Los lazos entre mexicanos y españoles son entrañables, a pesar de lo que hagan o digan sus gobiernos.
Amistad tan sólida que se ha vuelto irrompible, está por encima de posiciones políticas y reivindicaciones ancestrales.
Cierto que la monarquía española debe una disculpa por la Conquista y los excesos cometidos contra los indígenas de nuestro país. Si la da o no, en nada afectará el aprecio que existe entre los dos pueblos.
Por eso nadie habla de rompimiento de relaciones, hay diferencias que los caminos diplomáticos pueden llevar a resolverlas.
Enfriados los ánimos, se puede dialogar, encontrar el punto de consenso y hasta lograr el gesto humilde de Felipe VI que cierre para siempre cualquier herida que aún no termina de sanar por el avasallamiento.
Y la idea de que las dos partes, México y España se pongan de acuerdo para que juntos ofrezcan disculpas a los indígenas, sería una salida salomónica. La deuda la tienen las dos naciones, porque después de la Conquista, nunca llegó la justicia plena para los vencidos.
Independientemente de lo que decidan, la fraternidad de ambos pueblos seguirá igual, porque comparten muchas historias y afectos, agradecimientos mutuos, convivencias e intercambios solidarios.
Los mexicanos que han viajado a España, donde se habla el mismo idioma, han constatado esa estimación genuina, real, sin hipocresías, amistad enraizada. Por algo hay allá poco más de 40 mil mexicanos residiendo sin el riego de malas caras o discriminaciones. Mantienen las puertas abiertas hasta para políticos y ex gobernantes desacreditados.
Igual sucede con los españoles que vienen a México, nadie los recrimina, lo que encuentran es querencia, trato humano, respeto.
Españoles que hasta la fecha no olvidan a los más de 25 mil compatriotas que el general Lázaro Cárdenas decidió asilar entre 1939 y 1942 cuando huían de la guerra civil y el franquismo.
Así llegaron personajes como Luis Buñuel, Enrique Díez-Canedo, Ramón Xirau, Félix Candela, Pedro Bosch, José Giral, José Puche, Ignacio y Cándido Bolívar, José Gaos, Luis Recaséns y tantos otros.
Actualmente más de 160 mil personas con raíces españolas viven en el territorio nacional.
En materia comercial, España está convertido en el segundo inversionista extranjero en México, con participación en los sectores financiero, telecomunicaciones, infraestructura y servicios culturales.
Las ventas de México a España en julio de 2024 ascendieron a más de 113 millones de dólares.
Sin duda, son más las cosas que acercan a las dos naciones y sus pueblos, que motivos para distanciarlas.
La comunicación que existe entre los gobiernos, entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente Pedro Sánchez sería de gran ayuda para superar cualquier contrariedad.
El tema pendiente es la disculpa de la monarquía que esta vez fue factor para que el gobierno entrante no extendiera la invitación al rey a la ceremonia del 1 de octubre en el palacio legislativo de San Lázaro y solo se la hiciera llegar al mandatario español que declinó con el argumento de que Felipe VI es jefe de Estado que no puede ni debe ser desdeñado.
Para los pueblos es una discrepancia que no les impacta y que puede resolverse a través del diálogo
El comercio bilateral entre México y China creció el año pasado en 6.03 por ciento; alcanzó los 100 mil 225 millones de dólares estadounidenses, destacó el embajador chino Zhang Run.
Lo hizo en el Foro de Cooperación y Desarrollo China-México que se llevó a cabo al mismo tiempo en ambos países conectados a través de la tecnología, la tarde del lunes 11 de marzo en el caso de nuestro país (17:30 horas) y la mañana del martes 12 de marzo en China (7:30 horas).
Comunicados vía internet, las delegaciones de ambas naciones hicieron recuento de los avances de la relación comercial, así como en la educación, cultura y desarrollo de energías limpias.
En la sala de conferencias del Senado, ante la presencia de la senadora Cora Cecilia Pinedo Alonso, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores Asia-Pacífico-África, entre otros invitados, el embajador Zhang Run dijo que se ha duplicado el número de empresas chinas en territorio mexicano.
También habló de que cada vez es más importante la contribución de su país en el desarrollo verde de México, en los sectores de energía solar, energía eólica y los autos eléctricos.
“¿Qué tenemos que hacer en el futuro?”, se preguntó el diplomático.
“China valora altamente las relaciones con México, y está dispuesta a trabajar con México para implementar el consenso de San Francisco alcanzado entre los dos mandatarios (Andrés Manuel López Obrador y Xi Jinping), fortalecer la articulación estratégica, explorar el potencial de cooperación, aprovechar las ventajas complementarias y promover conjuntamente el desarrollo de alta calidad de las relaciones bilaterales”, fue su respuesta.
En este contexto, el diplomático, con un lenguaje metafórico expresó que espera que “la flor de la amistad entre China y México siga floreciendo”.
Fortalecimiento de la amistad en la “que México brinde un entorno de negocios abierto, inclusivo, transparente y no discriminatorio para las empresas chinas, y facilite más intercambios de personas entre los dos países”.
Dentro del plano global, en apoyo de las diferentes comunidades, Zhang Run citó el impulso comercial que se le ha dado a la construcción de la llamada “La Franja y la Ruta”, así como a la profundización de la cooperación económica bilateral, multilateral y regional.
Dejó en claro que “no buscamos la supremacía dominante ni la hegemonía sin importar nuestro nivel de desarrollo, sino que estamos dispuestos a trabajar con todos los países para ofrecer nuevas oportunidades al desarrollo mundial con los logros de la modernización China”.
En Beijing, capital China, para hacer este recuento de la cooperación entre las dos naciones, participó Li Yafang, directora del Centro para las Américas del Grupo de Comunicaciones Internacionales de China, así como Jesús Seade, embajador de México en China.
Parece increíble, Donald Trump, el mismo al que acusaron de incitar a la colectividad o a sus seguidores para tomar el Capitolio el 6 de enero de 2021 en los Estados Unidos, el mismo al que una veintena de mujeres en 2020 lo acusaron de hostigamiento, el mismo que ha denostado a migrantes mexicanos, camina para vivir de nuevo en la Casa Blanca.
Se defiende con su dinero y sus abogados sobre las imputaciones relacionadas con violencia en el Capitolio, igual en el caso de las imputaciones que todavía sobreviven sobre acoso a mujeres y en nada ha cambiado su opinión sobre los mexicanos que de manera irregular ingresan a su país.
Los ataques contra su trayectoria y su perfil político los ha sabido capitalizar, porque ha aumentado su popularidad y reforzado la aceptación que tiene entre millones de seguidores.
Son reales sus posibilidades de volver a ser presidente de una de las naciones más poderosas del mundo. No hay nada escrito. Está en la pelea. Pinta para ganar la candidatura del partido Republicano. Solo pudiera descarrilarse su aspiración si prospera alguna de las acusaciones que existen en su contra. Depende de lo que resuelvan las autoridades judiciales norteamericanas.
En el supuesto de que Trump regrese a la Casa Blanca, por primera vez en la historia de las relaciones México-Estados Unidos, el trato sería entre un presidente con apariencia machista y una mujer presidenta, porque a estas alturas ya no hay duda de que a nuestro país lo gobernará una mujer.
¿Se comportaría como patán ante la presidenta mexicana? ¿Sería grosero? ¿Machista?
Por supuesto que no. Nada de lo que han dicho de él sobre cómo trata a las mujeres ha sido probado. En política, donde casi todo se vale, por no decir todo, es común la fábrica de historias para denigrar al adversario. Sus acusadoras contaron reales o irreales vivencias ocurridas 20 o más años atrás.
Trump tiene familia, hay mujeres en su familia. Ninguna se ha quejado de violencia. Ya se vio, cuando fue presidente por primera vez, las deferencias que tuvo con su hija Ivanka Trump.
La hija, si bien no tuvo cargo formal ni recibió salario, contó con oficina en la Casa Blanca y con autorización para acceder a información clasificada. Un machista jamás lo hubiera permitido.
En ese escenario, contra lo que se pudiera creer, en la relación México-Estados Unidos, se puede convertir en ventaja tener presidenta. Trump sería marcadamente respetuoso y cumplidor del protocolo, lo que de ninguna manera quiere decir que renunciaría a la defensa de los intereses de la poderosa nación norteamericana.
