerta de atrás con la ayuda de los priìstas  coordinados por Manlio Fabio Beltrones y, la ceremonia, entre empujones, duró lo suficiente para cumplir con el protocolo y la Constitución.

Pero no son únicos episodios, los consensos se han alcanzado sobre todo en la actividad legislativa; hay que dar por hecho que ocurrirá lo mismo en la aprobación de las leyes secundarias que le darán forma a las reformas constitucionales en telecomunicaciones, energía, justicia y política en el actual periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión.

Por eso Cordero y Lozano no se deben de sorprender que PRI y el PAN caminen de la mano y menos en el mes del amor y la amistad.

Saúl Juan Martínez Ramírez tiene más de 30 años de limpiar zapatos en la Cámara de Diputados.

Su cajón que él llama “portafolio” lo ha acompañado siempre y para estrenarlo lo barnizó de color caoba, pero desde que en 1994 asesinaron al entonces candidato presidencial priísta, en su homenaje y por respeto, lo pintó de negro.

El próximo marzo se cumplirán dos décadas del magnicidio del sonorense Luis Donaldo Colosio.

Le lustraba regularmente sus zapatos.

Platicaban mientras lo hacía, aunque nunca temas políticos, sino de las aficiones deportivas del legislador.

Cuando llegaba de mal humor, se quitaba el calzado para que el bolero hiciera su trabajo fuera de oficina.

“Todos tenemos nuestro carácter”, comenta Saúl para justificar a uno de sus clientes preferidos; le pagaba lo justo; el plus era la conversación amigable con quien sería presidente del PRI, titular de la Secretaría de Desarrollo Social y candidato a la presidencia de la República.

Se enteró del crimen a través de la televisión; desde ese fatídico año decidió que el color de su “portafolio” sería negro y el luto de su herramienta de trabajo se ha mantenido hasta la fecha.

“Aquí subía su pie” –recuerda señalando la parte superior de su cajón.

A Saúl también le ha tocado limpiar los zapatos de Fernando Ortiz Arana, Humberto Lugo Gil, Mariano Piña Olaya y Sócrates Rizzo, entre otros.

Tiene muy presente el nombre de Piña Olaya, quien fuera gobernador de Puebla, porque como legislador le daba por boleada 15 pesos cuando la tarifa era apenas de 80 centavos.

Actualmente Saúl combina su trabajo de bolero con el de empleado de la misma cámara.

Hace 26 años empezó en el área de intendencia y ahora apoya tareas de logística.

En la lucha por el relevo en la dirigencia del Partido Acción Nacional (PAN), Gustavo Madero se perfila para seguir en la presidencia.

Tiene más puntos a su favor que cualquiera de los otros contendientes, resultado de su gestión al frente del panismo.

Ha sabido recuperarse del tropiezo de 2012 y cargarle la derrota a Felipe Calderón, quien no pudo imponer a Ernesto Cordero en la candidatura de su partido ni lograr el triunfo de su hermana Luis María Calderón en Michoacán.

Ya sin la sombra calderonista, Madero consiguió que el PAN conservara la gubernatura de Baja California.

Además, a pesar de la inconformidad de Cordero, lo hizo a un lado de la coordinación de los senadores panistas y colocó a Jorge Luis Preciado. En la Cámara de Diputados tiene a Luis Alberto Villarreal coordinando la bancada azul.

Su periodo de tres años venció el 4 de diciembre pasado, pero debido al proceso de modificación estatutaria y la nueva forma para elegir al presidente del partido, se ha mantenido a la cabeza.

Esto le ha permitido seguirse promocionando desde la presidencia. Es el protagonista en los spots de Acción Nacional en televisión y radio. Es el que más se ve de los panistas.

También hay que añadirle su participación en el Pacto por México, estuvo en la mesa de negociaciones y acuerdos.

En cambio sus principales contendientes, Ernesto Cordero y Josefina Vázquez Mota, se han rezagado. Al primero, por su novatez como político, no se le hizo ser candidato presidencial y cuando creyó que ya lo sabía todo, perdió la coordinación en el Senado de la República. Josefina, después de su fracaso en la competencia del 2012, prefirió irse de vacaciones y ahora supone que su solo nombre basta para que la sigan los militantes.

De acuerdo con las nuevas reglas, ya no será un consejo de 360 sabios el que elija al dirigente sino más de 400 mil militantes activos, que por supuesto, tienen más en la mente y en su corazón a Gustavo que a Ernesto y Josefina.

El atractivo económico de esta competencia es que el presidente del PAN tiene un ingreso mensual superior a los 190 mil pesos y el financiamiento público para su partido en el 2014 ronda los 900 millones de pesos.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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