Para nadie era secreto que Luis Donaldo Colosio Murrieta era reacio al uso de la seguridad. Para nada le gustaba ver la escolta. Quería estar cerca de la gente, sin intermediarios. Es la razón por la que en Lomas Taurinas quedó en medio de un remolino humano, con las consecuencias que ya todos conocemos y atribuidas a Mario Aburto.
Su entusiasmo por gobernar México y ganarse al pueblo lo llevó a descuidar su seguridad, a tal punto que nunca quiso utilizar ninguna de las chamarras blindadas que su equipo le mandó a hacer. Se la ofrecieron en diferentes ocasiones y en todas las rechazó.
De habérsela puesto el 23 de marzo de 1994, no lo hubiera penetrado el disparo en el cuerpo.
En Lomas Taurinas todavía alcanzó a decirle a uno de sus colaboradores que ya era hora de irse, nada más que en medio de ese remolino humano, se avanzaba con mucha dificultad y por momentos no podía dar ni un paso hacia la salida o en busca de la salida.
Sobre el caso Colosio se han escrito infinidad de historias, demasiada imaginación de quienes presumían y todavía presumen, después de casi 30 años, que eran confidentes del sonorense. Muchas declaraciones inventadas en torno al homicidio, lo que explica que más de 600 hayan sido desechadas por quienes realizaron la investigación.
Luis Donaldo Colosio estaba contento, porque el día trágico, antes de viajar a Tijuana, en Culiacán, había recibido la llamada de Manuel Camacho Solís, en la que le diría que se hacía a un lado de la supuesta competencia por los espacios mediáticos y la candidatura presidencial tricolor.
Fue Marcelo Ebrard (entonces brazo derecho de Camacho) quien buscó por teléfono a Colosio, con la intención de comunicarlos. El asistente de Colosio pidió que lo pusiera en la línea. Colosio se dio cuenta y preguntó quién llamaba. No esperó a que le pusieran en la línea a su presunto rival, tomó el teléfono y su semblante se transformó en el curso de la conversación. Inocultable su emoción. Una inyección de energía, confianza y tranquilidad. Camacho se había desmarcado.
Tal era la confianza y seguridad que le había dejado la llamada que Colosio instruyó a sus colaboradores que ya no le pasaran tarjetas. A partir de ese momento su discurso sería espontáneo, como él sintiera a la gente y el desarrollo del mitin, directo, sin leer mensajes.
Si Colosio había recibido amenazas, como algunos llegaron a decir, solo el candidato lo sabía. Era extremadamente hermético. Ni a su sombra le confiaba sus secretos. A nadie de su familia. Ni a su esposa Diana Laura ni a su papá Luis Colosio Fernández, mucho menos a los que después difundieron que eran “confidentes” del político de Sonora.
Por eso Diana Laura tomaría varias de las versiones de esos “confidentes”, tratando de adivinar o encontrar un presunto autor intelectual responsable del asesinato de su esposo.
Uno de los nombres que le repitieron fue el de Fernando Gutiérrez Barrios, quien era sabido que estaba marginado por el gobierno en turno, aunque las causas no eran públicas. Lo que era un hecho es que todo el gabinete evitaba hacer contacto con el veracruzano.
En contraste, más como un gesto simbólico y de aprecio, no porque le hiciera falta dinero, Gutiérrez Barrios recibía su mesada de parte de Colosio. Hecho del que solo estaba enterado el mensajero y el propio mensajero, en la primera oportunidad que tuvo, para despejar dudas, le hizo saber a Diana Laura la deferencia que tenía su esposo con Don Fernando.
Diana Laura lo borró de la lista de sospechosos.
Están a punto de cumplirse 30 años del asesinato y la diversidad de opiniones sobre el homicidio no ha cesado ni cesará.

Todo pintaba de maravilla para los planes de Dante Delgado hasta que se le agotaron las cartas para la candidatura presidencial.
Coqueteó sin éxito con Marcelo Ebrard quien al final prefirió quedarse con la camiseta guinda. Luis Donaldo Colosio Riojas decidió que, por su juventud, lo más conveniente era esperar el 2030. El gobernador de Jalisco Enrique Alfaro optó por quedarse a cuidar su estado. Cuando creyó que ya tenía amarrada la candidatura del gobernador de Nuevo León Samuel García, el Congreso local, controlado por el bloque opositor, se encargó de truncarle la aspiración.
El mismo se eliminó del proceso interno, quizás porque no eran del todo ciertas las encuestas que presumía lo ubicaban como presidenciable. Encuestas que solo Dante conoció.
De última hora y por emergencia tuvo que postular al diputado Jorge Álvarez Máynez, desconocido para la población nacional. Como coordinador de la bancada de su partido no fue capaz de lograr que se respetara el lugar que le correspondía a su grupo en la Comisión Permanente.
Los dos momentos más significativos hasta ahora de Álvarez Máynez han sido al lado de su compadre gobernador Samuel García. Cuando lo “destapó” como candidato de Movimiento Ciudadano mientras disfrutaban una cerveza y en el palco del estadio de futbol al ver el juego de Pumas contra los Tigres de Nuevo León donde tuvo la ocurrencia de grabarse un mensaje ofensivo por el que tuvo que disculparse al ver el impacto negativo.
Movimiento Ciudadano corre el riesgo de perder el registro, de no alcanzar el 3 por ciento de la votación que exige la Constitución para preservarlo.
Y la culpa no la tiene Álvarez Máynez, sino quien lo hizo candidato presidencial, sin méritos para la competencia.
Dante Delgado después del éxito que tuvo mediáticamente al sembrar expectación sobre el nombre de su candidato y posponer su destape con el argumento de que primero sería el programa o la oferta política, entró en una espiral de errores de la que no ha salido.
Demostró que su partido es Club de Toby. Nunca existió la posibilidad de que una mujer se convirtiera en candidata presidencial. La mayoría se hizo a un lado y la senadora Indira Kempis Martínez que lo intentó, fue desplazada del proceso interno en la primera etapa. La senadora protestó. Ninguna compañera ni compañero se solidarizó con ella. Resolvió sumarse a la campaña del bloque opositor que encabeza Xóchitl Gálvez.
Cacareó la frase “con el PRI ni a la esquina” y resulta que la senadora Kempis tomó la estafeta tricolor y la ex presidenta nacional del Revolucionario Institucional Claudia Ruiz Massieu fue recibida con los brazos abiertos en el partido naranja, propuesta para diputada plurinominal.
En caída libre y sin ningún rubor, resolvió que su hijo Dante Alfonso Delgado Morales sea candidato a senador en Veracruz. Orgullo de su nepotismo como alguna vez dijera el presidente José López Portillo cuando incorporó al gabinete a su hijo José Ramón.
También hizo candidato al senado al controvertido actor Roberto Palazuelos, quien meses atrás pretendió competir por el gobierno de Quintana Roo, aspiración que perdió por sus declaraciones de prensa o revelaciones de que en alguna fiesta disparó su arma contra una persona.
Para que no quedara duda de que solo es mito el eslogan de que su partido representa lo nuevo en la política, añadió a la lista de candidatos al poder legislativo al ex presidente de la Coparmex Gustavo de Hoyos y a la ex perredista Alejandra Barrales.
En ese escenario y con ese equipo de candidatos, a Movimiento Ciudadano no lo va a salvar ni la campaña mediática del niño wixárica Yuawi López.

A la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por ley, le corresponderá calificar la elección presidencial y declarar presidente electo al candidato o candidata que obtenga más votos.
Primero deberá desahogar todas las impugnaciones en relación con el proceso. Como ha sucedido en otros casos, si la diferencia entre el primero y segundo lugar es abismal, el trabajo de los integrantes de la sala superior no tendrá ninguna complicación, casi de trámite.
Será distinto si el resultado es cerrado como ocurrió en la elección del 2006, menos de un punto porcentual. Entonces el camino para llegar a la calificación podría ser tortuoso. Escenario remoto.
En cualquier situación, la responsabilidad que tiene la sala superior del tribunal electoral es ineludible, de la mayor relevancia, no solo para quienes forman parte del órgano calificador, sino para el país.
De ellos depende la última fase de valoración de la competencia presidencial, así que sería imperdonable que por pleitos internos se desatienda o se descuide lo que debe ser más importante para los magistrados y magistradas.
Hay ya demasiados focos rojos encendidos (sobre todo relacionados con la violencia e inseguridad) como para que todavía se tenga que exponer la estabilidad del país por diferencias personales.
No perder de vista que la ley orgánica del poder judicial de la federación establece que es tarea de la sala superior la calificación de la elección presidencial y la declaración de presidente electo.
Para poder hacerlo se requiere que a la sesión de la sala superior asistan al menos seis de los siete magistrados que la integran.
En este momento, solo hay cinco de los siete. El senado tiene pendiente elegir los dos magistrados que hacen falta y no hay para cuando se pongan de acuerdo los grupos parlamentarios.
Hace meses, por no decir años, se le complica al Senado alcanzar el voto de las dos terceras partes o la mayoría calificada que se requiere para que tenga éxito el proceso de selección. Más de un centenar de nombramientos, no únicamente los de la sala superior del tribunal electoral del poder judicial, están pendientes de ratificación.
En el supuesto de no lograr el consenso en el caso del tribunal electoral, la misma ley da la alternativa para completar la integración de la sala superior. Tendría que seleccionarse a dos magistrados, los más antiguos de las salas regionales.
Hasta ahí parece que todo tiene solución sencilla, señalada por la ley.
Lo riesgoso es que los que magistrados que andan de pleito, lleven sus rencillas a la etapa de la calificación.
¿Qué pasaría si los magistrados Reyes Rodríguez y Janine Otálora deciden en el último momento no asistir a la sesión de la sala superior y complicarle la vida a su compañera presidenta Mónica Soto?
Ningún pleito personal justificaría una actitud de ese tamaño, en perjuicio de México; generaría un clima nacional de desconfianza e incertidumbre.
De hecho, ningún agravio entre magistrados justificaría afectar el desarrollo de la institución, así sea la inasistencia a una ceremonia cívica. Se les paga con dinero del pueblo para que cumplan con sus actividades ordinarias y extraordinarias.
El problema no es nada más de Janine y Reyes Rodríguez, involucra a los cinco que integran en este momento la sala.
Los cinco tienen la estatura académica y política para sentarse a dialogar, dejar atrás enconos, demostrar capacidad de negociación, conciliar intereses y recuperar la armonía laboral.

En el diccionario de la Real Academia Española la palabra “comandanta” pareciera tener definición con tinte machista porque de manera simple dice que se trata de la “mujer del comandante”. En cambio, cuando se refiere a “comandante”, le da connotación militar.
Prácticamente es un hecho que a partir de 2024 será mujer la que gobierne México y no habrá mayor problema en llamarla presidenta. El mismo diccionario habla de presidenta o presidente con igual valor.
El tratamiento es distinto en el caso de “comandanta” y adquiere mayor relevancia el tema cuando está a la vista el esfuerzo mundial por garantizar la paridad e igualdad entre hombres y mujeres.
Por primera vez en la historia de México, no solo habrá presidenta, también comandanta (comandante) suprema (supremo) de las fuerzas armadas.
La Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos habla de “comandante supremo de las fuerzas armadas”.
Mera cuestión semántica.
Incomoda y hasta duele que para el diccionario de la Real Academia Española “comandanta” sea la “mujer del comandante”.
Los tiempos son otros, México no sería el primer país que tiene al frente de sus fuerzas armadas a una mujer. En la mayoría de las naciones la presidenta adquiere ese rango.
En nuestro país, el dominio de los varones en las instituciones militares ha sido absoluto.
La mayoría de los cargos superiores los ocupan hombres, explicable en una sociedad mexicana que por muchos años relegó a tareas caseras a las mujeres, como en muchas partes del planeta.
Hasta ahora, no hay ninguna mujer Generala (general) de División ni tampoco Almiranta (almirante), los grados más altos en el Ejército y la Marina.
Sin embargo, cada vez hay mayor promoción en la milicia para que las mujeres participen y asciendan.
El que una mujer llegue a la presidencia y se convierta en la comandanta suprema de las fuerzas armadas, podría contribuir a favorecer la escalada femenil en la jerarquía militar.
Hay cambio en la mentalidad de los varones hacia las mujeres. No ha sido fácil revertir la inercia en los diferentes ámbitos, la costumbre es poderosa. Todavía la plena paridad está lejos.
Por esa disciplina que caracteriza a la milicia, sin discusión aceptará que una mujer se convierta a partir de 2024 en presidenta y comandanta suprema de las fuerzas armadas.
Habrá que llamarla comandanta, porque eso será al frente de todas y todos los soldados, marinos, integrantes de la fuerza aérea y guardia nacional del país.
Ya los legisladores se encargarán de modificar las leyes militares, para que incluyan el término “comandanta” o cambiarlo por “jefa”.
Y es de esperarse que la Real Academia Española revise su diccionario y el significado que le da a “comandanta”, valorar si debe seguir igual o actualiza la definición.
Nada bien suena que “comandanta” sea la “mujer del comandante”.
Seguro que a las mujeres que compiten por la presidencia de la República las tiene sin cuidado este tema, porque su prioridad es lograr la mayor votación en las elecciones del próximo año.
De cualquier manera, no sobra ni es ocioso procurar el uso de términos correctos.
La paridad en el lenguaje es necesaria, contribuye a seguir en la línea de adaptar al mundo a la nueva realidad.

Se lo dijo muy clarito su compadre Luis Donaldo Colosio Riojas: “no es nuestro tiempo”. Samuel García no lo escuchó; por su juventud y falta de experiencia política, ahora enfrenta consecuencias.
Y más le vale tener presente la sabia popular de que: “el que a hierro mata, a hierro muere”.
Aun cuando tenía puesta la mirada en 2024, no olvidó que metió a la cárcel a su antecesor Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, con la acusación de que desvió recursos públicos para fines electorales.
Rodríguez Calderón, en 2018, compitió sin fortuna por la presidencia de la República. No ganó ni en su casilla. Regresó a terminar el ciclo de gobernador en Nuevo León. Apenas concluyó el periodo, se retiró a su rancho a descansar, a desintoxicarse de la política.
Cuando creía que viviría en paz, en familia y dedicado a los negocios, fue detenido y exhibido en prisión. Samuel lo celebró.
“El bronco” se enfermó. Fue llevado de emergencia al hospital. Logró reponerse y remontar la acusación que le hicieron. Seguro que hoy debe esbozar una sonrisa al ver lo que pasa en su estado.
Seis años después, Samuel García ambicionó ser candidato presidencial, sin descuidar la espalda. Quería que una gente de su confianza quedara de encargado del despacho.
Posibilidades de ganar en 2024, ninguna. Parecía que, por intereses que solo el conoce, pretendía restarle votos a la derecha para favorecer a la candidata del grupo en el poder.
Ni “El Bronco” ni Samuel cumplieron su palabra: el compromiso con la sociedad de gobernar Nuevo León de principio a fin de su mandato, sin interrupciones, sin pausas, como lo ofrecieron en campaña.
Nadie experimenta en cabeza ajena, a Rodríguez Calderón le fue mal en la competencia presidencial y Samuel ni siquiera pudo alcanzar la candidatura de Movimiento Ciudadano.
La solicitud de licencia se le complicó. No se dieron las cosas como esperaba y, ante la resolución de último minuto del ministro Javier Laynez, descubrió que la mejor opción era la silla de gobernador.
Ha dejado entrever que algo trata de ocultar en su administración. Si todo estuviera en orden, si la actuación fuera pulcra, no tendría preocupación alguna. Con toda su impetuosidad y estilo norteño estaría de lleno en campaña por la presidencia de la República.
Hizo el ridículo y ha quedado mal con sus paisanos, aunque él crea y diga lo contrario.
A lo mejor ha cumplido como servidor, nada más que si la administración fuera controlada por sus adversarios, revisarían con lupa todas y cada una de sus acciones.
Según el pregón de los contadores públicos, no hay servidor público que aguante una auditoría. Samuel no sería la excepción.
De cualquier manera, no se salvaría de que lo acusen cuando finalice su periodo. Enfrentaría la imputación por mal uso de recursos públicos, tal como se la hizo a “El Bronco”.
De nuevo como gobernador, podrá llamar a su compadre Colosio y decirle: “tenías razón, no es nuestro tiempo”.
Los opositores a su gobierno, el “PRIAN” como les llama, tendrán que esperar para cobrarse la factura.
No se la van a perdonar e intentarán hacer lo mismo que Samuel hizo con su antecesor.
Si Samuel es inteligente y escucha consejos, es probable que pueda evitar que se repita en su persona la historia de “El Bronco”.

En el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Arturo Escobar, Jesús Sesma y Karen Castrejón son los que han venido dando la cara al frente de su organización, al menos en la última década, cuando por razones de salud tuvo que retirarse Jorge Emilio González Martínez, “El Niño Verde”.
Se alejó de su partido, (fundado por su padre Jorge González Torres) sin soltar las riendas; a la distancia mantuvo el control, mientras era atendido en hospitales de los Estados Unidos.
En ese lapso, ninguno de los operadores pretendió desplazarlo o quitarle el mando. Se concretaron a obedecer instrucciones. No se hacía nada en tanto no le diera el visto bueno “El Niño Verde”.
Jorge Emilio nunca ha perdido el poder en su instituto.
¿Por qué?
Lo común es que cuando el líder de cualquier organización política o social se ausenta, por diversos motivos, más de uno o una intenta quedarse con la silla del jefe.
Ha sido distinto en el caso de “El Niño Verde”. Se ha consolidado el liderazgo, a pesar de su controvertida trayectoria, en la que no han faltado escándalos como cuando lo grabaron en una negociación monetaria en Cancún.
En medio de la enfermedad, se dio tiempo para fortalecer lazos con políticos, empresarios y dirigentes sociales. Se mantuvo al día de la información nacional. A su círculo cercano no extraño que hiciera viaje especial desde Houston a la Ciudad de México para platicar y felicitar a Claudia Sheinbaum, a días de que dejara la jefatura de gobierno en la CDMX.
Nunca ha sido un “político pobre”, así que la frase célebre del profesor Carlos Hank González en el sentido de que “el político pobre es un pobre político”, no encaja en su perfil.
Ya era rico desde antes de nacer. Su abuelo fue el gobernador de Tamaulipas Emilio Martínez Manatou, padre de su mamá Leticia. Y por lo que respecta a su familia paterna, para nadie es secreto que es dueña de farmacias. Su tío es el millonario y popular “Doctor Simi” (Víctor).

Por dinero no tiene de que preocuparse la familia. Lo que le inquieta es la imagen, cuidar el prestigio.
Farmacias Similares, sin hacer mayor despliegue publicitario, sumó a su sociedad a Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz.
Su padre Jorge González Torres, desde que dejó a su hijo la dirección del partido, se concentró en la filantropía, el altruismo, sin alardear; procura ser discreto, no llamar la atención.
Pareciera que la estrategia de los barones de la familia González Torres es la prudencia y la promoción medida.
“El Niño Verde”, que ha superado su enfermedad, se prepara para el regreso presencial.
Tiene entre sus planes volver al Senado.
Ya se verá que tanto ha cambiado su conducta y hasta dónde llega su madurez, para no repetir errores.
Quizás por el ejemplo de su padre o por efecto de los golpes que le ha dado la vida, ha aflorado su sentido social, actitudes propias de bienhechor, como apoyar a gente de escasos recursos y hasta pagarles viajes por el mundo, sin cacarear este tipo de gestos en los medios.
En Guadalajara se dejó ver y fue la voz que enteró al diputado Antonio Pérez Garibay, padre del piloto “Checo” Pérez, que las encuestas no lo favorecían para competir por la gubernatura.
Por su estirpe, Jorge Emilio seguirá dando de qué hablar los próximo meses y años.

Porfirio Muñoz Ledo buscó ser gobernador de Guanajuato sin haber nacido en dicho estado, alegó derechos de sangre, por las raíces de su familia paterna en León y Apaseo el Grande.
Lo intentó sin éxito en 1991; no era popular ni conocido entre los guanajuatenses, porque su trayectoria se desarrolló en otros lugares, en la Ciudad de México, de donde era originario; en la política a nivel nacional y en los terrenos diplomáticos a nivel internacional.
Quería seguir la huella de sus antepasados Octaviano y Manuel Muñoz Ledo que lograron gobernar Guanajuato.
Su sueño nunca se cumplió.
Cuando lo homenajearon en Apaseo el Grande, en 2021, se encontró con Libia Denisse García Muñoz Ledo, quien entonces se desempeñaba como secretaria de gobierno.
Ninguno de los dos supo si los unían lazos familiares, aunque quedaron de averiguarlo.
Sean o no familiares, el hecho es que de nuevo el apellido Muñoz Ledo se encamina hacia el palacio de gobierno de Guanajuato.
Libia Denisse, actual secretaria de Desarrollo Social, es la virtual candidata de Acción Nacional.
El PAN se aproxima a cumplir 33 años de gobernar Guanajuato y no se ve como lo puedan derrotar en 2024.
García Muñoz Ledo apenas ronda los 40 años de edad, es abogada y maestra en derecho constitucional. Ha ocupado diversos cargos en la administración pública y en su partido.
Su principal adversario, Ricardo Sheffield Padilla, ex procurador Federal del Consumidor, competiría con la camiseta guinda.
Todo indica que Libia mantendrá vivo el espíritu de Muñoz Ledo y será la primera mujer en gobernar Guanajuato.

Por lo que se ha visto hasta ahora, la bicicleta de Xóchitl Gálvez no avanza con la rapidez necesaria para darle alcance a quien le lleva amplia ventaja en la carrera presidencial.
La culpa no la tienen Xóchitl ni su bicicleta. Lo que ha sucedido es que todos aquellos que la empujaron en el arranque, que la animaron a participar en la competencia presidencial cuando ella quería ser jefa de gobierno en la Ciudad de México y provocaron su repunte mediático, se les acabó el gas o de plano se han empezado a convencer de que es imposible nivelar la disputa.
Puede explicarse también por la falta de recursos, porque la política no es gratis, cuesta mucho. Por lo general nadie quiere meter dinero de su bolsa, nada más que la oposición no tiene de otra, salvo que aparezcan mecenas dispuestos a financiar la campaña.
¿Y quién garantizaría a los donantes que Xóchitl va a ganar?
Nadie, ni la misma hidalguense. Sabe que su imagen, su don de gente y accesibilidad, no serían suficientes. Requiere de todo un equipo, estructura humana y material, logística, asesoramiento cotidiano. Como ella misma ha dicho, “hay que chingarle”, todos, para abrir la posibilidad de remontar a Claudia Sheinbaum, quien con el respaldo que trae, no se ve como se le pueda dar alcance en las preferencias electorales.
Xóchitl trata de suavizar la desventaja con el pregón de que “esto apenas empieza” y todavía faltan ocho meses para la elección. No es así. Hay que mirar hacia atrás, experiencias anteriores, para darse cuenta del tamaño del reto.
El actual presidente Andrés Manuel López Obrador (2018) hizo campaña de tres sexenios, tiempo suficiente para visitar cada pueblo del país y lograr por fin llegar a Palacio Nacional. Enrique Peña Nieto (2012) también se adelantó, no solo a sus propios compañeros sino a los adversarios. Cuando Manlio Fabio Beltrones quiso competirle dentro del partido tricolor, ya todo estaba resuelto, la cargada a favor del mexiquense. Y la candidata del partido en el poder (Josefina Vázquez Mota) terminó en tercer lugar.
Felipe Calderón (2006) también se le adelantó a Vicente Fox. Cuando arrancó su delfín Santiago Creel, era tarde. El michoacano ya tenía en la bolsa a los panistas. Conste que Creel se venía desempeñando como secretario de Gobernación, jefe de la política interior.
Sin embargo, Calderón, como nunca fue candidato natural del presidente Fox ni de su esposa Marta, sufrió para ganar la elección presidencial. Según cifras oficiales, por menos de un punto porcentual.
Vicente Fox (2000) hizo lo mismo, fue el primero en salir del arrancadero, desde su trinchera de gobernador en Guanajuato. Hubo protestas en su propio partido. Las ignoró, siguió en su campaña. Ganó la interna y después venció a Francisco Labastida en la elección constitucional.
Claudia Sheinbaum también empezó temprano en el armado de su equipo con miras a la elección presidencial. Es evidente que cuenta con equipo y organización. Además, todos saben que ella tiene el bastón de mando.
Por eso se explica la ventaja de 30 puntos de Claudia sobre Xóchitl, que le dio la encuesta realizada por la empresa Buendía y Márquez.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) aprobó por unanimidad dos ternas, una de mujeres y otra de varones, que estarán a consideración del Senado a fin de que elija una magistrada y un magistrado para que se integren a la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) a partir de noviembre próximo.
En octubre concluyen su período los magistrados Indalfer Infante y José Luis Vargas, por lo que habrá dos vacantes en la sala superior del tribunal electoral.GABRIELA VILLAFUERTE COELLO
Por ley, corresponderá a dicha sala superior calificar la elección presidencial de 2024 y declarar presidente electo al que obtenga más votos.
La sala superior está integrada por cinco magistrados y dos magistradas (siete en total).

Al concluir su etapa dos magistrados, se quedaría momentáneamente con cinco, y necesita sesionar con al menos seis integrantes para hacer las declaraciones de validez de la elección y de presidente electo el próximo año.
De ahí la relevancia de lo que ahora le tocará hacer al Senado. Se requiere de votación calificada para que elija al magistrado y a la magistrada.
Punto crítico si se recuerda que el Senado tiene pendiente el nombramiento de más de 70 servidores públicos, por falta de acuerdo o consenso entre los distintos grupos parlamentarios.
La terna de mujeres está integrada por Gabriela Villafuerte Coello, Marcela Elena Fernández Domínguez y Claudia Valle Aguilasocho. Las dos primeras obtuvieron el mayor número de votos (8) de los ministros y ministras.MARCELA ELENA FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ

Gabriela es abogada egresada de la UNAM y se ha desempeñado como magistrada de sala especializada del tribunal electoral; Marcela Elena es egresada de la Escuela Libre de Derecho y también tiene experiencia como magistrada; y Claudia es maestra en derecho procesal penal, especialista en transparencia y se ha desempeñado como secretaria general de acuerdos de la sala superior del TEPJF.
La terna de los varones la integran: Rubén Jesús Lara Patrón, Francisco Javier Sandoval López e Ismael Armando Maitret Hernández. Los dos primeros recibieron el mayor número de votos (8) de los ministros y ministras.

Rubén Jesús es maestro en derecho por la UNAM y tiene estudios de doctorado por la Universidad Carlos III de Madrid; Francisco Javier se ha desempeñado como magistrado de tribunal colegiado en materia civil; e Ismael Armando fue presidente de sala Regional en la Ciudad de México.

Lo que están haciendo partidos y dirigentes cuando convocan a periodistas no son conferencias de prensa sino mítines políticos.
El líder, candidato o candidata, llega acompañado de su séquito y simpatizantes, que se colocan a su lado y a sus espaldas como una expresión de fortaleza, intolerante y agresiva.
Están listos para abuchear y hasta reírse de preguntas que consideran incómodas, porque creen que, de esa manera, resguardan a su jefe o jefa. Una forma de amedrentar a informadores.
Los periodistas con más experiencia y antigüedad, ni se inmutan ante ese tipo de manifestaciones, hacen sus preguntas sin importar que no sean del agrado del conferencista y acompañantes.
Sin darse cuenta, los aduladores y aduladoras solo exhiben la debilidad de su dirigente, que no está ni preparado ni entrenado para responder toda clase de preguntas.
El colmo es que llegan al extremo de seleccionar previamente a los que van a preguntar. Procuran que la mayoría represente a empresas mediáticas afines y, agregan uno o dos periodistas de medios críticos, que acallarán si consideran sus planteamientos agresivos.
A ningún político o política le agradan las preguntas incómodas. Ven hasta como enemigos a periodistas que las hacen. Olvidan que responden a una línea editorial, de la empresa que les pega su salario. Muchas veces las preguntas están más que justificadas porque buscan se aclaren imputaciones e irregularidades en el servicio público o casos de corrupción.
Quienes ahora aspiran a gobernar México, un estado, municipio, ser diputado o senador, en nada les beneficia tratar de ocultar debilidades con acciones que atentan contra la transparencia y el derecho a la información. Si creen que protegidos con aplaudidores y porristas va a ganar imagen o sumar votos, se equivocan. Todo lo contrario. La sociedad toma nota de los temas que eluden.
Cada vez son menos los políticos y políticas que tienen la formación para llevar a cabo una verdadera conferencia de prensa, responder a todas y cada una de las preguntas que les hagan.
Tampoco se trata que respondan cualquier ocurrencia, porque luego resulta, como admitió una de las candidatas que aspira a la presidencia, la riegan o pendejean, quedan peor.
Si bien un político o política es imposible que domine todos los temas, el entrenamiento de medios (“media training”) le puede ser de gran ayuda para comunicarse con periodistas.
Excluir a los que no le agradan al jefe o jefa, incluir en la lista para preguntar nada más a los amistosos, reducir el número de preguntas o de plano evitar la realización de conferencias de prensa, revelan el límite y la estatura de quienes aspiran a ocupar un cargo público.
En cambio, aquel o aquella que responda todas las preguntas, sean cómodas o incómodas; acepte la participación de la mayoría o la totalidad de quienes quieran cuestionarlo o cuestionarla; demuestre en los hechos y dichos ser partidario de la transparencia y hago efectivo el derecho a la información de la sociedad, sin duda ganará puntos para la elección que viene.
Según redes sociales e instituciones académicas, conferencia de prensa es: reunión de periodistas frente a una figura pública o figuras públicas que han convocado para hacer declaraciones, estableciendo de antemano si aceptaran o no preguntas.

Por fin y para acabar con cualquier clase de especulación Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato presidencial asesinado en 1994, se descartó para competir el próximo año.
A pesar de las encuestas de medios de comunicación que lo colocaron entre los primeros lugares, sin invertir un solo centavo en su promoción, de las encuestas de su partido Movimiento Ciudadano donde aparece en primer lugar y de los deseos de su líder Dante Delgado, no quiere participar en 2024.
Tienes sus razones, muy válidas, las enumeró, sin entrar en detalles de lo que ha sido la catapulta para su crecimiento político. Es innegable que obedece a que es hijo del malogrado candidato sonorense, porque su padre dejó una historia que caló hondo en el ánimo de la sociedad. Imborrable.
Nadie ha olvidado ni olvidará el suceso trágico, ahí están los videos de Lomas Taurinas, los documentales, las películas, el autor material del asesinato en la cárcel, el autor intelectual inexistente, las diversas investigaciones periodísticas y judiciales, los discursos del mismo Colosio, la cultura del esfuerzo y ver un pueblo con sed de justicia, para recordarlo.
Lo sucedido al padre explica la fama del hijo. La gente es sensible y solidaria en este tipo de casos, no es para menos.
Cuando mataron a su padre era un niño y niño cuando su madre fue víctima de cáncer. Huérfanos él y su hermana desde la infancia. No les faltó el cariño de la familia, tampoco el financiamiento y manutención del empresario Ricardo Canavati Tafich.
Una vez adulto, Colosio se ocupó en recabar información sobre su padre, sobre su madre. Averiguar quiénes fueron realmente los amigos e identificar quiénes se colgaron de la tragedia para satisfacer intereses personales. No es casual ni gratuito el rechazo al partido en el que militó su progenitor.
Hasta ahora su popularidad se la debe a su padre.
Es cierto que no es improvisado, tiene formación académica, ha construido su trayectoria y entorno, nada más que de no ser por su nombre y apellidos, no hubiera llegado a ser diputado local ni alcalde de Monterrey, una de las ciudades más importantes del país.
Lo sabe. Lo que tiene y ha logrado no sería suficiente para aspirar a ser candidato a la presidencia de la República. Le falta experiencia y equipo humano, encontrar a quienes realmente serían útiles para emprender una misión de ese tamaño. Descubrir quienes están a su lado por vocación de servicio y no solo para tratar de enriquecerse en la política.
El tiempo dirá si consigue el sueño de su padre, ser presidente de México.
Por ahora, está justificado que decline competir para 2024, es muy joven y le falta experiencia administrativa. También ha dicho que no quiere ser factor que divida a la oposición.
De sus justificantes, para hacerse a un lado de la competencia del próximo año, el que más peso tiene es la responsabilidad de padre, la responsabilidad con sus hijos. El convivió pocos años con sus papás. Su padre más interesado en ser candidato presidencial y su madre atrapada por el cáncer que acabó con su vida.
Luis Donaldo quiere que los hijos crezcan a su lado, quiere disfrutarlos, guiarlos. Para él la familia es primero. El mejor argumento para descartarse de la sucesión presidencial.