Para la deliberación y definición de posiciones, para el debate firme y hasta duro en la mesa, si Claudia fuera presidenta, tiene en su equipo al ex canciller Marcelo Ebrard quien conoce perfectamente a Trump. También a Juan Ramón de la Fuente, quien se distinguió como embajador de México ante la ONU.
Si Xóchitl fuera la presidenta de México, tendría a la mano a Ildefonso Guajardo, quien fue cabeza de equipo en las negociaciones del tratado de comercio con los vecinos del norte.
Así como genera expectación que México vaya a tener presidenta, igual o más el encuentro con Trump si logra alcanzar de nuevo la presidencia de los Estados Unidos, aunque en este caso no hay que darlo por hecho porque el actual presidente demócrata Joe Biden va a dar la pelea para tratar de reelegirse.
A raíz de que el presidente Andrés Manuel López decidió que no asistiría a la Cumbre de las Américas porque el anfitrión era excluyente, despertó inquietud por el impacto que podría tener en la relación México-Estados Unidos.
Sin embargo, no se debe perder de vista que prácticamente al mismo tiempo se produjo el anuncio de que el mandatario mexicano se reuniría con su homólogo norteamericano Joe Biden en julio. Doble movimiento en el tablero de ajedrez diplomático para mitigar la inasistencia y evidenciar entendimiento entre los gobernantes.
Ya se sabe que no hay nada casual en política y mucho menos en los círculos diplomáticos. Pareció que el mexicano se tardaba en definir si iba o no iba a la reunión cumbre, cuando quizás en ese tiempo se negociaba el encuentro bilateral para el siguiente mes.
Logró el efecto esperado, porque desactivó la ola mediática de quienes se frotaban las manos y esperaban ver tensión entre los dos gobiernos, sobre todo molestia de la potencia universal por el aparente desaire a la cumbre que tuvo como escenario la ciudad de Los Ángeles. Se creía vendría reacción áspera, incluso hasta un coletazo o castigo del gigante. Nada de eso sucedió.
Se realizó la reunión en la fecha programada con ausencia de una decena de mandatarios, sin que alterara los trabajos previstos. México estuvo representado por el canciller Marcelo Ebrard, atento a los temas que interesan a nuestro país y a los Estados Unidos.
Temas como migración, seguridad y narcotráfico que seguramente formarán parte de la agenda que desahogarán ambos presidentes, de México y los Estados Unidos, el próximo mes.
Así que el gobierno vecino no llevó a cabo ninguna acción para crucificar al mexicano porque el presidente resolvió no participar, en protesta por la medida excluyente, que no quiere se vuelva a repetir.
En otras palabras, al menos a nivel de gobiernos, de presidentes, como ahora se dice, ¡no hay ni hubo tiro!
Algunos senadores estadounidenses como Ted Cruz y Marco Rubio levantaron la voz, lanzaron imputaciones en materia de narcotráfico. No tuvieron que esperar mucho para recibir la respuesta desde México, la exigencia de que probaran lo que decían como parlamentarios.
La Cumbre de las Américas ya quedó atrás, mantuvo su importancia y hubo acuerdos entre participantes.
Es obvio que los senadores no van a cambiar su opinión y muchos menos retractarse u ofrecer disculpas.
Sin embargo, en julio, cuando se encuentren los presidentes de México y Estados Unidos, quedará a la vista el nivel de comunicación, entendimiento y acuerdo para hacer frente a problemas que afectan a los dos países.
El mundo empeñado en la autodestrucción; no se explica de otra manera, apenas empieza a ceder la pandemia y ahora está ocupado en una guerra de dimensiones inimaginables. Pleito entre dos que tienta a otros a defender sus propios intereses para afianzar o ampliar su hegemonía, con el argumento de ayudar a una de las partes.
Pasan los años, miles de años y todavía la humanidad no supera diferencias ni es capaz de remar en su solo sentido, hacia la justicia, hacia la paz, hacia el bienestar de todos.
Hasta ahora no sabe con certeza el origen del Covid-19 que ha sacudido a todas las sociedades, matado y contagiado a millones.
El autor o los autores del virus, si los hay, siguen en el anonimato. No hay culpables, como si hubiera surgido de la nada o llegado de otro planeta, misterio indescifrable.
Generó dramáticas y trágicas historias en todos los países, alerta generalizada, convocatoria a la reflexión, llamado implícito a cuidar más la naturaleza, a vivir en paz, en armonía, sin violencia, con respeto a valores y leyes. Invitación a evitar las desviaciones.
Sufrieron científicos para encontrar la vacuna y ahora que existe, mucha gente ni siquiera se la quiere poner, por diversos motivos, pretextos que van desde religiosos hasta de ciencia ficción, cinematográficos.
Nada, nada ha sido suficiente para que sociedades se convenzan de que ha llegado el momento de enderezar naciones, a gobernantes y gobernados, recomponer lo dañado.
Hay preferencia, irresponsablemente, por el juego de la vida y la muerte en la ruleta. El día menos pensado podrían equivocarse y apretar el botón que acabe con todo y todos. Riesgo latente. Las experiencias de la primera y segunda guerra mundial no bastaron. Tampoco las explosiones nucleares, desastres naturales y pandemias.
Sigue la actitud irreflexiva, sin importar lastimar al mundo, van por delante los intereses de cada uno, no el bienestar colectivo; la riqueza de los menos por la pobreza de los más.
México no está exento de esa vorágine. Con tanta riqueza natural y no levanta vuelo. En vez sumar voluntades y remar en un solo sentido, prevalecen posiciones encontradas.
Por eso, Carlos Slim, el hombre más rico del país, acierta al llamar “estupidez” la confrontación. Le parece una “tontería” perder el tiempo en la desunión de los mexicanos.
Calificativos que pueden describir a cualquiera de las partes, a los que gobiernan y a los que no quieren a los que gobiernan, contaminados de enconos, odios y envidias.
Lo dicho por Slim es para tomarlo en cuenta, ya. Empresario que basa en hechos sus palabras. No acostumbra a quedarse callado, alza la voz cuando no está de acuerdo con acciones de gobierno.
Sin embargo, no se atasca en batallas estériles, le da vuelta a la página y se pone a trabajar, con lo que hay. Está visto que para Slim no están primero los pleitos sino hacer negocios.
Ha sabido adaptarse a la nueva realidad política. Obtiene más en el acuerdo que en la discrepancia.
En el acuerdo, en la suma de fuerzas, gana él, gana el gobierno y gana México. Entiende que en las elecciones triunfa el que decide el pueblo y se pone a trabajar con el triunfador, aunque no tenga su misma ideología. Práctico, inteligente y con evidente sentido común.
Ha gobernado a su país durante 16 años, como nadie; autoridad respetable para propios y extraños, con respuestas para todas las preguntas. Termina con la frente en alto. Mujer admirable, que ha demostrado en los hechos lo que es la igualdad de género y así la han tratado, con igualdad, en su vida como servidora pública y en su vida privada.
Angela Merkel ha llegado a ser considerada por medios internacionales como la mujer más poderosa del mundo. A pulso se ganó el título, con la fortaleza de los argumentos a la hora de estar sentada con quienes representan a las potencias, de cualquier continente.
El próximo domingo 26 de septiembre Alemania renueva su parlamento, su gobierno, un proceso donde esta vez el partido de la Unión Demócrata Cristiana, del que forma parte la canciller, no va adelante en las encuestas, aunque tampoco muy atrás. Corre el riesgo de perder las elecciones.
Pareciera increíble ante el legado que deja Merkel, porque la lógica diría que los germanos tendrían que votar por la continuidad. No está dicha la última palabra, hay que esperar a que los ciudadanos y ciudadanas emitan el sufragio el día de las elecciones.
Angela Merkel había optado por mantenerse a distancia del proceso, no involucrarse como cuando ella era la competidora o candidata de su partido. En la recta final, a unos cuantos días de la contienda, ha decidido tener mayor participación en favor de su compañero Armin Laschet, parte de su equipo en el gobierno.
Veremos si es suficiente o si los alemanes prefieren la alianza que encabeza Olaf Scholz, del Partido Socialdemócrata, a quien las encuestadoras le dan ventaja, en promedio de tres puntos porcentuales.
Queda claro que, si no ganara el partido de Angela, de ninguna manera podría entenderse como la desaprobación de sus 16 años de gobierno, porque los hechos hablan por ella. Sin duda, Alemania es una de las mejores economías de Europa y del planeta, con indiscutible aprecio a los valores democráticos y autoridad para hacerse escuchar en cualquier parte.
Sin embargo, nadie mejor que las familias alemanas para saber si el resultado en la economía se refleja en sus bolsillos, en mejor bienestar, en una vida tranquila y estable para la mayoría.
El candidato de la oposición Olaf Scholz ha tenido suerte con su eslogan de campaña “Scholz lo arreglará”. Siempre queda algo pendiente por arreglar. No hay gobiernos perfectos que solucionen todo.
De cualquier manera, el legado de Merkel es una lección para hombres y mujeres, para el mundo. Hay que valorar y quedarse con lo bueno, con su capacidad para tomar decisiones. Nunca evadió problemas. Tampoco preguntas, por muy personales que fueran.
Nadie olvida el día que le hicieron la observación de que traía el mismo traje de otro evento. “Soy una servidora pública, no una modelo”, fue su respuesta. Con su vestimenta solo se volvieron a meter cuando acudió a un festejo con vestido que a más de uno le pareció exagerado el escote para la canciller jefa de gobierno. Procuró el traje sastre.
Admirable, no se enriqueció con el ejercicio del poder, no es dueña de mansiones ni tiene su dinero en paraísos fiscales. Ha prescindido del servicio doméstico, porque de eso se encargan ella y su esposo.
Y que no se olvide, es la mujer que llegó a ser considerada la más poderosa del mundo.
Una vez terminado su ciclo de gobierno, ha dicho que se irá a descansar y leer. Se lo merece.
Si alguno de los enlistados aspirantes a la candidatura presidencial de Morena está cerca de los Estados Unidos se llama Esteban Moctezuma Barragán, en calidad de embajador.
Y, siempre ha merodeado por el mundo político, cuando llega el tiempo de la sucesión en México, la versión de que los vecinos del norte dan su visto bueno para quienes tienen ese tipo de aspiraciones, lo que de ninguna manera quiere decir que Esteban ya la tenga ganada por su actual posición.
Cerca, por su responsabilidad laboral, pero nada más. No deja de ser una ventaja sobre sus demás competidores y competidoras, porque tendría la oportunidad de mejorar sus relaciones con personajes del primer círculo del presidente norteamericano Joe Biden.
Domina el inglés. Es maestro en política económica por la Universidad de Cambridge. Puntos a su favor. No serían suficientes para quien aspiraría a la candidatura presidencial. Nunca ha dicho que quiere ser, ni en este sexenio ni en ningún otro. No lo esbozó ni cuando era uno de los secretarios favoritos de Ernesto Zedillo. Ha sido medido en sus aspiraciones y en el actual no sería la excepción.
Si está en la lista de aspirantes a la candidatura de Morena es porque el presidente Andrés Manuel López Obrador lo mencionó. Esteban Moctezuma no ha expresado a sus colaboradores que tiene esa meta, mucho menos ha declarado que estará en la boleta en el 2024.
Por la moderación y discreción que le caracterizan, seguro si le hacen una pregunta sobre el tema, va a eludirla. No es de los que se van por la vía libre, prefiere esperar indicaciones antes de emprender una iniciativa personal o de grupo.
Quizás este perfil le ha creado una imagen mediana como servidor público. Duró menos de un año en la Secretaría de Gobernación y dejó la impresión de que le había quedado grande el cargo. No supo tomar el liderazgo que representaba ser el jefe de la política interior ni le sacó provecho al hecho de ser uno de los colaboradores preferidos de Zedillo.
Se enredó en negociaciones con los zapatistas en busca de la paz y no lo enteraron con oportunidad de que había un plan para tenderle una trampa al subcomandante Marcos. Le restaron autoridad y quedó como traidor en la historia del EZLN. Optó por irse de la Segob.
Esteban Moctezuma tampoco hizo nada extraordinario en su paso por la Secretaría de Desarrollo Social ni se significó en su corta estancia en el Senado de la República.
Su carrera política priísta terminó después de participar en la campaña de Francisco Labastida Ochoa en la coordinación. No solo se fue del PRI, también de la política.
Encontró cobijo en la iniciativa privada, en la televisora del Ajusco, como presidente de Fundación Azteca. Ahí estuvo hasta su incorporación en el gobierno de López Obrador como secretario de Educación Pública. Un secretario de la SEP simplemente cumplidor, sin hacer nada extraño ni intentar rescatar figuras del magisterio que en el pasado estuvieron en su ánimo.
Ahora como embajador de México en los Estados Unidos, fiel a su disciplina institucional, solo hará lo que le indique su jefe.
La felicidad no es completa para nadie, ni para los más poderosos o potencias mundiales. Estados Unidos de América, con su nuevo presidente Joe Biden, ha demostrado capacidad sanitaria para vacunar a sus habitantes, promedio de dos millones de vacunas diarias. Acción de gobierno que debe tener contentos a los norteamericanos. Una preocupación menos para su salud, la protección para enfrentar la pandemia.
Sin embargo, lo que no deja de quitarles el sueño es la violencia recurrente. Se ha vuelto un misterio su origen. Hasta la fecha se desconoce el origen o los motivos de la mayoría de los casos. ¿Por qué los disparos contra gente inocente, con armas de asalto? ¿Cuál es la razón de quienes lleven a cabo esos actos como asesinos solitarios? Homicidas dispuestos a perder la vida en el atentado o que parece no importarles ser detenidos por la policía. Personajes extraños del mundo moderno.
Maldad inexplicable. ¿Norteamericanos que matan a norteamericanos? ¿Será el racismo? Aventuras cualquier hipótesis. Recuerdas hasta las películas donde lavan cerebros y programan a gente para matar, naciones enemigas o grupos terroristas con sed de venganza.
¿Todo es producto de la tentación de tener un arma en casa y el deseo de practicar el tiro al blanco con vecinos? ¿Una forma de emular la violencia de videojuegos? ¿Consecuencia de la venta libre de armas en el suelo estadounidense?
La cifra es escalofriante. El año pasado, murieron de esa forma, por un atentado inesperado, por los disparos de un enfermo mental, 20 mil personas. Demasiado horror. Para pensar en una operación orquestada. Es una violencia criminal contra inocentes que no puede ni debe seguir. En USA hay más armas en manos privadas, 400 millones, que habitantes, 330 millones. De ese tamaño el problema bélico.
Por eso el llamado del presidente Biden a su poder legislativo, para restringir la venta y uso de armas. Es un mandatario que no quiere ver los problemas cruzado de brazos.
Sabe de su responsabilidad. Quiere seguridad y paz para sus connacionales, sin importar de que partido o religión sean. La situación ya alcanzó niveles para preocupar a cualquier gobierno. Hay que frenarla o controlarla con inteligencia. Es lo que pretende.
Tarea compleja porque no todos están convencidos de que el origen de la violencia
sean las armas que tienen y pueden tener a la mano los ciudadanos, que se supone son para protegerse o para practicar el tiro al blanco en lugares deportivos o autorizados.
La felicidad no es completa para los Estados Unidos, a pesar de su potencial económico, a pesar de que tienen vacunas para todos sus habitantes, como ningún otro país en el planeta.
Están entrenados y preparados para hacer frente a sus diferencias contra otras naciones, pero, todavía no encuentran la forma de anular o desactivar al fuego amigo o enemigo en casa.
En los Estados Unidos el telón presidencial ha caído para Donald Trump. Llegó a su fin el periodo de cuatro años en la Casa Blanca. Un cierre nada afortunado para sus aspiraciones políticas porque no pudo conseguir la reelección.
Queda claro en el país vecino del norte, por lo visto, no solo en el caso de Trump, sino de muchos otros: tener el poder presidencial no es suficiente para ganar una elección, aunque tenga a la mano recursos estratégicos, económicos, humanos, materiales, para apuntalar el anhelado propósito.
De nada le sirvió a Trump disponer del avión presidencial para viajar a sitios donde encabezaría actos de campaña, tampoco hablar en espacios mediáticos a los que por su investidura tenía acceso. Pleno ejercicio de la libertad de expresión, sin que nadie pudiera cuestionarlo por la dualidad política: presidente y candidato a reelegirse. Ninguna crítica por utilizar tiempo presidencial para conseguir simpatizantes y votos. Todo, permitido por las leyes norteamericanas, por la sociedad.
