Fortalezas de Noroña

Poder legislativo
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Lo más simple y sencillo es descalificar al senador Gerardo Fernández Noroña por su estilo, por su vehemencia y porque sabe inyectar ácido a sus palabras cuando quiere que la oposición se sulfure.
Quien lo busca, lo encuentra, no duda en reaccionar ante lo que considera una agresión o injusticia.
Luis Donaldo Colosio, malogrado candidato presidencial priísta, diría que es un auténtico producto de la cultura del esfuerzo, al verlo sentado en la presidencia de la mesa directiva del Senado.
El propio Noroña se ha identificado como plebeyo, sin rubor alguno, orgulloso de su origen. Para nada tierne empacho en pregonarlo a los cuatro vientos, presume su naturaleza. No se oculta ni se avergüenza. Abierto a lo razonable, sabe escuchar argumentos.
Cuando en el pleno de la Cámara de Diputados llegó a tener diferencias con Porfirio Muñoz Ledo quien presidía la mesa directiva, lo platicaron en corto y nunca más chocaron en la interpretación del reglamento legislativo. El respeto y amistad significaron su relación.
Ha sido uno de los principales defensores de Andrés Manuel López Obrador, aunque no se ha quedado callado cuando un posicionamiento no le ha parecido. Por semanas se quejó de que el tabasqueño no lo incluyera entre los aspirantes a la candidatura presidencial.
Tampoco guardó silencio cuando sintió que no recibía el reconocimiento justo por el lugar que ocupó en la competencia de los presidenciables de Morena y sus aliados. Demostró que es real la empatía que tiene con la gente, con el pueblo. Las encuestas lo confirmaron.
Después de su jefa la doctora Claudia Sheinbaum, es uno de los cuadros más mediáticos del partido Morena.
Por esa fuerza o capacidad que tiene para atraer votos, cualquier organización política lo quisiera en sus filas.
Con votos se ganan elecciones y su perfil es de gran ayuda para conquistar el apoyo popular.
Se define como luchador social, activista y lector. Sociólogo por la Universidad Autónoma Metropolitana.
Otra de sus fortalezas es su habilidad para debatir en la tribuna parlamentaria. Conoce perfectamente a sus adversarios; les tiene tomada la medida, sabe lo que les incomoda. Es cáustico cuando lo considera necesario y le funciona. Ha sido el arma principal de las bancadas a las que ha pertenecido cuando suben de tono los ataques en tribuna.
Se ha forjado en la lucha cotidiana, la posición que ahora tiene se la ha ganado a pulso.
A nadie debería sorprender que sea presidente de la mesa directiva del Senado y que haya sido elegido prácticamente por unanimidad, solo el voto en contra de la panista Lilly Téllez, quien ya advirtió que planea hacerle “la vida de cuadritos”, con su acostumbrada mordacidad que le ha caracteriza desde que salió de las filas de Morena.
Gerardo Fernández Noroña puede ser insoportable para algunos, nada más que si todos los grupos parlamentarios aceptaron su ascenso, es indiscutible que tiene ganado el reconocimiento como legislador.
Quizás los panistas prefieran tenerlo ahí sentado que en la tribuna echándoles en cara su pasado y llamándolos “paniaguados”.
Ya se verá si Noroña resiste los embates de Lilly, decidida a provocarlo y sacarlo de quicio.
Sin embargo, el morenista conoce la ley y el reglamento del Congreso, como pocos, así que seguramente sabrá aplicarlo para que prevalezca el orden en las sesiones senatoriales.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.