Elías Téllez Ortega. Seguro que a muchos no les dice nada el nombre, pero no tengo la menor duda de que todos aquellos que han recibido su atención médica están más que agradecidos.
Su principal cualidad es su calidad humana. La paciencia para escuchar y preguntar al enfermo. Si está en sus manos la solución, la da de inmediato. En caso contrario, recomendará ir con otro especialista o realizar determinado análisis clínico. Sincero, ético y honesto. Sin enredar a nadie ni confundirlo. Tampoco un afán de lucro. Cuota moderada.
El consultorio en zona popular, parte de un inmueble habitacional. Más de un vecino nació y creció bajo su cuidado. Un diminuto letrero indicaba su timbre en el portón. En la ventana que da a la calle su nombre. Abría sin vacilar a todo el que requería de sus servicios. No se escapó de la delincuencia, por lo menos en dos ocasiones, para robarle lo de las consultas, que por supuesto era desencanto de quienes suponían encontrarían una fortuna.
Larga historia de un personaje de la ciudad de México. Miles y miles de pacientes pasaron por su modesto consultorio. Enrique es uno de ellos y platica que hace más de cincuenta años se convirtió en el Doctor de su familia. La bisabuela, los abuelos, los papás, sus hijos.
Absoluta confianza en sus diagnósticos y recetas.
Estatura regular, fuerte, sin sobrepeso, cara redonda. Serio como se requiere para tratar enfermedades, aunque sin faltar sus ocurrencias para animar el momento y alentar a la visita. Enrique recuerda que su abuela sufría diarrea y ella preguntó a su médico si en esas condiciones podía bañarse. “Si le alcanza puede hacerlo”, la respuesta que hacía reír a uno y a otro.
Téllez Ortega ya dejó su consultorio. Hace un año que cerró esa puerta. “Lo hice porque había gente que cuando me veía exclamaba: ¡todavía aquí! Una forma de decir que tu ciclo ha terminado”, cuenta el Doctor a Enrique en tono de broma.
Ahora en su casa “me aburro, me la paso leyendo periódicos. En el consultorio descansaba”. Su agilidad mental impecable.
Lástima que se desaproveche su experiencia.
¿Se imaginan si a esta clase de personajes se les empleara para transmitir a los futuros médicos lo que es el servicio y el trato humano?
Por lo pronto el Doctor Elías Téllez Ortega puede y debe estar satisfecho por el deber cumplido.