Allá no hay límites en ese sentido. Reglas del juego que se han mantenido por muchas décadas. Hacer campaña desde la Casa Blanca no es garantía para obtener la reelección. Lo que determina el resultado es el voto, no el poder presidencial, haga lo que haga, diga lo que diga. El poder del voto es mucho mayor.
La sociedad pone y quita, premia y castiga. Funciona la alternancia, entre los demócratas y republicanos. Ninguna de las partes tiene garantizada eterna permanencia. La continuidad depende de la obra realizada, del desempeño en el gobierno, de los beneficios palpables y comprobables recibidos por la gente. Los hechos hablan y cuentan, muy por encima de las palabras.
Evidente que Trump no tuvo administración exitosa. Su desempeñó acentuó la división social, en perjuicio de todas las partes, porque nadie puede estar a gusto de vivir en el odio o en el pleito cotidiano. Quizás su principal pecado estuvo en la lengua y en sus mensajes escritos ofensivos en redes sociales.
No terminó de construir la muralla entre Estados Unidos y México. Tampoco logró que México pagara la obra. Desestimó la pandemia a la vista de sus gobernados. No pudo afianzar el liderazgo de su país como potencia en el mundo. Son hechos y no existen palabras que puedan desaparecer los hechos.
Los hechos marcan el alcance del poder presidencial y es lo que explica la derrota del provocador republicano.
Así que la libertad de expresión de la que gozó para hacer su campaña desde la Casa Blanca, comprobó que no fue suficiente para sus fines, ni los propios ni los de su partido que perdió el control del Congreso. En el barco republicano no solo iba él, también sus compañeros que disputaban espacios en el Senado y la Cámara de Representantes.
Hay quienes creen que la historia de Trump no ha terminado, que existe una corriente derechista que lo va a seguir y que podría regresar dentro de cuatro años. Nada más que la sociedad ya le dio la oportunidad en los niveles más altos y la desperdició.
Vuelta a la página. Empezó la era del demócrata Joe Biden. Nuevos planes y acciones. Ajustes en sus relaciones con otros países. Tendrá que esmerarse por sumar y conciliar. Atender con urgencia la salud de los norteamericanos. Le dejan un tiradero que está obligado a recomponer a la brevedad.
Joe Biden, ni como candidato ni como presidente electo de los Estados Unidos, ha insultado o descalificado a México y a los mexicanos. Prudente, moderado. Igual que sus antecesores, tiene como primera prioridad a su país. Sabe el tamaño de la tarea que tiene por delante.
Demasiadas complejidades internas, sobre todo la pandemia y la división entre estadounidenses. La situación no está para abrir nuevos frentes o descomponer relaciones bilaterales. Trabajaría por acuerdos en defensa de la ecología y los derechos humanos.
Y desde ya empezó a ocuparse de lo fundamental, armar equipo y preparar acciones para llevarlas a cabo en el momento en que rinda protesta, a partir de que tome posesión como nuevo presidente, en enero.
No va a descuidar intereses de su país ni dará giros de 180 grados. No es fácil unir a una nación. Primero deberá de fortalecer su gobierno hacia adentro. Como lo ha dicho, gobernar para azules y rojos, porque será el presidente de los Estados Unidos, no de los demócratas o republicanos.
Su mensaje ha sido conciliador, así que va a procurar ese camino, con los suyos y con sus vecinos. Avanzar con orden, como corresponde a la potencia que representa.
Estará enfocado en lo fundamental, sin descuidar lo secundario. Evitará las provocaciones. Es su estilo. En su etapa cono candidato ganador, ha cuidado las palabras, sin insultar a nadie. Mensajes medidos, ajustados a la realidad, a lo que la sociedad también observa. No tienen cabida escenarios inventados ni soluciones mágicas.
Dentro de este contexto, impensable que vaya a romper lazos o largas amistades con sus vecinos. Tampoco se avizora que vaya a colocar como prioridad el levantamiento del muro entre México y los Estados Unidos y mucho menos dirá que el muro lo van a pagar los mexicanos.
El tema migratorio no se ve que pretenda atenderlo con paliativos o con vallas policiales, porque el número de migrantes es cada vez mayor. Deberá de ir al fondo del problema, a lo que hace a los viajeros arriesgar su vida por buscar el sueño americano.
Se ven venir ajustes en sus relaciones comerciales, pero no al extremo de empobrecer o aplastar a desiguales, porque entonces no tendría con quien hacer el intercambio comercial.
No lo veo chantajeando: hacen lo que digo o les subo aranceles o les cierro la frontera a sus productos.
Queda claro que Estados Unidos es la potencia. Sin embargo, definitivamente, Joe Biden no es Donald Trump.
Por eso Biden es favorable a México.
El esquema electoral de los Estados Unidos ya dio lo que tenía que dar. Pasaron sus mejores tiempos. La realidad exige reestructuración, para que el voto popular cuente, para que cada voto tenga el mismo valor, sin distinciones por estados, para que en la primera noche se conozcan resultados y se sancione a quien ponga en duda el proceso, sin prueba alguna. Para que el perdedor acepte las cifras, salvo que tenga argumentos sólidos para disentir.
Se ha vuelto común, en algunos países, que el derrotado se queje de fraude, de que le robaron la elección, sin aportar más prueba que sus propios dichos. Pone en duda el trabajo de sus connacionales, los que cuentan y suman votos. Quiere hacerle creer a sus seguidores, a sus votantes, que no perdió sino que le hicieron trampa para que no ganara.
Riesgoso porque exacerba ánimos, genera ambiente que no tiene nada que ver con la democracia. En los sistemas democráticos se pierde y se gana por un voto, así son las reglas de la competencia. Si alguien gana por un voto en un proceso transparente, legal, no hay justificación para ponerlo en duda, para sembrar desconfianza.
Estados Unidos es una potencia, con todos los adelantos tecnológicos, con las mejores herramientas de comunicación. Deberá de encontrar un esquema con mucha mayor eficiencia para resolver sus competencias políticas, para que la gente vote con la certeza de que su voto cuenta.
Incluso podría explorar el voto electrónico, desde la casa de cada uno de los electores, para simplificar las mesa receptoras y hacer más fácil el conteo, bajo la supervisión de los partidos.
Si un país tiene a la mayoría de sus habitantes conectados por Internet es Estados Unidos.
Lo que se debe evitar, con inteligencia, con un esquema electoral moderno, son escenarios como el de la elección de este año, donde no falta el personaje que rechaza el resultado adverso pero acepta el que favorece. Donde no gana, habla de fraude. Y donde gana, celebra. Actitudes infantiles del que patalea cuando pierde y quiere arrebatar.
Reestructurar el esquema electoral se ha vuelto una necesidad para los Estados Unidos. Tiene las herramientas para hacerlo. Quizá lo más complicado sea conciliar a quienes hoy están divididos, pero seguro encontrarán la forma de ponerse de acuerdo y ordenar su casa.
No creo que quieran volver a vivir escenarios de incertidumbre y mucho menos de berrinches mediáticos.
Estados Unidos es una nación observada por el mundo y su estatus no es para espectáculos como los que ahora se han visto con Donald Trump.
Hace cuatro años, las encuestas favorecían a la candidata demócrata Hillary Clinton y prácticamente los medios de comunicación en general daban por hecho que sería el relevo de Obama.
La tendencia estadística y mediática no era convincente porque Trump había conseguido presencia en redes sociales como nadie. Su discurso era atractivo para millones de norteamericanos.
Había sido contundente en los debates, mucho más hábil y capaz que su rival. No le hizo ninguna reverencia por su condición de mujer. Debatió de igual a igual, con mejores ideas y frases. Demostró que era una persona que conocía y dominaba la televisión.
Su mensaje era lo que deseaba escuchar una parte importante de la sociedad norteamericana. La mayoría. Ofrecía sobre todo poner por delante, en los hechos, los intereses de su país y su gente. Compromisos y palabras directas, sin limitación alguna.
No dudó en descalificar a sus vecinos del sur, en particular a los que cruzan la frontera en busca de trabajo y el sueño americano. Les dio trato de delincuentes. Conquistó al electorado con la promesa de reafirmar como primera potencia a los Estados Unidos y que esta supremacía se reflejara en el bienestar de cada uno de sus connacionales.
Además, Trump, no tenía de su lado solo la trayectoria televisiva. Su actividad empresarial, con altas y bajas, con saldo a favor, también lo hacía atractivo para el electorado.
