¿Encuestas o votos?

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Hay quienes en este momento estarían felices si las encuestas decidieran el triunfador de la elección presidencial en México. Existen medios que prácticamente dan por hecho la medición. No se diga los simpatizantes que siguen al candidato puntero. Olvidan que las encuestas electorales no han sido acertadas en recientes procesos. Han fallado estimaciones.
Y no es que ninguna encuestadora sea seria o que solo busque satisfacer ambiciones del cliente. Lo que sucede es que la gente, la sociedad que es consultada, se ha vuelto desconfiada. No está obligada a contestar y si lo hace es probable que diga algo que no corresponda a la verdad. No es una situación atribuible a empresas dedicadas a medir la opinión pública, sino a políticos con actuaciones que han decepcionado a muchos.
Por eso, el medio o comunicador que ya da por hecho que el proceso está definido, corre el riesgo de equivocarse. Aunque de ser así, le echará la culpa a las empresas encuestadoras. Sin embargo, es obvio que su credibilidad perdería puntos, por descuidar el rigor periodístico y colocar a las encuestas por encima del voto ciudadano.
Tampoco es posible ganar una elección a “periodicazos” o con la reiterada declaración de que el “arroz ya se coció”,  por el margen de ventaja que se tiene en la mayoría de las encuestas.
La mayoría de las encuestas han desatinado en otros procesos electorales. Insisto, porque, el consultado se reserva su verdadera opinión.
Por supuesto, las empresas encuestadoras tienen la mejor excusa. Siempre han dicho y dirán que su medición es apenas una fotografía del periodo evaluado. Desconocen el futuro y el comportamiento que el mero día de la elección pueda tener cada una de las personas que vaya a las urnas.
Curioso, el que ahora va adelante en esas mediciones, cuando no le favorecían, se quejaba de que estaban “cuchareadas”. Tampoco los demás competidores las aceptan cuando les son adversas. Llegan al extremo de presumir que en sus propias encuestas llevan la ventaja, encuestas que nunca exhiben o exhiben las que patrocinan y les favorecen.
Es cierto que hay factores que pueden influir, como el hacer una campaña de 18 años, partidos divididos, cúpulas enfrentadas, mal gobierno, corrupción, impunidad, inseguridad, mentir, pretender engañar al elector, propuestas mágicas, pero definitivamente en este momento todavía no hay nada para nadie, porque no se ha realizado la votación.
Quizás el votante ya decidió a quien darle su apoyo, nada más que lo que cuenta para ganar una elección es el voto emitido. Y está en todo su derecho si en el último instante cambia de opinión.
Para no equivocarse, lo más seguro, es esperar a que la sociedad vaya a las urnas el domingo 1 de julio.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.