En política nacional se puede hablar de tres fenómenos electorales en años recientes; casos de personajes que remontaron adversidades y campañas en contra para competir por la presidencia de México.
1.- Cuauhtémoc Cárdenas perdió oficialmente en 1988. Hubo dudas sobre el resultado final. Fue un proceso donde la campaña del ingeniero, candidato del llamado Frente Democrático Nacional, no existió para la mayoría de los medios.
Jacobo Zabludovsky, en su programa de noticias en la televisión comercial, entrevistó a dos hermanos de Cuauhtémoc que se concretaron a criticar a su pariente, nada más.
A pesar de la escasa presencia mediática, el ingeniero Cárdenas, hijo del general Lázaro Cárdenas quien nacionalizó la industria petrolera, dio gran susto al abanderado oficial, tanto que calló o se le cayó el sistema a la Comisión Federal Electoral que presidía Manuel Bartlett, encargada de la organización de las elecciones, justo cuando crecía la captación de votos a favor del opositor.
Dicha comisión se vio obligada por los partidos a difundir la noche de la elección el comunicado que decía que todavía no estaba en condiciones de dar a conocer resultados. Comunicado minimizado mediáticamente. Lo que tuvo gran despliegue informativo fue la conferencia de prensa del PRI que anunció el triunfo de su candidato.
Cárdenas fue fenómeno electoral porque obtuvo votos a pesar de que no existió su campaña para los medios.
2.- Vicente Fox, como gobernador de Guanajuato, adelantó que buscaría la candidatura presidencial, mucho antes de que el panismo lanzara la convocatoria para registro de aspirantes. Arrasó en la elección interna de su partido y ganó la elección constitucional en 2000.
Su estilo ranchero, lenguaje directo como “hoy, hoy, hoy” para evitar posponer acciones de campaña, su compromiso para acabar con las alimañas, víboras prietas y tepocatas y presumir que sería capaz de resolver el conflicto de Chiapas en 15 minutos, ayudaron a construir una imagen que permitió, después de más de 70 años, quitarle el poder presidencial al partido tricolor.
Fue fenómeno, porque venció al “invencible”.
3.- Andrés Manuel López Obrador hizo campaña 18 años en búsqueda de la presidencia de la República. En dos ocasiones no logró el resultado esperado. La tercera fue la vencida. Arrolló en el proceso electoral de 2018. Su popularidad, su lema primero los pobres y compromisos de candidato para bajar precios de combustibles y acabar la corrupción, le dieron 30 millones de votos. Desapareció de la escena política a sus adversarios. Basó la difusión de su campaña en redes sociales que llamó “benditas”
Fue fenómeno electoral porque su perfil no solo hizo ganar a Morena la presidencia de la República sino también la mayoría calificada en el poder legislativo, en la Cámara de Diputados y en el Senado.
Independientemente del estilo de cada uno de estos tres personajes, la congruencia y credibilidad contribuyeron a que se convirtieran en fenómenos electorales.
La sociedad ha aprendido a valorar a los o las aspirantes, aunque no aparezcan en los medios, como sucedió en el caso de Cárdenas.
Tienen peso significativo la autoridad moral, trayectoria, el discurso, la empatía y conectar con la gente.
Al final, el resultado es lo que revela si alguna o alguno alcanzó el nivel de fenómeno electoral.

El Dante de esta historia no es el poeta y escritor Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia, una de las obras maestras de la literatura mundial, activista político y defensor de la unidad italiana quien murió en el exilio, sino el veracruzano Dante Delgado Rannauro, convertido en el fiel de la balanza de la elección presidencial de 2024.
Lo que haga o deje de hacer con su partido Movimiento Ciudadano marcará diferencia, favorecerá a una de las alianzas y perjudicará a la otra o sería el único ganador.
No es novato en la política nacional. El 23 de diciembre cumplirá 73 años de edad. Historial salpicado de triunfos y fracasos, aciertos y desaciertos, de momentos felices como cuando fue gobernador interino de Veracruz o amargos al pisar la cárcel, acusado por desvío de recursos, aunque también existe la versión de que su encierro fue producto de las diferencias que tuvo con el presidente Ernesto Zedillo.
Impetuoso, sobrado y rudo opositor. Beneficiado y resentido del priísmo. En sus buenos tiempos con el tricolor, también fue procurador agrario, representante permanente ante la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y embajador de México en Italia, país donde seguramente conoció más del poeta y escritor Dante Alighieri.
Fundó el partido Convergencia en 1997 y en 2011 lo transformó en Movimiento Ciudadano.
Actual senador y líder de su partido.
En 2006 y 2012 se la jugó con Andrés Manuel López Obrador y perdió. En 2018 creyó que lo mejor era el PAN con Ricardo Anaya y también perdió.
Le gusta la poesía, no tanto como a Dante Alighieri. En la fachada de la sede nacional de su partido se puede leer la frase “la política es la prosa que la poesía necesita”. No es suya. Queda claro que ama la política, nada más que a su manera, con sus propias reglas e intereses.
Para el 2024 pareciera que deshoja la margarita y que no ha decidido con quien se la va a jugar.
A través de cartas abiertas, ha sido rudo en sus críticas contra el inquilino de Palacio Nacional. Ninguna ha recibido respuesta, al menos pública, ni por escrito ni en la conferencia mañanera.
La posición asumida en los pasados comicios de Coahuila y el Estado de México no dejó duda con quien está su corazón. El frente opositor no lo quiere aceptar y prefiere conservar la esperanza de que tarde o temprano va a sumarse.
No fue casual que se autoexcluyera de la competencia en Edomex, a pesar de que tenía al senador Juan Zepeda con reconocida presencia estatal. Tampoco que repita y repita que con el PRI ni a la esquina y mucho menos que sostenga que Movimiento Ciudadano participará solo en 2024.
No le quita el sueño tener opiniones encontradas con su compañero de partido y gobernador de Jalisco Enrique Alfaro.
Cacarea que Movimiento Ciudadano puede solo, no con aliados desacreditados, ganar la elección presidencial.
Más vale que no lo subestimen, porque si Luis Donaldo Colosio Riojas, quien ha aparecido en las encuestas en los primeros lugares sin gastar un solo peso en promoción, decide finalmente aceptar la candidatura naranja, podría dar el campanazo el próximo año.
El veracruzano Dante no es Alighieri, tampoco poeta ni escritor. Es un tipo curtido en la política nacional, que suspira por poner en su honda el apellido Colosio (en vez de piedra como lo hizo David) para tirárselo a Goliat (representado por las alianzas opositora y morenista) y derrotarlo.

Se avecina una prueba de fuego en materia electoral para la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Senado, relacionada con la calificación de la elección presidencial de 2024.
El 31 de octubre de este año los magistrados José Luis Vargas Valdez e Indalfer Infante Gonzáles concluyen su etapa como integrantes de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de Federación (TEPJF), por lo que la Corte, en las próximas semanas, deberá proponer las ternas para que el Senado, en su periodo ordinario que arranca en septiembre, con el voto de las dos terceras partes de los asistentes a la sesión plenaria, elija a los dos sustitutos.
La Corte deberá presentar propuestas impecables y el Senado alcanzar la mayoría calificada para aprobarlos o aprobarlas.
Asunto crucial para la calificación de la elección presidencial del próximo año. Hay que ver lo que dicen los artículos 99 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el 167 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
El artículo 167 señala:
“Para hacer la declaración de validez y de presidenta o presidente de los Estados Unidos Mexicanos, o para declarar la nulidad de la elección, la Sala Superior deberá sesionar con la presencia de por lo menos seis de sus integrantes”.
Con la salida de Vargas e Infante, la sala se quedaría con tres magistrados y dos magistradas (cinco), uno menos de lo que pide la ley.
De no ponerse de acuerdo los senadores, que hasta la fecha tienen pendiente más de 70 nombramientos y ratificaciones de servidores públicos, la misma ley ofrece una alternativa para estos casos: “la ausencia será suplida por el magistrado o la magistrada de Sala Regional con mayor antigüedad, o, en su caso, de mayor edad”.
¿Se escogería al de mayor edad o al de mayor antigüedad? Si bien dominan el tema electoral, serían emergentes, estaría claro que el poder legislativo nunca los seleccionó para estar en la Sala Superior.
En términos de ley estaría resuelto el problema de las vacantes, nada más que por lo competida que puede ser la elección presidencial, el tema sería controvertido, podría generar suspicacias y motivos en alguno de los partidos competidores para cuestionar la calificación.
El artículo 99 de la Constitución señala:
“La Sala Superior realizará el cómputo final de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, una vez resueltas las impugnaciones que se hubieren interpuesto sobre la misma, procediendo a formular, en su caso, la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos”.
Por paridad de género, la Corte tendría que decidir si manda al Senado dos ternas de mujeres o una de hombres y otra de mujeres. En el primer caso, si fueran electas, el tribunal quedaría conformado de 4 mujeres y tres hombres. En el segundo caso los hombres seguirían siendo mayoría.
En los siguientes días la Corte deberá publicar su convocatoria para integrar las ternas, asegurarse de seleccionar a los más capaces, probos, especialistas en materia electoral y garantía de imparcialidad, para evitar que pudieran ser impugnados en el Senado, sobre todo ahora que no andan en su mejor momento las relaciones entre los poderes.
Además, en la actual legislatura, los senadores no se han caracterizado por ponerse de acuerdo para conseguir mayoría calificada y votar decenas de nombramientos pendientes.
La ley es muy clara, la Sala Superior del tribunal electoral requiere el voto de seis magistrados para calificar la elección presidencial y declarar presidente electo a quien resulte ganador.

Se avecina una prueba de fuego en materia electoral para la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Senado, relacionada con la calificación de la elección presidencial de 2024.
El 31 de octubre de este año los magistrados José Luis Vargas Valdez e Indalfer Infante González concluyen su etapa como integrantes de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de Federación (TEPJF), por lo que la Corte, en las próximas semanas, deberá proponer las ternas para que el Senado, en su periodo ordinario que arranca en septiembre, con el voto de las dos terceras partes de los asistentes a la sesión plenaria, elija a los dos sustitutos.
La Corte deberá presentar propuestas impecables y el Senado alcanzar la mayoría calificada para aprobarlos o aprobarlas.
Asunto crucial para la calificación de la elección presidencial del próximo año. Hay que ver lo que dicen los artículos 99 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el 167 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
El artículo 167 señala:
“Para hacer la declaración de validez y de presidenta o presidente de los Estados Unidos Mexicanos, o para declarar la nulidad de la elección, la Sala Superior deberá sesionar con la presencia de por lo menos seis de sus integrantes”.
Con la salida de Vargas e Infante, la sala se quedaría con tres magistrados y dos magistradas (cinco), uno menos de lo que pide la ley.
De no ponerse de acuerdo los senadores, que hasta la fecha tienen pendiente más de 70 nombramientos y ratificaciones de servidores públicos, la misma ley ofrece una alternativa para estos casos: “la ausencia será suplida por el magistrado o la magistrada de Sala Regional con mayor antigüedad, o, en su caso, de mayor edad”.
¿Asunto resuelto?
Sí, en términos de ley, nada más que por lo competida que puede ser la elección presidencial, el tema sería controvertido.
El artículo 99 de la Constitución señala:
“La Sala Superior realizará el cómputo final de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, una vez resueltas las impugnaciones que se hubieren interpuesto sobre la misma, procediendo a formular, en su caso, la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos”.
Por paridad de género, la Corte tendría que decidir si manda al Senado dos ternas de mujeres o una de hombres y otra de mujeres. En el primer caso, si fueran electas, el tribunal quedaría conformado de 4 mujeres y tres hombres. En el segundo caso los hombres seguirían siendo mayoría.
En los siguientes días la Corte deberá publicar su convocatoria para integrar las ternas, asegurarse de seleccionar a los más capaces, probos, especialistas en materia electoral y garantía de imparcialidad, para evitar que pudieran ser cuestionados en el Senado.
Los senadores que no se han significado por ponerse de acuerdo para conseguir mayoría calificada y votar nombramientos pendientes, deberán buscarla en el procedimiento de elección de dos magistrados o magistradas de la sala superior del TEPJF.
Es muy clara la ley, el tribunal electoral requiere el voto de seis magistrados para calificar la elección presidencial.

En estos tiempos a la gente ya no se le puede engañar. Conoce a los aspirantes de los distintos partidos. Sabe sus historias, sus debilidades y fortalezas. Tiene registrado el resultado de los gobiernos. Identifica a los dirigentes por sus dichos y obras.
Ni olvida y mucho menos perdona. Pareciera que a veces se borran de su mente algunos episodios. Puede ser, por el paso del tiempo y si los personajes involucrados desaparecen de la escena. No es el caso cuando los sucesos son recientes y menos si los actores siguen activos.
En el supuesto de que fallara la memoria, ahí están los partidos y los mismos actores políticos para recordarse entre ellos sus locuras, escándalos, acusaciones de corrupción, desvío de recursos públicos, enriquecimientos inexplicables y lo que pueda ser considerado como mancha en el expediente. Es lo que se llama “guerra sucia”, porque no importa que sea cierto o falso. El objetivo es tiznar, desacreditar al adversario, con lo que sea.
Se acentúa la “guerra sucia” cuando está de por medio o en disputa el poder presidencial. Se dan con todo. Por supuesto que el proceso de 2024 no sería la excepción.
El bloque opositor da la impresión de haber encontrado una aspirante (Xóchitl Gálvez) a prueba de ácido, con caparazón de tortuga o armadillo para resistir la ola de ataques, con pasado indígena, empática, amigable, coloquial en su lenguaje e ingeniera de profesión. Sin militancia partidista, aunque identificada con el color azul, en la política y en el deporte.
La critican por sus patrocinadores. La falta de congruencia, por sus antecedentes izquierdistas y ahora estar al servicio del bando contrario. En política, como diría alguna vez el extinto afamado profesor y próspero empresario Carlos Hank González: “un político pobre, es un pobre político”.
Si el político es pobre, no le queda más remedio que buscar financiamiento o aceptar el apoyo de los mecenas de la política, indispensable para aspirar a un cargo público, del nivel que sea.
También está en la competencia otra indígena (Beatriz Paredes) con amplia experiencia de gobierno. Su inteligencia es reconocida por propios y extraños. Respetada por adversarios. Nunca ha sido ostentosa. Tampoco se sabe que se haya enriquecido. Presume que “no tiene cola que le pisen”. Milita en el partido tricolor y no lo niega.
En el caso de México, para llegar a las alturas, se requiere la postulación de los partidos políticos. Por la vía independiente, como están las reglas electorales, el fracaso es seguro. Jaime Rodríguez “El Bronco”, en 2018, quedó muy lejos de los primeros lugares.
Así que las dos necesitan de la alianza PRI, PAN y PRD. Ambas tienen buena imagen. No se puede decir lo mismo de sus aliados, en particular del dirigente priísta Alejandro Moreno Cárdenas. Fue sometido a un desgaste desde Campeche, su estado natal, que por poco lo lleva a los tribunales, acusado de enriquecimiento ilícito. Exhibieron con grabaciones sus debilidades y los detractores no dudarán en volverlas a utilizar.
La imagen de “Alito”, aunque no lo digan, les perjudica. Es el dirigente incómodo. Y lo peor para ellas es que Alejandro no tiene planes de renunciar. Está en chino que la gente perdone u olvide lo hecho por su aliado.

Al menos en las encuestas, la competencia por la candidatura de Morena a la presidencia se ha centrado en Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Nada extraño ni sorpresivo porque desde el arranque de la carrera, los dos tomaron la delantera sobre los otros aspirantes. Sigue la ventaja. En la recta final se ve difícil que puedan ser alcanzados.
Nada más que las encuestas valederas para la nominación del candidato o candidatas serán las que patrocine el partido Morena, no las de los medios ni empresas interesadas. De cualquier manera, son una referencia. Ya se verá si terminan por coincidir con las oficiales.
Los dos tienen bien puesta la camiseta guinda. Quien pierda no va a buscar otro partido, Claudia para nada ha considerado esa posibilidad, está casada con el proyecto de la 4T. Marcelo, por estrategia, ha soltado la versión de que no tolerará una chicaneada.
Ambos saben que se respetará el resultado de las encuestas, porque de lo contrario se pondría en riesgo el triunfo el próximo año.
Si Claudia perdiera el proceso interno, para el 2024 tendría la opción de coordinar la bancada de su partido en el Senado. Lo mismo si el derrotado es Marcelo. Ninguno planea incorporarse al gabinete y quedar bajo las órdenes del titular del Ejecutivo, en el supuesto de que su partido sea el ganador de la elección presidencial. Preferirían el trabajo legislativo.
La advertencia de Marcelo va en ese sentido, asegurarse que compita por la continuidad el mejor posicionado en el ánimo de la sociedad, quien de verdad gane las encuestas.
Por lo que ha dicho y escrito, Marcelo no va a traicionar al Movimiento de Regeneración Nacional. Tampoco acabará su carrera política si las encuestas no le favorecen.
La persecución que sufrió en el sexenio anterior, cuando con toda su familia tuvo que irse a vivir a Francia, descartó la posibilidad de atender los llamados del bloque opositor. La oposición se convenció de que era inútil ofrecerle la candidatura y por eso empezó a buscar otra alternativa.
Tampoco Marcelo ha considerado la opción de Movimiento Ciudadano. Tiene la amistad y el reconocimiento de Dante Delgado, nada más que jamás ganaría la presidencia con las siglas MC, porque carece de estructura nacional y la más reciente prueba de ello fue su desistimiento para participar en los procesos del estado de México y Coahuila.
Nadie pone en duda las cualidades políticas de Ebrard. Ha sido y es uno de los mejores cuadros del actual grupo en el poder. Funcionó en la administración como el comodín en el juego de cartas. Todo lo que le encargó el presidente, supo hacerlo, aunque no fuera del ámbito diplomático. Fue más que un secretario de Relaciones Exteriores.
Marcelo Ebrard cuenta con un equipo que lo ha seguido y sigue en sus proyectos, gente que no dudó en anticipar sus renuncias y ponerse a trabajar por la candidatura presidencial.
Por ese perfil y su grupo, de no ser el candidato, tendría mayor desarrollo en el poder legislativo que en el gabinete.
Claudia es la favorita. El detalle es que, en política, nada es hasta que es. En la historia nacional, más de uno ha visto desvanecer sus aspiraciones en el último momento. Parece cantada su nominación. Solo le falta que las encuestas de su partido la den como ganadora.

El sistema de justicia no debe ser utilizado para agredir a periodistas, dijo Arturo Zárate Vite al intervenir en el Conversatorio “Participación Ciudadana para la Transformación del Poder Judicial”, organizado por la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados.
Lamentó que a la ola de agresiones que sufren periodistas y que han convertido a nuestro país en uno de los más riesgosos para ejercer la profesión, ahora se sume la acción de quienes pretenden sorprender a instancias judiciales para cobrar venganzas.
Relató el caso en el que ha sido víctima de la actuación irregular de juzgadores, proceso que ya tiene más de 10 años y que está siendo revisado en la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Con detalle precisó ante legisladores que nunca fue citado por el Ministerio Público para responder a las imputaciones que le hacían, detenido y llevado al reclusorio de máxima seguridad de El Altiplano como si fuera delincuente peligroso, torturado en el penal y su situación jurídica no se resolvió en las 72 horas que establece el artículo 19 de la Constitución.
Además, recordó que después de haber obtenido dos resoluciones de inocencia y cuando el proceso ya estaba cerrado porque la contraparte nunca apeló en el tiempo establecido por la ley, el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Penal con sede en la Ciudad de México, decidió reabrirlo, sin respetar el principio de definitividad.
La cuarta edición del Conversatorio, que se llevó a cabo en el recinto parlamentario de San Lázaro, fue moderada por el diputado Hamlet García Almaguer y encabezada por Ignacio Mier, presidente de la Junta de Coordinación Política.
En ese marco el periodista Zárate Vite describió excesos de juzgadores en lo que llamó intestinos del poder judicial.
Destacó que es un clamor del pueblo mejorar la impartición de justicia en México.
También en ese mismo sentido se pronunciaron el juez Antonio Cortés Mayorga, del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, y los doctores en Derecho Hugo Concha Cantú y Javier Hurtado González.
Con la aclaración de que no hablaba en calidad de abogado general de la UNAM, Concha Cantú estuvo de acuerdo en que debe revisarse el procedimiento para elegir a ministros.
Javier Hurtado sostuvo que sí es posible elegir con voto popular a los integrantes de la Suprema Corte y que es un mito que se afecte su profesionalismo e imparcialidad.
Antonio Cortés Mayorga, quien intervino vía zoom, consideró que se requiere reforzar la transparencia y rendición de cuentas.
Por su parte, el diputado Ignacio Mier informó que las conclusiones se entregarán a ministros de la Corte en próximo Conversatorio.

Por su apariencia, las dos entradas o pérdida de cabello en la zona de las sienes, encanecimiento y surco en la frente producto del paso del tiempo, cualquiera diría que Adán Augusto López Hernández es el más veterano de los aspirantes a la candidatura presidencial de Morena. Falso. Es el más joven de los cuatro.
Si bien, por su aspecto, en comparación con los otros tres, pareciera ser el que más tributo ha pagado a la vida, es evidente que también refleja la imagen de persona reposada, mesurada. El nombre de “Augusto” que le dieron sus padres le quedó a la medida para quienes lo describen como gente que infunde y merece respeto. Cuando le tocó comparecer en el Senado (donde con mayor rigor se mide a quienes rinden cuentas al poder legislativo), convenció a sinodales que integran el grupo opositor, respondió sus preguntas. Consiguió mitigar ímpetus de violencia verbal.
¿Y qué edad tiene?
59 años.
En este 2023, el 24 de septiembre, llegará a los 60.
Claudia Sheinbaum acaba de cumplir 61 años.
Marcelo Ebrard alcanzará los 64 el próximo 10 de octubre.
Ricardo Monreal celebrará 63 el 19 de septiembre.
De los otros dos aspirantes que no militan en Morena, resulta que el senador Manuel Velasco Coello, del partido Verde Ecologista, es el más joven de todos. Apenas tiene 43 años. Gerardo Fernández Noroña, del Partido del Trabajo, 63 años.
¿Es importante la edad en la competencia por la candidatura presidencial?
Puede ser importante, no decisivo, porque ha quedado claro que los resultados de las encuestas van a indicar quien gana la candidatura.
Importa la edad porque el presidente Andrés Manuel López Obrador es partidario del relevo generacional y lo ha dicho en diversas ocasiones. Con los dos recientes nombramientos en su gabinete, dejó testimonio de su inclinación por abrirle espacio a jóvenes.
Luis María Alcalde Luján (Secretaria de Gobernación) y Marath Bolaños López (Secretario del Trabajo) tienen apenas 35 años.
También en relación con el proceso de sucesión, el presidente ha tocado el tema del relevo generacional, para continuar con el proyecto de la 4T.
López Obrador llegó a la presidencia a los 65 años y con aspecto desgastado por una campaña política de tres sexenios. Fue el de más edad en las elecciones de 2018, porque Ricardo Anaya tenía 39, José Antonio Meade 49 y Jaime Rodríguez Calderón 60.
¿Quién sería el relevo generacional en la presidencia?
El más joven de los seis es Manuel Velasco con 43 años, nada más que su incorporación a la lista de aspirantes fue de último momento y para justificar la participación del Verde Ecologista en la alianza.
Después le sigue Adán Augusto. El más joven de los morenistas.
Marcelo Ebrard sería el más viejo. Si ganara las encuestas y luego la presidencia, llegaría al poder con la misma edad que lo hizo el actual habitante de Palacio Nacional, a los 65.
Por lo tanto, por edad, nadie estaría en desventaja, los cuatro morenistas están en el rango de los 60 a 65 años.
Ni viejos ni jóvenes.
El aspecto cuenta, no hay duda; para eso disponen de especialistas en mejorar imagen. La afinan en fotografías, carteles y espectaculares, en los medios en general.
Sin embargo, lo que busca y quiere la sociedad en la presidencia es alguien que remedie problemas nacionales.

Para nadie es secreto que por muchos años al PRI le funcionó su ritual para elegir al candidato presidencial, método para sumar a todos sus sectores y agrupaciones, garantía de triunfo. Incluso la sociedad, una vez enterada de quien era el afortunado, daba por hecho que tomaría la estafeta del poder.
Otros tiempos. La hegemonía del tricolor, el ritual de la sucesión que entonces era llamado “dedazo”, porque la decisión final la tomaba el presidente en turno.
Había frases de veteranos de la política que acompañaban y fortalecían el ritual: “el que se mueve no sale en la foto”, atribuida a Fidel Velázquez, quien soló dejó la dirigencia de la Confederación de Trabajadores de México con los pies por delante, a su muerte.
Y nadie se movía. Práctica que, como todo en la vida, empezó a desgastarse, sobre todo cuando el “dedazo” ignoraba por completo voces experimentadas de la militancia e imponía su capricho, sin importar costos, enojos, diferencias y desánimo entre sus cuadros y aspirantes.
Hay un libro editado en 1983 titulado “La decisión presidencial” y escrito por Roberto Casillas, quien fuera secretario particular del presidente José López Portillo. Nadie más cercano al poder presidencial para conocer el ritual. Lo describió y detalló en su texto. Si bien en ningún momento negó el “dedazo”, dejó en claro que primero se hacían consultas en busca del consenso, para conciliar a las distintas fuerzas de la sociedad. Tiempos en los que la maquinaria priísta estaba tan bien aceitada que no existía riesgo de que se descarrilara.
Murió este ritual.
Hoy hay otro, producto de la experiencia, impregnado de nuevo estilo, armado con mucha anticipación. Nada de lo que se diga y haga, de aquí hasta el día de la elección, será casual. Hay un guion, una directriz que su autor va a cuidar y procurará que todos sus aliados la respeten.
Sería iluso suponer que el desarrollo del ritual sería improvisado. Las acciones y escenarios están acordadas desde hace meses y años. ¿Qué no dicen que el proceso de sucesión arranca a partir de que el presidente toma posesión? No solo empieza la competencia entre los aspirantes, también se prepara y va afinando la pista por donde correrán.
La primera prueba para Morena como partido en el poder. Ya se verá si funciona o no su estrategia de piso parejo y encuestas. De lo que no hay duda es que ha sido construida por un experto, que le tomó 18 años llegar a la silla presidencial y hará todo lo que pueda para que continúe su proyecto.
Por lo pronto, está a la vista que la oposición va atrás, todavía ocupada en cómo elegir a su candidato o candidata. La oposición se quedó en la lluvia de ideas, sin aterrizar ninguna. Sin preocuparse por depurar la larga lista de aspirantes, en la que hay gente que solo participa para ver cuantas rebanadas del pastel le pueden tocar. No ambicionan el pastel completo ni tienen el perfil para conseguirlo.
Hay de todos sabores y colores, revueltos aspirantes con respetada trayectoria y aspirantes con historial controvertido. La sociedad no logra saber ni identificar quien puede ser real alternativa.
Se extravió la oposición. No tiene ritual ni estrategia para la sucesión presidencial. Va acomodando piezas sobre la marcha. Improvisa y espera que sus planes de última hora le funcionen.

Antes, en los mejores tiempos del PRI, una vez que el “dedazo” descubría al tapado, se producía la famosa “cargada”, prácticamente todos los sectores y grupos del partido, acudían a levantarle la mano a quien había resultado elegido por el presidente en turno.
En el siglo pasado, cuando todavía el tricolor conservaba el poder, hubo una ocasión en que la famosa “cargada” entró en impasse, en compás de espera. En noviembre de 1993, Luis Donaldo Colosio Murrieta recibió en la residencia oficial de Los Pinos la ansiada noticia de que era el afortunado.
Salió de la casa presidencial con la emoción de quien le ha pegado al premio principal de la lotería. Había caído la noche y lo primero que hizo fue dirigirse a su casa, a prepararse para la “cargada” del día siguiente.
La “cargada” se retrasó. Las consecuencias son conocidas. En lugar de verse gozoso, prevaleció la incertidumbre en Colosio, porque uno de sus competidores internos, de los que daban por hecho sería ganador de la carrera, decidió no sumarse a la aprobación presidencial recibida por su compañero. Evidenció su descontento y provocó desconcierto entre la militancia, sobre todo al ser nombrado pacificador para el conflicto chiapaneco, los zapatistas o el EZLN se habían levantado en armas. Manuel Camacho acaparó los reflectores mediáticos.
Se llegó a tal punto que hubo necesidad de que el presidente Carlos Salinas hiciera la declaración “no se hagan bolas”, para disipar dudas sobre lo que semanas antes había decidido.
Para entonces ya habían pasado poco más de tres meses. Demasiado tiempo. El ambiente político estaba enrarecido. La “cargada” nunca se dio como se acostumbraba. De cualquier manera, las ratificaciones desde la residencia presidencial le devolvieron la tranquilidad a Colosio.
Justo cuando él y su equipo agarraban vuelo para el despegue de la campaña, le quitaron la vida en Lomas Taurinas, Tijuana.
El caso Colosio seguro que es lección para más de un partido, aunque pareciera que todavía hay quienes no saben leer o solo leen lo que les conviene y favorece a sus aspiraciones.
Toca el turno al “corcholatazo”. El procedimiento por encuesta del partido en el poder para nominar a su candidato presidencial.
Los líderes esperan que haya “cargada” tan pronto se conozca el resultado de la encuesta. La alineación de quienes no sean ganadores. Sería riesgoso para sus planes un escenario distinto.
Se han establecido candados para que nadie se salga del carril. Están advertidos de las consecuencias de irse por la libre pero también se les ha enterado de los premios que hay para los disciplinados.
Ante la falta de candidato propio y competidor, la oposición suspiró por Ricardo Monreal quien ya dejó en claro que lo suyo no es la traición. Igual Marcelo Ebrard, así lo escribió en su reciente libro “El camino de México”. Ninguno de los dos va ir en contra de los deseos de su jefe tabasqueño, que anhela que su relevo continúe con el proyecto de la 4T.
Adán Augusto López y Claudia Sheinbaum están convencidos de la idoneidad de la encuesta, dispuestos a respetar el resultado y sumarse a quien obtenga la ventaja, en el caso de que no sea uno de ellos.
Si la unidad morenista se conserva y la oposición sigue sin encontrar a su candidato, estará cantada la victoria guinda para el 2024.
La primera gran señal sería la “cargada”.

Como diría el clásico de la política, no se hagan bolas, el estado de México va a ser para el partido Morena y Coahuila será conservado por el PRI. Indicios en ese sentido, sobre todo si se revisan antecedentes y comportamiento de participantes.
Las encuestas señalan el mismo escenario. En particular las que siguen rigurosa metodología, no las que se hacen al gusto del cliente.
Veamos lo que ha sucedido en Coahuila, entidad que siempre ha sido gobernada por el partido tricolor, con desarrollo que tiene satisfecha a la sociedad, el ingreso per cápita está por arriba de la media nacional y la inseguridad no se ha desbordado como en otras entidades, donde los balazos son frecuentes y no dejan de cobrar vidas.
Escenario favorable para quienes gobiernan poco más de tres millones de habitantes. No hay protestas ni reclamos contra el mandatario en turno Miguel Ángel Riquelme, quien llega al final de su periodo con números que favorecen su administración y sin escándalos de corrupción.
Las campañas electorales tienen señales que refuerzan el pronóstico en Coahuila:
1.Manolo Jiménez Salinas es el candidato de la alianza ciudadana integrada por PRI-PAN-PRD.
2.Hubo pleno consenso en la nominación de Manolo, no causó enojos ni divisiones entre los aliados.
3.Manolo, de 38 años de edad, es ingeniero industrial egresado del Tecnológico de Monterrey y con maestría en administración pública por la misma institución. Ha sido presidente municipal en Saltillo y diputado local. Se venía desempeñando en el estado como secretario de Inclusión y Desarrollo Social.
4.Las encuestas le dan ventaja a Manolo de más de 10 puntos.
En contraste, la oposición se fragmentó a tal punto que pareciera haber aceptado por anticipado que la plaza está perdida:
1.El senador Armando Guadiana, empresario carbonero de los más ricos en su estado, tuvo complicaciones en la integración del equipo. El ex subsecretario de Seguridad federal Ricardo Mejía creía tenía bendición presidencial y por lo tanto sería el abanderado guinda; va rezagado en las encuestas con la camiseta de PT. Y el PVEM es un desastre, la dirigencia nacional verde, a una semana de la elección, apoyó a Guadiana y, el candidato ecologista Lenin Pérez Rivera decidió ignorar a sus líderes y seguir por su cuenta. A estas alturas del proceso, ni juntos Morena-PT-PVEM revertirían la tendencia que favorece al priísmo.
2.El presidente reprobó el uso de su imagen en la campaña de Mejía.
Sobre el Estado de México, hay que recordar lo siguiente:
1.Hace seis años Alfredo del Mazo, actual gobernador, contó con todo el apoyo presidencial desde Los Pinos.
2.Enrique Peña Nieto, como mexiquense, fue el primer interesado en conservar Edomex.
3.Ya no hay apoyo presidencial y el gobernador Del Mazo tampoco se ha involucrado como esperaba la militancia de su partido.
4.Movimiento Ciudadano jamás dio señales de querer sumarse a la alianza conformada por el PRI-PAN-PRD.
5.Alejandra del Moral, candidata y ex dirigente priísta en su estado, no logró la unidad ansiada en la competencia interna. Su principal contendiente, la diputada Ana Lilia Herrera, guardó distancia.
En cambio, la maestra Delfina Gómez, con todo el apoyo desde Palacio Nacional, logró sumar a sus competidores internos:
1.Horacio Duarte es su coordinador de campaña. Nadie pretendió cambiarse de bando. El senador Higinio Martínez también se incorporó al equipo, como delegado especial.
2.Las encuestas le dan la ventaja a Delfina. Pasará a la historia por ser la candidata que sepultó al famoso Grupo Atlacomulco, que por muchos años mantuvo influencia, no solo estatal sino nacional.
3.Movimiento Ciudadano hizo su trabajo para favorecer a Delfina: le negó la candidatura a Juan Zepeda y, a unos días de la elección (4 de junio) pintó públicamente su raya y dijo que con el PRI, no va ni a la esquina.
Así que no se hagan bolas, Coahuila pinta para seguir siendo tricolor y el estado de México se pondrá la camiseta guinda.

Hasta ahora lo que tiene la oposición es una lista de aspirantes a la candidatura presidencial, sin que ninguno despunte o empiece a consolidarse como serio rival del actual grupo en el poder.
La lista es larga, cada partido que integra la alianza, cuenta con sus respectivos prospectos.
Es alianza incompleta, porque no se ha sumado ni parece que se vaya a sumar Movimiento Ciudadano. El líder Dante Delgado tiene sus propios planes y tiempos. Por más que le hablan al oído, no ha cedido ni decidido incorporarse al bloque opositor.
¿Creerá que MC, solo, puede ganar la presidencia, con el argumento de que es el partido menos desacreditado?
Cierto que gobierna Nuevo León y Jalisco, dos de los tres estados más importantes de nuestro país, sobre todo por su desarrollo económico. Nada más que para ganar la elección presidencial se requiere presencia y seguidores en todas o en la mayoría de las entidades.
Movimiento Ciudadano no tiene estructura nacional. Quizás considere que para ganar sería suficiente con nominar al mejor candidato, alguien extraordinario y maravilloso para atraer el voto de millones de mexicanos. ¿Quién? ¿El gobernador de Nuevo León? ¿El gobernador de Jalisco? ¿El alcalde de Monterrey? Personajes locales o estatales, sin alcance nacional.
No es ocioso que, en el bando contrario, en el grupo que gobierna, sus principales figuras recorran la República. Saben que es necesario identificarse y darse a conocer en el país, pisar las 32 entidades, con tiempo, como lo están haciendo, no en la última hora.
A la oposición se le agota el tiempo. Son tantos sus aspirantes que resultará complicado que alguno de ellos cuaje. Sus esfuerzos están fragmentados. Es lo que está a la vista.
Si una vez que resuelvan quien va a ser su candidato o candidata, todos los demás aspirantes se le suman, entonces el grupo gobernante tendría motivos para preocuparse.
No es lo que ha caracterizado a quienes compiten por esa candidatura, hay que revisar lo que ha sucedido en los partidos. Por lo general, los que no son elegidos, se desentienden de la campaña presidencial.
Además, para el 2024 la oposición sabe de la importancia que Movimiento Ciudadano participe en la alianza. Aportaría los votos que podrían asegurar la diferencia en el resultado de la elección.
El panorama no es el mejor para la oposición:
1.- Hasta ahora no tienen a ningún aspirante perfilado para que se convierta en el deseado candidato o candidata.
2.-El tiempo se le agota para darlo a conocer a todo el país.
3.-No hay ninguna figura nueva entre sus aspirantes.
4.-El nombre del alcalde de Monterrey es conocido a nivel nacional porque así se llamaba su padre asesinado en1994.
5.-Movimiento Ciudadano quiere competir por su cuenta, a pesar de que sabe que su fuerza sería insuficiente para ganar.
6.-La campaña contra el gobierno en turno, sin nadie que sepa capitalizarla, podría volverse un bumerang.
Ante ese escenario y entre más se tarde en definir a su principal aspirante, la oposición puede irse despidiendo de su sueño de recuperar la presidencia el próximo año.
Necesitaría un milagro político, un personaje sacado de la manga, sorprendente y popular.
Hasta ahora, no se ve por ningún lado.

Tanto a Marcelo Ebrard como a Ricardo Monreal la oposición les ha coqueteado. Explicable porque los opositores, por más que deshojan la margarita, no encuentran a nadie que pueda representarlos en 2024 con posibilidades reales de ganar la presidencia.
Hubo un momento en que Monreal pareció estar a punto de dar ese paso, cuando en el Senado tenía los votos suficientes, de la oposición, para asumir la presidencia de la mesa directiva. Su bancada guinda estaba dividida y en ese trance el ofrecimiento de sus adversarios, que, por supuesto no era gratuito, implicaba el rompimiento con la 4T y Andrés Manuel López Obrador. Desistió.
Le dolía que el presidente lo desairara, que no lo hubiera incluido desde el principio como aspirante a la candidatura de Morena. Lo hizo con el paso del tiempo, sin festinar, forzado, en medio del enfriamiento de sus relaciones. Ya no se veían con regularidad.
Sin duda López Obrador le conoce fortalezas y debilidades. Seguro que cuenta con información que lo eleva y otra que lo desnuda como aspirante al grado de ponerlo en jaque político. A estas alturas, el presidente lo sabe todo y de todos, por eso a veces la rudeza en su oratoria, con la certeza de que el mensaje será recibido por el destinatario o destinatarios.
No ha sido casual que el propio Monreal haya reconocido la pérdida de control de su grupo parlamentario en el Senado. Para eso han trabajado quienes llegaron al edificio de Insurgentes y Reforma con la encomienda de quienes suspiran por la candidatura presidencial. El enemigo en casa.
Tiene información, estimaciones y versiones, desde hace varios meses, de que la oposición no va a ganar en el 2024 y tampoco él va a ser nominado candidato a la presidencia por el partido en el poder.
En ese escenario, más le vale negociar y amarrar una posición para el siguiente sexenio, empleo para su equipo. Es lo que decidió hacer. Estaba visto que medir fuerzas con el presidente lo llevaría al precipicio, a quedarse como el perro de las dos tortas, sin nada.
Por experiencia, como veterano de la política, optó por lo seguro, seguir dentro del presupuesto oficial, para no caer en el error de quedar fuera y difuminarse del escenario nacional.
Es el mismo caso de Marcelo Ebrard. El presidente sabe de sus fortalezas y debilidades. Nadie le niega al canciller sus capacidades en el servicio público, sería un gran candidato, ideal para la oposición. Incluso, hasta la fecha, los opositores tratan de conquistarlo. Es el que más les convence y simpatiza porque no es izquierdoso de cepa, sino moderado.
Cuando fue perseguido en el gobierno de Enrique Peña Nieto, porque era considerado culpable de la filtración informativa sobre la casa blanca de la esposa del mexiquense, Ebrard no se refugió en un país del tercer mundo, sino en Francia, donde tiene raíces familiares.
El propio Ebrard ha contado que lo querían meter a la cárcel. Regresa y reaparece en la política nacional a la sombra de López Obrador. No sólo lo protegió, lo integró al gabinete presidencial.
Obvio que ni Monreal ni Ebrard son suicidas, tampoco malagradecidos. Se la deben al presidente y harán lo que les diga dentro de la estrategia para que Morena conserve el poder en 2024.
“Amor con amor se paga” (frase presidencial) y así le van a corresponder el senador y el secretario de Relaciones Exteriores al presidente.

En el Plan B de la reforma electoral no puede estar todo mal, algo bueno debe tener y por ello la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se va a tomar su tiempo para revisarlo a fondo, para decidir si lo anula todo o solo partes que sean contrarias a la Constitución.
Los que se oponen a dicho plan aprobado por el poder legislativo, lo ven como riesgo para la democracia mexicana, para la organización de las elecciones de 2024. No quieren saber nada del texto. Por lo pronto celebran que el ministro Javier Laynez Potisek haya suspendido su aplicación.
Oposición e inconformes del Instituto Nacional Electoral (INE) no han dudado en presentar controversias constitucionales ante el máximo tribunal de nuestro país. Esperan que el máximo tribunal deseche el documento.
En contraste, los que elaboraron la reforma y que niegan que pretendan acabar con el instituto electoral, argumentan que buscan perfeccionar la actuación del citado organismo y evitar desperdicios presupuestales. Están convencidos de que se gasta demasiado dinero, de que hay derroches y que son inmorales las percepciones de los consejeros.
Son posiciones radicales, declaraciones encontradas, valoraciones válidas y exageraciones.
No tiene lógica, ningún sentido que el actual grupo en el poder aspire a terminar con el organismo electoral.
¿Para qué? ¿Para asegurar el triunfo en 2024? ¿Para burlar la voluntad popular? ¿Para hacer trampa?
Hay que recordar la forma en que ganó las elecciones presidenciales de 2018, arrasó compitiendo con las actuales reglas. Obtuvo la presidencia de la República sin el menor asomo de duda y alcanzó la mayoría necesaria en el poder legislativo para realizar reformas constitucionales.
Tampoco olvidar que el actual grupo en el poder no se ha dejado de quejar de lo sucedido en el proceso electoral de 2006, donde la diferencia entre el primero y segundo lugar fue menor a un punto. Siempre ha creído que hubo fraude, que le ganaron a la mala. Al final, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirmó el triunfo del candidato oficial, sin dejar de subrayar el riesgo que significó para la equidad de la competencia la intromisión del entonces presidente Vicente Fox. Así está en el expediente.
Entonces, ¿por qué ahora el mismo grupo impulsaría una reforma que pudiera poner en duda el resultado de 2024 si es de lo que más se quejó en 2006, al grado de cerrar por varios meses la avenida Paseo de la Reforma, en perjuicio de los habitantes de la Ciudad de México?
Seguro que la reforma no es perfecta y pareciera desechar lo avanzado, lo que está probado que funciona. Por ejemplo, la estructura de las vocalías ejecutivas, integradas por cinco personas. Lo que hacen cinco personas en la actualidad, sería excesivo que en lo sucesivo lo haga una. Otro caso es la composición de los comités distritales, pasarlos de seis a cuatro consejeros.
En contraste, uno de los puntos a favor es que los votos empezarían a ser contados por los consejos distritales el mismo día de los comicios, ya no tendrían que esperarse hasta el miércoles. Lo que no se termina de entender y suena a duplicidad es que al mismo tiempo operaría el programa de resultados preliminares.
Cada quien ve lo que le conviene, voces en contra y a favor. Ni todo es negro ni todo es blanco en la vida y en la política.
Si la Suprema Corte de Justicia de la Nación le dieran toda la razón a los que se oponen al plan B, en 2024 se volvería a competir con las reglas aplicadas en 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador al frente de la llamada izquierda alcanzó 30 millones de votos.

Los presidentes de México de extracción priísta perdían el poder en el momento en que se “destapaba” al candidato. Medios, políticos y grupos económicos se concentraban en la nueva figura nacional.
Se inundaba de propaganda la vía pública, la prensa escrita, la radio le daban prioridad a lo que hacía y decía. Veían como un hecho que ganaría las elecciones. Toda una maquinaria material y humana para favorecerlo, aunque no siempre se logró el éxito deseado. Hay que recordar 1988 cuando el sistema se cayó o calló ante la votación alcanzada por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, a pesar de su raquítica presencia mediática. Quedaron dudas, hasta la fecha, sobre el resultado que favoreció al candidato oficial.
En ese entonces, los medios, la mayoría, al día siguiente de las elecciones, dedicaron los titulares a la información proporcionada por el propio PRI que anunciaba a su candidato como triunfador. Ignoraron a la extinta Comisión Federal Electoral que estaba titubeante con la caída del sistema.
En el 2000 se desfiguró la supremacía tricolor. Ernesto Zedillo que nunca se distinguió por la querencia con su partido y prefirió guardar lo que llamó la sana distancia, no dudó en reconocer el triunfo de la oposición, los números que favorecían a Vicente Fox.
Pronto apareció en los medios para dar fe de las cifras proporcionadas por el entonces IFE, con José Woldenberg al frente del instituto electoral. De esa manera desactivar cualquier tentación por maniobrar y alterar lo que ya era inevitable, el final de la era tricolor.
Zedillo no quería a los priístas, porque aun cuando lo nominaron por órdenes de quien entonces vivía en la residencia oficial de Los Pinos, sabía que nunca fue bien visto en el partido. Tenía claro que era objeto de burlas y que jamás le dieron su lugar como coordinador de la campaña de Colosio. Así que se desentendió del proyecto de Francisco Labastida. No se entristeció por la entrega del poder y mucho menos se puso a llorar.
Atrás quedó esa práctica de que el candidato oficial, una vez “destapado”, asumía el control del país y relegaba a segundo plano a quien estaba por concluir seis años de gobierno.
Fox conservó el poder presidencial hasta el último minuto. Quería que Santiago Creel fuera el candidato. No lo consiguió, se le adelantó Felipe Calderón. Obligado por las circunstancias intervino en el proceso electoral, hizo campaña por el PAN para evitar el arribo de Andrés Manuel López Obrador. Ahí nació la frase “es un peligro para México” contra el candidato de izquierda.
Calderón también conservó el poder hasta el último minuto. Josefina Vázquez Mota no fue la mejor candidata y llevó a su partido al tercer lugar en la elección presidencial. Calderón le regresó el poder al PRI.
Enrique Peña Nieto también conservó el poder hasta el último minuto. Nunca se lo cedió al candidato. José Antonio Meade no pudo remontar la imagen de corrupción del gobierno en turno.
Todo indica que también el presidente Andrés Manuel López Obrador conservará el poder hasta el último minuto. Su popularidad y la identificación que tiene con la gente, sobre todo con la de escasos recursos, los pobres que son mayoría en México, sería determinante para el resultado que obtenga el candidato de Morena en 2024, sea quien sea, mujer u hombre.

Hasta ahora, en la oposición, no ha surgido la figura que pueda ser el gran competidor en el proceso presidencial de 2024. Hay muchos nombres, ninguno apuntalado para encabezar la alianza. Cada uno, cada una, va por su lado, con la meta de alcanzar el consenso de las distintas fuerzas.
Movimiento Ciudadano tiene más que decidido que va a participar solo, convencido de que tendría crecimiento como partido y posibilidades de ser digno contendiente. En realidad, salvo algunos estados donde gobierna (Jalisco y Nuevo León, dos de los tres más importantes del país), carece de la fuerza nacional que se requiere para estos casos. De cualquier manera, nada lo hará cambiar de parecer.
Su dirigencia ofreció que para este fin de año contaría con proyecto de gobierno. Todavía no lo hace público. Entre sus potenciales candidatos están Luis Donaldo Colosio, Enrique Alfaro y Samuel García. El mejor posicionado, al menos en encuestas, es el alcalde de Monterrey, hijo del malogrado candidato, del mismo nombre, asesinado en Tijuana en 1994. Samuel, gobernador de Nuevo León, apenas acaba de pedir que lo anoten para la carrera.
A la oposición, aunque no lo admita, el tiempo se le agota. Sigue sin definición y sin importarle recientes experiencias que empezaron a promoverse con mucha más anticipación. ¿Se acuerdan de Vicente Fox? Se auto destapó e hizo carrera desde que era gobernador de Guanajuato. Felipe Calderón, igual. Sorprendió a sus propios compañeros, aunque después las divisiones internas le complicaron el resultado electoral. Enrique Peña Nieto hasta novia y esposa consiguió en la etapa previa a su nominación. Los tres salieron primero y llegaron primero a la postulación de sus respectivos partidos.
Ahí está la relevancia del tiempo para placearse, enfocar la energía en los principales prospectos, sobre todo cuando se juega en el equipo de la oposición, porque es más el esfuerzo y la capacidad de convocatoria que se necesitan para desplazar al partido en el poder.
Dentro de este contexto es indudable que llevan la delantera Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal. Están todos los días en los aparadores de las responsabilidades que tienen asignadas: Ciudad de México, Cancillería, Secretaría de Gobernación y Senado. La sociedad cada vez más conoce lo que hacen y dicen. Monreal tardó en permear en el ánimo social porque no recibió la bendición de Palacio Nacional desde que arrancó la carrera; lo ha conseguido a base de perseverancia, nunca se hizo a un lado y menos lo hará ahora.
Van por delante los aspirantes de Morena y cada día que pasa adquieren más ventaja.
Cuando la oposición se decida, aun cuando eligiera al mejor de sus prospectos, será tanta la ventaja de los otros, que ni en el auto de Sergio Checo Pérez podrá darles alance.
Por eso hay sectores en el país que, ante la realidad evidente, procuran no romper, sino por contrario, cuidar y estrechar la comunicación con los que se perfilan para seguir en el poder.
No hay que ser expertos observadores para darse cuenta de este comportamiento, basta con seguir actividades de Palacio Nacional y tomar nota de los que procuran que no se les cierre la puerta, actitud lógica cuando saben que deben proteger lo que les ha tomado años construir.

Las fracturas en partidos políticos tienen costo y en la mayoría de los casos se paga con la derrota en las elecciones; en otras, se sufre para ganar y deja dudas en el resultado.
Historia reciente de nuestro México. Hay que recordar en primer término lo que sucedió en 1988 cuando el PRI se fracturó con la llamada Corriente Democrática que encabezaron el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez.
Fue cuando se “cayó o calló” el sistema, “haiga sido como haiga sido”. Hasta la fecha hay muchas voces que están convencidas de que se le arrebató el triunfo a la alianza encabezada por Cuauhtémoc.
En 1994 la trágica diferencia la hizo el asesinato de Luis Donaldo Colosio, además de la aparición del EZLN en Chiapas. Hubo incertidumbre y voto del miedo. La sociedad optó por lo que garantizaba paz y le dio la victoria al candidato improvisado Ernesto Zedillo, quien como coordinador de la campaña de Colosio tuvo que aguantar desaire, burla y malas caras de priístas.
Fue una de las razones que llevó a Zedilllo, ya como presidente del país, a practicar lo que llamó “sana distancia” con su partido y no se desvivió por ayudarlo a ganar en el proceso electoral de 2000. Fue de los primeros en reconocer la victoria de la oposición foxista.
Para la siguiente competencia, en el 2006 Vicente Fox y su esposa Martha Sahagún intentaron que Santiago Creel fuera el candidato del PAN. Se les adelantó Felipe Calderón y ganó el proceso interno. Cuando Fox se dio cuenta que su partido podía perder la presidencial, aceleró su activismo a favor del político michoacano, como consta en el dictamen del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que calificó la elección. Para fortuna del panismo, hubo una fractura más en el PRI, la maestra Elba Esther Gordillo rompió con Roberto Madrazo y decidió sumarse a los intereses azules.
Mínima la ventaja para Calderón, apenas el 0.56 %, en un escenario de impugnaciones, el reclamo de “voto por voto, casilla por casilla” y la más prolongada protesta sobre el paseo de la Reforma.
En el 2012, la sociedad volvió a darle nueva oportunidad al priísmo, al ver que los azules no habían logrado el cambio ofrecido. No le funcionó al PAN nominar a Josefina Vázquez Mota como su candidata. Hasta ahora, el hecho de que las mujeres sean mayoría en la población y en el padrón electoral, no ha sido suficiente para que una mujer llegue a la presidencia.
Para el 2018 el partido azul se fracturó; Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, así como los seguidores o leales, inconformes con la dirigencia, tomaron otro camino. Se atrevieron, sin éxito, a nominar a Margarita como su candidata, en vez de sumarse a Ricardo Anaya.
En “Los Pinos” también se equivocaron y dividieron al partido al postular un candidato diferente (José Antonio Meade), que no estaba identificado con el priísmo. Se ocuparon en combatir al panista Anaya cuando Andrés Manuel López Obrador iba adelante en la mayoría de las encuestas.
Para el 2024, los principales partidos sufren problemas internos que se pueden recrudecer y llegar a la fractura en caso de que no se pongan de acuerdo en la nominación de sus respectivos candidatos o candidatas.
Por lo visto, poco o nada han aprendido de las recientes experiencias.

Hasta ahora ninguna mujer ha ganado la presidencia de México, a pesar de que son mayoría en población y en el padrón de electores del Instituto Nacional Electoral (INE). La condición de género no ha sido determinante.
Las mujeres no han votado por las mujeres, por el solo hecho de ser mujeres. No han sido solidarias en ese sentido. El voto ha sido por quien les ha parecido la mejor opción, aun cuando después el ejercicio de gobierno les desilusione o no cumpla con lo ofrecido en campaña.
De acuerdo con las estadísticas, con las cifras de los votos emitidos, ninguna ha estado cerca de ganar la presidencia. La mayoría lejos de esa posibilidad; escasa votación, por abajo del tres por ciento, que es el porcentaje que ahora se exige a los partidos para conservar el registro.
Van seis mujeres candidatas a la presidencia de la República. Solo uno de los principales partidos, el PAN, ha postulado una mujer. Josefina Vázquez Mota, actual senadora, que en el proceso electoral del 2012 se ubicó en el tercer lugar, por abajo del PRI y la alianza integrada por PRD, PT y Movimiento Ciudadano.
La primera candidata presidencial fue Rosario Ibarra de Piedra (QEPD) en 1982, con la camiseta del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Alcanzó el 1.84 por ciento de la votación.
Fue nominada de nuevo, por el mismo partido, en la siguiente elección. Su votación, todavía más baja, apenas el 0.39 por ciento, en el controvertido proceso de 1988 cuando falló el sistema de cómputo.
Después de esta experiencia, nunca más volvió a intentar competir por la presidencia de la República. Doña Rosario, mujer defensora de los derechos humanos, dedicó su vida a buscar a su hijo desaparecido.
En 1994 fueron dos mujeres las que compitieron por la presidencia de la República: Cecilia Soto por el Partido del Trabajo y Marcela Lombardo (QEPD), por el Partido Popular Socialista. La primera alcanzó el 2.5 por ciento de la votación. La segunda apenas el 0.47 por ciento.
En el 2000, cuando se dio la alternancia en México con el triunfo del panista Vicente Fox, no hubo candidatas presidenciables.
Fue hasta el proceso de 2006 que participó Patricia Mercado, por el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina. Obtuvo el 2.71 por ciento de la votación, en una contienda cerrada entre el primero y segundo lugar, menos del uno por ciento la ventaja para el ganador.
Siguió el 2012 con la panista Josefina Vázquez Mota. De las mujeres, la que más votos ha logrado. Con el 26 % llevó a su partido al tercer lugar, no estuvo cerca de ganar la elección presidencial.
En el 2018 Margarita Zavala se inscribió como candidata independiente; no llegó al día de la elección. Se retiró de la contienda después del primer debate entre los candidatos.
Para el 2024 hay varias mujeres, de los distintos partidos, que aspiran a convertirse en candidatas.
Cada una sabe que las mujeres son mayoría en el padrón y en el listado nominal del INE.
Por el comportamiento del electorado en anteriores procesos, no se puede dar por hecho que será mujer quien ocupe la silla presidencial a partir del 2024.

Hasta ahora no se sabe el impacto que finalmente tendrá la filtración de información confidencial. México no es el único. Los vecinos, Estados Unidos, tampoco se han salvado de que parte de sus secretos de gobierno hayan sido puestos al descubierto por el australiano Julian Assange y el estadounidense Edward Snowden, naturalizado ruso.
Le pegaron en el corazón de su inteligencia a los norteamericanos. Sus autoridades no dudaron en iniciar la persecución contra quienes vulneraron su seguridad, acusados de cometer delitos informáticos. La persecución no ha terminado y ha complicado la vida de los protagonistas de este episodio que es del dominio público en el mundo.
Hace más de 10 años WikiLeaks tuvo acceso a 700 mil documentos secretos de los Estados Unidos. Los activistas cibernéticos llamados Guacamaya capturaron más de 4 millones de documentos que tenía bajo resguardo la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) en México.
Estados Unidos también sufrió en el 2013 la filtración de información de su Agencia de Seguridad Nacional.
A la distancia, lo que se puede observar de la experiencia de los vecinos es que a pesar de la filtración más grande de su historia, no han dejado de ser una potencia mundial ni ha significado la caída de su gobierno. Tampoco se ha procedido contra funcionarios, que según revelaciones, pudieron haber actuado contra normas de su país o contra la ética.
Lo que debe ser un hecho es el refuerzo encriptado de sus documentos, para que nadie los vuelva a sustraer; aunque los hackers modernos, persistentes, pueden de nuevo encontrar clave o códigos.
Otra reacción de las autoridades, por lógica, debe de ser una actuación más estricta y apegada al marco legal, garantizar que sea en beneficio de la sociedad y de ninguna manera en su perjuicio.
Algo similar es de suponer sucederá en México. La Secretaría de la Defensa Nacional va a utilizar un mejor blindaje para su información y quizás hasta modifique sus criterios de clasificación. Es probable que se haga lo mismo con otras dependencias que manejan información delicada.
Los servidores públicos exhibidos concluirán que lo más conveniente es irse por el camino correcto, hablar siempre con la verdad, para que cualquier nueva filtración, no sorprenda a nadie.
Es tal vez la parte buena que consiguen los que se dedican al hackeo, lo que no quiere decir que ese sea su propósito, porque también el ciber-espionaje puede responder a intereses económicos o tratarse de estrategias para desacreditar gobiernos.
4 millones de documentos es mucha información que no se agotará en una semana o en un mes. Ya se verá si tiene fondo político y llevan el asunto informativo hasta las elecciones de 2024.
Los hackers llegaron para quedarse en el mundo y se han convertido en una especie de vigilantes anónimos.
El mejor antídoto para los gobiernos que no quieran ser hackeados es conducirse con verdad y enfocarse en darle calidad de vida a sus gobernados, sin engaños ni simulaciones.
Cuando no hay nada que esconder que huela mal o a corrupción, nada habrá que temer, a ningún hackeo.

Desde que perdió la elección presidencial en el 2000, empezaron los augurios de que el PRI estaba en peligro de extinción. No ocurrió, se recuperó en el 2012 al regresar al poder con Enrique Peña Nieto, nada más que desperdició la nueva oportunidad que le dio la sociedad.
Para el 2018 se hizo mucho más pequeño ante el triunfo aplastante de Andrés Manuel López Obrador.
Ahora está cerca de perder las gubernaturas que todavía le quedan, Coahuila y el Estado de México.
Otra vez el negro pronóstico de que camina hacia su desaparición, aunque todavía hay entre sus filas leales militantes dispuestos a conservar lo poco que queda, intentar rescatarlo de su caída y limpiar el descrédito ocasionado por el comportamiento de la directiva nacional.
No es tarea sencilla y menos cuando ya no tiene la fuerza para valerse por sí solo. Requiere de aliados y los aliados han perdido la confianza a los líderes del tricolor porque no han sabido cumplir acuerdos.
En este proceso decadente, hay que observar un punto que pareciera pasar desapercibido. Las concentraciones organizadas por la dirigencia se caracterizan por la presencia de la militancia veterana, no son nuevas caras; gente respetable que en alguna ocasión desempeñó cargo público y otra que sigue en el presupuesto con tarea legislativa, estatal, municipal o partidista.
No abundan los jóvenes o caras nuevas, lo que significaría que no se está dando el relevo generacional natural en la estructura partidista; siguen los mismos beneficiados en la distribución de puestos.
Por muchos años contó con lo que se llamaba Frente Juvenil Revolucionario (FJR), ocupado más en entretener que en formar políticamente a los jóvenes. Era una organización para dar la apariencia de que la mayoría de los jóvenes del país estaban en sus filas.
Hoy tiene lo que se llama Red de Jóvenes por México. A pesar de sus acciones y buenos deseos sigue sin expandirse como quisiera. No puede ser de otra manera cuando hay equívocos de los adultos dirigentes.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2020, en el país había 37.8 millones de personas, de 12 a 29 años, el 30 % de la población (126 millones).
En la elección de 2018, según cifras del INE, los jóvenes de 18 años, superaron la media nacional al participar el 64.7 por ciento. En contraste, jóvenes entre los 19 a los 34 años, junto con las personas de 80 o más, representaron el grupo de mayor abstencionismo.
Los niveles más altos de participación se ubicaron en el electorado con rangos de edad de 60 a 74 años.
Obvio que en 2018 ni la mayoría de los jóvenes ni la mayoría de los adultos votaron por el PRI.
Para 2024 no se ve como pueda recuperar electores. ¿Solo? sería imposible y la alianza no está amarrada. En cualquiera de los casos, el tiempo se agota para encontrar candidato idóneo.
Su vida se complica porque dentro de la estructura tricolor están ausentes condiciones para el relevo generacional. Carece de cuadros nuevos para heredarles la responsabilidad de la conducción.
La alternativa que tiene son los priístas de siempre, no se advierte interés de jóvenes por engrosar la militancia, por entrar al quite, limpiar al partido de viejas y obsoletas prácticas.

Los dirigentes Marko Cortés del PAN y Jesús Zambrano del PRD no supieron procesar el caso de Alejandro Moreno “Alito”. Guardaron silencio cuando surgieron los “audios” que exhibieron el comportamiento del priísta. No le pidieron ninguna explicación y mucho menos lo cuestionaron en público. Por el contrario, aparecieron a su lado en conferencias de prensa, como si nada hubiera pasado ni estuviera desacreditado su aliado.
En los audios no había duda de que se trataba de la voz de Alejandro con palabras ofensivas contra empresarios, periodistas y sus propios compañeros; conversaciones sobre irregulares arreglos políticos y comerciales.
Marko y Jesús optaron por darle su apoyo, no se puede entender de otra manera la presencia de los tres en actos sucesivos. Seguir la línea que les marcaba el mismo Alejandro, que decía era víctima de quienes le advirtieron que se la cobrarían por votar en contra de la reforma eléctrica,
No vieron venir el bandazo de Alejandro ni tampoco tomaron la mejor opción para hacerle frente. Lo primero que hizo el panista fue mandarle un ultimátum, que no pasó de bravata. Amenazó con romper la alianza por la iniciativa priísta que prolongaría la presencia militar en las calles.
Por si fuera poco, Marko y Jesús, en vez de irse en contra de la traición de Moreno y buscar otros interlocutores dentro del propio PRI, que no se sienten representados por su líder, que los hay, desplegaron un discurso contra la militarización y las fuerzas armadas.
El Ejército sigue en las calles porque hasta ahora, las autoridades civiles, que también han sido panistas y priístas, no han encontrado la forma de contener a la delincuencia organizada.
La sociedad en general está consciente de la realidad y conforme con la participación militar. Por eso en las encuestas, el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea son los mejores calificados.
Una demostración más de la aceptación que tienen se acaba de ver en el desfile del 16 de septiembre. Es mucha la gente que aprecia la tarea que llevan a cabo, sin que ello signifique que sean perfectos. Hay elementos que se equivocan y deben responder por sus actos.
Aunque tarde, la oposición se ha dado cuenta que no es justificado hacer el discurso en contra de las fuerzas armadas, por eso su intento de matizarlo en el debate en la Cámara de Diputados.
Su problema no es el Ejército en las calles sino Alejandro Moreno que les vio la cara y se las sigue viendo. “Yo no soy él que va a romper la alianza”, fue su reacción ante el ultimátum.
Y efectivamente, si no realizan mejor análisis de lo que deben hacer para conservar la alianza sin “Alito”, van a quedar como los que la rompieron. Marko y Jesús todavía están a tiempo de corregir errores.
La historia no se ha cerrado y va a continuar hasta el 2024. El siguiente capítulo tiene que ver con el Senado. En el curso de los siguientes días deberá analizar, debatir y votar la minuta de la Cámara de Diputados sobre prolongar la presencia militar en calles.
Corresponderá a senadores de oposición medir el alcance de sus mensajes y votos, para no quedar como contrarios de las fuerzas armadas que también sirvieron en sus gobiernos bajo un mando civil.

Hasta ahora, ninguno de los partidos involucrados ha enterrado la alianza, porque saben que es la mejor opción que tiene el bloque opositor para competir en la elección presidencial de 2024.
Es el argumento de más peso que tiene cada uno de los tres partidos para conservarla. En lo individual, están conscientes, ninguno tendría la fuerza para ganar o recuperar el poder.
Por eso los dirigentes nacionales del PRI, PAN y PRD, a pesar de sus diferencias, no dieron por hecho la ruptura.
Alguno de los dirigentes podría ser excluido y, la alianza, si así lo deciden sus respectivas militancias, siempre y cuando cuenten con candidato idóneo, seguiría adelante.
Sería un error que la alianza estuviera sujeta a una persona, porque entonces de origen estaría debilitada y se desbarataría en el momento en que se equivocara o fallara, como ahora sucede con Alejandro Moreno.
El líder priísta no solo tiene la imagen desgastada por su pasado y la exhibida que le han dado los audios, también por la negociación que, por su lado, sin tomar el parecer de los otros partidos, decidió concretar para evitar correr el riesgo de perder su libertad.
Independientemente de que se puede argumentar y justificar la iniciativa para prolongar la presencia de los militares en la calle en materia de seguridad pública hasta el 2028, el hecho es que lo acordó mucho antes de 2024, año fijado por el poder legislativo para el regreso a los cuarteles.
Se apresuró por sus temores y al ver ya constituida la sección instructora de la Cámara de Diputados que le quitaría fuero y pondría a disposición de las autoridades judiciales de Campeche, que lo acusan, entre otras cosas, de haberse enriquecido de manera ilícita.
Negoció una medida que si la hubiera platicado antes con sus pares, quizás los convence de la necesidad de mantener en la calle a los militares, porque todavía no hay ni se ha encontrado otra forma de contener la operación de la delincuencia organizada en el país.
Alejandro Moreno en ningún momento habló del final de la alianza y mucho menos admitió que cedió a presiones del partido en el poder.
Tampoco Marko Cortés del PAN ni Jesús Zambrano del PRD decidieron decirle adiós a la alianza. Prefirieron actuar con cautela y hablar de suspensión, con la esperanza de retomarla, porque la necesitan para los procesos que se avecinan en Coahuila y Estado de México y no se diga para la competencia presidencial de 2024.
Es tal la necesidad de la alianza que estaría por encima de errores y pleitos de los dirigentes.
Ni Alejandro, ni Marko ni Jesús son dueños de sus partidos. Los partidos no pertenecen solo a un hombre o a una mujer, hay mucha gente valiosa en cada instituto como soporte principal.
Por lo pronto, está a la vista que la tercia no le apuesta al rompimiento. Hasta ahora no es parte del discurso priísta y respeta la suspensión decretada por los otros dos. El panista y el perredista optaron por la suspensión, aun cuando tenían razones para tomar una medida más drástica.
Lo que tienen en contra los tres es el reloj electoral, por lo que estarían obligados a una pronta negociación.

En el Estado de México se verá el alcance de la alianza “Va por México” y lo que puede esperar para elección presidencial en el 2024.
No es tan sencillo sumar voluntades y menos cuando cada uno de los partidos cree tener la mejor propuesta para ganar el proceso y evitar que Morena conquiste la entidad que más electores tiene en el país (12 millones).
Todo indica que Movimiento Ciudadano (MC), partido al que no le gustan las malas compañías, no se sumará a la alianza porque considera que su senador Juan Zepeda es el mejor posicionado para ganar la mayoría de los votos, basado en el porcentaje que alcanzó en la competencia de 2017 y sus actuales estimaciones.
Hace casi seis años, con la camiseta del Partido de la Revolución Democrática, Zepeda ocupó el tercer lugar con el 17.84 % de los votos, por debajo de Defina Gómez que llegó a 30.78 % y Alfredo del Mazo, actual gobernador, con 32.4 %.
Como se observa en los porcentajes, Delfina lo superó por más de 10 puntos y en esa ocasión Zepeda era perredista. Si bien el candidato es clave para ganar el proceso, sería un error ignorar que cada partido tiene lo que se llama “voto duro”, seguidores leales, en las buenas y malas, que no se van a ir en automático con quien decidió incorporarse a otra fuerza política, como sería el caso de quien ahora trae puesta la camiseta naranja.
Además, lo dice y lo repite, MC prefiere competir solo que mal acompañado, sobre todo cuando por su cuenta ha conseguido importantes triunfos en los estados de Nuevo León y Jalisco. Nada más que no se debe perder de vista que la alianza, para cualquier competidor idóneo, significa incrementar las posibilidades de lograr mejor resultado o ganar el proceso. Está probado.
Si decide ir solo en el Edomex, sería clara señal de lo que haría el partido de Dante Delgado para 2024, no se va a juntar con la triada PRI-PAN-PRD. Apostaría a encontrar o nominar el candidato más popular dentro de sus filas, al que esté más en el ánimo de la población, según encuestas.
Sin embargo, de no ganar Edomex con Zepeda el próximo año, Dante podría reconsiderar lo que haría MC en 2024, aunque no dejaría de tomar en cuenta el desgaste de sus potenciales aliados.
Por lo pronto, para el 2023, Morena está convertido en el partido a vencer, de otra manera no se entendería la preocupación y empeño de los adversarios por cuajar la alianza.
Cierto que el PRI ganó la pasada elección con Alfredo Del Mazo y supondría que con un buen candidato o candidata podría repetir. La diferencia está en que ya no contaría con el apoyo de la presidencia que era ocupada por el mexiquense Enrique Peña Nieto.
Las condiciones han cambiado. Por eso el PAN y PRD tendrían derecho a pedir que su respectivo candidato abandere la alianza. No estarían convencidos de que el PRI es mano por el hecho de que gobierna del Mazo.
Primero deberán ponerse de acuerdo en el nombre del candidato. Si se guían por las encuestas, las propuestas del Revolucionario Institucional y Acción Nacional estarían en cerrada disputa por la nominación.
Lo que se ve lejano y hasta imposible es que decline el candidato de MC y se sume a la tríada.
Igual, tampoco se mira factible que la tríada resuelva sumarse a la candidatura de Juan Zepeda.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se olvidó de formar cuadros y ahora le sobran dedos de las manos para contar o citar nombres de posibles sucesores de Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”.
Por la carga negativa que trae el dirigente a consecuencia de los audios que ha exhibido la gobernadora de Campeche Layda Sansores y por la decadencia del partido al que ya solo le quedan las gubernaturas del estado de México y Coahuila, sus propios compañeros, en particular ex líderes del institucional, le han pedido que deje el cargo.
Ninguno ha mencionado quién o quiénes lo pueden relevar. Tampoco por iniciativa nadie ha levantado la mano para que lo tomen en cuenta de esa manera o participe en el proceso interno de elección que por tiempos y estatutos se realizaría el año entrante.
Moreno Cárdenas concluye su periodo de cuatro años en agosto de 2023. No tiene planeado irse antes, lo ha dicho en todos los tonos. También conserva su aspiración a competir por la presidencia en 2024.
El senador Miguel Ángel Osorio Chong, quien fuera secretario de Gobernación en el sexenio de Enrique Peña Nieto, es otro de los que ha solicitado, sin éxito, la renuncia del chiapaneco. Quiere cambios en la dirigencia e incluso ha considerado la posibilidad de recurrir a tribunales electorales para que se revise y resuelva este caso que tiene al tricolor en caída libre.
Lo que de antemano dejó en claro es que él no estaría interesado en convertirse en el nuevo presidente priísta.
O sea que no hay nadie que quiera entrarle a la rifa de ese “tigre”, al menos nadie lo ha dicho públicamente, mucho menos hay lista de prospectos o aspirantes para relevar a Moreno.
Si “Alito” se fuera antes de concluir su periodo, tendría que nombrarse un interino que convocaría a elección. Quizás aquí no habría mayor problema porque la responsabilidad sería corta. Un ex dirigente o ex gobernador podría hacer la transición.
El punto medular es quién va a tomar las riendas para hacer frente al proceso electoral de 2024, cuando no solo se va a elegir presidente de la República, sino también se renovarán el Senado y la Cámara de Diputados, además de ocho gubernaturas.
Después de distintos sondeos con cuadros del partido, con mucha dificultad aparecieron nombres y los que se repiten algunas veces son: Alejandro Murat, Rubén Moreira y Carolina Viggiano.
Alejandro Murat, 47 años de edad, termina su sexenio en Oaxaca el último día de noviembre. Si bien es hijo del influyente José Murat, está a la vista que tiene su propia carrera y sus amistades. Uno de los gobernadores que más empatía ha tenido con el presidente de la República.
El diputado Rubén Moreira, 59 años de edad, maestro en Gobernanza y Derechos Humanos, ha sido gobernador de Coahuila, ahora coordinador de la bancada parlamentaria de su partido y presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados.
Carolina Viggiano, actual secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, es abogada por la Universidad de Hidalgo, maestra en Gobernanza y Comunicación Política por la Universidad de George Washington. Fue enlace con la sociedad civil en la campaña de Peña Nieto. Compitió sin éxito por la gubernatura de Hidalgo.
Hay un cuarto nombre, que tiene ganado el respeto dentro y fuera de su partido, la senadora Beatriz Paredes, nada más que ella ya tuvo su etapa como presidenta del Revolucionario Institucional.
Es evidente que no hay fila para entrarle a la rifa del tigre tricolor.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha gobernado toda su vida los estados de México y Coahuila, más de nueve décadas, lo último que le queda de las 32 entidades que alguna vez tuvo bajo su control, sin sombra de la oposición.
Tiene un pedacito de Durango y otro tanto de Aguascalientes, porque aliados con el PAN y PRD, evitaron que el pasado 5 de junio cayeran en manos de Morena. Eran panistas los que gobernaban las dos entidades, así que esta vez, alcanzó una tercera parte del poder estatal en las administraciones que vienen.
Para el próximo año Edomex y Coahuila estarán en diputa. El partido en el poder va por los dos, sobre todo por el estado de México, que tiene el mayor número de electores en nuestro país, alrededor de 12 millones de ciudadanos con credencial del INE, de ahí su importancia con miras al 2024.
Se ha desfondado el tricolor, va en caída libre, sin paracaídas, sin una estrategia que le permita revertir la tendencia adversa. Carga con el desgaste de la dirigencia nacional que, de no relevarla pronto, podría convertirse en bomba de tiempo para la propia existencia del partido y en lo inmediato estaría en riesgo mantener lo que todavía le queda.
En el estado de México va abajo en las encuestas. Morena tiene entre sus aspirantes a Delfina Gómez, Higinio Martínez y Horacio Duarte, los tres con significativa presencia estatal, sobre todo la primera. La alianza PAN-PRI-PRD consideraría la candidatura de Ana Lilia Herrera. Movimiento Ciudadano, que a todas quiere ir solo, propondría a Juan Zepeda.
La alarma está encendida en el tricolor. El famoso grupo Atlacomulco que partió el queso político mexiquense por muchos años, nada más conserva la fama, ya no tendría la fuerza para garantizar el éxito en 2023.
En Coahuila las encuestas hablan de empate, con ligera ventaja para el Revolucionario Institucional. El actual gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís no se ha visto envuelto en escándalos como sus antecesores, lo que ayudaría a las aspiraciones de su partido.
De cualquier manera, no la tiene fácil, por eso el empate en los números, no hay nada definido.
La triada PAN-PRI-PRD deberá de escoger candidato entre el priísta Manolo Jiménez o el panista Guillermo Anaya.
Morena tiene en su lista de competidores al subsecretario de Seguridad Ricardo Mejía y al senador Armando Guadiana. La responsabilidad que ahora tiene le ha servido a Mejía para promoverse, mucho más que la difusión alcanzada por Guadiana como legislador.
Para ambos bandos, las elecciones en los estados de Coahuila y México, serían determinantes para lo que viene en 2024. De ganar la triada las dos entidades, avivaría su esperanza de recuperar la presidencia. Si las pierde, tendría que irse despidiendo de nueva alternancia en el poder.
Hay otro aspecto que no se puede dejar de mencionar, los conflictos internos de los partidos. Ninguno está exento. El que los resuelva o sepa sobrellevar, tendrá una ventaja más en la competencia.
En el caso particular del PRI, perder Edomex y Coahuila sepultaría su historia de partido hegemónico.

Cuando el PRI perdió la presidencia de la República en el 2000 se llegó a pensar que estaba cerca su fin, porque ya no tendría el tradicional líder que desde la residencia oficial de Los Pinos guiaba los pasos del partido en el poder.
¿Ahora quién va a mandar y organizar la elección del próximo candidato presidencial? ¿Qué va a pasar con los gobernadores de extracción priísta y cómo se van a coordinar? ¿Qué va a suceder con las dirigencias estatales y los órganos de dirección nacional del propio partido?
Existía temor de una desbandada militante al ver el fracaso de la cúpula partidista, miedo hasta de perder el registro.
Nada de eso sucedió, encontró la forma de sobrevivir y recobró el poder presidencial en 12 años. Supo reorganizarse, elegir candidato y aprovechar errores del grupo gobernante en turno.
Lo que no midieron sus líderes es que, si volvían con los mismos vicios, la sociedad no los perdonaría. Sufrieron la peor derrota de su historia en el 2018. Se hicieron chiquitos y la tendencia no ha parado. Menos diputados, menos senadores, menos alcaldes. Cada vez menos gubernaturas y en el 2023 podrían quedarse sin ninguna, porque no han podido ofrecer nueva opción o nueva cara, persisten los defectos.
El deterioro se ha acentuado con escándalos de Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, exhibido por audios difundidos por la gobernadora campechana Layda Sansores (Morena), hija de Carlos Sansores Pérez (QEPD) quien también fuera gobernador y presidente del PRI.
Hay quien cree que ”Alito” puede poner en riesgo la triada partidista. Lo más probable es que se mantenga la alianza, porque tampoco los otros dos partidos (PAN-PRD) se caracterizan por cuadros perfectos.
Contra todo pronóstico fatalista, que anticipa su muerte o que lo ve agónico, existe un hecho irrefutable, su militancia. Puede ser, como lo ha revelado Francisco Labastida Ochoa, que muchos prefirieron votar por la opción que ahora gobierna cuando vieron que su partido había postulado a José Antonio Meade, distanciado de las bases y del priísmo en general. De cualquier manera, en 2018, el partido, solo, sin los votos de los aliados, sumó siete millones 677 mil 180 sufragios (13.56 %). Lejos de correr el riesgo de perder el registro.
Los partidos aliados aportaron apenas alrededor de 2 millones de votos más, para superar los nueve. La mayoría habían sido votos de militantes y simpatizantes priístas leales.
Ese llamado también “voto duro” no se va ir de la organización tricolor porque sigue creyendo en sus postulados y espera que tarde o temprano, las riendas del partido sean tomadas por perfiles dispuestos a servir y no servirse, que los hay, como en todo instituto político.
La lealtad de esa militancia ha pasado todas las pruebas, sinsabores y desatinos de sus líderes. Merece tener un mejor partido, más competitivo, no supeditado a una tríada.
Es militancia que ha demostrado que representa la columna vertebral, con la fuerza necesaria para evitar que el PRI muera de inanición. Ahí va a seguir, aunque se pierdan todas las gubernaturas.
Cuando la cúpula harte y agote la paciencia de las bases, entonces sí, díganle adiós al tricolor.

Hasta ahora solo Morena ha dejado en claro que la nominación de su candidato presidencial la va a resolver a través de encuestas, como ya lo ha hecho para elecciones de gobernador en diversos estados y para elegir al dirigente nacional del partido.
Ningún otro instituto político se ha pronunciado en ese sentido, aunque no significa que vayan a ignorar sondeos, sobre todo si son elaborados por empresas serias y profesionales.
Al partido en el poder le ha funcionado el mecanismo de las encuestas, cada vez tiene mayor número de gubernaturas y va por más el próximo domingo 5 de junio. No en todos los casos ha salido triunfador.
Los partidos pequeños prefieren sumarse a la alianza que creen que les puede dar más ganancias, más posiciones legislativas o cargos en el poder Ejecutivo. No les importa si van contra su propia ideología.
El Instituto Nacional Electoral (INE) coordinó y seleccionó a las empresas que realizaron las encuestas para definir quien sería el nuevo líder de Morena. Los morenistas, ante la desconfianza y falta de acuerdos internos, optaron por recurrir al instituto.
Hubo dos rondas de encuestas, la pelea estuvo entre Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo. En la primera, el proceso fue muy competido, los porcentajes muy cerrados que hubo necesidad de hacer otra.
En la segunda, Delgado despejó las dudas al abrir la diferencia entre los dos candidatos. Porfirio nunca quedó conforme y defendió la ligera ventaja que había logrado en la primera vuelta.
Hay que observar que Porfirio, a pesar de su enojo, nunca criticó el trabajo de las encuestadoras. No las cuestionó ni las exhibió y mucho menos las acusó de parcialidad o fallas en su método. En otras palabras, estaba implícito que reconocía y aceptaba su trabajo.
Si bien Ricardo Monreal desde el principio ha dejado en claro su rechazo a las encuestas, no pasó de largo su opinión de que estaría de acuerdo si las organiza el INE.
Sin embargo, para nadie es un secreto el distanciamiento que existe entre consejeros del instituto y el grupo gobernante. Se han enconado sus diferencias y se ha llegado al punto de que la propuesta del Ejecutivo en materia electoral plantea la desaparición del INE.
Sin embargo, Morena podría considerar a las empresas encuestadoras contratadas para el proceso interno de elección de su líder nacional, porque demostraron su desempeño serio y profesional. Quizás hasta Monreal las aceptaría y estaría dispuesto a participar.
También no se debe perder de vista las encuestas que realizan algunos medios de comunicación, que sin duda cuidan su prestigio y credibilidad. Son referencia para la competencia de 2024.
Difícilmente quienes van abajo en los porcentajes, sobre todo en las encuestas que manejan El Universal y Reforma, tendrían posibilidades reales de alcanzar alguna de las candidaturas. La oposición (PAN, PRI y PRD) no apostaría por ninguno de los rezagados.
¿Por qué la persistencia de los que van abajo para seguir en el juego? Para ver qué posiciones pueden amarrar para el siguiente sexenio. Es lo que buscan, aunque no lo digan.
En el caso de encuestas realizadas por medios, llama la atención que incluyan a personajes que parecen metidos con calzador, por presuntos extraños intereses que se dan en batallas por el poder.
De cualquier manera, la conclusión es que en México sí hay encuestadoras prestigiadas y respetadas, en la que se podría confiar para decidir quien debe ser el candidato o la candidata presidencial.

La práctica del “tapado” en la elección del candidato presidencial se remonta a la etapa del porfirismo y se perfecciona a partir del nacimiento del Partido Revolucionario Institucional, con reglas no escritas que se respetaban al pie de la letra, como aquella atribuida al dirigente obrero cetemista Fidel Velázquez “el que se mueve no sale en la foto”.
Nadie se movía, al menos públicamente. Los que llegaron a moverse se quedaron en el camino, sin posibilidades de volver a competir. Fue el caso de Mario Moya Palencia, quien fuera secretario de Gobernación. Estaba tan entusiasmado y acelerado por sus seguidores que ya hasta tenía pancartas y carteles que lo proclamaban como aspirante para la competencia presidencial.
Cuando el partido decidió dejar atrás el mecanismo tradicional, se le complicó el proceso y el resultado de la elección constitucional. Llevó a cabo lo que sería una contienda interna con seis priístas que expondrían de manera directa sus propuestas a la militancia. Terminó en simulación porque al final decidió el presidente en turno, como marcaba el ritual partidista. Tuvo que resolver de última hora confusiones provocadas por inconformes. Alfredo del Mazo González soltó el nombre del entonces procurador Sergio García Ramírez cuando el “dedo” presidencial había señalado a Carlos Salinas.
También Manuel Bartlett, quien estaba en la Secretaría de Gobernación y en esa calidad era presidente de la Comisión Federal Electoral, responsable de organizar las elecciones, no ocultó su malestar. Creció el conflicto poselectoral y todavía hay muchos que dudan del resultado. No se olvida la “caída” del sistema cuando las cifras empezaban a favorecer al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
La práctica del “dedazo” y el “tapado”, como alguna vez los describió Roberto Casillas en su libro “La Decisión Presidencial (1983), quien fuera secretario particular de José López Portillo, la resolvía un solo hombre después de que su criterio era amoldado y regulado por distintas voces, hasta convencerse de que escogía al correcto.
Salinas optó por Luis Donaldo Colosio. Al ser asesinado el sonorense, desde Los Pinos se decidió que el sustituto sería Ernesto Zedillo, quien durante su gobierno marcó la sana distancia con su partido.
Con Zedillo en la presidencia, la siguiente candidatura le fue entregada a Francisco Labastida, quien perdió con Vicente Fox.
Fox no pudo imponer como su candidato a Santiago Creel. El proceso interno lo ganó Felipe Calderón. Y Calderón tampoco pudo lograr que el candidato fuera Ernesto Cordero, quien perdió la elección interna con Josefina Vázquez Mota.
Enrique Peña Nieto se olvidó del método tradicional descrito por Casillas e impulsó a José Antonio Meade, desvinculado del priísmo.
Andrés Manuel López Obrador no tuvo competencia para convertirse en candidato de Morena en 2018.
Para el 2024, los dirigentes del partido en el poder han dicho que el candidato se elegirá por encuesta. Los aspirantes están a la vista y sigue abierto el periodo de inscripción, así que una vez que se aproxime la fecha, no hay que descartar sorpresas en la lista de interesados.

Dante Delgado, dirigente del partido Movimiento Ciudadano (MC), se ha quedado callado ante la detención de Jaime Rodríguez “El Bronco” en Monterrey. No ha celebrado la captura del ex gobernador de Nuevo León como lo ha hecho su compañero y actual mandatario Samuel García.
Al margen de las imputaciones que le hacen, sobre si es o no culpable, quizás Dante percibe un hedor vengativo que lo llevaría a recordar lo que le sucedió en 1996, cuando fue llevado a prisión en Veracruz, acusado de haber dañado el patrimonio de su estado.
Lo tuvieron encerrado casi año y medio. Demostró su inocencia y le ganó al Estado demanda por daño moral. Fue a dar a la cárcel, él mismo lo ha dicho, por confrontar a Ernesto Zedillo, cuando era presidente de México.
En contraste con la detención de “El Bronco”, no hay registro de que hace 26 años se hayan burlado o hecho escarnio de Dante, no fue fotografiado para exhibirlo y pisotear su dignidad.
Nada que ver con el espectáculo que se montó en Monterrey, el llamado a los medios para hacerlos testigos del operativo policial, del ingreso al reclusorio y la revisión como interno. Las fotos distribuidas y difundidas con inusual rapidez, sin importar la presunción de inocencia.
Seguro Dante advierte que, en el mediano y largo plazo, el episodio puede traer consecuencias, no solo para Samuel García, sino para su MC, en sus planes de ganar más posiciones estatales y competir por la presidencia de la República en el 2024.
Ha sido evidente el empeño de Dante Delgado por darle una imagen distinta a su partido, por apartarlo de viejas prácticas y de compañías tóxicas. No dudó en bajar de una posible candidatura de MC para Quintana Roo al actor Roberto Palazuelos, llamado “Diamante Negro”, cuando el aspirante reveló en entrevista periodística participación en balaceras y cercanía con personajes sospechosos de tener vínculos con la delincuencia.
También ha preferido la participación de su partido sin alianzas en los procesos electorales, para no cargar con el desgate y descrédito que sufren algunas organizaciones políticas. Rechazó el llamado de la tríada formada por el PRI, PAN y PRD.
Igual ha sido crítico con el actual gobierno, como consta en cartas públicas que le ha escrito al presidente, con la intención de que sus observaciones sean tomadas en cuenta.
Más recientemente, presidió la comisión especial que se formó en el Senado para investigar violaciones a derechos humanos en el estado de Veracruz, a raíz de la detención de José Manuel del Río Virgen, ex secretario técnico de la Junta de Coordinación Política de dicha cámara.
No ha dejado de considerar injusto el caso de su compañero, porque para él, José Manuel es inocente de la acusación que le hacen de homicidio. Se mantiene atento del proceso penal.
Por todo esto, Dante Delgado no ha lanzado fuegos artificiales para celebrar la captura del “El Bronco”, acusado de supuestos delitos electorales y desvío de recursos. Tampoco ha felicitado de manera pública al actual gobernador Samuel García.
Optó por la discreción, consciente de que el espectáculo regio puede resultar caro para las aspiraciones de Movimiento Ciudadano.

La Ciudad de México se ha conservado como la Ciudad de los Palacios y ahora uno de ellos se ha puesto en venta.
Se trata del Palacio de Iturbide, construido en la calle de Madero, en el Centro Histórico, hace más de 200 años.
Está en venta porque entra dentro del paquete bancario que el grupo financiero Citi ha ofrecido al público. Inmueble histórico que fuera residencia del emperador Agustín de Iturbide.
La casona no tiene precio, forma parte del patrimonio cultural de dicha institución desde que lo adquirió Banamex.
Han dicho los dueños que quien compre el banco, también se quedará con el Palacio de Iturbide, que en estos años ha sido utilizado como espacio para exposiciones y actividades artísticas.
Fue centro de la vida política y social de nuestro país, sobre todo durante los dos años que la habitó el emperador. Ahí se reunía la crema y nata de la sociedad del siglo XVIII.
Cuando el palacio fue vendido por primera vez, el nuevo dueño lo convirtió en el hotel más lujoso de la Ciudad de México.
También ha sito utilizado como plaza comercial, oficina de gobierno, vecindad, cuartel militar, casa de modas y hasta establo para guardar ganado.
Por descuido y falta de mantenimiento, el Palacio de Iturbide estuvo a punto de la ruina, con paredes y techos en riesgo de caerse.
En la actualidad, luce impecable, es parte de la historia de México. Ha dicho el canciller Marcelo Ebrard que el acervo cultural del banco, que también incluye otros inmuebles y obras pictóricas, debe de formar parte del patrimonio nacional.

Las encuestas, dicen los especialistas, solo retratan un tiempo, un momento, nada más. A la semana, al mes o al año, los números pueden cambiar, a favor o en contra, porque la vida sigue, no se perpetúa como la imagen que captura una fotografía.
Son herramienta porque permiten medir el grado de aceptación que se tiene y actuar en consecuencia, corregir, si la tendencia es a la baja; y si es hacia arriba, innovar para reforzar o mejorar.
Hay encuestas que seguramente se hacen al gusto del cliente, para complacer el ego del que paga y cree que se puede engañar con ciencia ficción o números inventados. Es un ejercicio que al final no sirve, por falso.
También hay encuestadoras serias. Su trabajo es útil a partidos, organismos electorales y otras instituciones. Con el paso de los años y el perfeccionamiento de la metodología, han reducido al mínimo el margen de error.
El periódico Reforma, la semana pasada, dio conocer encuesta sobre aspirantes a la presidencia de la República; funciona para conocer el lugar que ocupan en este momento.
Quienes van adelante, como Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Luis Donaldo Colosio Riojas podrán concluir que su trabajo y estrategia para difundir lo que hacen, es correcta.
Quienes van atrás, como Ricardo Anaya, Ricardo Monreal, Samuel García y Alfredo del Mazo, tendrán tiempo para ajustar presencia en medios e impacto en la gente.
De todos ellos, quien menos interés ha mostrado por el tema es el hijo de Luis Donaldo. Su carrera política es muy corta, su principal cargo hasta ahora es ser alcalde de Monterrey. Es muy probable que aparezca en esta lista porque se trata del hijo de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato presidencial asesinado en 1994.
Los gobernadores Samuel García (Nuevo León) y Alfredo del Mazo (estado de México), el primero empieza sexenio y el segundo ha entrado al cierre, apenas pintan en esta encuesta. Si la carrera les interesa, tendrán que hacer mucho más para intentar ganarla.
Monreal debe de estar medio desencantado, porque si suponía que su exposición mediática y frecuentes declaraciones lo pondrían entre los primeros lugares, la encuesta ha dicho otra cosa. De cualquier manera, le sobra tiempo para afinar su estrategia.
Llama la atención que no aparezca el nombre de Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, uno de los cuadros sobresalientes del partido Movimiento Ciudadano y al que no le asusta el debate nacional. Tal vez por la presión que pudieran ejercer quienes no lo quieren ver en ese listado, no vaya a ser que se convierta en un fenómeno como sucedió con Vicente Fox en el 2000.
La encuesta del periódico es buena foto, levantó polvo, avivó inquietudes; animó a unos y desanimó a otros, más a los seguidores y aliados que a los mismos competidores.
Es un hecho que la foto no revela el final de la carrera por la sucesión, es solo muestra del lugar que ocupan aspirantes a la mitad del camino. Periodísticamente tiene su mérito, atrae lectores y provoca reacciones. Se tomarán más fotos y variarán los lugares.
Funciona para considerar quienes tendrían perfil y ganas por aparecer en la boleta electoral de 2024.
La foto decisiva será la que tomen con su voto millones de mexicanos el día de la elección presidencial.

Contrario al pronóstico y quizás hasta el deseo de que se descompusiera o se tensara la relación entre México y los Estados Unidos, ha transitado por el camino del respeto y la cordialidad.
Veían venir distanciamiento entre los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden o al menos una fría relación, derivada de las diferencias en temas económicos, sobre todo. Ha prevalecido la comunicación y la comprensión, sin renunciar a sus posiciones.
Es indiscutible que los vecinos del norte no van a ceder en lo que se refiere al tema migratorio ni abrirán de par en par las puertas de su frontera. Están conformes de que México contenga a los migrantes en el sur y no les parece descabellado crearles opción de empleo en sus propias tierras, mejores condiciones de vida, digna.
La propuesta de reforma energética despertó inquietud en algunos grupos privados al advertir giro de 180 grados, aunque también hay que decir que se han guiado más por lo difundido en medios que por el conocimiento pleno del proyecto de la 4T. De cualquier manera, voluntaria u obligada, hay disposición de las partes para escucharse y ajustar la reforma, si es necesario.
Desde que Joe Biden envió mensaje grabado a los mexicanos con motivo de los festejos de la Independencia, marcó la ruta del entendimiento entre los gobiernos de las dos naciones.
Hay que recordarlo, porque a partir de ahí se tranquilizó la alharaca de quienes apostaban que los posicionamientos de México iban a desencantar al mandatario de los Estados Unidos.
Desde de ese momento ajustaron su pronóstico y se convencieron de que no habría pleito. Era equivocado el análisis, porque el presidente de México, en más de una ocasión, había dado muestras de que no se iba a subir al ring para confrontación verbal.
Así fue su comportamiento con Donald Trump y no sería distinto con el presidente entrante Joe Biden.
En favor de ambos países, Biden hizo a un lado la impetuosidad tuitera del antecesor. No ha lanzado bravatas ni calificativos ofensivos; su discurso ha sido cordial y amigable.
Prueba de ello su mensaje grabado, que, por cierto, tuvo moderado despliegue mediático, quizás porque lo positivo no siempre es lo que más llama la atención, aunque sea importante.
Cada una de las palabras del presidente están cuidadas y medidas, no puede ser de otra manera si son dichas por el mandatario de un país tan poderoso como los Estados Unidos.
Recordemos dos párrafos que explican y permiten entender el anuncio de la Casa Blanca para el encuentro en Washington de los presidentes de Estados Unidos, Canadá y México.
La apuesta de Biden es por el diálogo y la cordialidad; lo planteó al hablar de la relación bilateral con México.
“A lo largo de nuestra historia, hemos aprendido que somos más fuertes cuando nos unimos como vecinos, socios y amigos. Mi gobierno está comprometido a seguir construyendo sobre esta base para fortalecer y expandir la relación entre nuestros pueblos en formas que nos beneficien a todos”.
“Los Estados Unidos no tienen un amigo más cercano que México y espero con ánimo todo lo que nuestras dos naciones lograrán juntos en los años por venir”.
La reunión México, Estados Unidos y Canadá, va en ese sentido, trabajar juntos y en acuerdo en todo lo que sea posible. Lejos, muy lejos el choque o la confrontación entre vecinos.

El Partido Acción Nacional (PAN) nunca estuvo de acuerdo con los resultados de la elección presidencial de 1988.
Su candidato Manuel J. Clouthier caminó junto con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Ibarra, los tres, hacia la Secretaría de Gobernación (Segob), que entonces actuaba como Comisión Federal Electoral (CFE), para organizar y evaluar la competencia, lo que ahora lleva a cabo el Instituto Nacional Electoral (INE).
La tercia de candidatos protestó la misma noche de la contienda y consiguió que la autoridad electoral aceptara que no era posible en ese momento levantarle la mano a nadie. Acordaron que la CFE emitiría un desplegado que se difundiría a través de los medios de comunicación, impresos y electrónicos, para enterar a la sociedad lo que sucedía.
El desplegado pasó desapercibido para la mayoría de los medios, prácticamente lo ignoraron. Al día siguiente la “información” fue que había ganado el candidato del PRI. Solo el periódico El Financiero destacó la aclaración y precisión de la comisión, nadie más.
Quedaba claro que el “Maquío” estaban tan enojado como Cuauhtémoc y Doña Rosario con la actuación de la autoridad electoral, a la que se le “cayó” o “calló” el sistema, cuando las cifras empezaban a revelar que en la región central del país el ingeniero llevaba la delantera.
La dirigencia panista, encabezada por Luis H. Álvarez, también declararía que lo viciado del proceso no permitía saber quien había ganado. No hubo recuento de votos, los reclamos fueron desestimados y finalmente, incinerados los paquetes electorales.
En la incertidumbre del proceso hubo tiempo para estudiar el escenario de que la izquierda, representada por el ingeniero Cárdenas, llegara a la presidencia de México.
Aquí es donde la dirigencia del PAN se deslindó e inventó lo que llamó “proceso de legitimación por ejercicio”. Lo que menos quería era que Cuauhtémoc se pusiera la banda presidencial.
Por eso su manifiesto “Compromiso nacional por la legitimidad y la democracia”, fechado el 16 de noviembre de 1988, firmado por Luis H. Álvarez (presidente) y Abel Vicencio (secretario general).
Uno de los puntos centrales fue:
“El poder que se constituirá con base en los resultados oficiales del proceso electoral, aprobados solo con los votos favorables de los miembros priistas del Colegio Electoral, únicamente podrá legitimarse ante los mexicanos con el buen ejercicio del poder mismo y, en especial y de manera inmediata, con la conducta que demuestre en los primeros comicios bajo su total responsabilidad que serán los de Jalisco, Guanajuato y San Luis Potosí”.
Es evidente que el PAN no compitió aliado con el PRI, imposible hacerlo con un candidato como Clouthier. A la vista de todos, combativo y decidido a luchar por un país distinto, justo.
No hubo contubernio de estas dos fuerzas políticas a la hora de buscar el voto de la sociedad. Cada una participó por su lado, con sus propios candidatos y campañas.
Clouthier nunca se dobló, había cumplido como candidato y hasta ahí llegaba su misión. Serían otros los que acordarían el camino que tomaría el panismo. En la etapa poselectoral la dirigencia nacional justificó el “proceso de legitimación por ejercicio”, en franco rechazo a lo que representaba el ingeniero Cárdenas y para que alcanzara la presidencia quien tenía a su favor las cifras oficiales, sin más resistencias ni malas caras.

El tabasqueño Adán Augusto López Hernández se ve a gusto en la Secretaría de Gobernación. La política y los políticos son lo suyo. Quedó constancia del recibimiento que le dio el poder legislativo en el salón plenario del Palacio de San Lázaro, en la entrega del informe presidencial. Saludado por los de su partido y por los de la oposición. Los conoce, a muchos, si no es que a todos. Ha sido diputado y senador.
El día que se le vio caminar en domingo por las calles de Polanco, con gesto amable y andar normal, sin apresuramientos, con escolta discreta, se dio tiempo para detenerse unos segundos e intercambiar saludos de sana distancia con familia que lo observaba desde el auto. Siguió el camino y subió a su camioneta. Los que le acompañaban iban en la misma unidad.
Hasta ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador no lo ha puesto en la pista de los presidenciables, como ha sucedido con otros a los que ha citado por su nombre.
Lo que sí le dejó muy claro su jefe fue la encomienda de llevar la relación con los gobernadores, con la Fiscalía General de la República y el poder judicial, en especial con la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Tareas que solo encargaría a una gente de toda su confianza. Adán Augusto es su paisano y leal amigo.
La Secretaría de Gobernación (Segob) en otros tiempos, era trampolín natural para aspirar a la candidatura presidencial. Todavía en el sexenio anterior, Miguel Ángel Osorio Chong, suspiró y buscó sin éxito ser el abanderado de su partido. Más atrás lo había intentado Santiago Creel.
Quedó para la historia el atrevimiento de los seguidores de Mario Moya Palencia, que se anticiparon con pancartas, creyendo que tendría el apoyo del habitante de la extinta residencia presidencial de Los Pinos. Manuel Bartlett también compitió cuando despachaba en la casona de Bucareli.
Luis Echeverría salió de la Secretaría de Gobernación con la candidatura presidencial.
De hecho, muchos de los que han pasado por la Segob, al menos han competido por la nominación de su partido.
En la actual administración ha sido distinto. A Olga Sánchez Cordero, la ministra en retiro, la primera mujer en la Secretaría de Gobernación, nunca se le vio con la fuerza política para ganarse la etiqueta de presidenciable. Tampoco ahora que despacha como presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Senadores y donde no tiene complicaciones para desahogar el orden de día de las sesiones legislativas.
Adán Augusto López Hernández, licenciado en Derecho y maestría en Ciencias Políticas, se ha desarrollado en la política sobre todo en su natal Tabasco. También es Notario Público (con licencia), como lo fue su padre Payambé López Falconi, quien falleció el año pasado. Su hermana Rosalinda López Hernández es la administradora general de Auditoría Fiscal Federal del Sistema de Administración Tributaria.
Ha trabajado en el PRI, en el PRD y ahora en Morena. No parece ansioso porque lo tomen en cuenta para el 2024 ni está en campaña con ese fin. De cualquier manera, no deja de llamar la atención que el diputado Mario Llergo, también de Tabasco, es el nuevo representante de Morena ante el Instituto Nacional Electoral (INE).
Las tareas que le encargaron y los pasos que da como integrante del gabinete, dejan más la impresión de tener la misión de preparar el terreno institucional al o a la que vaya a ganar la candidatura.
Por si las dudas, más les vale a los morenos y morenas, no perderlo de vista.

La maestra Ifigenia Martínez, la que acaba de recibir la medalla Belisario Domínguez, con sobrados merecimientos, en la primera etapa de su carrera política llegó a ser diputada por el Partido Revolucionario Institucional, en los tiempos del presidente José López Portillo, cuando solo tronaban los chicharrones del tricolor.
Como parte de la bancada priísta, no dudó en votar en contra de un proyecto del Ejecutivo, del presidente, en materia agraria. Se puso del lado de los reclamos de los trabajadores del campo. Todos sus demás compañeros siguieron la “línea” marcada por el partido.
Por supuesto que a López Portillo no le gustó el voto de la maestra. La conocía perfectamente, sabía de su verticalidad y también de su calidad académica como economista, así que en vez de reclamarle a ella directamente, para no correr el riesgo de que Ifigenia le ratificara su criterio sobre el tema, le habló a Porfirio Muñoz Ledo.
Entonces, Porfirio presidía el PRI. Atendió la llamada de Don José y la única disculpa o explicación que encontró fue exaltar las cualidades de la diputada. No hubo ninguna sanción para la legisladora. Quizás hubiera sido distinto con otro diputado o diputada.
El jefe de la nación no fue más allá, porque como es sabido, en esos tiempos, solo había priístas en la cámara; nadie de otro partido. La maestra no varió su posición, ni en ese punto ni en otros. No se quedaba callada si tenía que decir algo diferente a los demás. La respetaban. También le temían. Nunca estuvo dispuesta a negociar su pensamiento. Y el día que de plano vio que su organización chocaba con sus principios, le dijo adiós, junto con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.
La “línea” siempre ha existido en el trabajo legislativo y más de uno sabe del costo de no seguirla.
La “línea”, como dice una de las definiciones del diccionario de la Real Academia Española, es el comportamiento en determinada dirección. Es practicada por todos los partidos en las cámaras. Entendible porque cada uno de los legisladores, salvo que sea independiente, se la jugó en las elecciones con la camiseta de alguna de las organizaciones políticas y apostó por su proyecto de gobierno. A la hora de ganar, el compromiso es con ese proyecto.
Si una vez en la curul o en el escaño cambian de opinión y resuelven ya no seguir la “línea”, el camino es saltar a otra bancada con la que se identifiquen. Eso es lo que hizo Lilly Téllez; entró en desacuerdo con Morena y se pasó al grupo de Acción Nacional.
El mismo Porfirio Muñoz Ledo, quien aspiraba a la reelección como diputado, pagó en Morena el precio de ser crítico dentro de su bancada y en sus comentarios sobre las acciones del Ejecutivo. El partido no lo nominó para un segundo periodo consecutivo.
Germán Martínez Cázares, quien alguna vez dirigió nacionalmente al PAN, brincó a Morena y con este partido llegó al Senado. Terminó por sentirse incómodo con los morenos, con su “línea” y, decidió volverse “independiente”. Obvio que no se puede disentir de la “línea” y seguir en el mismo grupo.
La “línea” es una regla no escrita que responde a un proyecto de gobierno. Todos los partidos se supone que tienen proyecto de gobierno, por eso que nadie se sorprenda si los diputados y senadores de Morena, en bloque, de manera monolítica, votan por las propuestas del Ejecutivo.
Es la “línea” con la que se comprometieron y con la que también partidos aliados se sienten comprometidos.

El partido Movimiento Ciudadano (MC) se ha convertido en un fenómeno de la política nacional, avanza y sin preocuparse por hacer alianzas con otras organizaciones. Parece aplicar el dicho popular de que más vale solo que mal acompañado. Ha decidido no juntarse con quienes se han desgastado y desacreditado en el ejercicio del poder.
La clave ha sido su selección de candidatos, postular o buscar gente con aceptación popular, que por su estilo, personalidad y propuesta conecten con la sociedad, rompan con viejas prácticas de hacer política, promesas incumplidas, largos rollos o expresiones cantinflescas.
Sin hacer mucho ruido, a partir del próximo octubre gobernará los dos estados más importantes después de la Ciudad de México. Ya tiene Jalisco desde el 2018 con Enrique Alfaro y pronto tomará posesión Samuel García en Nuevo León, sede habitacional de la cúpula empresarial del país.
MC se ha especializado en tiros de precisión para nominar candidatos, con buen ojo para seleccionar a quienes en otras organizaciones son desaprovechados, desairados y relegados. Todavía está lejos de ser la primera o segunda fuerza política.
Ha sabido capitalizar ese descontento, abrir sus puertas con oportunidad y cobijar a quienes pueden redituarle votos y hasta ganar una elección. El método le ha funcionado. Comprobó en 2018 que la alianza con partidos desgastados no fue lo mejor.
Supuso que aliados PAN, PRD y MC podrían llevar a la presidencia a Ricardo Anaya y se equivocó.
En proporción, en este 2021 le fue mucho mejor en las elecciones que al PAN-PRI-PRD. Nuevo León es otro de sus grandes logros y en automático el ganador Samuel García se inscribe para competir por la candidatura presidencial en 2024, aunque le puede pesar la triangulación de recursos en su campaña, acusado por el INE y por lo que impuso a su partido multa de 28 millones de pesos.
De cualquier manera, ya son dos cartas: Samuel y Alfaro.
Además, tiene en formación un cuadro que, si cuida y guía, podría convertirse en una alternativa más para la sociedad mexicana, quizás no en la próxima elección, sino en la siguiente, la de 2030.
Se trata de Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del asesinado (1994) candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Donaldo, de 36 años de edad, ha demostrado la imagen y aceptación que tiene en Monterrey, ganó la presidencia municipal por amplio margen, con ventaja de más de diez puntos sobre el segundo lugar.
Lo ha dicho, quiere crecer por sus propios méritos, por eso desairó el ofrecimiento que le hizo el PRI (partido donde militó su padre) para ser legislador, apenas cumplió la mayoría de edad.
Ante los resultados obtenidos, MC seguiría con dicha fórmula, de ir solo a las competencias, sobre todo en lugares donde perciba que el perfil de sus candidatos es ampliamente aceptado.
Descubrió que la población quiere caras nuevas y es lo que procura ofrecer, a diferencia de los viejos partidos acostumbrados a doblarse ante intereses cupulares y nominar a los de siempre.
También ha tenido el tino de modificar el nombre del partido, empezó hace veinte años como Convergencia y ahora es Movimiento Ciudadano, dos palabras más cercanas y familiares a la sociedad.
En un principio, dio la impresión de ser egoísta al rechazar alianzas en 2018 y hasta arriesgado para la conservación de su registro. Sin embargo, probó que puede solo y así pretende participar en el 2024.

A Rocío Nahle García le tocó bailar con la más fea. De las personas mencionadas en Palacio Nacional con perfil para competir por la candidatura de su partido a la presidencia de la República, es la que tiene el reto más grande, rescatar el sector energético.
Desde el anuncio de José López Portillo en el sentido de que México se tenía que preparar para administrar la abundancia, por el repunte del precio internacional del petróleo, hasta el ofrecimiento en el sexenio de Enrique Peña Nieto de que su reforma energética bajaría precios de hidrocarburos y tarifas de electricidad, el saldo ha sido desalentador.
En ningún caso, ni Pemex ni la CFE, recobraron resplandor. La petrolera empezó a caer en sus números y la electricidad se encareció. La situación de la primera está complicada y medidores internacionales dudan de un próspero futuro. La segunda tiene inquietos a inversores privados por el camino que ha tomado la estrategia del nuevo gobierno.
Para Rocío Nahle es prueba de fuego. Tiene en contra el argumento de que se ha colocado en segundo término a las energías limpias y de que se impulsa una estrategia energética que va contracorriente de lo que hace el mundo para reducir contaminación.
Por anticipado, la estrategia oficial es acusada de retroceso, cuando todavía las acciones están en proceso, como la construcción de la refinería Dos Bocas, el saneamiento de Pemex, incremento de la producción del crudo y el desarrollo del sector eléctrico.
Sorprendió la adquisición de la refinería de Texas. Acabaría con el envenenado comentario de que se le vendía petróleo y lo regresaba a nuestro país transformado en gasolinas, a precio mayor. Se espera que esta acción favorezca el abasto del mercado nacional.
Es evidente que el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene toda la confianza en Rocío, no se explicaría de otra manera la enorme responsabilidad de la secretaria de Energía.
Ingeniera petroquímica, egresada de la Universidad de Zacatecas, ha sido diputada (coordinadora de su grupo) y senadora, ligada a organizaciones de ingenieros petroleros (“Constitución 1917”) e integrante del Comité Nacional de Estudios de Energía de América Latina y el Caribe.
Su participación en reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) generó dos versiones. La suya de que la posición de México sobre reducción de producción petrolera había sido aplaudida y la de quienes negaron que nuestro país fuera ovacionado por los árabes.
A diferencia de sus competidores y competidoras por la candidatura presidencial, Rocío tiene la desventaja de que su sector ha sido descuidado por muchos años, saqueado por servidores públicos y dirigentes sindicales, acusados de corrupción en perjuicio de Pemex, sobre todo.
El compromiso de la pasada campaña de que las gasolinas costarían menos a los mexicanos, sigue pendiente. Igual en el caso del gas y no se quedan atrás las tarifas eléctricas.
Los tiempos están en contra, porque ya vamos hacia la mitad del sexenio. Se entiende que la reordenación no puede ser rápida. Exige tanto que quizás a Nahle no le quede espacio para pensar en la grande, aunque la enliste el presidente de la República.

Tatiana Clouthier Carrillo ha exhibido faltas de ortografía en sus textos en redes sociales, atribuidos a errores involuntarios de sus dedos al tocar la tecla equivocada; una pronunciación hispanizada en inglés; y no se ha escapado de ser cuestionada por su vestimenta en reuniones diplomáticas.
Nada que tenga que ver con la esencia de su trabajo. Su capacidad como servidora pública no está a discusión. Tiene claro donde está y que quiere. Convencida de que hizo lo correcto al saltar den trampolín de la derecha al movimiento que ahora gobierna a México.
Fue en 2018 la coordinadora de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador; encontró la forma de acercarle el voto joven, a tal punto que por afecto y empatía empezaron a llamarle la “Tía Tatis”. Sabe de medios y tiene gente que la asesora en la materia desde hace rato.
Cuando le preguntas a los millennials si saben quién es la “Tía Tatis”, la respuesta inmediata es afirmativa. Su popularidad es un hecho, aunque la imagen sembrada no recoge sus virtudes académicas. Tampoco creen sus cibernautas seguidores que haya sido la mejor diputada ni que sea la más capaz del gabinete (secretaria de Economía). De cualquier manera, sus desatinos voluntarios o involuntarios, la han mantenido en los medios. No pasa desapercibida.
Hay que escucharla en corto para confirmar que no es improvisada ni rollera. Pragmática, no lo piensa dos veces para tomar decisiones ni le quita el tiempo a la gente con la que no va a llegar a un acuerdo o compartir proyecto político. Herencia de su padre Manuel “El Maquío” Clouthier, le gusta el lenguaje directo, ir al grano.
La mira de Tatiana es larga. Acostumbrada a ver el bosque, seguro tiene en mente el destino de su carrera política. Cuenta con experiencia legislativa, ha buscado sin éxito, como candidata independiente, ser alcalde en su estado, en el municipio San Pedro Garza García, donde viven los más ricos del país.
Por supuesto que la conocen los empresarios, sus alcances y planes. Es hiperactiva. Su nombre sonó para ser candidata en Sinaloa (nació en Culiacán) y también en Nuevo León (donde creció familiar y profesionalmente). Al final se conservó como legisladora, quizás ya sabía o tenía indicios que se incorporaría al gabinete, idea sembrada desde el arranque del sexenio.
No llegó a cualquier secretaría. Economía la vuelve a poner cerca del sector empresarial y de las relaciones comerciales de México con el mundo, en particular con Estados Unidos.
Con la salida del empresario Alfonso Romo del equipo presidencial, ahora Tatiana Clouthier tiene el contacto del gobierno con los barones del dinero. Le ayudan su astucia e inteligencia.
Para seguir haciendo dinero y negocios, en un escenario de tranquilidad y de leyes, de estabilidad económica, a los empresarios seguramente lo que menos les interesa es la ortografía o si la Tía Tatis tiene excelente pronunciación de inglés o incumple protocolos de vestimenta.
Si consigue su objetivo, si los resultados económicos son favorables o van por buen camino antes de que llegue el 2024, Tatiana Clouthier estará en la competencia por la candidatura presidencial.
La conexión con los empresarios es su plus.

Marcelo Ebrard ha demostrado en la actual administración, como canciller, que es un político práctico y servicial, atento para seguir instrucciones del presidente de la República en situaciones apremiantes, como la compra de vacunas para hacerle frente a la pandemia, la adquisición de pipas para la distribución de gasolinas y el reforzamiento de la frontera sur para contener la migración, a petición del gobierno de los Estados Unidos.
Convertido en comodín del gabinete, porque lo mismo ha realizado tareas que corresponden a la secretaría de Salud que a las secretarías de Economía y Gobernación.
Larga carrera política, con raíces priístas. Creció con su amigo y jefe Manuel Camacho Solís (QEPD). Ocupó cargos partidistas en el tricolor, se afilió al PRD para ser candidato a jefe de gobierno de la Ciudad de México, uno de los fundadores del Partido del Centro Democrático y se sumó a la campaña de Andrés Manuel López Obrador, primero para gobernar la CDMX, después para competir en el 2018 por la presidencia.
Debido a un linchamiento de policías en lo que era la delegación de Tláhuac, fue destituido del cargo de secretario de Seguridad Pública por el presidente Vicente Fox.
En fecha más reciente, apenas en el sexenio anterior, tuvo que irse a vivir una temporada a Francia cuando vio señales de que lo querían responsabilizar de irregularidades en la línea 12 del Metro. Obra que se hizo durante su gobierno en la Ciudad de México.
Quizás no lo sabe Ebrard, pero también existe la historia sobre la actuación de un abogado de nombre Efraín quien recibió la tarea de blindarlo jurídicamente en el caso del Metro. En la administración anterior capitalina, el defensor cumplió con su misión. Llegó a comentarlo con colaboradores cercanos, sin entrar en detalles. Se concretó a realizar su trabajo con discreción. El abogado se llevó el secreto a la tumba, falleció víctima de Covid en el 2020.
Fuera de estos sucesos, a los que se suma este año la caída de vagones en la misma línea del transporte colectivo, la trayectoria de Marcelo Ebrard se ha consolidado en lo político. En lo diplomático, se ha esmerado en seguir puntual la línea marcada por el presidente, al que constitucionalmente corresponde la dirección de la política exterior.
Así que las posiciones asumidas por México con relación a Venezuela, Bolivia y Nicaragua, no son estrictamente atribuibles a Ebrard, sino al titular del poder Ejecutivo. El canciller solo opera y hasta ahora tiene contento a su jefe que despacha en Palacio Nacional.
Tiene un presidente que no es proclive a los viajes internacionales ni a las cumbres de jefes de Estado de y gobierno, por lo que le toca doble trabajo para hacer visible la presencia de México.
Marcelo Ebrard ha cuidado de no pelearse con ninguno de los y las presidenciables, aunque sabe que llegará el momento en que cada uno tendrá que desmarcarse en busca de la nominación.
Dentro de Morena tiene sus seguidores y para nadie es un secreto que el líder Mario Delgado es amigo y ha trabajado con Marcelo.
Su plus es que tiene la capacidad para llevar a cabo cualquier tarea que le asigne el presidente. Comodín en la baraja de los presidenciables.

Obvio que Ricardo Monreal Ávila está en la lista de los que participan en la carrera por la candidatura presidencial de Morena para el 2024.
Empezó su carrera en el PRI y ahí se mantuvo hasta que le cerraron la puerta para competir por el gobierno de Zacatecas. Ya había sido diputado federal y senador priísta. Con la camiseta amarilla perredista se convirtió en gobernador. Dio el salto al Movimiento de Regeneración Nacional. Ascendió a jefe delegacional en la Cuauhtémoc y desde este puesto quiso ganar la candidatura para jefe de gobierno de la Ciudad de México, pero las encuestas internas no lo favorecieron, le ganó Claudia Sheinbaum. Estuvo a punto de postularse por otro partido o como independiente. Incluso se dio sus vueltas por la sede de Movimiento Ciudadano para buscar a Dante Delgado. Finalmente se tranquilizó y supo negociar su candidatura al Senado a donde llegó para coordinar al grupo moreno y presidir la Junta de Coordinación Política.
Con el PRI todo iba bien hasta que le bloquearon la aspiración de competir por el gobierno de su estado. Lo que había tejido como priísta, las alianzas y amarres, además de las encuestas que lo favorecían, supo capitalizarlas como candidato del PRD.
Triunfo inobjetable. No tuvo que ir a los tribunales para confirmarlo. Su antiguo partido tuvo que resignarse y aceptar el error de no haberlo postulado como quería la militancia zacatecana.
Fortaleció su relación con López Obrador y se sumó al Movimiento de Regeneración Nacional. Consiguió ser coordinador de una de las campañas presidenciales del tabasqueño.
Ricardo Monreal ha demostrado ser político hábil, ir de avanzada cuando los vientos están a su favor y replegarse si está en riesgo su proyecto. Partidario del diálogo y del acuerdo, no del choque de trenes. Ha sabido convivir con su compañero Martí Batres, con quien en más de una ocasión ha tenido que medir fuerzas, sobre todo cuando éste quiso reelegirse como presidente de la mesa directiva de la Cámara de Senadores. También tiene de nuevo en el grupo a Gabriel García, poderoso ex jefe de los delegados, al que pronto le dio la bienvenida.
Cauto, no ha dudado en retirar iniciativas, posponer su discusión o guardarlas en el congelador cuando no tienen asegurado el consenso o amenazan alterar el orden financiero, económico, social y político. Sus advertencias por desaparecer poderes estatales no han prosperado. Tampoco la regulación del uso recreativo de la marihuana. Los financieros se alarmaron con la propuesta para modificar la ley del Banco de México porque existía riesgo de que divisas de origen dudoso fueran a dar a las arcas del banco central.
Pareciera ser su estilo cacarear propuestas controvertidas para medir la reacción de los involucrados, aunque no siempre, porque con sigilo hizo que su mayoría aprobara el controvertido artículo de la reforma judicial que amplía dos años el mandato del presidente de la Corte.
Sin embargo, también se le tiene que reconocer su esmerado cabildeo para conseguir el voto calificado del pleno senatorial, las dos terceras partes para avalar nombramientos de servidores públicos.
Cuando buscó ser jefe de gobierno de la CDMX se le cruzó en el camino Claudia Sheinbaum y, como va la carrera presidencial, podrían volverse a encontrar en el 2024.

Su especialidad como psiquiatra quizás le ha ayudado para entender la compleja realidad mexicana y ganarse simpatías de representantes de distintas corrientes políticas, a tal punto, que hubo un momento en que llegó a evaluarse la posibilidad de ser nominado a la presidencia de la República por todos los partidos.
Hasta la fecha, sin afiliarse a ninguna fuerza política, como independiente y sin dejar de servir a México, ha sabido conservar la aceptación en diferentes grupos sociales.
Juan Ramón de la Fuente Ramírez, psiquiatra de profesión, ex secretario de Salud, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), autor y coautor de 24 libros, entre ellos “A quién le importa el futuro”, Premio Nacional de Ciencias y Artes, es desde 2018 embajador de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El nombre de Juan Ramón ha sido citado en una de las “mañaneras” del presidente Andrés Manuel López Obrador como perfil valioso que puede ser tomado en cuenta para el proceso electoral del 2024, aunque faltaría ver si el tema todavía le interesa.
Sin ser militante de ningún partido, pero por esa capacidad y pluralidad que le caracterizan, más de una organización política le lanzó el anzuelo de la candidatura presidencial, una vez que había dejado la rectoría de la máxima casa de estudios.
Era abierto reconocimiento a su trayectoria, a su habilitad para entenderse con diversos pensamientos. Se planteó la conveniencia y ventaja de ser postulado por varios partidos. El asunto se cayó cuando se propuso ir por la unanimidad, por el apoyo de todos.
De cualquier manera, el doctor Juan Ramón de la Fuente conservó intacto su prestigio, sin desgaste alguno. Nadie le reprochó la búsqueda del mayor consenso en beneficio del país.
En el pasado había trabajado como secretario de Salud en gobierno priísta de Ernesto Zedillo y ahora lo hace en la administración de López Obrador y su Cuarta Transformación.
Su labor como representante ante la ONU destaca por el apoyo unánime que recibió México para ser integrante 2021-2022 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
También por la firma de acuerdo marco entre el gobierno mexicano y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, a fin de supervisar y dar seguimiento a los contratos, proyectos y licitaciones de la administración pública federal.
Además, en la pandemia, ha mantenido firme la posición de nuestro país para que todas las naciones se signifiquen por la solidaridad en la lucha contra el virus que puso en jaque al mundo.
El doctor De la Fuente es un personaje que sigue sin militar en ningún partido y no ha dejado de servir a México. No come ansias ni ha pedido que lo apunten en la lista de prospectos para el 2024. Tampoco aparece entre los favoritos para competir por la nominación morena. Mucho menos está en campaña con ese propósito, a diferencia de otros.
Si fue mencionado por el presidente López Obrador es porque su trabajo, a pesar de estar a distancia, en Nueva York, se nota y favorece la imagen de México en el concierto internacional.

En la elección de sus gobernantes el pueblo no se equivoca. Al ir a las urnas, vota por la que considera mejor opción.
Si ya en el ejercicio de gobierno el servidor público falla o no cumple lo ofrecido, no puede ni debe culparse al pueblo. Mucho menos afirmar que se equivocó en la elección al llevar al poder a una persona que no satisface expectativas.
Analógicamente, sería como culpar a una institución de educación superior de la actuación del funcionario que haya egresado de sus aulas.
Igual en el caso del pueblo que ejerce su derecho de votar y elegir con absoluta libertad. La responsabilidad, si lo hace bien o mal en el gobierno, es del propio elegido, que tiene la obligación de cumplir la ley y el compromiso con la sociedad.
Durante la etapa de campañas, lo que hacen el ciudadano y la ciudadana es evaluar a los competidores, conocer su trayectoria e identificar al partido que los apoya. Es lo que determina el sentido del voto. El mensaje del candidato o candidata es clave, la claridad y la congruencia, sin rollos.
En las elecciones del 2018, la sociedad evidenció hartazgo por los que habían gobernado, por los abusos y excesos. Le había dado la oportunidad a la derecha y falló. Volvió a creer en el revolucionario y el desengaño vino pronto. Encontró una nueva oferta, un candidato más identificado con las causas sociales y le tomó la palabra. Lo premió con el triunfo aplastante, en la presidencia y en el poder legislativo.
Sin dejar de tomar en cuenta el impacto de la pandemia, esa misma sociedad, en el proceso electoral de este año, con más de veinte mil cargos en juego en el país, la renovación de la Cámara de Diputados y la elección de 15 gobiernos estatales, dará su voto a la que le parezca la mejor propuesta.
Por supuesto que valorará lo hecho hasta ahora por el actual gobierno, pero también el papel desempeñado por los partidos de oposición. Revisará si hay nuevas caras entre los candidatos o si son los mismo.
Si la oposición pretende recuperar espacios con los mismos rostros y las mismas promesas, va a seguir en la oposición. Hay siglas muy desgastadas, por lo que tendría más peso el perfil de los nominados.
La medición de lo hecho por la presente administración es sencilla. Suficiente con ver lo que hay en la despensa de cada familia o en bolsillo de los jefes o jefas de familia. La economía familiar, el ingreso y el empleo.
Hay otro factor que puede inclinar la balanza para un lado u otro. Las vacunas contra el Coronavirus. En los Estados Unidos, Donald Trump ansió que la vacuna estuviera lista antes de la elección. Esperaba que un ambiente inmunizado lo ayudara a conseguir votos para ganar la contienda. No sucedió. La aplicación de la vacuna empezó después, una vez que se había consumado su derrota.
En el caso de México, la aplicación de la vacuna podría modificar el estado de ánimo de la sociedad. Si para antes de junio está vacunada la población más sensible o vulnerable, el gobierno en turno resultaría favorecido. De lo contrario, los electores, hombres y mujeres, le cobrarían la desatención.
El pueblo conoce el trabajo de partidos y gobierno. Con ese conocimiento va ir a las urnas el 6 de junio.

Puede ser un espejismo que el próximo año México vaya a tener siete gobernadoras. La resolución controvertida, confusa (en sus primeros momentos) e incompleta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) no es garantía del ascenso femenil, porque no existe la obligación de que los partidos las hagan candidatas en los mismos estados.
Se dejó al libre albedrío de los partidos determinar en qué estado les parece conveniente. Tampoco es un hecho que las vayan a postular donde la organización política tenga más presencia. Ni siquiera el hecho de que haya más mujeres en el padrón podría darles la certeza de que van a ganar.
No es en automático, las mujeres no solo votan por mujeres. La paridad está sujeta al voto libre de quienes tienen derecho a ejercerlo. Para electores y electoras, cuentan más los valores capacidad, trayectoria y simpatía.
Los huecos que todavía hay en la ley para hacer válida la paridad, se debe a que los legisladores no han hecho su trabajo. Hay hilos sueltos, faltan precisiones. El tema divide opiniones. El Senado se atrevió a impugnar la resolución del Instituto Nacional Electoral (INE) que hacía obligatoria las siete candidaturas, con el argumento de que tomaba atribuciones que no le correspondían, legislativas.
La sala superior del tribunal electoral hizo la misma observación, pero al final, titubeante, procedió de manera similar. Una vez que se ha conocido la resolución final de los magistrados, no hay marcha atrás, porque en materia electoral, por ley, la última palabra la tiene el TEPJF.
Por su falta de claridad y precisión, los magistrados sembraron dudas, crearon confusión, diversas interpretaciones hacia afuera. Comprensible que medios difundieran versiones encontradas. Unos daban por hecho las siete candidaturas y otros decían que se habían caído. Sobrevivieron las siete en medio del enredo.
Lo que llama la atención es que entre las mujeres de los distintos partidos no sea evidente el consenso sobre el tema. Si así fuera, hace tiempo que habría más mujeres gobernadoras en los estados, por paridad.
Hasta ahora, falta darle énfasis a la paridad en los documentos básicos de los partidos, por congruencia. Hay quienes se oponen porque insisten en que las nominaciones se deben de hacer por capacidades, no en función de si es hombre o es mujer. Existe el riesgo de ser discriminatorio, para un lado u otro. Temen que el día de mañana los homosexuales también reclamen su cuota.
Es poco probable que en el 2021 México tenga siete gobernadoras más. Si los partidos tuvieran que postularlas en los mismos estados, entonces habría certeza. Sin importar el partido, triunfaría una mujer.
Faltaría observar la reacción de la sociedad, que se ha vuelto muy sensible para castigar o premiar partidos. Ha comprobado el valor del voto y lo defiende. Sabe de su influencia y trascendencia.
El seis de junio del próximo año se verá si la sociedad acepta o no que le impongan gobernadora o gobernador por paridad de género.

En México nunca una mujer ha llegado a la presidencia de la República. El PRI, durante 70 años en el poder, optó siempre por la candidatura masculina. No se recuerda que alguna vez haya intentado nominar a una mujer. El PAN propuso a Josefina Vázquez Mota en el 2012, pero perdió, quedó en tercer lugar. Y el PRD, tampoco ha postulado candidata.
Los partidos pequeños, algunos ya desaparecidos, han propuesto mujeres. Ninguna cerca de ganar. La primera fue Rosario Ibarra con el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Siguió Cecilia Soto con el Partido del Trabajo. Marcela Lombardo por el Partido Popular Socialista. Y Patricia Mercado por el Social Demócrata. Margarita Zavala, ex panista, compitió sin éxito como independiente.
En la actualidad, en términos de beisbol, el presidente Andrés Manuel López Obrador tendría una novena femenil, con posibilidades para competir en el 2024.
Su cuarto bat y primera base sería Claudia Sheinbaum, doctora en ingeniería ambiental, egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México, ex delegada de Coyoacán. La más mencionada en medios.
Tatiana Clouthier, la hija del “Maquío”, sería su pitcher o lanzadora estrella. Secretaria de Economía. Maestra en administración pública. Fue coordinadora de campaña del ahora presidente de México.
Rosa Icela Rodríguez, egresada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la tercera base, para atajar los batazos que llevan mucha fuerza. Altamente confiable y leal. Si llega a tener éxito como secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, estará en la recta final por la nominación de Morena.
Rocío Nahle, ingeniera petroquímica, en paradas cortas, “shortstop”. No la tiene fácil en su sector con dos empresas cuestionadas como CFE y Pemex. De su actuación dependerá confirmarse como presidenciable.
Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, sería la bateadora designada, solo para ir a la caja de bateo en su turno y tratar de dar hit oportuno. Ministra en retiro, abogada egresada de la UNAM, notaria, pasara a la historia como la primera jefa de política interior. Es la mayor del equipo, 73 años.
Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública, doctora en Ciencia Política, en la posición de cácher o receptor, alerta para que no se le escape ninguna pelota lanzada por el pitcher y nadie le robe la segunda base.
Luis María Alcalde, secretaría del Trabajo, la más joven, 33 años de edad, en el jardín central, con rapidez para desplazarse hacia la izquierda, a la derecha o profundo del parque. Alcanzaría los 35 años antes del 2024, requisito para poder competir por la presidencia. Es maestra en Derecho por la Universidad de California.
María Luisa Albores, secretaria de Medio Ambiente, chiapaneca, ingeniera agrónoma, empezó en el 2018 como secretaria de Bienestar, en el jardín izquierdo.
Alejandra Frausto Guerrero, secretaria de Cultura, en el jardín derecho, para donde llega menos la pelota.
Solo faltaría cubrir la segunda base, ahí donde se requiere agilidad para hacer doble play o hasta triple play. Podría ser ocupada por próxima gobernadora o legisladora (sujeto a resultado de elecciones 2021), con capacidad para enlaces o conexión de una doble jugada.

Los colosistas prácticamente han desaparecido de la escena política. Aquellos que trabajaron cerca del malogrado candidato presidencial priísta Luis Donaldo Colosio, perdieron presencia y dejaron de interesar a su partido.
El mismo hijo de Luis Donaldo, Donaldo Colosio Riojas, una vez adulto, optó por una participación distinta a la de su padre, no en la misma organización. El nombre o apellido le ha alcanzado para ser diputado local y para suspirar por la gubernatura de Nuevo León, aunque pareciera haberse resignado a una candidatura a presidente municipal en Monterrey, porque no vislumbra la alianza necesaria para algo más. Es una forma de admitir que en lo personal no se tendría la fuerza suficiente para ganar en todo el estado.
Su padre, en cambio, siempre tuvo claro el objetivo, hizo carrera para convertirse en candidato presidencial y lo consiguió. Con lo que no contaba es que la decisión tomada en Los Pinos fuera a despertar el enojo de Manuel Camacho, al extremo de minar el arranque de campaña, hasta que surgió la expresión “no se hagan bolas”, para reafirmar la nominación del político de Magdalena de Kino.
Justo cuando tomaba pista, cuando desplegaba las alas, una bala asesina terminó con su sueño. Los colosistas quedaron huérfanos. Nunca conformes con las investigaciones para aclarar el homicidio.
El proyecto se cayó, algunos llegaron al poder legislativo, a posiciones diplomáticas o administrativas, como una especie de recompensa o compensación por lo que había sucedido. El tiempo se encargó de disolver al equipo. Al padre de Luis Donaldo, Luis Colosio Fernández, lo reconfortaron con una senaduría.
La fuerza colosista se extinguió. Los hijos Donaldo y Mariana, siendo niños cuando falleció su madre Diana Laura, víctima de cáncer, crecieron y vivieron en Monterrey, con el apoyo del empresario Ricardo Canavati Tafich.
Donaldo Colosio Riojas todavía es joven. Tiene tiempo para reforzar su formación. Buscar la alcaldía de Monterrey, la segunda ciudad en importancia en México, si la logra, enriquecería su experiencia política. Es bien visto por el grupo empresarial. No está contaminado y guarda distancia de los contaminantes.
Alfonso Durazo, ex secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, fue secretario particular de Luis Donaldo Colosio. El candidato presidencial malogrado lo apoyó y le dio tiempo para la preparación académica en el exterior.
Durazo se quitó la camiseta colosista. En la administración panista 2000-2006 trabajó cerca de Vicente Fox. Hasta la fecha están distanciados. Se perdieron la confianza y hasta el respeto. Alfonso supo sumarse al movimiento de Andrés Manuel López Obrador. Ganó en Sonora como candidato a senador. Una vez en el Senado fue jalado por el presidente para incorporarlo al gabinete.
Ahora como aspirante a gobernar su estado natal, no la tiene fácil, porque su rival es Ernesto Gándara Camou, personaje conciliador, con arraigo, simpatía y proyecto para suceder a Claudia Pavlovich en el gobierno de Sonora.

El panista Ricardo Anaya está de regreso. Hasta el momento no se ha posicionado como líder opositor y está muy lejos de convertirse en contrapeso para el actual gobierno.
Tendrá que ajustar su estrategia, porque la utilizada para la competencia electoral del 2018 quedó desgastada, no le funcionó y tampoco encontró la forma rápida para deshacerse de la inesperada imputación que le hizo la administración saliente. Le quitó tiempo y dañó su imagen.
Los problemas internos en su partido y la escisión de figuras relevantes, no le ayudaron. Su propuesta e impetuosidad en algunos momentos lo hicieron verse sobrado, sin la serenidad que requería para hacerle frente a un adversario que tenía amplia ventaja en las encuestas.
Equivocó el enfoque, porque se fue con todo contra el que todavía habitaba en Los Pinos, al punto de amenazarlo con meterlo a la cárcel, en vez de ocuparse del principal adversario. Ambos, PRI y PAN, desatendieron el objetivo y ellos mismos se debilitaron.
Sería error de Anaya seguir la tesitura virulenta, porque está visto que la sociedad no es partidaria de pleitos y menos en estos tiempos de pandemia. Tendría que replantear su oferta, no perder de vista que ya hubo dos sexenios panistas que no lograron la calidad de vida ofrecida.
Las circunstancias lo obligan a construir una oferta distinta. Para grandes males, grandes remedios. Su perfil, si es que le interesa volver a competir por la presidencia, tendría que ajustarse. Acercarse más a la gente, aterrizar sus propuestas, procurar un México justo, menos desigual. Hasta admitir que su partido ha desaprovechado oportunidades. Es la verdad, porque de otra manera no hubiera perdido el poder en solo 12 años.
No la tiene fácil. En el 2000 mucha gente creyó que había llegado el cambio y no llegó. Y que conste que se anunció la búsqueda de los mejores hombres y mujeres para gobernar el país.
Al ver que le habían fallado, la gente le dio una nueva oportunidad al PRI en el 2012. La desperdició. El pueblo tuvo sobrados motivos para hartarse y votar por otra opción política.
La pandemia le ha complicado la vida a todos los países, en su salud y economía, México no es la excepción. Es enorme el reto para quienes ahora gobiernan y también para los gobernados.
Por eso, si en vez de mejorar su oferta de 2018, Ricardo Anaya se concentra en el ataque, no sería el camino que lo lleve a sumar voluntades. Ya lo constató en la pasada elección.
Tampoco es un hecho que su partido lo vuelva a nominar como candidato presidencial. De cualquier manera, quiera o no quiera, estaría apuntado en la lista de aspirantes a considerar para el 2024.

Al margen de lo que resuelva el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) sobre si revierte o no la decisión del Instituto Nacional Electoral (INE) de negarle registro de partido a nuevas organizaciones políticas, es un hecho que la sociedad mexicana estaría interesada en alternativa distinta, pero no en las mismas caras.
Los que ahora buscan registro de partido, ya han participado en elecciones y hasta han tenido oportunidad de gobernar. El saldo no es favorable para ellos, por eso están fuera de la jugada.
Es una desgracia que no haya ni surjan grupos con otra propuesta y decididos a competir por el poder, más cerca de los reclamos de sociedad, congruentes, calificados, convencidos y eficaces para darle calidad de vida a los mexicanos, sin tanta violencia, sin inseguridad, con más salud y reparto de ingresos equitativo y justo. Son personajes ya vistos los que quieren regresar al ruedo. Está probado que no son opción.
Se supone que un partido político se forma para competir por el poder, no para vivir del financiamiento público y colgarse de alguna de las organizaciones principales para alcanzar posiciones. Así ha sucedido con partidos pequeños que todavía conservan su registro.
En caso de que el tribunal federal electoral le de la razón a la impugnación de alguna de las organizaciones aspirantes, en nada va a cambiar la correlación de fuerzas en México.
¿Dónde están las nuevas caras?
Por supuesto que en el país hay gente muy valiosa, preparada, que vive de su trabajo, que está atenta a los que sucede, critica o aprueba, va a las urnas cuando algún candidato o candidato le convence, nada más.
No hay iniciativa para integrar un movimiento con nuevos valores, prevalece el conformismo, la resignación. Seleccionar solo de lo que ha existido por muchos años, por décadas.
La novedad la dio Morena en el 2018, su dirigente ahora presidente de la República, creó un nuevo partido con la meta de llegar al poder y llegó. Seguro que nunca pasó por la cabeza del líder quedarse en la medianía y sobrevivir haciendo alianzas en el espectro político.
Quien ha querido despegar y no despega es Movimiento Ciudadano, con repuntes focalizados, en determinados puntos de la República, sin poder tener presencia en todos lados.
En síntesis, resuelva lo que resuelva el tribunal electoral, la vida partidista en México mantendría como principales fuerzas políticas a Morena, PAN y PRI, seguidos de Revolución Democrática, PT, Movimiento Ciudadano, Encuentro Social (próximamente Solidario) y Verde Ecologista.

Cuando se caía un alimento al piso, la expresión inmediata de la abuela era “tíralo, ya lo besó el diablo”. La orden era cumplida, iba al bote de la basura, lo que fuera, pan, fruta, tortilla o carne. Hoy, en tiempo de crisis, no aplica el dicho popular; lo que procede es limpiar, lavar, llevar la comida a la boca, deglutir. Enjuagar con agua y jabón sería suficiente para borrar el sello demoniaco.
Alguna vez en la política mexicana se utilizó la misma expresión, en voz del extinto líder priísta y veracruzano, Gustavo Carvajal Moreno, para descalificar al aspirante a candidato a gobernador o a cualquier cargo, si visitaba al ex presidente que hasta la fecha vive en San Jerónimo, en la Ciudad de México (CDMX), en busca de apoyo. Perdía la posibilidad de ser nominado por el partido hegemónico.
Al que vaya, lo besa el diablo, la advertencia del dirigente para quienes supusieran que todavía podía influir el personaje que había terminado su sexenio.
Hoy, cuando se aproximan las elecciones del 2021 (en juego 21 mil 368 cargos en México) está descartado el beso del diablo. Ni el mismo demonio va a exponerse al contagio. La esperanza para aspirantes es que llegue a tiempo la vacuna, antes de las nominaciones. Con tal de ganar la candidatura son capaces de buscar hasta el citado beso.
Un simple beso en las actuales circunstancias, puede ser fatal, al menos mientras no se venza al virus. Es la realidad de México y el mundo. Prohibido el contacto humano, que antes del 2020, era lo común, el beso en la mejilla entre personas del mismo o distinto género, los abrazos familiares, amigueros, políticos. Estrechar la mano, lo cotidiano.
Dentro de este contexto, resulta inadmisible que un juzgador se haya atrevido a considerar el beso en la mejilla como abuso sexual (habría que castigar a medio mundo). No hay precedente en la historia del poder judicial. Por fortuna y por justicia, la valoración del magistrado Miguel Ángel Aguilar López fue desestimada por el SéptimoTribunal Colegiado en materia penal de la CDMX. Quienes conocen la trayectoria respetable del magistrado, dan por hecho que alguien lo sorprendió y se aprovechó de su buena fe. Equívoco inducido, reparado por autoridad superior.
En la actualidad, el beso en la mejilla, por el riesgo de contagio, podría llegar a ser igual o peor que el beso del diablo, pero no hace más de ocho años, cuando no existía ni nadie imaginaba el arribo de la pandemia.
Como toda obra humana, la impartición de justicia es perfectible, por eso la propuesta que ha llevado el poder judicial al legislativo, para que en todo asunto prevalezca la verdad. Nada de torcer la ley para atender consignas. Las resoluciones en base a pruebas y no dichos falaces e insostenibles.
Está visto que “el beso del diablo” tiene distintas historias, hoy tiene el veneno del Coronavirus.

Si algún valor ha catapultado la carrera política de la periodista de profesión Rosa Icela Rodríguez Velázquez ha sido su lealtad. Para nadie es un secreto que se distingue por ser leal al actual presidente Andrés Manuel López Obrador. Valor desgastado y raro encontrarlo, sustituido o rebasado por la traición, el engaño, la mentira; por eso tanto pleito y división, en muchos ámbitos lo que prevalece es la desconfianza.
Rosa Icela ha combinado la lealtad con la discreción. Nunca ha buscado ni disputado reflectores. Hace lo que le indican, nada más. Lo suyo no es la ocurrencia ni cacarear logros.
Desde que ejercía el periodismo, egresada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, se distinguía por su trabajo, por cumplir órdenes de su jefe inmediato en la redacción. Estuvo en los diarios El Universal, La Afición y La Jornada. También en Televisa Radio.
Seguro que pronto descubrió que su misión estaba en la administración pública, porque desde hace más de 20 años que ocupó su primer cargo, nunca se ha planteado el regreso a los medios. Ni siquiera utilizado tiempo para escribir artículos en páginas editoriales como lo hacen algunos funcionarios. Ella en lo suyo, en las diversas tareas asignadas.
Ha sido secretaria de Desarrollo Rural y secretaria de Desarrollo Social en gobiernos de la Ciudad de México. Directora General del Instituto para la Atención de los Adultos Mayores. También Coordinadora del Gabinete de Gobierno, Seguridad y Procuración de Justicia, entre otros puestos.
Colaboradora de los gobiernos en la Ciudad de México de Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera. Ahora es parte del equipo del presidente.
Está claro que la identificación laboral se dio con López Obrador. Ha sido su tutor en la política. Si algo le aprecia el presidente es la honestidad. Nadie la ha acusado, hasta ahora, de que se haya enriquecido o desviado recursos para fines distintos a los encomendados.
Por eso es que no debe sorprender que el presidente mismo decidiera nombrarla Coordinadora de Puertos y Marina Mercante, en un área que pareciera ajena al perfil de Rosa Icela.
La honestidad y la lealtad son los valores que la llevan a la nueva responsabilidad, ante el reto de cumplir en los términos que marca la ley y la petición del presidente para contribuir a terminar con la corrupción en ese espacio.
Ni duda cabe, por lo antes expuesto, que Rosa Icela es una periodista con enfoque político.

En México hay partidos políticos que se pelean hasta con el espejo; más que ocuparse en trabajar para conservar o recuperar el poder, se desgastan mirándose, buscan defectos en el compañero.
Morena, el partido mayoritario, parece empeñado en debilitarse y en cualquier momento puede romper el espejo. No ha sabido procesar la renovación de su dirigencia nacional. Ha convertido al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en su paño de lágrimas, ahí quiere resolver sus diferencias internas.
Todavía no puede ponerse de acuerdo sobre si la elección debe ser por consulta abierta a la población o solo a la militancia.
En el PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, acostumbrado al viejo estilo de la política, que llevó a su partido a perder el poder, parece que el espejo ya le dijo que es el mejor líder y que como tal está en su derecho de modificar estatutos a su gusto y seleccionar candidatos “ideales” para las elecciones que se avecinan en 2021.
Los panistas, después del espejo que rompieron con la salida de Felipe Calderón y Margarita Zavala, se miran con más cautela, no quieren estrellar otro. Hay que esperar a ver qué hacen cuando tengan que seleccionar candidatos para el próximo año.
El PRD se quedó sin espejos.
PT, Verde y Encuentro Social esperan que el espejo les responda si deben seguir aliados con el mismo partido o buscar otra alianza.
Y Movimiento Ciudadano ya se enamoró de su propia imagen.

Vender un avión no es sencillo y menos cuando se trata del Boeing 787-800 con características especiales, remodelado, que no a cualquier comprador podría interesar.
Imposible que haya larga fila de clientes. De entrada, descartadas las líneas aéreas comerciales, porque sus necesidades son diferentes. Tendrían que reordenar el interior. El modelo comercial tiene capacidad para 184 pasajeros, el presidencial mexicano TP01, utilizado por Enrique Peña Nieto, solo cuenta con 80 lugares. Así que las empresas aéreas no lo van a comprar.
Hacerlo, significaría gastar más de lo que invertirían en uno nuevo. Además, los aviones, como las computadoras, teléfonos y otros aparatos digitales, pronto se modernizan, surgen modelos mejorados.
En el caso de los aviones, ya existen el Boeing 787-900 y el 787-10. El primero con 274 plazas y el segundo 338. Más ligeros, menos contaminantes, menos ruidosos, mejor iluminación interior y accesorios de alta tecnología para el viajero. Aeroméxico compró 10 del primero. El segundo, el más avanzado de los comerciales, hasta ahora, lo tienen KLM, Lufthansa y United Airlines.
Al principio, cuando se puso a la venta, parecía que el TP01 mexicano, que en el 2012 tenía un costo de 218 millones de dólares, se vendería de inmediato. Con oficina, sala de juntas, recamara, regadera, caminadora y capacidad de vuelo directo de México a Europa, sin detenerse a cargar combustible.
Como sucede con casi todo lo nuevo que deja de serlo, pierde valor con el paso del tiempo. Según el reporte oficial, el avalúo lo colocó en 130 millones de dólares. El precio iría en descenso de no ser adquirido en un plazo razonable. No aumentaría de valor aunque lo haya usado un presidente mexicano y menos si el gobierno de éste terminó desacreditado.
¿Es negocio comprarlo?
El adquirente tendría que ser genio de las finanzas y contar con mucho dinero para darle mejor uso, recuperar la inversión y obtener ganancias.
Hubo un ofertante mediático que habló de comprarlo, rentarlo y prestárselo al actual presidente. El mandatario mexicano no se subiría y seguramente tampoco habría clientela para pagar renta o alquiler de avión con esas características.
Los multimillonarios en dólares, de la nacionalidad que sean, difícilmente lo comprarían, porque tienen tanto dinero, que es muy probable ya cuenten con avión, y si planearan comprar otro, la lógica dice que optarían por uno nuevo. Tampoco hay adinerados coleccionistas de aviones, como algunos lo hacen con automóviles clásicos o antiguos.
En este contexto, complejo que se venda el TP01, salvo que alguien esté dispuesto a correr el riesgo de perder su dinero.

Nadie se escapa, cada partido trae su pleito interno, en unos más intenso que en otros; desgaste por intolerancia. Ninguna de las principales fuerzas políticas se salva.
Tiempo atrás, había partidos que se esmeraban, como decían, en lavar los trapos en casa. Cerraban filas para no exhibirse ni minar sus propias fuerzas. Discutían a puerta cerrada y la abrían cuando estaba el acuerdo.
Por muchos años funcionó de esa manera el PAN, hasta que los González Torres, Batiz, Madero y González Schmall sintieron que eran desplazados y, relegados principios originales de su partido; resolvieron quitarse la camiseta azul; rompimiento que no tuvo costos electorales. En contraste, la fragmentación abanderada por Felipe Calderón, lo debilitó en las elecciones de 2018. Todavía no ha conseguido consolidarse como segunda fuerza política nacional.
El PRI, en sus mejores tiempos, se caracterizó por la disciplina interna sujeta a la palabra del presidente de la República. La palabra del mandatario era la última, hay de aquel que se atrevía a objetarla, porque extinguía su carrera política. El criterio cambió a partir de que pierde el poder en el 2000, entonces procuraba el consenso. Su regreso en el 2012 supuso que había entendido la lección de la alternancia, pero no. Volvieron vicios acentuados, con las consecuencias que ya sabemos. En la actualidad, ha perdido identidad, presencia. Pecados del pasado lo han vuelto dócil ante el nuevo partido en el poder.
El PRD quedó mermado por contantes diferencias entre sus grupos internos o tribus, la batalla por cargos políticos. La salida de militantes hacia Morena por poco lo lleva a la extinción. Se quedó sin su bastión que era la Ciudad de México.
Morena es creación de Andrés Manuel López Obrador. Arrasó en el 2018. Una vez en la presidencia, decidió que la misma militancia se organizara y afianzara al partido. No lo ha conseguido. Yeidckol Polevnsky no pudo unir a sus compañeros, los pleitos se ahondaron por la renovación del liderazgo. El diputado Alfonso Ramírez Cuéllar desplazó transitoriamente a Yeidckol quien ha sido acusada de supuestos malos manejos de las prerrogativas. Alejandro Rojas Díaz Durán, suplente del senador Ricardo Monreal y aspirante a dirigente, tiene suspendido sus derechos políticos. El académico y promotor de la 4T, John Ackerman cree tener la autoridad para ordenar quitar a Monreal de la coordinación en el Senado, solo porque éste concedió una entrevista al periodista Loret de Mola. Lily Téllez abandonó a Morena para irse al PAN. Porfirio Muñoz Ledo no consigue que directivos sean distintos a personajes del pasado como habían ofrecido. Hoy, el enemigo de Morena es Morena y aún no logra culminar el proceso para renovar a su dirigencia.

De nuevo la libertad de expresión está en la mesa del análisis jurídico, en el terreno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
El ministro Arturo Zaldívar, en los casos que le ha tocado revisar, se ha significado por defender la libertad de expresión.
Así sucedió cuando la primera sala de la Corte revisó y resolvió el amparo directo 28/2010, en el que un columnista de revista había sido demandado por un periódico al que señaló de estar vinculado con el narco.
Por mayoría se consideró que en este caso tendría que prevalecer el debate abierto sobre temas de interés público.
Además, se estimó que la libertad de expresión protegía no solo la sustancia de la información y las ideas, sino también la forma o tono en que se expresaban.
Ganó la libertad de expresión y se liberó de cualquier culpa al columnista.
El pasado fin de semana se presentó el número nueve de la Revista del Centro de Estudios Constitucionales, en la que escriben varios expertos, entre ellos el ministro Zaldívar.
De su documentado texto hay que entresacar lo que escribe sobre libertad de expresión:
“La libertad de expresión es una piedra angular de toda sociedad democrática. En esa línea la Corte ha desarrollado una abundante doctrina, cuya finalidad ha sido clarificar los supuestos en los que una persona debe responder civil o penalmente por la difusión de sus expresiones. De manera particular, la doctrina constitucional ha protegido la actuación de los periodistas, cuya función resulta trascendental en un Estado constitucional. Por lo demás, su doctrina ha enfatizado que los funcionaros públicos deben tolerar mayores niveles de intromisión en sus derechos debido al carácter de sus funciones”.
Queda claro que el presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, es abierto defensor de la libertad de expresión.

Hasta ahora ningún partido de oposición ha podido inquietar o amenazar la hegemonía que ejerce Morena desde que ganó la elección presidencial. Salvo Acción Nacional, los demás han preferido darle prioridad a los acuerdos y el consenso con el grupo en el poder.
Así que por ese lado, el Movimiento de Regeneración Nacional puede estar tranquilo. Sus adversarios parecen cómodos con el tamaño al que fueron reducidos en los pasados comicios. Si no están cómodos, no hacen nada por remontar o recuperar espacios perdidos.
Sin embargo, en un año, con su dirigente en funciones, Yeidckol Polevnsky, Morena no ha conseguido consolidarse y no termina por entender cómo debe comportarse el partido en el poder. Ha tomado el camino de la autodestrucción, la pelea interna por controlarlo.
Es tal el encono entre los grupos internos que hasta han desestimado la sugerencia del presidente Andrés Manuel López Obrador de llevar a cabo una encuesta para resolver quién debe ser el líder del partido. Pronto olvidaron que lo que ahora son y el poder que tienen, se lo deben cien por ciento al tabasqueño. Él los llevó al lugar que ocupan.
De otra manera, por su cuenta, jamás hubieran alcanzado los 30 millones de votos y ni imaginar la mayoría que disfrutan. Es lo que han perdido de vista en su ambición para posicionarse con miras al 2024. Quienes ahora trabajan como diputados, senadores, alcaldes y gobernadores, le deben el puesto a la campaña e imagen de López Obrador.
Yeidckol como secretaria general y presidenta en funciones, asumió la tarea de organizar y ordenar a su partido. En un año todavía no ha sido capaz ni de darle un nuevo edificio a sus compañeros, la sede nacional que de cabida a toda la estructura del partido.
Su aspiración a ser electa presidenta de Morena la ha convertido en juez y parte en la competencia interna. Es vista como adversaria y no como responsable de la consolidación.
La reciente decisión de llevar al Instituto Nacional Electoral (INE) el oficio para que en este año le descuenten a su partido el 70 por ciento del financiamiento, calentó más los ánimos, porque al parecer, consultó hacía arriba e ignoró a los de abajo, a la militancia.
Ahora, por ambiciones desmedidas, resulta que Morena tiene dos cabezas o dos dirigentes. La propia Yeidckol y el diputado Alfonso Ramírez Cuéllar quien fue designado presidente interino en Congreso Nacional, para realizar la elección pendiente. Yeidckol desconoció el Congreso y lo impugnó en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Morena se ha convertido en el principal enemigo de Morena.

Hay mexicanos en los diferentes ámbitos de la sociedad que pareciera que no tienen espejo. Y si lo tienen no lo observan con detenimiento como para admitir defectos y tratar de corregirlos.
Aunque el espejo les diga la verdad, ven solo lo que quieren ver, lo que les conviene.
Prefieren el autoengaño.
No son capaces ni de emular a la reina bruja del cuento infantil Blancanieves, que acepta la palabra del espejo cuando le precisa que no es ella la más bella de la región o del reino.
La bruja, sin éxito, trata de deshacerse de la competencia y le entrega una manzana envenenada.
Cada vez que preguntaba al espejo, la respuesta era auténtica y se la tragaba con todo el dolor que le significaba la verdad. Nunca se autoengaño ni ignoró al espejo. Tampoco lo rompió.
En contraste, en el México de hoy, hay gente que ya se acostumbró a la mentira y la transforma en su verdad, en los diferentes niveles. Tanto el ciudadano común como el personaje más encumbrado. No le creen al espejo, no ven defectos ni errores, solo aciertos.
Se ha vuelto una práctica cotidiana de conductores ignorar la luz roja del semáforo. Los peseros hacen lo que quieren en las calles. Para motociclistas que prestan el servicio de entrega de comida rápida, no hay semáforos ni sentidos contrarios. No les importa exponer su vida, mucho menos las de otros. Los ciclistas, buen número de ellos, ignoran las reglas.
Los malandros, ni espejo tienen. Andan en lo suyo, operan a cualquier hora, roban autos, autopartes, cajeros y usuarios de cajeros de bancos. Se meten a casas. Y no vacilan en quitarle la vida a quien se resiste. Los alienta la impunidad, la falta de eficacia de la autoridad.
“Vemos la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el nuestro”, expresión bíblica que se cumple al pie de la letra. Se ven y se crítica los errores del que está enfrente, jamás las equivocaciones propias. Lo peor es que esas equivocaciones se quedan como equivocaciones, no se corrigen. Las consecuencias son para todos.
Ya urge empezar a mirarse en el espejo, detenerse largo rato, observar fallas y subsanarlas.
Pero no solo el ciudadano común, también los que gobiernan en los estados, en los municipios y en el país; los que legislan, en las cámaras locales y federales, diputados y senadores; los juzgadores, jueces magistrados y ministros; los empresarios y medios de comunicación; las fuerzas policiales y militares; hombres y mujeres, ancianos, jóvenes y niños. Todos, que nadie se excluya.
Hay que hacerle caso al espejo.

En el Palacio Postal de la Ciudad de México hay un tesoro enterrado, con monedas de oro.
Antes de indicar exactamente donde está, para que vayas a localizarlo, hay que decir que el inmueble ubicado en la esquina de Eje Central Lázaro Cárdenas y la calle de Tacuba, en el Centro Histórico, deja con la boca abierta a cualquiera. Más si puedes mirarlo no solo por fuera, sino también por dentro y recorrer sus cuatro niveles, subir a sus elevadores.
¿Y sabes cuánto cuesta hacer un recorrido completo?
Es gratis.
Nada más tienes que ir el último miércoles de cada mes, a las seis de la tarde, formarte con oportunidad, con anticipación, para poder ingresar y recibir información del guía.
Majestuoso por su eclecticismo arquitectónico, una mezcla de diversos estilos, domina el español plateresco.
Lo inauguró Porfirio Díaz, a principios del siglo XIX.
El diseño fue del arquitecto italiano Adamo Boari. El constructor el ingeniero queretano Gonzalo Garita.
Del Palacio Postal se pueden escribir infinidad de páginas.
Suponía, equivocadamente, que estaba en decadencia y en riesgo de extinción el servicio postal, pero no, goza de cabal salud. Es cierto que cada vez son menos los que escriben cartas. Práctica que se ha ido perdiendo ante la rapidez del Internet para comunicarse.
Sin embargo, se ha multiplicado el servicio de paquetería, porque el paquete, lo que compras, es imposible que te lo manden por la carretera electrónica. Alguien tiene que llevarlo a tu casa.
Además, el servicio postal mexicano, distribuye publicaciones de todo tipo.
En promedio, más de un millón y medio de servicios postales al día.
¿Y dónde está el tesoro?piedra palacio postal
Seguramente mucha gente ha pasado al lado del tesoro sin saber que ahí está enterrado.
Hay una marca visible en el sitio, una fecha: 14 de septiembre de 1902. La fecha se puede ver en la entrada que tiene el Palacio Postal del lado de la calle de Tacuba, en la piedra que toca el piso.
Fue la primera piedra que se colocó en 1902 para empezar a construir el Palacio Postal.
Ahí está enterrada una caja de metal.
Era costumbre de la época enterrar en edificios emblemáticos lo que hoy podría llamarse “cápsula del tiempo”.
Se enterró con el propósito de sacarla y abrirla en cien años.
Imposible hacerlo porque el Palacio Postal fue declarado en 1987 monumento artístico de México, antes de llegar a los cien años en el 2002.
Por lo tanto, la piedra ya no se puede mover y mucho menos sacar la caja.
¿Qué contiene?
El acta o permiso de construcción, fotografías que reproducen el proyecto del edificio, periódicos de la época, monedas de oro de 20 pesos y centavos de cobre.
Es el tesoro enterrado del Palacio Postal.

Hay un ambiente crispado en la sociedad mexicana, en la política nacional, en la actividad cotidiana. Permea desde arriba hasta abajo, demasiados insultos y acusaciones, descalificaciones.
Así como millones de mexicanos se hartaron de gobiernos incumplidos y llevaron al poder a una nueva fuerza política, también puede suceder que se cansen de tanta violencia, desconfianza y mentiras.
Dan mal ejemplo los políticos, se han especializado en el toma y daca, no se dan descanso.
Quienes tienen el poder tratan de cobrarse cuentas pendientes con la bandera de limpiar la administración pública y acabar con la corrupción; investigan para recabar pruebas.
Los que perdieron ese poder por incumplimiento, ineficiencia y enriquecimiento, resisten persecución y cuestionan cuando pueden. Hay quienes prefieren agazaparse, no asomar la cabeza para que no se las vayan a cortar, aunque no dejan de lanzar piedras.
El país tiene demasiadas heridas. En vez de ocuparse en cicatrizar las que ya existen, aumentan su número, aparentemente sin importar el daño que se le hace a México y a sus habitantes.
Nadie quiere vivir en el pleito, provoca demasiados riesgos. Ambiente enrarecido. Se generan resentimientos que con mucha dificultad pueden superarse. Es el camino equivocado, al precipicio.
En esas condiciones, van en caída libre las dos partes, parecen no percatarse.
Cada lado cree que va a deshacerse del otro, sin advertir que van a la destrucción total, de ambos.
Es la lucha entre los que tienen el poder y los que lo añoran. Solo ven por sus intereses, la gente no están en sus prioridades. Pregonan preocuparse por la sociedad y la lastiman, la dañan.
La sociedad, al ver que los de arriba se desentienden de la estricta aplicación de la ley, impartición de justicia y no garantizan la seguridad, replica conductas incorrectas, como si fuera válido hacer lo que le pegue la gana, al fin que prevalece la impunidad.
Triste y peligroso panorama. Hay incertidumbre. La confianza está disminuida. Cada quien quiere salirse con la suya, de la marera que sea. Cada uno con su verdad y sus propios datos.
Por eso recordamos el episodio histórico de “El abrazo de Acatempan”, en 1821, el abrazo, la reconciliación entre Agustín de Iturbide, jefe del ejército del virreinato, y Vicente Guerrero al frente de las fuerzas que luchaban por la independencia. Llegaron a la conclusión de que México era primero.
Hoy hace falta un “abrazo de Acatempan”.

Cruz Azul es uno de los equipos grandes del futbol mexicano, al menos de nombre y fama. También por los recursos de que dispone para hacer contrataciones de jugadores y entrenadores, nacionales y extranjeros.
Sin embargo, a pesar de la historia que lo llevó a ser considerado uno de los grandes, está convertido en un equipo que da vergüenza, con jugadores que no sudan la camiseta.
El término “cruzazulear” se lo ha ganado a pulso. De seguir así, la Real Academia Española podría considerar incluir el término en su diccionario, para definir a quienes nunca logran su objetivo o que siempre se quedan cerca del triunfo o pierden en el último minuto, en los últimos momentos del juego.
No ha podido vencer ni a uno de los equipos que más derrotas ha sumado en el mundo de manera consecutiva, el Veracruz, que solo con dinero ha podido mantenerse en la principal liga del futbol. Es más, el Cruz Azul estuvo a punto de perder con los “Tiburones rojos”.
México, como país, también con vastos recursos naturales que ya quisieran potencias como Japón, Francia o Alemania, hasta ahora no ha podido llevar a la mayoría de sus habitantes a una mejor vida.
Ha pasado por expresiones optimistas de gobiernos que lo invitaban a prepararse para administrar la abundancia o para estar a la altura de las naciones de primer mundo.
Ha “cruzazuleado”.
El equipo de futbol Cruz Azul ha cambiado entrenadores y contratado nuevos jugadores, sin alcanzar el éxito. El único que sigue siendo el mismo es el dueño.
México, ha elegido presidentes que no han cumplido sus promesas, cambiado de partidos en el poder. Ojalá que a la cuarta, ya no fue a la tercera, sea la vencida.

Al nuevo dirigente del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, lo conocí cuando era senador por Campeche, pero ya sabía de sus historias juveniles que se tejían en su estado natal. Ya se hablaba de su impetuosidad, de sus ansias de escalar posiciones en la política nacional, de su gusto por los vehículos deportivos y la comodidad.
“Alito” deriva de su nombre de pila y así le gustó a sus paisanos llamarlo, quizás porque lo veían muy jovencito cuando quería codearse con los grandes de la política nacional, sentirse grande.
En su etapa como senador, no le recuerdo ninguna intervención en tribuna que haya conmovido a sus compañeros o que haya sido motivo para ocupar un espacio destacado en medios de comunicación.
Presumía de sus amistades, de su cercanía con la familia Slim, sobre todo.
En el Senado procuraba estar cerca del líder de su grupo Manlio Fabio Beltrones, del que seguro aprendió el arte de la negociación, la habilidad para hacer contactos y sumar, aunque después me dio la impresión que se distanció del sonorense. No vi a Manlio cerca del gobernador de Campeche ni de la campaña de “Alito” para dirigir su partido.
Su compañero de batalla en la política, el chiapaneco Manuel Velasco Coello. Los dos convivieron en el Senado. Iban en el mismo vehículo cuando fueron asaltados y les quitaron sus relojes en las Lomas de Chapultepec. Ambos se convirtieron en gobernadores e imaginaron que alguno de ellos podría llegar a competir por la presidencia de la República.
No, la candidatura presidencial no se les hizo. Velasco volvió al Senado, su segunda vez, y suspira por entrar al gabinete de Andrés Manuel López Obrador. Le achacan que tuvo que ver con el despliegue publicitario en revista de sociales sobre la boda de César Yáñez. Trata de encontrar el camino a las alturas de la Cuarta Transformación (4T).
Alejandro Moreno Cárdenas optó por disputar la presidencia priísta y su impetuosidad le permitió lograrla, nada más que su partido está en el peor momento. No tiene el perfil del salvador, tiene cuentas pendientes con sus propios compañeros. En su ambición, no le ha importado hacer a un lado o ignorar a quienes lo han ayudado a subir la escalera.
Es campechano, cordial, amigable. Tendrá que aprender a que no se puede conseguir todo y menos al precio que sea. Le cuestionan su identificación con el gobierno. En estos tiempos, no le queda de otra, tiene que adaptarse a la nueva realidad política, jugar con el marcador, sin ser suicida y sin perder de vista que su misión es rescatar al priísmo.

El medallón de Sor Juana Inés de la Cruz está en el Palacio Legislativo de San Lázaro, en la casa de los diputados. Los legisladores no son los dueños del pectoral, pero un grupo de ellos, en 1995, encabezados por Humberto Roque Villanueva, consiguió que fuera depositado en su museo llamado Sentimientos de la Nación. Ahí está como una de las piezas principales del museo.medallón 1
¿Por qué el medallón atribuido a la emblemática monja del siglo XVII, admirada por hombres y mujeres por su sabiduría, lo tienen los diputados?
Descubierto en 1978 en lo que fue el convento de San Jerónimo, por diversos motivos, que solo podrían explicarse en su época, fue a dar a manos de Margarita López Portillo, hermana de José López Portillo, quien fuera presidente de México de 1976 a 1982. Había ganado las elecciones sin competencia alguna, entonces no había oposición.
Margarita conservó varios años el medallón. Era público su fascinación por todo lo relacionado con Sor Juana. Tuve la oportunidad de entrevistarla en su casa de las Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México, para el periódico El Universal. Me mostró con mucho orgullo el medallón, en un estuche algodonado.
Pieza ovalada hecha de carey, antigüedad de más de 300 años, deteriorada por el paso del tiempo, con la imagen desaparecida. Se supone que era la imagen religiosa de la Asunción.
maru rojas en fórmula arturo zarateCon el argumento de que es patrimonio de la nación, los diputados lograron que la misma Margarita entregara al museo del Palacio Legislativo el medallón de Sor Juana Inés de la Cruz.
Ahí está desde 1995, al lado del famoso tintero (símbolo del poder legislativo que hace leyes), campanilla (la primera usada para llamar la atención en sesiones) y facsímiles de las Constituciones de 1824, 1836, 1857 y 1917, así como otros documentos relacionados con la historia de nuestro país.
Del medallón de Sor Juana, ya te he platicado en otras ocasiones. Esta vez lo hago porque he iniciado con este tema una sección en el programa de noticias dominical de Maru Rojas, en Radio Fórmula, a la que agradezco la oportunidad e invitación. Maru ha bautizado el segmento “Historias de Palacio”, con la idea de hablar de los distintos palacios con que cuenta la Ciudad de México. No olvidar que la ahora CDMX es llamada la ciudad de los palacios. El Palacio de Bellas Artes, el Palacio Nacional, el Palacio Postal, el Palacio de Justicia, y otros.
Empecé con el legislativo y su medallón de Sor Juana, porque hace algunas semanas se llevó a cabo un conversatorio de poetas en la sala de conferencias del museo Sentimientos de la Nación. A la hora de la sesión fotográfica, la poeta Aura María Vidales solicitó que las fotos se las tomaran al lado de la vitrina que contiene el medallón de Sor Juana. Es el encanto de lo que concierne a la sabia monja nacida en Nepantla, estado de México.
Además, el medallón está bajo estudio, porque ya le llegó la hora del mantenimiento y en el diagnóstico trabajan especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Es indiscutible que Sor Juana tiene muchos seguidores, en diferentes países. El medallón se puede ver en el Palacio Legislativo. El acceso al museo, que abre de lunes a viernes con horario de las 10:00 a las 18:00 horas, es gratuito.

El financiamiento a los partidos políticos es tema que está de nuevo en el debate y pareciera irreversible la decisión de reducir el monto que se destinaría para el próximo año.
De acuerdo con el anteproyecto del Instituto Nacional Electoral (INE), la cifra estimada para el gasto de los siete partidos ascendería a 5 mil 239 millones mil 651 pesos. Incluye actividades ordinarias, actividades específicas, franquicias postales y franquicias telegráficas.
Ha sido el propio presidente Andrés Manuel López Obrador quien ha sugerido que la bolsa se reduzca 50 por ciento.
Yeidckol Polevnsky, dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), ha dicho que el descuento puede ser hasta del 75 por ciento.
El monto de la reducción no se debe de hacer al gusto de nadie, porque no vaya a resultar que lo barato salga más caro. Primero, recordar porqué los partidos disponen de dinero público.
Los recursos para el financiamiento tienen como finalidad desalentar la tentación de recurrir a dinero indebido o de origen dudoso. Evitar que cualquier persona o grupo, lícito o ilícito, controle o se adueñe de los partidos. Es la razón de origen.
Sin embargo, también es cierto, que el gasto, hasta ahora, ha sido excesivo, sobre todo al ver los resultados de la política. Lo que se ha pagado con dinero de los impuestos, no corresponde a los beneficios. Las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos no se han visto favorecidas como se quisiera, cada vez hay más pobres en México.
Es decir, lo que han hecho quienes militan en partidos y han llegado al poder, a gobernar el país, los estados y municipios, está muy lejos de tener satisfecha a la sociedad.
Por eso, seguro que si le preguntan a la gente cuánto se le debe dar del erario a los partidos políticos, la respuesta probablemente unánime sería que cero pesos y cero centavos, nada.
Es obligado revisar el tema y hasta considerar terminar con el financiamiento público, encontrar formas para que los partidos se hagan de recursos, sin violar la ley ni entregarse a la delincuencia.
De ser necesario, ajustar los candados legales para que se castigue con la eliminación de candidatos y la pérdida del registro, para siempre, al partido, que se atreva a recibir dinero mal habido o que tenga fines contrarios a la equidad que debe caracterizar la competencia política.
Para empezar, cuidar que lo que se haga, no sea a capricho de nadie.

Curioso, hasta ahora nadie ha utilizado el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) como trampolín para ascender a ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), pero acaba de surgir la propuesta de señalar en la ley la prohibición de aspirar a dicho cargo mientras se desempeñe como magistrado de la institución electoral.
El activo magistrado Felipe de la Mata Pizaña (21 de junio en Aguascalientes, según comunicado del tribunal), tocó el tema en ese sentido.
“Lo digo con claridad, puede haber conflicto de intereses. Me parece que esa prohibición, que debe de estar en la Constitución, debe sopesarse; no debemos poder aspirar durante el tiempo que estemos en el cargo, a ese honroso cargo como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; si es así, probablemente ganemos una justicia electoral más autónoma e independiente”.
Seguro que el magistrado Felipe de la Mata sabe que nadie ha salido del tribunal directo a la Corte. No hay antecedente. Es cierto que Fernando Franco y Margarita Luna Ramos actuaron como magistrados electorales y llegaron a la SCJN, solo que después de 10 años de ocupar otras posiciones.
Por ejemplo, Franco fue presidente del tribunal electoral de 1990 a 1996. Pasó una década para que en diciembre de 2006 se convirtiera en ministro. Antes laboró como subsecretario de Desarrollo Político de la Secretaría de Gobernación, profesor del ITAM, secretario general de la Cámara de Diputados, subsecretario del Trabajo y profesor de tiempo completo del Tecnológico Autónomo de México.
Caso similar el de Margarita Luna Ramos. En 1994 fue magistrada del Tribunal Federal Electoral (entonces Trife), luego magistrada del Tercer Tribunal Colegiado en materia administrativa y consejera de la Judicatura Federal. Hasta febrero de 2004 ingresa a la Corte.
Por lo tanto, el magistrado Felipe de la Mata no podría argumentar que el TEPJF se ha utilizado como trampolín para llegar a máximo tribunal o que por este motivo en el pasado se ha puesto en duda la independencia y autonomía del organismo. Su propuesta deja entrever que tendría información sobre la aspiración de sus actuales compañeros en el tribunal. Tiene dedicatoria. ¿Qué magistrados aspiran a ser parte de la Corte?
Se desprende de su argumentación que ese tipo de aspiración pudiera influir en la elaboración de resoluciones, de ceder a pretensiones incorrectas a cambio del ascenso.
Aspirar a ministro o ministra, me parece legítimo, incluso siendo magistrado electoral. El magistrado también puede estar en un tribunal colegiado o unitario o en un tribunal administrativo. En cualquier caso tiene derecho a buscar ser integrante de la SCJN. Claro, por ningún motivo, utilizar sus resoluciones para escalar posiciones. El juzgador está obligado a proceder conforme a Derecho, en todos los casos, sin excepciones, sin parcialidades.
Si alguien en el tribunal electoral sabe que un colega pretende canjear aspiración por el sentido que da a su voto o proyectos de resoluciones, que lo diga, porque de otra manera sería cómplice de insana conducta.

El gobernador de Baja California Jaime Bonilla parece que no se ha dado cuenta, pero ampliar su mandato de dos a cinco años, por consigna, puede convertirse en gran tropiezo para su partido y el propio presidente.
Ofende la inteligencia de la sociedad. Se equivoca si cree que su ambición desmedida cuenta con el apoyo mayoritario de los ciudadanos de su estado y del país. Es evidente que se pasó de la raya.
Tampoco se salvan del descrédito los diputados locales y alcaldes que validaron la decisión del gobernante estatal. Legisladores y presidentes municipales que actúan de acuerdo a sus intereses. No les importan los valores democráticos y el respeto a la voluntad popular.
Lo eligieron por dos años y por dos años tiene que gobernar, no por cinco. Es increíble que la misma Yeidckol Polevnsky trate de justificar a su compañero con el argumento de que no puede haber elecciones cada dos años, porque resulta costoso para la sociedad.
Sin embargo, aquí la gente de Baja California fue la que votó y votó para un periodo de dos años.
Yeidckol, con su posición, está empezando a perder la elección de la dirigencia nacional de Morena. El mismo presidente Andrés Manuel López Obrador y Porfirio Muñoz Ledo, convertido en la consciencia de Morena, no están de acuerdo con lo que hizo Bonilla.
Por supuesto que esa validación no fue gratis. ¿Hay quién crea que diputados y alcaldes regalaron su voto? Evidentemente tuvo un precio. ¿Cuál? ¿Cuánto? Grave error. No es tema que borre el tiempo o que se olvide porque medios de comunicación decidan ignorarlo.
La directiva del PAN está resuelta a expulsar a sus diputados. ¿Y el PRI? ¿Y el PRD?
Es una falta de respeto al voto ciudadano.
Corresponderá al poder judicial, que se ha convertido en contrapeso real en los nuevos tiempos políticos, corregir la aberración. Poner por delante la aplicación de la ley. Actuar conforme a derecho, nada más.
Hasta ahora, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, no ha dicho nada. Seguro esperará a que alguno de los afectados interponga el recurso que ataque esa ampliación. Hay criterios constitucionales que deben imponerse en este caso.
Ni Jaime Bonilla, ni los diputados locales ni alcaldes de Baja California han calculado con precisión las consecuencias de su atrevimiento. En otros tiempos, cuando no existían el Internet ni las redes sociales, quizás hubiera sido posible ocultarlo. La lejanía de dicho estado del centro del país, sería factor para restarle interés.
Hoy, no. Lo hecho por Bonilla y compañía, no se va a olvidar nunca.
Impacta compromisos y planes del presidente. Es una ampliación que contrasta con las palabras de López Obrador en el sentido de que nada injusto puede prosperar.
Lo que ha hecho el gobernador de Baja California es imperdonable.

Enhorabuena la voluntad de magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para perfeccionar las leyes que les atañen y mejorar la impartición de justicia.
Su actitud está abierta a revisar lo que se tenga que revisar y actualizar lo que se tenga que actualizar. Incluso, no se opondrían a valorar la existencia de tribunales locales, porque pareciera que están convertidos en ventanilla para recibir quejas que finalmente llegan al terreno federal.
Apoyan la idea de contar con una nueva ley de medios de impugnación que podría llamarse “ley de enjuiciamiento”, como sugiere el magistrado Felipe Barrera Fuentes, presidente de la sala superior del TEPJF, porque la vigente data de 1996, hace más de 20 años. Esta envejecida, con mecanismos muy rezagados ante las nuevas herramientas de comunicación.
Incluso, los magistrados, quieren llegar a los juicios en línea, para que todo el que tenga Internet, pueda seguir los procedimientos y recursos que corresponde desahogar al tribunal.
Bien por ellos. Seguro que los legisladores, diputados y senadores, van a tomar muy en cuenta su disposición y observaciones para mejorar la aplicación de las normas, en beneficio de la democracia.
Sin embargo, tratándose del tribunal electoral federal, hay un punto que no deben perder de vista los magistrados, medular para la impartición de justicia. Tema permanente para su reflexión, para garantizar la imparcialidad e independencia sin el menor asomo de duda: sus resoluciones.
Es público que han emitido resoluciones controvertidas, al extremo de lastimar la imagen de la institución y, por supuesto, el desempeño de los mismos juzgadores. No es la intención volver a poner el dedo en la herida, sino compartir experiencias que pueden ayudar a la elaboración de veredictos impecables, a resistir presiones de las dos partes en conflicto u ofrecimientos de poderosos.
Recuerdo que alguna vez un servidor público de alto nivel tenía en sus manos o sobre su mesa un asunto muy espinoso. Presiones de las dos partes, cada una quería que resolviera a su favor. Presiones de peso, de personajes con poder. Quedar bien con uno, era afectar al otro.
¿Qué hacer?, se preguntaba.
Me pidió como analista una opinión y no dudé en responderle pronto: resolver conforme a Derecho.
Hizo lo correcto, actuó en estricto apego a la ley, desoyó consignas y las dos partes reconocieron y aceptaron el fallo.
En el caso de los magistrados electorales, lo fundamental depende del sentido de sus resoluciones, con imparcialidad e independencia.

Jimena, jovencita de 19 años, encontró una cartera y se la regresó a su dueña.
Hecho positivo, ejemplar, muy lejos de convertirse en viral. Los valores no parecen importar, aun cuando deban caracterizar a cualquier sociedad, para tener mejor convivencia.
En cambio, cuando se trata de un suceso negativo, singular, violento, denigrante o burlón, se convierte en viral en las redes sociales, genera memes y comentarios de todo tipo. Es lo que entretiene, divierte.
Admirable es la cultura japonesa. En el país asiático nadie toca lo que no es suyo. Puedes dejar u olvidar un objeto, libro, bolsa, paraguas en el transporte público y, seguro lo vas a recuperar en el departamento de artículos perdidos o extraviados. Lo normal, allá.
En el caso de México, a pesar de los defectos en educación escolar y familiar, no todo está perdido.
Al ver la descomposición que hay en conductas, en la facilidad para mentir e injuriar a otros, para satisfacer intereses al precio que sea, porque el que no transa no avanza, supones que revertir esa lamentable tendencia es imposible y que estamos condenados a tolerarla, que tenemos que resignarnos a que el escenario social sea cada vez peor, a cuidarnos y desconfiar a todos. Triste, doloroso, lamentable; es lo que sobresale. A los mismos medios de comunicación, tradicionales, lo que interesa sobremanera, es lo negativo, lo frívolo, con la creencia de que garantizan “rating”, más lectores, radioescuchas o televidentes. Historias positivas, salvo excepciones, van al archivo, al bote de basura.
Lo que hacen adultos, sin duda, son lecciones de vida para las nuevas generaciones. Es más fácil seguir lo malo que lo bueno, la máxima para muchos.
Enhorabuena que no es tan simple ni en automático, todavía hay comportamientos que reconfortan, que dan señales de que las sociedades generan y conservan acciones elogiables, admirables y dignas de seguir, imitar.
Así es la historia de Jimena, jovencita de 19 años, empleada de un expendio especializado en café y donas en México.
Sentado, mientras leía un libro y esperaba a mi esposa salir de la tienda de comestibles, oía algo acerca de una cartera encontrada, era la conversación de dos empleados, Jimena y su compañero.
En eso estaba cuando escucho la exclamación sonora de una señora que había llegado al lugar y recibía una cartera, sonriente, agradecida. Revisa su pertenencia, sus tarjetas, su dinero: “¡No falta ni un peso!...¡Me reconcilio con la humanidad, no todo está perdido!”.
Jimena no quería pero finalmente aceptó, gratificación de cien pesos.
Ambas autorizaron que se grabara en video la escena. La señora se retiró feliz. Jimena recibiría felicitaciones de sus compañeros y jefes.
Cuando al día siguiente regresé y le pregunté si la empresa le había dado una compensación, por su acción honesta, por su honradez, por devolver la cartera, respondió:
“¿Por qué?...honestos debemos ser todos”.

Hay un punto en el mecanismo de protección a periodistas que hasta ahora ha sido desatendido y puede ser resuelto por expertos, peritos que valoren supuestas imputaciones.
Cuando un compañero es víctima de agresión, regularmente surgen voces que de inmediato tratan de ligarlo a situaciones delictivas, en muchos casos con el evidente propósito de lastimar su imagen para evitar que el daño sufrido sea relacionado con el ejercicio periodístico.
Para empezar, hay que decir que el periodista nunca deja de ser periodista. Se preparó para ello y lo será hasta el último día de su existencia. Por eso, el argumento de que su actividad personal lo llevó a sufrir un ataque y no su trabajo, es débil cuando la descalificación se hace desde el primer momento, sin averiguar a fondo o con más detalle.
Los diputados tienen en la mesa el mecanismo de protección a periodistas y harán bien en no descuidar ningún aspecto. Perfeccionarlo. Encontrar la forma de hacerlo preventivo, de ayudar a crear las condiciones para que ninguno más sea agredido o asesinado.
El colmo es que ese mecanismo, en algunos casos, no ha sido suficiente para proteger a compañeros, porque a pesar de la “protección” y “vigilancia”, les han quitado la vida.
En vez de que un colega ande con su “botón de pánico”, que tiene que activar para que vayan en su ayuda en el momento en que se sienta amenazado o en peligro, lo preferible es que esos riesgos se eliminen a la brevedad, identificarlos y anularlos, para que el periodista pueda vivir tranquilo.
No puede ser justificación decir que le quitaron la vida porque no activó ese botón ni alertó a la escolta. La clave es que la autoridad actúe con eficacia para dar con el origen de la amenaza.
Sobre el punto específico de las desacreditaciones e imputaciones infundadas, la idea en que dentro del mecanismo, haya expertos que puedan hacer la investigación o revisión correspondiente de expedientes, para impedir que injustamente se lastime la imagen del periodista.
Quienes han sido amenazados, no puede ni debe ser posible que el resto de su existencia, vivan con la zozobra de que en cualquier instante el daño puede ser mayor.
Además, la afectación, por lo que se ha visto, no solo es para el periodista, sino también para su familia.
Urge devolverle la “normalidad” al periodista, para que pueda seguir haciendo su trabajo, sin tener que esconderse; emprender una campaña que dignifique la profesión, no que la difame.

Cuando trascendió una supuesta irregularidad en los bienes de quien en 2018 competía como candidato a la presidencia de la República, los medios en general replicaron la información. Se convirtió en escándalo mediático. Repercutió en la imagen y actividad del aspirante. Tuvo que ocuparse de la acusación y restarle tiempo a su campaña.
Fue una acción con la fuerza del aparato oficial que cumplió su objetivo al debilitar el proyecto político de Ricardo Anaya, quien ya no pudo remontar el ataque manipulado. Muy probablemente, de no haber sufrido esa embestida, tampoco habría ganado la elección, porque la ola de popularidad y aceptación que tenía Andrés Manuel López Obrador era gigantesca; sin embargo, la diferencia de votos entre uno y otro se hubiera acortado.
Es evidente que se actuó por consigna y seguro que no debe ser el único caso donde se procede de esa manera. A veces sucede desde instancias oficiales que deben procurar la justicia y en otras como resultado del poderoso dinero o la influencia de quien o quienes sienten que están por encima de la ley y creen que tienen juzgadores que están a su servicio.
Nunca más debe repetirse lo sucedido, en ningún caso. La autoridad judicial no puede ni debe actuar de esa manera. Daña instituciones, daña al país, no nada más a quien resulta afectado de manera directa.
En la elección del 2006, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se atrevió a decir que desde el Ejecutivo, hubo tal intromisión que puso en riesgo el desarrollo del proceso. En el 2018, al calificar la elección presidencial, el TEPJF no hizo ningún señalamiento parecido. Impensable ante las cifras y arrolladora ventaja del triunfador.
Para desgracia de la democracia, imparcialidad e injusticia, no se actúa con eficacia en el momento que ocurre el atropello, el abuso de poder y la violación de los derechos humanos. Es un punto que se debe revisar y actuar con la celeridad que requiere el tema.
¿Qué no dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que la impartición de justicia debe ser pronta y expedita?
Una vez subsanado el error, tarde, aunque se ofrezcan disculpas, el daño ya está hecho y es irreparable. Lo ocurrido en 2006, a pesar de la observación que consta en la resolución del tribunal, no evitó que en el 2018 volviera a utilizarse el aparato oficial para impactar en la competencia, en particular en las aspiraciones de uno de los candidatos.
Las autoridades electorales y legislativas tendrán que tomar medidas para que estos episodios no se repitan. Encontrar la forma de atarle las manos al aparato oficial o a quienes actúan por venganza, capricho, dinero o por consigna para satisfacer intereses personales. Las elecciones solo tienen que dirimirse con votos, sin intromisiones indebidas.

Parece una burla. Lo es. Al menos para los 18 juristas y aspirantes a magistrados anticorrupción.
Su caso data desde abril de 2017. Los propuso el entonces presidente Enrique Peña Nieto, previa valoración y revisión de cualidades de Humberto Castillejos, quien fuera consejero jurídico.
Los días y meses pasaron sin que el Senado culminara el procedimiento de elección. Nada resolvió la legislatura con mayoría priísta. No hubo consenso. Se pospuso el tema.
La historia sigue igual. Si a los anteriores senadores no les apremió resolver el tema, menos a la actual mayoría morenista. Y para que no hubiera dudas, la ahora secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, dejó en claro que no interesaban dichos nombramientos.
Sin embargo, el proceso se ha mantenido vivo por un amparo de tribunal colegiado en materia administrativa, promovido por organización ciudadana, que ordenó el desahogo del procedimiento. Concluyó el segundo periodo ordinario de la actual legislatura, y nada.
El caso se remitió a la Comisión Permanente del Congreso, para que valore y dictamine la propuesta de 18 aspirantes a magistrados anticorrupción. Tampoco tiene prisa.
Además, el senador de la mayoría morenista, Ricardo Monreal, soltó el anuncio de que habría iniciativa para ajustar la composición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Una nueva sala, anticorrupción. Se entendió como estrategia para cambiar la correlación de fuerzas en la Corte.
El presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, conversó con el presidente Andrés Manuel López Obrador y el senador Monreal. Es evidente que no hay consenso sobre crear otra sala en la SCJN.
Ahora la versión que corre por pasillos legislativos es que de esos 18 juristas aspirantes a magistrados, solo quedarían tres, para integrar la tercera sección de la sala superior del Tribunal Federal de Justicia Administrativa. Los nombres de los otros 15, al archivo.
La exhibida ha sido para los 18 abogados. No se la merecen. Son los menos responsables de lo que parece un juego, una falta del respeto Es una burla. No se puede ni debe jugar así con quienes desean ascender laboralmente, aspiración legítima.
Todo indica que en caso de ser examinados por la Permanente, los 18 van a ser rechazados, para que entonces la mayoría morenista decida lo que mejor conviene al combate de la corrupción.

Todos contra todos. Para donde quiera que se mire en México, hay expresiones de un ambiente adverso. Resabios, amarguras, resentimientos, crispación, envidias y venganzas.
Escenario ampliado, que avanza como la humedad en la pared y va contaminando diversos ámbitos de la sociedad, el entorno. Observable hasta en situaciones menores, que en apariencia no tienen mayor trascendencia, pero con un gran significado y motivo para reflexionar.
Hace más de 25 años, cuando empezó a demolerse una vieja casona para después construirse edificio de condominios, en una de las tantas colonias de la Ciudad de México (CDMX), los albañiles no sabían qué hacer con una planta de Sábila, a la que se le atribuyen múltiples beneficios medicinales y cosméticos.
La maceta con la Sábila iba de un rincón a otro, empolvada, su existencia amenazada por el maltrato y abandono. Nadie se ocupaba de echarle agua. Cero cuidados. Convertida en estorbo. Depositada en la basura.1Sábila
Sin embargo, sobrevivió. No falto el vecino ecologista que la rescatara y la pusiera en su balcón. Volvió a florecer, recuperó su fuerza. Desempolvada y lucidora de sus hojas verdes.
Aparecieron las hormigas rojas y casi acaban con su raíz. El dueño decidió cambiar a la Sábila de lugar. Se le ocurrió sembrarla en el diminuto jardín rectangular de la banqueta, en la calle. Para acompañarla también sembró a metro y medio de distancia un Ficus.
La Sábila y el Ficus aceptaron esa morada, en la selva de cemento en que está transformada la CDMX, como la mayoría de las grandes ciudades en el planeta, en particular las del tercer mundo donde la ecología, las zonas verdes, sufren para sobrevivir.
Así, varios años. El Ficus enano, sin mucha altura, robusto y porte recto, altivo, con leve torcedura. La Sábila enfrentó y superó otra agresión; rata de cuatro patas, quizás por la escasez de alimentos en los caños de la metrópoli, hizo un agujero, devoró el 90 por ciento de la raíz y obligó a la planta a recostarse. El jardinero se encargó se levantarla y rescatarla.
Con lo que no contaban el Ficus y la Sábila era con la mano destructora del “ser humano”, movida tal vez por ese resentimiento, enojo, malestar, que no acepta a nadie, que campea en la sociedad.
Al Ficus lo bañaron con un líquido para secarlo y a la Sábila la cortaron a ras de tierra. Si alguien quería obtener los beneficios de la Sábila, con cortarle una o varias hojas era suficiente, y dejar la opción de volverlo a hacer cuando lo requiriera.
¿Será el fin del Ficus y la Sábila?
No lo se. El jardinero confía que con echarles frecuentemente agua, volverán a reverdecer.
¿Y si le echamos agua a México para que crezca su economía, en vez de secarlo o cortarle sus tallos productivos?

Hasta ahora ha sido misión imposible elevar el índice de audiencia del Canal de Televisión del Congreso. En sus dos décadas de vida prácticamente no ha existido para la sociedad.
Ningun@ de los que ha dirigido el canal ha encontrado la fórmula para atraer audiencia, seguidores, televidentes.
El viernes 26 de abril de 2019, la Comisión Bicamaral del Canal de Televisión del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos examinó a quienes aspiran a dirigirlo.
Ahí estaban los senadores Cruz Pérez Cuellar (presidente/Morena) y Miguel Ángel Mancera (PRD), así como los diputados Rafael Hernández Villalpando (Morena) y Nayeli Salvatori Bojalil (Encuentro Social).
Las preguntas más repetidas: ¿qué hará para aumentar la audiencia? y ¿alcanza con el presupuesto que tiene el canal?
Cada uno de los aspirantes a la dirección general planteó diversidad de estrategias para incrementar el “rating”. Todos con el ofrecimiento de lograrlo. Lo mismo decían quienes ya han laborado en medios del Estado, en oficinas de prensa o en el mismo canal del Congreso.
Seguro que así sucedió con quienes les han antecedido. Igual respondieron a dichas preguntas y muchas otras, pero ninguno, logró el objetivo de elevar el número de televidentes, como quieren senadores y diputados. El “rating” sigue por los suelos. Y lo dijo bien la diputada Salvatori cuando uno de los competidores se enredó con las cifras y dio a entender que un 40 % de jóvenes miraba el canal legislativo: “Lo ven para dormirse”.
Fuera de los especializados en el tema, a los telespectadores en general les aburre el canal legislativo, no dirigieren la política ni a políticos. En esto tienen mucho que ver legisladores que con sus actitudes, expresiones, errores e ineficiencia, dañan el índice de audiencia.
No ayuda que alguien suba a la tribuna sin saber leer o a mostrar carteles o mantas que tampoco resuelven nada. Tampoco ayuda que alguien se disfrace o que utilice a menores en un escenario político. Así no se conquista al público. Lo que hacen algunos, afecta a todos.
Ese es el punto. Por supuesto que ni los de antes ni los aspirantes de ahora a la dirección del canal, van a echarle la culpa al comportamiento de legisladores, porque creen que de esa manera se anularía su aspiración. Los senadores y diputados son los protagonistas, los patrones del canal legislativo. Y al jefe, por esa mala costumbre, no se le puede decir que se equivoca.
El problema no es de todos los senadores y diputados, sino de aquellos que ignoran las consecuencias de exhibirse en televisión. Ahí es donde hace falta mejorar para ganar más público.

Lo que esta vez te voy a contar es la inquietud de amigos pilotos de distintas líneas áreas. El tema es prácticamente imposible omitirlo a la hora de platicar o intercambiar impresiones con ellos sobre México.
No escuché que tengan acordado hacer plantón o marcha para protestar contra los planes del nuevo gobierno. Están dedicados al trabajo y su prioridad es volar con la garantía de darle todas las seguridades a los pasajeros, sin exponerlos a nada.
En la actualidad, en muchas ocasiones, aviones comerciales sobrevuelan la zona de Santa Lucía, donde se le va a dar vida al nuevo aeropuerto. Lo hacen cuando desde la torre de control los mandan por esa ruta porque no fue posible que pudieran aterrizar en un primer intento en el llamado Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
La variación y fuerza de los vientos es un factor, entre otros, que hace a los controladores aéreos tomar esa decisión. Son movimientos normales. Es información que no llega a los pasajeros. Si el avión en el que viajamos da una o dos vueltas extras al valle de México antes de aterrizar, deducimos que obedece a que hay mucho tráfico aéreo; no siempre es el motivo.
Entonces, nuestro amigos pilotos preguntan y les inquieta lo que se hará cuando ya funcione el aeropuerto de Santa Lucía. ¿Qué harán los que aborten un aterrizaje en el AICM y tengan que sobrevolar esa zona. A mi se me ocurrió decirles, por sentido común, nada más, que volarían en dirección opuesta. De inmediato uno ellos, hizo la observación de que para allá están las montañas.
Me queda claro que en el momento en que adviertan riegos por alguna situación o lugar, tendrán que buscar una alternativa. La seguridad de los pasajeros es primero y no está a discusión.
Les conté que como periodista tuve oportunidad de asistir a una reunión con el actual secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú. Antes de que se incorporara al gabinete. Les hice ver el respeto y reconocimiento que se le tiene entre los compañeros por su trayectoria, por su honestidad. Él ya estaba convencido de que Texcoco no era la mejor opción, desde mucho antes de que se revelaran los nuevos planes.
Para conocimiento de los amigos pilotos, comenté que Don Javier no avalará nada que signifique riesgo para los usuarios. Es gente honorable. No lo sabe todo en la materia, pero está y estará rodeado de especialistas a la hora de hacer la obra, por expertos en aviación.
Además, los amigos pilotos lo dijeron, ninguna autoridad internacional ni las mismas líneas aéreas, van a permitir que se vuele hacia un lugar inseguro. En este sentido, están tranquilos.

En varias ocasiones los priístas han analizado la posibilidad de cambiar de nombre a su partido, con el argumento de que la siglas están desgastadas y son rechazadas por las nuevas generaciones.
Lo han mantenido, convencidos de que el problema no es el nombre sino las desatinadas acciones, desaciertos a la hora de elegir candidatos y abusos de gobernantes.
Y efectivamente, por lo que se ha visto, por lo que revelan los hechos, las siglas son lo de menos. Prueba de ello es que el PRI, en 12 años, después de perder la presidencia en el 2000, regresó al poder, mucho antes de lo previsto. En una nueva oportunidad que desperdició. No aprendió la lección que le dieron a principios de siglo.
A la sociedad que vota, lo que le importa son los resultados. Si alguien entrega malas cuentas, le van a quitar el poder. Lo puede salvar la selección de un buen candidato a la presidencia, pero si se equivoca, adiós. En el 2018 llegó al extremo de nominar a quien no traía puesta la camiseta. ¿A poco no había en sus filas nadie que tuviera un perfil parecido o superior al del que finalmente fue nominado? La decisión lastimó a sus fieles seguidores. Desde antes de la postulación, escuchaba voces priístas que aseguraban que no votarían por ningún personaje externo.
Por la imagen misma del gobierno, tenía complicado ganar la elección. Muy complicado. Así lo revelaban sus evaluaciones, los escenarios viables para la competencia. Quienes tenían el mando, sabían quién podía darles la victoria, raquítica, con una mínima diferencia, pero victoria. Prevalecieron los intereses de grupo y ya sabemos lo que pasó.
Uno de esos analistas internos del priísmo, desde que supo el nombre del nominado, dio por hecho la derrota. Nunca cambió su opinión. Siempre que lo escuchaba, era la misma. Conocía al dedillo las fortalezas y debilidades de su partido, las cifras, las estimaciones. Al PRI no le alcanzaba para ganar con su voto duro, porque esta vez, muchos iban a preferir no votar.
Además, advertía que la campaña estaba plagada de errores. Recuerdo muy bien que me decía: “por lo que se ve, la estrategia de campaña es desatinada, salvo que tengan un plan oculto”. No, no había nada oculto, solo más errores que obligaron a cambiar dirigente en plena campaña.
Evidentemente, el problema no es el nombre del partido.
Hasta ahora, no se ve que el PRI haya empezado a dar pasos para recuperarse de la derrota del 2018. Todavía no termina de asimilar lo sucedido, el desplome al tercer sitio de las preferencias electorales.
Tiene en puerta la elección de su nuevo dirigente. Más le vale realizar un tiro de precisión; de lo contrario, seguirá de picada.

Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que su gobierno daría a conocer secretos del extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), en diversos medios han aparecido lista de políticos, artistas, deportistas, empresarios e intelectuales que eran espiados.
Lo superficial y frívolo es lo que han difundido, nada de sustancia, aunque hay espacios informativos que hacen gran despliegue, como si lo “descubierto” realmente lo valiera, con la esperanza de mejorar su “rating”, atraer más lectores, televidentes, radioescuchas y cibernautas.
Sin embargo, hasta la misma Pati Chapoy que conduce el programa de espectáculos Ventanenando en TV Azteca, ha reconocido que la información, hasta ahora, no tiene “carnita” y raya en lo ligero, como lo que uno de sus reporteros reveló sobre la supuesta relación entre quien fuera jefe de policía en la ciudad de México, Arturo Durazo y la vedete Olga Breeskin, en el sexenio del entonces presidente José López Portillo.
La audacia y el olfato periodístico llevó a Pati a llamarle por teléfono a la misma Breeskin, para que la artista diera los pormenores de esa amistad. Falso que haya sido su amante, nada más su amigo y protector. La protegía por órdenes de un superior, con el que sí tenía romance. La conductora soltó el nombre del presidente José López Portillo y Olga no lo negó, por el contrario, ofreció ampliar el chisme cuando la visiten en Las Vegas.
Frivolidades. Además, el reporte de la Dirección Federal de Seguridad, anterior al CISEN, era inexacto, nunca hubo amorío entre Durazo y Olga. El policía solo se concretaba a cuidarla.
Por supuesto que el punto fino de los archivos secretos no está en la mera relatoría de encuentros o reuniones de personajes ni en pregonar la lista de espiados, como si eso fuera la principal tarea del órgano de investigación del gobierno. La morbosidad no es el objetivo.
Lo sustancial, lo que falta saber, es cómo se procesa la información recabada. Quizás la que tiene que ver con seguridad nacional, debe de mantenerse bajo reserva, pero no la que se utiliza para denigrar, armar trampas, desactivar adversarios e inventar historias.
Al actual presidente Andrés Manuel López Obrador no solo se le ha espiado para saber lo que hace o no hace, es obvio que se llevaron a cabo acciones para intentar descarrilar sus aspiraciones políticas. ¿Dónde está es información que revela las “debilidades” de AMLO? ¿Qué se hizo con ella? ¿Y cómo operó el titular del organismo investigador?.
Igual en el caso de Ricardo Anaya, al que, con una historia falaz magnificada, consiguieron restarle posibilidades de triunfo en la elección presidencial del año pasado.
Más atrás, ¿cuáles son los secretos guardados por el CISEN sobre el episodio trágico de Luis Donaldo Colosio? ¿Qué hay sobre el surgimiento del EZLN? ¿Y sobre lo sucedido en Ayotzinapa?.
Tienes razón Pati, falta la “carnita”.

Se avecina el 25 aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio y como cada año, aunque esta vez doy por hecho que en menor medida, porque su partido está disminuido como nunca antes en su historia, será recordado. Su discurso, su tragedia en Lomas Taurinas, Diana Laura y los dos hijos. En esta ocasión, la plataforma Netflix estrenará serie del magnicidio. Otra vez se reproducirán los mismos videos, los mismos testimonios, los mismos relatos y quizás algunas invenciones para llamar la atención o ganar rating.
En concreto, nada nuevo, los que están conformes con los resultados de las investigaciones, seguirán conformes; y los que tienen dudas, las conservarán por el resto de sus vidas. Para unos la versión válida es la del asesino solitario (Mario Aburto); para otros es indiscutible que fue víctima del complot. El último personaje que investigó lo sucedido, Luis Raúl González Pérez, cobra actualmente en la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Donaldo no se caracterizaba por enterar a su círculo cercano de todos sus actos y pensamientos. Procuraba la discreción. Por eso es que después de su muerte surgieron diferentes versiones sobre su vida y amistades, al fin que nadie podría aclararlas o desmentirlas. Los que se ubicaron dentro de ese círculo cercano, saben y se lo guardan, que no era tan cercano.
La propia familia no contó con información de primera mano. Una de dos, o Luis Donaldo no tenía tiempo, ocupado en su aspiración presidencial, o de plano carecía de interés por enterarla. Aunque también pudo ser que la familia vivía en Sonora, retirada de la ciudad de México. Todavía no se desarrollaban en nuestro país el internet, mucho menos twitter, Facebook o Whatsapp.
Diana Laura, su esposa, tampoco era conocida por ser amiguera o por aparecer en los medios de comunicación. Dedicada más a su casa y a sus hijos. Las declaraciones a la prensa no estaban en su lista de prioridades.
Tampoco se caracterizaba por ser comunicativa. ¿Cuántas conferencias de prensa dio después de la muerte de Colosio?. Por lo minado de su salud, ocupó su tiempo en procurar el patrimonio y futuro de sus hijos. Era obvio que estuviera inconforme con las investigaciones y que desconfiara de muchos. Falleció, seguramente, sin tener la certeza de lo que puso punto final a la vida de su esposo.
También fue a Roma, pare entrevistarse con el Papa Juan Pablo II. El encuentro duró muy pocos minutos. Falso que se haya sentado para platicar con el pontífice del caso Colosio. Tampoco fue recibida en privado. Formó parte de la decena de familias poderosas atendidas por el Papa en Castelgandolfo en julio de 1994. Intercambiaron breves palabras de cortesía y recibieron de regalo un rosario. Eso fue todo. Los hijos estaban muy pequeños.
Por eso, pretender, en una serie de televisión, atribuirle a Diana Laura actitudes o expresiones, estarían más próximas a la ficción que a la verdad. Su hijo Donaldo, quien en ese entonces era un niño, no podría ahora corroborar hechos de los que no fue testigo.

Hay quienes dicen que son demasiados los hilos sueltos en México. Otros se quejan de supuestos o reales desatinos. Algunos temen que suceda algo peor. La mayoría es paciente y espera los resultados ofrecidos. Imposible en 100 días arreglar lo que tiene décadas descompuesto.
Acabo de ver al jardinero del edificio donde vivo, en su afán de acabar con raíces de la hierba mala y conseguir que renazca el pasto verde, dar involuntario trincherazo al hormiguero que estaba oculto bajo tierra, que no tenía ese cono que les caracteriza y hacen estos insectos en la superficie.
Supongo que el trabajador ni cuenta se dio de que había arruinado el hormiguero. Echó la hierba mala en la basura, le pagó el administrador del inmueble y se fue, satisfecho de la tarea realizada. La tarde empezaba a caer.
Entonces, voces de vecinos empezaron a recorrer pasillos y escaleras. Alarma porque habían descubierto hormigas en su cocina, en el baño, en la recamara, por diferentes puntos de sus departamentos. Pronto se descubrió que venían del jardín. Había sido destruido su espacio y huían despavoridas sin saber su destino. Hormigas de color rojo, de esas que cuando son molestadas, dejan huella y dolor en la piel humana. Algunos vecinos las pisaron, otros las rociaron con insecticida casero, para eliminarlas.
La finalidad del jardinero es noble y ecológica, deshacerse de la mala hierba para rescatar el pasto verde. Analógicamente, en nuestra sociedad, es lo que busca la Cuarta Transformación, exterminar lo que es maligno para el país, la corrupción. Por supuesto que nadie creería que su objetivo es destruir a la nación. Lo que pasa es que en esta labor de limpieza, para deshacerse de la mala hierba, enraizada por todos lados, cuando la arranca, agarra parejo, hasta intereses benignos, partes sanas que deben protegerse.
Es una operación enérgica, rigurosa para acabar con lo podrido; por el sacudimiento que ocasiona, asusta y puede lastimar, terminar con el hogar de hormigas que toda su vida se han dedicado al trabajo, el pueblo bueno.
Por eso, ahora que vuelva el jardinero del edificio, le voy a decir que tenga más cuidado, para que no afecte a las hormigas que nada tienen que ver con el origen y crecimiento de la mala hierba.
Los condóminos o vecinos queremos recuperar el pasto verde. Entendemos que no será de un día para otro. El jardinero tendrá que ir con tiento y asegurarse que la hierba arrancada, no vuelva a crecer; sin afectar a seres inocentes y conservando lo sano.

Desde el primer momento, en la batalla contra los que hacen “negocio” al conectarse a los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), la mirada se enfocó a los llamados huachicoleros.
Sin embargo, como dice el dicho popular, tanto peca el que mata la vaca como el que le jala la pata. En innumerables ocasiones las autoridades también han pregonado que el mal de la corrupción tiene dos actores: el que pide y el que da.
La gasolina que se obtiene de manera ilícita, miles y miles de litros, alguien la tiene que comprar. A los únicos que puede interesarles comprarla a precios del clandestinaje son gasolineros. ¿Quién más? Ellos son los que adquieren el combustible para abastecer a millones de vehículos, públicos y privados, en toda la República.
¿Qué gasolineros? No se puede generalizar. Seguro que hay muchos que actúan con ética y apegados a la norma. El problema es con quienes han incrementado su riqueza indebidamente, a costa de un recurso que pertenece a la nación. ¿Dónde están esos gasolineros que traicionan al país?
La gasolina que huachicoleros sacan de los ductos en alguna parte se tiene que vender y no puede ser en otro sitio que las gasolineras. Obviedad que por años no se ha querido ver. ¿O hay gasolineras clandestinas? Puede resultar mucho menos caro mantener bajo vigilancia a las gasolineras que utilizar a soldados, marinos y policías federales recorriendo tuberías.
Además, existe el antecedente de gasolineras que se han significado por vender litros que no son litros. Y hasta a fecha se ignora si ya la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) acabó con el abuso.
Sin demanda del combustible, el negocio de huachicoleros sería un fracaso. Es evidente que persiste la demanda; entonces, hay que mirar o buscar de donde viene. Eliminada la demanda, se cae el “negocio”.
La Profeco tiene o debería tener una radiografía del funcionamiento de las gasolineras, para garantizar que los consumidores tengan un servicio alejado de abusos. Una mayor y mejor vigilancia por parte de la procuraduría, seguro que ayudaría a terminar con ese mercado negro.
Las acciones contra el huachicoleo deben de abarcar los diferentes flancos, sin excluir ninguno; la omisión o negligencia de alguna de las partes, pone en riesgo el objetivo de gobierno de acabar con este robo. Es tiempo de que empiece a destacar la actividad de la Profeco en este esfuerzo que cuenta con el respaldo de la sociedad. Es una tarea colectiva impostergable.

campeones1

Acabo de ver la película “Campeones”. Es un testimonio, como muchos otros, de que los mexicanos podemos llegar a la cima, a los más alto. Así ocurrió en Perú en 2005, en el deporte, en el futbol. Esfuerzo, sacrificio, dedicación, disciplina, perseverancia, ansias de triunfo, equipo y madera de campeón.
Fue el año en la que por primera vez, la llamada selección sub-17, bajo la conducción del entrenador Jesús Ramírez hizo saborear y disfrutar a los mexicanos aficionados al futbol, las mieles de un campeonato mundial, con jugadores como Carlos Vela, Héctor Moreno, Ever Guzmán y Giovani Dos Santos.
Todos y cada uno de los que integraron esa selección, su entrenador, fijaron en su mente no solo la meta de ser campeones, sino de trabajar para lograrlo. No eran jóvenes improvisados cuando llegaron a Lima, Perú. Antes habían sido sometidos a una preparación rigurosa, sin complacencias. En el camino se quedaron quienes sufrieron una lesión o creyeron que podían combinar la fiesta con el deporte.
De acuerdo con el guión de la película, los muchachos tenían origen modesto, sencillo, no eran de familias adineradas. Había quienes no contaban en sus casas con recursos para comer tres veces al día o los tenis tenían que compartirlos con hermanos.
El entrenador fue clave, porque procuraba perfeccionar cualidades físicas de sus jugadores y alimentaba la mentalidad ganadora del equipo. Es lo que explica que en la final de ese mundial de futbol hayan vencido a Brasil 3-0.

Cuando se quiere, se puede, pero por supuesto que va pordelante la preparación, intensa, auténtica, en todos los sentidos. Hay que ver la película para recordar de lo que somos capaces los mexicanos, cuando hay voluntad, honestidad, aprendizaje y un buen director técnico. Sin inventar historias mediáticas ni pregonar rollos demagógicos. Tampoco campañas falsas ni plantear incongruencias, mucho menos ofrecer resultados mágicos.
Está próximo el campeonato mundial de futbol en Rusia. Lo que escucho en la comercialización mediática son expresiones que pretenden hacer creer que la selección mexicana tiene posibilidades de coronarse.  No se puede aspirar a campeón, cuando no se ha tallado la madera para lograrlo, cuando todos han visto el nivel del equipo en la etapa de preparación.
La simple ilusión no hace campeones de futbol ni tampoco la demagogia le puede dar a México el mejor presidente en la elección del 1 de julio. México requiere un gobernante preparado, no un candidato vendedor de sueños, solo para ganar votos.
La película “Campeones” se estrenará en 600 cines el 18 de mayo.

LUIS DONALDO COLOSIO

Sólo quienes estuvieron cerca percibieron el verdadero carácter de Luis Donaldo Colosio.

Exigente y de pocas pulgas. Un estilo que vivieron y sufrieron sus colaboradores.

Hay quien hasta miedo le tenía, por temor a ser desairado y correr el riesgo de quedar fuera del equipo de quien se perfilaba para ser el presidente de México.

 A los que tenía cerca no les ocultaba su estado de ánimo y cuidado si era de enojo porque evitaban cruzarse por su camino.

Para los extraños, los que no estaban en su primer círculo pero que le eran necesarios para su propósito, siempre les tenía una sonrisa, le cayeran bien o mal. Los saludaba como si fueran sus grandes cuates.

“Ahí viene ese hijo de su….”, una expresión que salía de sus labios y que únicamente quien iba a su lado la escuchaba aunque al mismo tiempo empezaba a dibujarse una sonrisa en su rostro. Una vez que llegaba a toparse con esa persona, su gesto se significaba por la cordialidad.

Seguro que más de uno de sus colaboradores recuerda que Colosio lo mandó a sacar de una reunión de trabajo o de campaña, por supuesto, con toda la discreción del caso. Había días en que no los quería ver ni en pintura.

Después de muerto, todos resultaron ser sus grandes amigos.

La  mejor evidencia de que tener un partido es visto como un negocio son las 50 solicitudes de organizaciones ciudadanas que recibió el IFE.

Medio centenar suspira por vivir del subsidio con el pretexto de convertirse en una auténtica opción política para la sociedad.

No existe otro tiempo en el que se hayan registrado tal número de solicitudes. La principal explicación, sin duda, es la obtención de recursos millonarios. Una actividad rentable y lucrativa.

Para alcanzar el registro como partido se requieren 223 mil 88 afiliados, no menos, según el artículo 24 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe).

Además de celebrar 20 asambleas estatales  con por lo menos tres mil asistentes en cada una o 200 asambleas distritales con 300 participantes en cada una de las reuniones, todas bajo la vigilancia de un representante del organismo electoral federal.

El IFE tendrá que asegurarse de que se cumpla puntualmente con lo que establece el código.

 Centrar la atención en el origen y destino de los recursos que utilicen las organizaciones para tratar de lograr su propósito. Más vale que los funcionarios del instituto abran los ojos para que nos les vayan a meter un gol y el día de mañana se descubra la existencia de un partido financiado con dinero de procedencia oscura o ilícita.

“La organización interesada deberá informar mensualmente al propio instituto del origen y destino de los recursos que obtenga para el desarrollo de sus actividades tendentes a la obtención del registro legal…”, señala el artículo 28 de Cofipe.

Por el bien de México y la competencia política es recomendable que las autoridades no se conformen con sólo recibir ese informe.

La realidad nacional, el incremento de la delincuencia, obliga a tomar medidas preventivas y de supervisión minuciosa.

Lo habían mandado a competir a un estado donde hasta la fecha el PRD no es una opción.

Sin embargo, el semblante de Jesús Zambrano era apacible, tranquilo, sin bajar la guardia ni asomar desánimo a pesar de saber de la escasa presencia perredista a nivel estatal.

De los 72 municipios de Sonora su partido solo gobierna uno y el nombre del municipio gobernado pareciera describir su realidad política: San Ignacio Río Muerto, de aproximadamente 15 mil habitantes.

Candidato a gobernador en 1997.

Lo encontré en Hermosillo, la capital y la ciudad más importante del estado. Caía la tarde. La verdad, no sabía que era el candidato a gobernador y por eso la primera pregunta, después de saludarlo, qué hacía en el parque. Estaba solo.

Hablaba en su calidad de candidato, sin perturbarse ni incomodarse por la falta de seguidores: “en un rato más vamos a tener un acto de campaña”. Pasó una hora y nadie llegó.

Zambrano es un político que ha demostrado que no lo arredran los desafíos por muy adversos o riesgosos que se vean. Ahí estaba compitiendo en Sonora donde siempre ha predominado el  bipartidismo del PAN y PRI.

Se ha jugado la vida siendo guerrillero. Perteneció a la Liga Comunista 23 de septiembre. Le costó un balazo en la cabeza que cerca estuvo de acabar con su existencia. También fue encarcelado.

Después de retirarse del camino bélico, como militante perredista logró ser diputado federal plurinominal. Ha trabajado en los gobiernos de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador en el Distritito Federal. Ha sido procurador social, delegado y asesor.

Hoy es el dirigente nacional del PRD y como tal firmó el Pacto por México, junto con el PRI y el PAN y ante el presidente Enrique Peña Nieto. Seguro que lo hizo consciente de que su partido no puede ni debe seguir al margen de los acuerdos y acciones que demanda el país.

Dolores Padierna y René Bejarano, sobre todo, lo reprobaron. Le reprochan que no esperara las deliberaciones y conclusiones de los órganos internos de su partido. Bueno, llegaron a decir que esa firma fue a título personal.

El tiempo demostrará de qué lado está la razón.

Zambrano, ya se vio en su pasado, no es de los que se arrugan o se echan para atrás.

Lo que la sociedad quiere son acuerdos, soluciones, no personajes complicados y enmarañados en su ortodoxia.

En contraste con la sucedido en el 2006, en la ceremonia de toma de posesión del 1 de diciembre de 2012 se logró preservar el orden en el salón plenario del recinto legislativo de San Lázaro.

La ejecución de la logística fue milimétrica. Cuidaron los detalles. Cerraron los caminos a cualquier intento de radicales por entorpecer el desarrollo de la sesión de Congreso.

Imposible tomar la tribuna, porque para eso estaban en bloque legisladores y legisladoras priístas. Tampoco era viable acercarse al pasillo central en el momento en que era transitado por el presidente Enrique Peña Nieto. En el caso del mandatario saliente, los panistas se aseguraron de que se desplazara sin contratiempo, al ingresar y retirarse del recinto.

También estuvieron prevenidos para opacar con sus propias manifestaciones de apoyo a los gritos de protesta.

Por eso el enojo de izquierdistas desde el primer momento, al ver que por ninguna parte iban a poder obstruir o cerrarle el paso al titular del poder Ejecutivo.

El presidente de la mesa directiva, Jesús Murillo Karam, cumplió con su responsabilidad parlamentaria al aplicar el reglamento y dejar en claro que la tolerancia era para las dos partes. Por más que intentaron hacer que perdiera la serenidad y la firmeza, no lo consiguieron.

Tampoco en ningún momento asomó nerviosismo.

Hubo pancartas y mantas de inconformes, lanzamiento de billetes con los que acostumbran a jugar los niños, discursos y levantamiento de voz que no trastornaron el acto.

La estrategia funcionó y en mucho tuvieron que ver con ese resultado coordinadores parlamentarios y el presidente de la mesa directiva, así como personal del Estado Mayor Presidencial.

Nada parecido a lo que sucedió en el 2006 en la ceremonia de toma de posesión de Felipe Calderón.

Esta vez el único que desentonó fue el diputado Ricardo Monreal Ávila quien llegó al extremo de afirmar que habían matado a una persona en las protestas afuera del palacio legislativo.

Palabras incendiarias que no son dignas de un legislador y que mínimamente deben llevarlo a ofrecer una disculpa desde la misma tribuna.

Jorge Hank Rhon es un personaje controvertido, polémico. Le gusta ser diferente, con todas sus consecuencias. No cualquiera en estos tiempos tiene 19 hijos. Aficionado a los animales exóticos.

Cuando llegó a la boda de etiqueta del ahora diputado Arturo Escobar, iba de Chamarra. Nadie le dijo nada en uno de los lujosos salones de fiesta del municipio mexiquense de Huixquilucan y mucho menos  lo marginaron. Por el contrario, era el centro de atención de los personajes de la política.

En su primer año en la liga mayor de futbol, su equipo Xoloitzcuintles, aunque en el papel aparece su hijo Jorge Alberto como propietario, logró el campeonato, con la emoción y felicidad que esto representa para los tijuanenses y bajacalifornianos. Baja California, una entidad más beisbolera que futbolera.

La popularidad alcanzada por los Xolos puede influir para que Hank nuevamente sea considerado como aspirante al gobierno estatal.

Después de los sobresaltos policiacos y la muerte de su esposa, ha procurado y conseguido ser discreto. Ha dejado que su hijo Alberto de la cara en lo relacionado con el futbol.

Heredero del profesor Carlos Hank González, quien fuera gobernador en el estado de México y regente en el Distrito Federal, además de secretario de Turismo y de Agricultura y autor de la frase “un político pobre es un pobre político”, que distaba de ser su caso.

Jorge tampoco es un pobre político, pero no es el único apuntado para la gubernatura ni la corona de los Xolos le garantiza la candidatura.

Estará en la jugada y si mediáticamente consigue blindar su imagen, aumentarán sus posibilidades de anotar el gol.

Hasta ahora es un misterio y sólo la misma izquierda, que se mueve en la sombra, sabe lo que hará el 1 de diciembre en la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente de México.

Los legisladores radicales han anticipado que no será un día de campo y por supuesto sólo ellos saben con certeza lo que esto significa.

Sin embargo, la Constitución precisa lo que le corresponde hacer a los diputados y senadores.

La Constitución en su artículo 61 señala la inviolabilidad de sus opiniones y el respeto al fuero constitucional, pero también alguien tiene que garantizar el respeto a los demás y a la sociedad en general.

No se les paga para hacer escándalos y mucho menos para amparar con el fuero acciones que se aparten de la norma.

Son consideraciones que por supuesto no van a tomar en cuenta. Ese es el estilo de una parte de la izquierda mexicana, que no respeta acuerdos entre pares ni lo que diga la ley.

Por eso, a continuación, 10 acciones que esa izquierda puede tomar en cuenta para realizar el 1 de diciembre en el recinto legislativo de San Lázaro:

1.- Tomar la tribuna

2.-Gritarle ilegítimo al nuevo presidente.

3.-Aclamar a su líder López Obrador y agitar en lo alto el puño izquierdo.

4.-Mostrar una pancarta que repruebe la toma de posesión.

5.-Golpear la mesa de su asiento como expresión de protesta.

6.-Llevar silbatos para ensordecer a la asamblea.

7.-Colocar a las legisladoras en bloque y por delante para impedirle el paso al nuevo presidente de México.

8.-Legisladores tirados en el suelo y al paso del nuevo presidente y cercar con simpatizantes el recinto de San Lázaro.

9.-Ponerse la máscara de puercos como alguna vez lo hizo un legislador de izquierda.

10.-Recordar el  10 de mayo con chiflidos o gritos.

Hagan lo que hagan, el hecho incontrovertible es que a partir del próximo sábado Enrique Peña Nieto es el presidente de México, porque ese es el mandato popular, con una diferencia de más de tres millones de votos entre el ganador y el perdedor en las pasadas elecciones,  calificado y avalado por las autoridades.

 

El proceso electoral ya quedó atrás para los estadounidenses. No hay nadie que esté pensando en impugnarlo o en quejarse de que le ganaron la contienda de manera irregular.

Ahora los ocupa y preocupa lo que se hará para reforzar su economía y mantener a su país como una potencia en todos los sentidos. También cómo mejorar su relación con sus vecinos del sur.

No es casual que entre sus primeras acciones Barack Obama haya convenido en reunirse con Enrique Peña Nieto, presidente electo de México, el próximo martes 27 de noviembre. Es un gesto que reconoce la importancia de la vecindad, una frontera compartida de más de tres mil kilómetros.

Lo que menos se desea es estar peleado con el vecino. La buena relación beneficia a las dos partes. La cooperación, el trabajo coordinado es lo que se espera para atender problemas que están en su misma agenda.

Tienen que ayudarse, comprenderse, aunque uno sea más grande que el otro, porque al final se necesitan. No pueden ni deben estar distanciados cuando hay temas que reclaman colaboración.

Obama lo sabe. Por eso su mirada y atención hacia su vecino después de conseguir un segundo período de gobierno.

Es cierto que para él y sus connacionales la seguridad es fundamental, pero también le queda claro que está pendiente la reforma migratoria, que respete y reconozca la aportación de quienes van a trabajar al suelo estadounidense. Otro tema es el combate al narcotráfico, que en México ha cobrado miles de vidas.

Hay a la vista interés por avanzar en la cooperación bilateral, demostrar que este tipo de encuentros no son únicamente de cortesía. De otra manera Obama dejaría para fecha indeterminada la reunión.

Además, el interés no únicamente es de los Estados Unidos. El primer ministro de Canadá, Stephen Harper recibirá al día siguiente, el miércoles 28, a Enrique Peña Nieto.

Se muere el teléfono rojo. Ya no puede llamar a ningún secretario y mucho menos recibir llamada de alguno de ellos. Tampoco viajar en el TP01 ni en el TP02 ni en el helicóptero de la Fuerza Aérea.

Invade la nostalgia por todo lo que se tenía y lo que desaparece a partir de diciembre.

Adiós a la residencia oficial de Los Pinos con todas las comodidades y personal de servicio a la mano. Ya no más caminar o correr por los amplios jardines. Tampoco disfrutar de las cabañas ni del estanque de peces multicolores. Nunca más reuniones informales en la hondonada.

Vuelta a la realidad, aunque se conservan privilegios como la seguridad y el sueldo para el resto de los días.

Sin embargo, ya no se tiene el poder, la varita mágica a la que todos atienden y obedecen. Esa varita que a veces su poseedor cree infalible, pero cuando se equivoca hasta sangre derrama.

No más fiestas multitudinarias y frecuentes con invitados especiales, nacionales o extranjeros. Tampoco honores ni discursos cotidianos. Ya no habrá tribuna ni “teleprompter” que permite al orador pronunciar su mensaje como si de verdad improvisara.

Desaparecen las vallas metálicas y militares. Quedan en el pasado los encuentros con jefes de Estado y de gobierno. Se acaba el acceso a los palcos y suites presidenciales. Ya no será necesario ponerse la banda presidencial para las grandes ocasiones.

Se esfuman de la lista de amigos los hombres del dinero, dirigentes políticos y líderes sindicales, intelectuales, artistas, legisladores. Los mismos compañeros de partido se apartan, sobre todo si se perdió la elección.

A buscar nueva casa, un sitio donde vivir y no le molesten, porque cuando el saldo no es favorable, lo mejor es evitar el espacio público. Impensable caminar por la calle por el riesgo de ser agredido o vituperado.

Felipe Calderón entró en la cuenta regresiva. Le espera un mundo distinto al que ha vivido. Desde diciembre, nunca más como presidente ni tampoco como ese mexicano que antes del 2006 pasaba desapercibido y se daba tiempo para llevar a sus hijos al Sport City.

Por las deudas pendientes y la reprobación popular, como le sucedió a Carlos Salinas, deberá considerar su salida temporal  del país.

Hace seis años había tensión e incertidumbre. La oposición  de “izquierda” amenazaba con no dejar entrar al recinto de San Lázaro a Felipe Calderón.

Bloqueos por casi todos los accesos, menos en esa puerta oculta del salón plenario. Por ahí llegó para colocarse la bandera presidencial y rendir protesta ante senadores y diputados.

Por supuestos que hubo jaloneos, gritos, insultos, pancartas, temores, nervios.

En medio de la maraña incivilizada se le abrió paso y Calderón pudo cumplir con el protocolo constitucional.

Ahora el toca a Enrique Peña Nieto. Esta vez los vientos le favorecen al próximo mandatario. Quizás no sea tersa y amorosa la toma de posesión pero están dadas las condiciones para que prevalezca el respeto, la civilidad.

Por lo pronto los gobernadores y el jefe de gobierno del Distrito Federal que arribaron al poder por la vía del PRD ya anticiparon, al propio mexiquense, que asistirán a la ceremonia.

Marcelo Ebrard dobló las manos y le rindió honores al presidente Calderón en la inauguración de la nueva línea del metro.

El Soy 132 se redujo a 131.

Andrés Manuel anda ocupado en la construcción de su nuevo partido.

Los legisladores perredistas, senadores y diputados, marcaron su raya con los Lopezobradoristas (PT-Movimiento Ciudadano).

Además, la sociedad ya está harta de los escándalos de una izquierda entrenada para embaucar incautos.

Lo que resta es que el nuevo gobierno cumpla lo ofrecido y que la oposición haga mejores méritos para buscar la presidencia en seis años.

2012 ya es historia.

Las boletas electorales del  2006 se han convertido en las más caras del mundo. Independientemente del costo de la impresión, el gasto por su custodia llegó a los 550 millones de pesos.

Fue un gasto que no condujo a nada, porque se mantuvo inalterable el resultado de la competencia política y ahora los protagonistas están a punto de cerrar el episodio, una vez que termine el sexenio de Felipe Calderón.

Si bien es cierto que la diferencia fue cerrada entre el primero y segundo lugar, una ventaja de apenas .56 % para el ganador, el hecho es que era más que suficiente para levantarle la mano al panista. Un voto hubiera bastado porque así funcionan las democracias.

El IFE, por no decir que todos aquellos que pagan impuestos, destinaron 262.4 millones de pesos (cifra de la Dirección Ejecutiva de Administración del instituto) para documentación y materiales electorales. Y por cuidar esa papelería se gastó 550 millones de pesos, dinero que también salió del bolsillo de los contribuyentes físicos y morales.

Más del doble para cuidar la paquetería y sólo por atender la necedad de quienes pusieron en duda la capacidad de contar de los mexicanos que se desempeñaron como funcionarios en las casillas.

Por eso son las boletas más caras del mundo. Debido a su custodia sexenal su valor se incrementó en más de 200 %.

Enhorabuena que ya se haya decidido llevar a cabo su destrucción como lo establece el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe).

Y en enhorabuena que se haga lo mismo con la paquetería del 2012, donde la diferencia entre el primero y segundo lugar superó los tres millones de votos, muchos más que los del 2006.

No se vale que todavía haya quienes se atrevan a pedir que se guarden las boletas del 2012. Se tienen que destruir como lo establece el artículo 302 del Cofipe, una vez concluido el proceso.

Lo conocí cuando era consejero del Instituto Federal Electoral. De verdad se quería comer al mundo. Hiperactivo, dedicado a su trabajo.

Alto, con su cabello abrillantado,  peinado hacia atrás. Pulcro, invariablemente de traje, amable, cordial, serio.

Con el tiempo medido para las entrevistas. No le gustaba hacer ronda con los reporteros. Había que insistirle para conseguir platicar con él en su oficina. Le tocó trabajar en los casos “Amigos de Fox” y “Pemexgate”. Investigó estos dos episodios derivados del proceso electoral del 2000. Extremadamente cuidadoso, nunca filtró nada.

Profesional, confiable. Entregado a  lo suyo.

Avanzaba rápido, con prisa para alcanzar objetivos y cumplir con los plazos. Horas y horas revisando expedientes. No recuerdo haberlo visto relajado. Estresado, en muchas ocasiones.

Quizás por la cercanía de sus oficinas, parecía mantener y tener mejor comunicación con Jacqueline Peschard. Actuaron juntos como asesores electorales en Irak. Después, una vez que concluyeron su etapa en el IFE, Alonso Lujambio se convirtió en  el presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI). Ella le siguió en ese cargo.

Lujambio se convirtió en secretario de Educación Pública. Suspiró por alcanzar la candidatura del PAN a la presidencia de la República. Se imaginó con la banda tricolor sobre el pecho.

Con lo que no contaba en su carrera política meteórica era que el cáncer se le iba a cruzar en el camino. Por su enfermedad tuvo que dejar la SEP pero lo hicieron candidato plurinominal a senador.

Ahora, cambiaría todo por su salud. Admite http://201.148.81.110/lopez-doriga/29082012_jld2.mp3 que vivió demasiado aprisa y que le faltó parsimonia, tranquilidad.

Descubrió que lo importante no es ir aprisa en busca de los reflectores, sino vivir, disfrutar a su familia.

Una vez que se agote el proceso de revisión en el Tribunal Electoral del Poder Judicial, Andrés Manuel López Obrador podrá enfilar su estrategia hacia organismos internacionales para exponer su caso.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos es una de sus opciones y ahí esperaría contar con la solidaridad de Emilio Álvarez Icaza, quien se desempeña desde este agosto como secretario ejecutivo.

Emilio es visto como simpatizante de la izquierda. En algunas fases de su actividad han coincidido en desestimar el trabajo de instituciones nacionales como lo ha hecho Andrés Manuel.

Sin embargo, ni la CIDH ni ningún otro organismo de esa naturaleza cambiará lo que resuelva el TEPJF.

El propio López Obrador sabe muy bien que las decisiones del tribunal son definitivas e inatacables.

Además, ha afirmado en reiteradas ocasiones que su acción seguirá dentro del marco legal.

También tiene claro que sus pruebas, incluidos los animales de granja, jurídicamente son insuficientes como para que los magistrados determinen invalidar la elección presidencial del 1 de julio.

La imputación de que se gastó por encima de los topes establecidos para la competencia política, tiene sus tiempos en la ley. El resultado de la investigación se conocerá hasta el siguiente año y cualquier irregularidad que se compruebe será sancionada con una multa.

Andrés Manuel también podrá ocuparse en la construcción de un nuevo partido que aglutine a las bases de la izquierda y seguramente mantendrá su influencia en legisladores que llegaron al Congreso con su apoyo.

El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ha sido tres veces candidato a la presidencia de la República. Andrés Manuel lleva dos candidaturas presidenciales. El 2018 puede ser la tercera.

Estamos ante un nuevo fenómeno político. El uso de la mentira antes, durante y después de las elecciones. Se ha vuelto una práctica de partidos y dirigentes.

Ahora también se compite por ver quien dice la mejor mentira con tal de salirse con la suya o tratar de imponer  su “verdad” en la opinión pública y en la sociedad.

Pareciera que aplican las frases “una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”, más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil” o “difama que algo queda”. lo hacen inspirados en la filosofía de Joseph Goebbels, quien como ministro de propaganda de Adolf Hitler hizo de la mentira una estrategia de gobierno.

¿Hasta dónde se quiere llegar?

Los ánimos se han ido calentando, el tono de las agresiones verbales pasa de ofensivo maternal, cruza por intimidatorio y llega hasta la amenaza de exterminio.

Obviamente los líderes cuidan su lenguaje y presumen una conducta dentro del marco legal, pero sus seguidores no tienen medida en el uso de calificativos e inundan las redes sociales con expresiones que distan de reflejar una cultura universitar

ia.

Llevan a cabo marchas, bloquean accesos a instituciones públicas y empresas privadas, que en su opinión, no encajan en sus planes de impedir el arribo a Los Pinos de quien obtuvo el mayor número de votos el 1 de julio.

La diferencia de votos entre el primero y segundo lugar rebasa los tres millones de votos. Las pruebas que se han presentando sobre presuntas irregularidades serían insuficientes para invalidar la elección y lo saben los impugnadores. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación va a declarar presidente electo al ganador.

En ese escenario se asoma un intento de quienes no aceptan su derrota de imponer una voluntad al precio que sea, porque creen que sus mentiras ya surtieron el efecto Goebbels.

Sin embargo, no deben olvidar que en 1994 hubo un encapuchado que supuso que todo el pueblo lo iba a seguir y se estrelló con una sociedad pacifista, que efectivamente quiere justicia, acabar con la corrupción y un mejor reparto de la riqueza pero no a través de acciones que rebasan la línea de la ley.

El cambio encabezado por el que haya obtenido más votos no por el que diga más mentiras.

 

Jaime Cárdenas Gracia es un abogado experto en materia electoral que despuntó en la política como integrante del Consejo General del Instituto Federal Electoral cuando este órgano ciudadano era encabezado por José Woldenberg.

Se caracterizó por ser un consejero electoral crítico, que regularmente disentía de los acuerdos de la mayoría de sus compañeros. Fue la piedra en el zapato de quien entonces presidía el instituto, pero nunca llegó a poner en jaque a la institución.

Un abogado que no se apartó de la letra de la ley y desde la trinchera legal defendió sus puntos de vista.

Terminada su función en el IFE, empezó a buscar un espacio en el poder legislativo.

Platicó con Emilio González (papá) con la finalidad de que le diera la oportunidad de convertirse en candidato por el Partido Verde Ecologista de México. No tuvo éxito y siguió su peregrinar por las oficinas partidistas. Los perredistas lo nominaron.

Ahora es el principal abogado del Movimiento Progresista. Se trata de un profesional serio, conocedor, experto. Domina los instrumentos jurídicos. Hará una buena defensa de su caso. Lo que no puede hacer es inventar pruebas.

Como abogado ha perdido y ganado. No recuerdo haberlo visto alardear cuando la razón ha estado de su lado. Tampoco lo he visto desbarrar cuando el fallo ha sido desfavorable.

Es una gente sensata y seguramente estará a la altura del momento político que vive el país. No entra en sus planes acabar con las instituciones. Es respetuoso y maduro.

 

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.