Las desesperadas acusaciones de una veintena de mujeres por presuntos abusos, respondían más a una estrategia de sus adversarios que a una realidad. No funcionaron para restarle votos y mucho menos para impedir su triunfo electoral.
Entonces, hace cuatro años, eran las referencias que los electores tenían de Donald Trump. Le creyeron y lo hicieron ganar, sin ningún asomo de duda sobre el resultado. Fue mejor candidato que Hillary. Los estadounidenses votaron por el que les pareció mejor.
Hoy es distinto, la sociedad ya tiene más información sobre el desempeño de su presidente. Ya no se va a guiar por la retórica sino por los hechos. Y en los hechos, que le constan a cada uno de los ciudadanos, Trump no ha cumplido. Sus palabras perdieron impacto.
El demócrata Joe Biden, sin aspavientos, sin desgañitarse en foros ni en medios, con una propuesta mejor elaborada, sin presumir lo que no ha hecho, sin ofrecer escenarios irrealizables, se encamina hacia la Casa Blanca.
Los demócratas van a recuperar la presidencia. Hace cuatro años, al margen de las encuestas, nuestro análisis decía que ganaría Trump. En esta ocasión, la realidad favorece a Biden.
Contagiarse de Covid-19 justo cuando cada vez está más cerca de realizarse el proceso electoral en los Estados Unidos, significa una moneda al aire para Donald Trump. Lo puede beneficiar o perjudicar en sus aspiraciones para gobernar por cuatro años más a su país.
Muchos podrían compadecerse de su situación a la hora de votar, por Donald y su esposa Melania que también se contagió. Muchos otros podrían reafirmar su rechazo hacia el actual mandatario y acusarlo de negligencia, por minimizar la pandemia en la etapa inicial y negarse a usar el cubre bocas desde el primer momento, como medida preventiva.
El comportamiento del electorado se conocerá el mero día de la elección. Ahí se verá el impacto del contagio. No hay duda de que repercutirá de alguna manera, a favor o en contra.
Por lógica, podría anticiparse que sería una situación desfavorable para Trump, por la actitud que mantuvo por semanas ante el grave problema de salud. Se la puede cobrar la sociedad en noviembre. Cuando la competencia está cerrada, nada está garantizado para nadie.
También todo puede cambiar si la vacuna contra el Covid-19 se aplica antes de las elecciones. No hay fecha determinada, los científicos todavía siguen con las pruebas y ensayos.
La pandemia va a jugar un papel clave en el resultado electoral. Es un hecho que los estadounidenses, en carne propia, saben el daño que les ha causado este mal y la forma en que ha sido combatido por el gobierno. También han sido testigos de primera fila sobre cómo se ha conducido el presidente Trump. No faltará quien diga que el presidente se contagió por descuido. Lo culparán de que aún no se controle y anule el virus.
En contraste, el candidato demócrata, Joe Biden, ha usado el cubre bocas desde el primer momento. Ha sido cuidadoso. El premio es que la más reciente prueba sobre su salud, confirma que está sano. Su comportamiento también ha estado a la vista de millones de estadounidenses.
Los electores tienen la información necesaria para valorar la actuación de cada uno, en un tema que no tiene precedente y que ha puesto en jaque la salud en el mundo, persiste el riesgo de contagio.
Por eso es que el Covid-19 influirá en el resultado de las elecciones en los Estados Unidos. No es ajeno a la competencia electoral, podría ser la diferencia en las cifras finales.
Esta vez, ojalá sea la única, la pandemia hará ganar a uno y perder a otro. Veremos a quien premia y a quien castiga la sociedad norteamericana.
Hasta ahora las encuestas no favorecen al presidente de los Estados Unidos Donald Trump en su aspiración de conservar el poder el próximo mes de noviembre, cada vez más cerca.
Lo mismo sucedía en el anterior proceso, aunque entonces en las cifras y en un importante sector de los estadounidenses, era evidente que estaba en condiciones de ser digno rival y hasta de ganar, como sucedió.
Hoy la situación es muy diferente, enfrenta un problema de salud con el que no contaba, con la pandemia que su administración no ha podido controlar y mucho menos vencer. Siguen los contagios y fallecidos, hasta el 22 de agosto, 179 mil 200 muertos.
Si en 60 días no se revierte esa trágica tendencia, el panorama electoral para Trump sería adverso, con mucha gente inconforme y decidida a darle la espalda, emitir el voto en contra.
Le cobrarían que haya minimizado el problema en un principio y la negativa inicial a usar cubre bocas; sobre todo, que la estrategia de salud no haya funcionado para atajar la pandemia.
Solo podría salvarlo y recuperar terreno en la recta final de la competencia si surge la vacuna en contra del Covid-19, si se aplica el antídoto a toda la población norteamericana antes de noviembre. De lo contrario, deberá tener listas las maletas para dejar la Casa Blanca.
La vacuna puede salvar de la muerte a miles de norteamericanos y a Donald Trump de la derrota electoral.
El tiempo corre en su contra, lo sabe. Debe de estar ansioso de que los científicos de su país terminen las pruebas y anuncien que la vacuna está lista. Su gobierno ya debe tener la estrategia para la pronta aplicación. No se ha dicho, pero la vacuna podría ser gratuita, como en otros países.
Sería el escenario ideal para quien va en busca de la reelección, aparecer como héroe o salvador justo días antes de los comicios. Escenario que en este momento nadie se lo puede garantizar.
Además, aun así, no podría dar por hecho su triunfo, porque faltaría el juicio de la sociedad sobre su gobierno, la calificación sobre si llega a las elecciones con más puntos positivos o negativos, si cumplió promesas de campaña, si le dio mejor estatus al pueblo en general, mejoró la economía, más empleos, calidad de vida, incremento en ingresos familiares, menos pobres, o decepcionó con sus planes y ocurrencias, con sus reacomodos y despidos de colaboradores.
No es el único que podría sufrir la caída electoral por la pandemia, en México también le puede pasar lo mismo al partido dominante, en las elecciones que se realizarán el próximo año.
En los setentas en México la orden de la madre no se discutía, se cumplía al pie de la letra y una de las muchas cosas que ordenaba era que sus hijos ingirieran el aceite de ricino al menos una vez a año, el purgante obligado de esa época. Por más gestos que los niños y niñas hicieran, tenía que tomarse.
Santo remedio para limpiar el estómago y los intestinos, desataba una diarrea que duraba más de un día. A veces condescendía y permitía chupar una naranja después del aceite, pero nada más. Quienes vivieron la experiencia, todavía guardan en su olfato y paladar el olor y sabor del aceite. Hay que admitir que era solución eficaz, dejaba a la madre tranquila y a los menores con la autorización implícita de comer lo que se antojara en la calle.
A grandes males, grandes remedios. Por eso, en el mundo de hoy, cuando en Francia estalló la pandemia, autoridades francesas procedieron al obligado confinamiento de la sociedad. Nadie en la calle solo porque se me da la gana, sin un propósito específico y necesario.
Hay de aquel que desobedeciera por sus pistolas el decreto. El costo: multa de 150 euros. Aproximadamente tres mil 900 pesos. Por las noticias, no recuerdo alguna diera cuenta de que alguien se rebelara a ese orden o que saliera a la calle sin salvoconducto y sin tapabocas. Para hacerlo cumplir, la policía y la milicia estaban por todos lados. También periodistas para relatar en sus medios lo que sucediera e inhibir cualquier abuso.
Un mexicano que andaba de viaje por Europa, en marzo, tenía como última escala París. Sabía de antemano de las restricciones y que debería ir de inmediato a la embajada, para que lo auxiliara a obtener el salvoconducto, para el momento de trasladarse del hotel al aeropuerto.
En el trayecto a la embajada mexicana, dos veces fue interceptado por personal de seguridad. Por policías y militares. Los segundos más rígidos y exigentes. Razonables luego de escuchar al susodicho, lo dejaban seguir hacia su destino. Algunos periodistas se acercaron para preguntarle cómo había sido tratado.
No tuvo dificultad en la embajada para conseguir el formato que llenó para especificar el motivo del desplazamiento en la vía pública.
El turista mexicano no se topó en la calle con aglomeraciones, fue testigo del cumplido confinamiento. Les funcionó a los franceses para doblar la curva de la pandemia. Ya están en su nueva “normalidad”. Y que conste que los franceses no dudarían en defender sus derechos al libre tránsito, la libertad y la democracia, que siguen intactos.
México, ante la pandemia, muy lejos de esa madre que en los setentas no permitía debatir la ingesta del aceite de ricino y muy lejos de la medida drástica de la autoridad francesa.
Sería demasiado pretencioso suponer que el viaje de un presidente mexicano a los Estados Unidos puede determinar la competencia política entre los partidos Demócrata y Republicano.
También el hecho de la visita de un candidato norteamericano a México, como lo hizo en su anterior campaña Donald Trump.
¿A poco creen que Trump ganó por visitar la Ciudad de México unas horas y reunirse con Enrique Peña Nieto?
Nada de eso, la elección presidencial en los Estados Unidos la resuelven sus habitantes y el mecanismo singular que tienen para contabilizar el resultado, por el número de votos que le atribuyen a cada estado, una vez que ha sido ganado por cualquiera de los competidores mediante el sufragio directo.
Ni ahora, ni en la pasada contienda ni nunca, ninguna visita de ese tipo, ha marcado diferencia electoral.
Tampoco ha representado ventaja o ganancia para México en su relación con el gobierno vecino. De ser así, Trump no estaría empeñado en terminar el muro en la frontera norte ni hubiera presionado para que la Guardia Nacional atajara el paso de migrantes en la frontera sur.
Así que el viaje del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington no le va a garantizar a Donald Trump la reelección y mucho menos el voto de la comunidad latina.
Las voces que alertan sobre consecuencias del viaje, que le ven tinte electoral a la visita, suenan exageradas. No hay motivo para preocuparse. Si Trump se reelige el próximo noviembre o si lo desplaza el demócrata Joe Biden, en la relación bilateral lo primero serán los intereses de los Estados Unidos. Esto no va a cambiar y menos por una visita, en el momento que sea.
Si Donald Trump se va o se queda, depende del balance total que tenga la sociedad norteamericana del gobierno. Hasta ahora las encuestas no lo favorecen. Hay desencanto. Los desaciertos tienen costos y se pagan con voto en contra el día de las elecciones.
Es el primer viaje programado del presidente López Obrador al extranjero, al país que inevitablemente hay que ir, sobre todo cuando la sugerencia o invitación viene de ese lado. Desairarlo, significaría correr riesgos innecesarios. Más vale llevar la fiesta en paz con el poderoso vecino.
Estados Unidos y su gobierno tienen intereses y responden a esos intereses. Es una potencia, México no. Esta diferencia no se puede ni debe perder de vista. Las condiciones las imponen del otro lado, porque allá está el tiburón; acá el pez chico, que tiene que ser muy hábil para que no se lo coman, con una actitud digna y respetuosa.
Por primera vez en la historia de México, su presidente hará un viaje internacional en vuelo comercial.
Escribirá nueva página la visita que hará el presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington, para encontrarse con su homólogo Donald Trump, en gira programada para el miércoles y jueves de la próxima semana.
Además, no será un viaje directo, de México a la capital norteamericana, porque ninguna línea lo hace en esta temporada, por la pandemia. Ni Delta, ni United, ni American. Tampoco Aeroméxico. La escala es obligada. En vuelo directo se haría un tiempo aproximado de cuatro horas. Con escala, el viaje puede durar de siete a ocho horas, depende de la ciudad a la que llegue en primer lugar y le sirva de conexión para seguir a su destino.
Por ser jefe de Estado, al arribar a la terminal aérea, es muy probable que reciba trato preferencial en aduanas y migración. No tendría que formarse como sucede con el común de los pasajeros. Sucedería lo mismo con sus colaboradores cercanos. No se sabe en el caso de los periodistas que le acompañen.
En definitiva, todo el trayecto, desde que salga del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), hará recomendable realizar una crónica periodística, porque no tiene precedente el viaje internacional en línea comercial de un presidente mexicano.
De acuerdo con las tarifas de las líneas citadas, dependiendo la que elija, el boleto redondo tendría un costo de 800 a mil dólares.
Tanto en las líneas estadounidenses como en la mexicana, es obligado el uso de cubrebocas.
Para nadie es un secreto que el presidente López Obrador, desde el primer momento que asumió el poder, renunció a viajar en el TP01 Boeing 787-800, que utilizaba Enrique Peña Nieto y que ahora se encuentra guardado en una terminal de los Estados Unidos.
París es una ciudad amada por muchos, de las más visitadas del mundo, fascinante, perfumada, platos y vinos gourmet, que exige recorrerla de punta a punta, por su belleza, por su historia, pero qué tal cuando hay emergencia, cuando el llamado Coronavirus la ha puesto en jaque y encerrado a todos sus nacionales y extranjeros en sus casas.
El episodio que te voy a platicar fue real, contado de primera mano, por los protagonistas, dos mexicanos. Sirva de experiencia para quienes son aficionados al turismo, daño colateral del Conavid-19 que a nadie se le desea. Drama, angustia, miedo e impotencia.
Imagina, medianoche, llegas cansado a la capital de Francia después de viajar por tren, a la última escala que prácticamente solo incluiste en el itinerario para de ahí hacer el regreso a México.
Cuando la pareja de mexicanos, hombre y mujer, organizó su viaje, con meses de anticipación, ni la menor idea de la situación que se iban a encontrar en la ciudad francesa.
Boletos de avión, tren y reservaciones de hotel, confirmadas. No habían descuidado ningún detalle. Enterados de lo que pasaba en Francia, volvieron a llamar a la agencia de viajes Price Travel para asegurarse que no tendrían problema alguno para su hospedaje.
Llegaron con sus maletas al Hotel Baldi (tres estrellas) y empezó la angustia. Estaba cerrado, puertas y ventanas, luces apagas. Y en la calle, en la noche, solo ellos. Volteaban para todos lados y no veían a nadie. Los inundó el nerviosismo. La grabadora telefónica de la agencia de viajes repetía que por la alta demanda y la situación imperante, tardarían en contestar. Podrían pasar horas y con el riesgo de agotar la pila del celular.
¿Qué hacer?
Corrían peligro de ser asaltados o detenidos por la policía por no respetar el confinamiento decretado por el gobierno del presidente Emmanuel Macron. Pensaban lo peor.
Momento estresante.
Apareció un ángel nigeriano (así lo describieron los protagonistas). Una persona madura de esa nación africana que con cautela se acercó para preguntarles qué les pasaba.
Les precisó que era administrador del Hotel Eiffel Villa Garibaldi. Los ayudó y les garantizó una habitación a buen precio.
Recuperaron la tranquilidad.
Por fin consiguieron comunicarse a la agencia Price Travel. La agencia se lavó las manos, le echó la culpa al Hotel Baldi: “es que nunca nos avisó que cerraría”.
¿Y el pago anticipado de la reservación?
La agencia Price Travel ofreció devolverlo en 15 ó 20 días.
¿Y la indemnización o reparación del daño?
-¿Por qué? la culpa la tiene el Hotel Baldi, respondió la agencia.
El final feliz porque la pareja regresó a México, se hizo la prueba médica y
el resultado fue no estaba contaminada por el Conavid-19.
Es cierto que China es una potencia y seguramente tiene la capacidad para vencer el temible coronavirus; encontrar la vacuna contra la neumonía viral y devolverle la tranquilidad al mundo.
Sin embargo, la solidaridad nunca sobra, aunque sea uno de los países más poderosos del mundo; es bienvenida, en particular cuando se enfrenta ese mal que ha dejado ya centenares de muertos.
México está más cerca de los Estados Unidos y por lo mismo su relación es mucho mayor en todos los sentidos. Acaban de firmar un acuerdo comercial en el que participa Canadá.
Lo que sucede o molesta a los vecinos del norte, repercute de inmediato del lado mexicano; no por nada se ha organizado una valla humana de la Guardia Nacional para evitar el paso de migrantes en la frontera Sur, ante la advertencia del presidente Donald Trump de que podrían aplicarse nuevos aranceles en el comercio.
Como decía el doctor Agustín Carstens, cuando era responsable de la hacienda nacional y después gobernador del Banco de México, cualquier estornudo de los Estados Unidos, a México le da neumonía.
No es para menos, Estados Unidos es otro de los grandes del mundo y lo tenemos a un lado.
Así que no son de extrañarse las consideraciones que se toman las autoridades mexicanas para cuidar la relación. Es lo más conveniente, para todos. Entendible y aceptable, siempre y cuando no se pierda ni la dignidad ni la razón. Hay que procurar lo justo.
Esa cercanía con los Estados Unidos de ninguna manera debe servir de pretexto para desentenderse de la relación con otra potencias.
Por eso, muy bien el trato y el lugar que le dio Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, al canciller ruso Serguéi Lavrov, en su reciente visita a nuestro país.
Lo que llama la atención es que dicho nivel de trato no se haya manifestado para que México subrayara su solidaridad con China, en momentos complicados que vive la nación asiática.
Hasta los más grandes agradecen la palmada diplomática en momentos críticos. Es lo que ha faltado del cuidadoso Ebrard, quien ha sabido tocar las puertas indicadas para el traslado a México de los connacionales que se encontraban en China.
El Club Primera Plana, que es la organización de periodistas más antigua de México y que tiene firmado un acuerdo de cooperación con periodistas chinos desde hace 40 años, a través de su presidente José Luis Uribe expresó solidaridad y ofreció el apoyo informativo de socios comunicadores.
Javier Tejado, abogado de Televisa, en su artículo para El Universal, sugirió algo rápido y sencillo, comprar productos chinos.
Oficialmente, desde el gobierno, desde la cancillería, nunca será tarde, hacer sentir la solidaridad que caracteriza al pueblo mexicano cuando alguien sufre una desgracia.
Sería ideal que todos los mexicanos formaran un gran equipo y que como tal llevaran a su país a escenarios para alcanzar calidad de vida y competir con el mundo comercialmente.
¿Por qué México no podría ser una nación de primer mundo? ¿Por qué México tendría que estar condenado al subdesarrollo, a vivir de lo que le dejan o le dan los grandes?
Hay ejemplos de naciones que se han levantado de las cenizas, de la nada. ¿Por qué México no podría lograrlo? Los argumentos repetidos: los vecinos del norte no lo permitirían y la supuesta cultura de los mexicanos, que no soportan el éxito de uno de los suyos y a cualquier precio lo tiran.
La capacidad existe. ¿Dónde se atora México?. Esos argumentos trillados, gastados, son eso, no corresponden a la verdad ni a la realidad. Hay muchos mexicanos triunfadores, en todos los ámbitos. Hace falta sumar inteligencias y esfuerzos, convocarlas a formar el gran equipo, sin discriminaciones, sin calificativos ni voces divisorias.
Para eso debe servir la unidad de los mexicanos, para eso se les debe convocar, para que México sea grande, respetado por propios y extraños, por las potencias y no potencias. Que sepan que México es un gran equipo. Es la convocatoria que falta, para integrar el equipo.
Nadie se va a negar a contribuir a darle a México estatus de primer mundo. Los mexicanos también podemos conseguirlo. El punto es caminar en ese sentido, en unidad y objetivos precisos.
Unidos se puede hacer frente a cualquier agresión y chantajes que buscan satisfacer intereses ajenos a los mexicanos. La convocatoria a la unidad debe tener ese nivel y ya es tiempo de que se haga, sumar y no dividir, a todos conviene el crecimiento y una mejor economía.
Por eso no es compartible el llamado de Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores; convocatoria para hacerle frente a insultos de voceros del gobierno de Bolivia.
¿Unidad para responder insultos?
¿Entonces dónde están los instrumentos diplomáticos? ¿Dónde están los instrumentos y organismos internacionales?. Hay cauces para poner a cada uno en su lugar. Es lo que procede y la diplomacia es lo que debe distinguir a la cancillería mexicana.
México tiene que cuidar sus principios y recobrar el respeto ganado con su Doctrina Estrada, en contra del intervencionismo.
Henan, China.-Ver la marca de los dedos en troncos de gigantescos árboles, con una profundidad que en algunos casos llega al centímetro, te deja sin habla. Hasta dolor siento en mis manos nada más de imaginar el impacto requerido para dejar esa huella en al corteza. Es una de las cientos de cosas que hacen los monjes o practicantes del Kung Fu, arte marcial de excelencia.
Árboles que flanquean el pasillo que te lleva a internarte en el monasterio de los monjes, en el Templo Shaolin, famoso en el mundo, sobre todo a raíz de la película del mismo nombre y que le dio la vuelta al planeta en los ochentas; espectaculares saltos y golpes de los protagonistas, que parecían de fantasía o milagrosos.
Aquí estoy, con un frío por debajo de los cero grados, con una ligera nevada que da el efecto de caspa en la vestimenta.
Historia para contar a propósito de la Navidad y la festividad con motivo del año nuevo, tiempos de cordialidad, reconciliación, buenos deseos y abrazos. La enseñanza de los monjes budistas, los valores que se deben seguir para tener una vida en paz, en armonía. Oportunidad de platicar con el abad Shi Yongxin, en su casa.
Ocho periodistas mexicanos con el jefe de los monjes, como antes y en otros años lo hicieron Nelson Mandela, la Reina Isabel, Henry Kissinger, Vladímir Putin, Juan Antonio Samaranch y tantos más, atraídos por el budismo chino, por un templo fundado en el año 495 y habitado por monjes que amalgaman sus creencias, su fe con el arte marcial.
No se trata de solo dar golpes o de aprender Kung Fu, va lo uno con lo otro. El objetivo es ser mejor en todos los sentidos. Tienen sus reglas, sus mandamientos, su ética.
-¿Qué recomienda para ser mejores?-pregunta una compañera.
Se había formado una herradura con los asientos, el abad en medio, observador, con una actitud serena, apacible, enternecedora. Nos convida un té, no se de qué sabor es, agradable, caliente; quita el frío, al menos en ese espacio espiritual y filosófico.
Todos oídos para escuchar al abad.
Y empieza a dar su respuesta.
Cinco puntos, sintetizados, resumidos, de una cultura heredada por sus antepasados.
-Respetar la vida, no matar.
-Decir siempre la verdad, no mentir.
-Respetar lo que no es tuyo, no robar.
-Sin excesos o abusos en la vida sexual.
-Evitar el consumo de sustancias tóxicas.
Mandamientos simples, sencillos, entendibles, que la sociedad en el mundo no aprende o se resiste a cumplirlos.
Los monjes viven hasta la fecha y seguro que por muchas centurias más, con los principios ancestrales. Y no significa que vivan aislados con sus creencias o distanciados de los demás.
El abad Shi Yongxin nos regala su libro titulado “El Templo Shaolin en mi Corazón”; en el relata lo que ha sido su vida como monje, experiencias y lecciones aprendidas. En un principio, sus padres se opusieron a su vocación, no querían que siguiera de esa manera el budismo.
A mis compañeros como a mi, nos sorprende ver a cada monje que nos topamos en el camino con su móvil o celular en mano. El abad lo explica en su texto, son las herramientas de la modernidad. El internet lo utilizan desde su aparición, para estar conectados con el mundo y promover su cultura, su ética.
Lástima que muchos políticos y gobernantes no se han dado cuenta o no quieren aceptar lo que puede llevar al mundo a una vida mejor.
Beijing.- Era niño la primera vez que vi una foto de China, de sus calles, cientos de ciclistas vestidos en color caqui. Difícil circular en esa maraña de unidades de dos ruedas, sin luces para indicar si va a dar vuelta a la izquierda o a la derecha, tampoco para avisar que va a detenerse. Me quedé con esa imagen por mucho tiempo.
Nunca imaginé que tendría la oportunidad de estar aquí, como periodista, ver directamente la realidad. Visita producto del convenio que tiene firmado el Club Primera Plana, que es la organización de periodistas más antigua de México, y la Asociación de Periodistas de China, a la que están afiliados un millón de colegas chinos.
Claro que como estudiante había conocido la historia de este país y, después como profesional, enterado de sus avances a través de medios de comunicación. Es ahora una potencia, con la mira puesta para ocupar el primer lugar en la economía mundial, al tu por tu con los grandes.
Desde el aire, en al avión, vi su gigantesco aeropuerto. Pasar migración, sencillo, siempre y cuando tengas en orden tus documentos. Tienen hasta traductor electrónico que da indicaciones en español.
Y entramos a la China moderna de Xi Jinping, su presidente.
Están en todo, no desatienden nada. Se respira crecimiento. Tienen prisa por crecer y crecer.
La industria automotriz hace investigaciones para que los vehículos puedan circular sin conductor; prioridad la fabricación del transporte eléctrico. China fabrica los trolebuses que han empezado a circular en México.
En la construcción, para el lado que se mire, se levantan edificios hasta de 60 pisos, uno tras otro.
Las calles de esta capital, de más de 20 millones de habitantes, están limpias, sin basura ni chicles pegados al suelo. Tampoco me he encontrado a pedigüeños ni malandros. En ningún momento he sentido temor de perder la cartera o de que me la vayan a quitar.
Veo a la gente tranquila, como que sabe que si le va bien a su país, todos ganan. Están ocupados con su desarrollo, en su trabajo, para garantizar una vida digna, de calidad.
No hay que perder de vista que es una nación de más de mil trescientos millones de habitantes. Es el tamaño del reto que tiene el gobierno de Jinping. Los resultados son los que hablan.
La delegación de periodistas mexicanos ha visitado ya varios sitios que reflejan lo que es China.
Esa foto que vi de niño, de cientos, miles de ciclistas, el congestionamiento del transporte de dos ruedas, es historia, es pasado. Hay ciclistas y también quienes manejan motonetas eléctricas, seguramente muchos más, pero ahora transitan en orden, en sus carriles exclusivos; comparten calles con automóviles, camiones y trolebuses. Autos de diferentes marcas, nuevos o de reciente modelo; la modernidad en pleno.
El centro de exposiciones Zhongguancun, el primer parque de alta tecnología en China, exhibe el avance de la nación asiática, nuevos materiales de construcción, ligeros y resistentes, ecológicos; drones, sensores de largo alcance para Internet, robots y filtros de agua.
Me quedé sin habla cuando vi su imagen y proyección de la tercera dimensión, sin necesidad de apagar luces como se hace en cines; una innovación para usar en la enseñanza, en la educación, para hacerle la vida escolar más divertida a los niños y niñas.
Los adelantos de la tecnología China.
Apenas es el comienzo del recorrido que haremos por el país.
No podía faltar la visita a una comunidad campesina, donde han vencido a la pobreza. Es una de las fórmulas aplicadas para este propósito. He escuchado más de una voz decir que el objetivo es ponerle punto final a la pobreza el año que viene.
La comunidad vive de un invernadero, que combina agricultura y acuacultura; el excremento de los peces es utilizado como fertilizante. Hay variedad de hortalizas. A un lado los estanques de peces, con aspiradores tubulares que llevan las heces marinas hacia las plantas.
Para dar idea de la ganancia que logran estos chinos, su poder adquisitivo les alcanza hasta para comprarse un auto nuevo, lo que explica el congestionamiento que encontramos al llegar a la zona rural.
La comunidad tiene hasta un pequeño hotel, con todos los servicios, rústico, pero cómodo y estético.
Es el avance de la China moderna, tan rápido como su veloz tren bala.
Hay quienes se desgarran las vestiduras de solo pensar que el país vecino, Estados Unidos de América, ayude a México. De inmediato argumentan la soberanía nacional, la autodeterminación de los pueblos y el riesgo de que el ofrecido se pueda quedar o controlar algo que no le corresponde.
En automático la respuesta es negativa, en el caso específico de ayudar a combatir la delincuencia, que evidentemente ha rebasado a las autoridades. Y no a partir del actual gobierno, desde hace tiempo, en diversos puntos de México. No es situación nueva. Ha empeorado; no hay señales de que pronto se vaya a poner orden y mucho menos garantizar la seguridad de los más de 100 millones de habitantes en los 32 estados.
Por eso, salir con la expresión de que México puede solo contra la delincuencia, no se la cree ni quien la pregona. Los hechos están a la vista, los malhechores operan en todas partes. Los tiene sin cuidado que los graben en video o la presencia de la llamada Guardia Nacional. También le han perdido el respeto a las milicias, a los marinos y soldados.
En estos tiempos, en un mundo globalizado, donde nadie puede vivir aislado, cuando es obvio que la delincuencia tiene ramificaciones internacionales, es imposible vencerla sin ayuda.
México necesita ayuda; ahí están las estadísticas oficiales, en los últimos gobiernos, el número de muertos por la violencia, no ha dejado de crecer. Además, prevalece la impunidad.
Así que nadie se espante ni se corte la venas si Estados Unidos ayuda a nuestro país en esa batalla. En ningún caso significa que se tenga que entregar la nación a los vecinos o cederles poder; mucho menos para que hagan y deshagan a su antojo. Ese no se sería el propósito y por ningún motivo aceptable.
La soberbia de que “yo puedo solo” no le sirve a México ni a ningún otro país en circunstancia similar. El que va a recibir la ayuda debe precisar en qué se le puede ayudar.
Hay que agradecer el ofrecimiento de ayuda y ver dónde puede ser efectiva, acotarla a las necesidades mexicanas. El tema específico es el combate a los malandros, nada más.
Por eso, acierta la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, al considerar el respaldo del FBI en la investigación en la que participan autoridades de su estado para aclarar y dar con los responsables de la masacre de la familia LeBarón. No es para menos la tragedia, masacraron a mujeres y niños.
En ningún momento ha dicho la gobernadora que los vecinos se van a quedar con la ganadería y agricultura de su estado o una parte de la entidad; lo único que se busca es sumar fuerzas ante una delincuencia que parece incontrolable.
Es la voz de una mamá orgullosa de su hijo. Se desvive por contar la historia. Pedro formó parte de Los Niños Cantores de Viena. Episodio mágico. Imborrable de la mente de la poeta Aura María Vidales. Lo recuerda como si fuera ayer. Fue en diciembre, en Austria, cuando lo vio cantar por primera vez en ese selecto grupo de infantes. Abrieron el concierto con Noche de Paz.
Para armar esta historia, platiqué con ella en tres ocasiones. Es la fuente del relato. Detallista, sil olvidar pormenores. Ansiosa de revivir el episodio, cautivador, emblemático.
“¡No puedo dejar esta voz en una estudiantina!”. Su propia expresión la alentó para buscar la forma de que su hijo fuera escuchado por maestros de la escuela vienés, aceptado.
Las fotos (actuación en Japón) que ilustran el relato las recibí justo en vísperas de la Navidad, a punto de apagar la computadora y meterme de lleno a los preparativos de la cena familiar, en casa.
¿Escribir o no escribir el texto? El dilema. Ya había elaborado otro al ver que no llegaban las fotos. Era el ofrecimiento de la madre. Descubrí tarde en el teléfono una llamada suya y la grabación con el aviso de su envío.
Resolví que tenía que mantener encendida la computadora y escribir. La historia lo vale. Consideré el esmero de la poeta por narrar su orgullo maternal, por supuesto con el consentimiento de su hijo Pedro, quien hoy está próximo a culminar sus estudios de abogado.
Historia apropiada para contarla en Navidad, ejemplo a seguir, una poeta decidida a que el talento de su hijo no quedara en la estudiantina de la escuela. Lo consiguió. Permanente satisfacción. Ansiosa de reproducir glorioso pasaje de su vida, como madre.
Ejemplo de perseverancia. Jamás se rindió. Pensó en su hijo y en México. De lo que pueden ser capaz los mexicanos cuando deciden ir adelante. No doblarse ante la adversidad. Sin arredrarse ante las dificultades. No perder de vista el objetivo. Triunfar.
Estaba consciente de la extraordinaria voz de su hijo, no era común. Descubrió el encanto cuando acudió a un festival escolar. El aplauso de los padres de familia por la voz de su hijo, la conmovió.
Desde ese momento resolvió que estaba obligada a llevar a Pedro a otros niveles de la música.
En el Coro de la Catedral de la Ciudad de México lo aceptaron sin chistar. Después se enteró de la convocatoria para ingresar al Coro de Niños y Jóvenes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). También lo recibieron. Estaba cerca el reto mayor. Supo que Los Niños Cantores de Viena realizaban gira en nuestro país. Indagó en que hotel se hospedaban. Buscó al maestro, al director del grupo coral. Los atendió pero no escuchó al niño. Por la insistencia de la madre, concedió que lo oiría cantar antes de la actuación en la sala Nezahualcóyotl. Lo sorprendió la voz. Recomendó a la mamá llevarlo a Viena, para que hiciera el examen, como muchos niños, indispensable para saber si tenía las cualidades de excelencia y entonces ser admitido.
La maestra del coro de la UNAM lo preparó. La mamá lo acompañó en el viaje. La evaluación comprendía varios días. Por fin la esperada noticia. Pedro había sido aprobado. Lo primero que hicieron fue buscar un teléfono y llamarle a la maestra para informarle del resultado. Todos felices.
Pedro se quedaría internado en la escuela en Viena. