El regreso de Ricardo Anaya
El panista Ricardo Anaya está de regreso. Hasta el momento no se ha posicionado como líder opositor y está muy lejos de convertirse en contrapeso para el actual gobierno.
Tendrá que ajustar su estrategia, porque la utilizada para la competencia electoral del 2018 quedó desgastada, no le funcionó y tampoco encontró la forma rápida para deshacerse de la inesperada imputación que le hizo la administración saliente. Le quitó tiempo y dañó su imagen.
Los problemas internos en su partido y la escisión de figuras relevantes, no le ayudaron. Su propuesta e impetuosidad en algunos momentos lo hicieron verse sobrado, sin la serenidad que requería para hacerle frente a un adversario que tenía amplia ventaja en las encuestas.
Equivocó el enfoque, porque se fue con todo contra el que todavía habitaba en Los Pinos, al punto de amenazarlo con meterlo a la cárcel, en vez de ocuparse del principal adversario. Ambos, PRI y PAN, desatendieron el objetivo y ellos mismos se debilitaron.
Sería error de Anaya seguir la tesitura virulenta, porque está visto que la sociedad no es partidaria de pleitos y menos en estos tiempos de pandemia. Tendría que replantear su oferta, no perder de vista que ya hubo dos sexenios panistas que no lograron la calidad de vida ofrecida.
Las circunstancias lo obligan a construir una oferta distinta. Para grandes males, grandes remedios. Su perfil, si es que le interesa volver a competir por la presidencia, tendría que ajustarse. Acercarse más a la gente, aterrizar sus propuestas, procurar un México justo, menos desigual. Hasta admitir que su partido ha desaprovechado oportunidades. Es la verdad, porque de otra manera no hubiera perdido el poder en solo 12 años.
No la tiene fácil. En el 2000 mucha gente creyó que había llegado el cambio y no llegó. Y que conste que se anunció la búsqueda de los mejores hombres y mujeres para gobernar el país.
Al ver que le habían fallado, la gente le dio una nueva oportunidad al PRI en el 2012. La desperdició. El pueblo tuvo sobrados motivos para hartarse y votar por otra opción política.
La pandemia le ha complicado la vida a todos los países, en su salud y economía, México no es la excepción. Es enorme el reto para quienes ahora gobiernan y también para los gobernados.
Por eso, si en vez de mejorar su oferta de 2018, Ricardo Anaya se concentra en el ataque, no sería el camino que lo lleve a sumar voluntades. Ya lo constató en la pasada elección.
Tampoco es un hecho que su partido lo vuelva a nominar como candidato presidencial. De cualquier manera, quiera o no quiera, estaría apuntado en la lista de aspirantes a considerar para el 2024.