El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha gobernado toda su vida los estados de México y Coahuila, más de nueve décadas, lo último que le queda de las 32 entidades que alguna vez tuvo bajo su control, sin sombra de la oposición.
Tiene un pedacito de Durango y otro tanto de Aguascalientes, porque aliados con el PAN y PRD, evitaron que el pasado 5 de junio cayeran en manos de Morena. Eran panistas los que gobernaban las dos entidades, así que esta vez, alcanzó una tercera parte del poder estatal en las administraciones que vienen.
Para el próximo año Edomex y Coahuila estarán en diputa. El partido en el poder va por los dos, sobre todo por el estado de México, que tiene el mayor número de electores en nuestro país, alrededor de 12 millones de ciudadanos con credencial del INE, de ahí su importancia con miras al 2024.
Se ha desfondado el tricolor, va en caída libre, sin paracaídas, sin una estrategia que le permita revertir la tendencia adversa. Carga con el desgaste de la dirigencia nacional que, de no relevarla pronto, podría convertirse en bomba de tiempo para la propia existencia del partido y en lo inmediato estaría en riesgo mantener lo que todavía le queda.
En el estado de México va abajo en las encuestas. Morena tiene entre sus aspirantes a Delfina Gómez, Higinio Martínez y Horacio Duarte, los tres con significativa presencia estatal, sobre todo la primera. La alianza PAN-PRI-PRD consideraría la candidatura de Ana Lilia Herrera. Movimiento Ciudadano, que a todas quiere ir solo, propondría a Juan Zepeda.
La alarma está encendida en el tricolor. El famoso grupo Atlacomulco que partió el queso político mexiquense por muchos años, nada más conserva la fama, ya no tendría la fuerza para garantizar el éxito en 2023.
En Coahuila las encuestas hablan de empate, con ligera ventaja para el Revolucionario Institucional. El actual gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís no se ha visto envuelto en escándalos como sus antecesores, lo que ayudaría a las aspiraciones de su partido.
De cualquier manera, no la tiene fácil, por eso el empate en los números, no hay nada definido.
La triada PAN-PRI-PRD deberá de escoger candidato entre el priísta Manolo Jiménez o el panista Guillermo Anaya.
Morena tiene en su lista de competidores al subsecretario de Seguridad Ricardo Mejía y al senador Armando Guadiana. La responsabilidad que ahora tiene le ha servido a Mejía para promoverse, mucho más que la difusión alcanzada por Guadiana como legislador.
Para ambos bandos, las elecciones en los estados de Coahuila y México, serían determinantes para lo que viene en 2024. De ganar la triada las dos entidades, avivaría su esperanza de recuperar la presidencia. Si las pierde, tendría que irse despidiendo de nueva alternancia en el poder.
Hay otro aspecto que no se puede dejar de mencionar, los conflictos internos de los partidos. Ninguno está exento. El que los resuelva o sepa sobrellevar, tendrá una ventaja más en la competencia.
En el caso particular del PRI, perder Edomex y Coahuila sepultaría su historia de partido hegemónico.
En 2023, va el resto del PRI
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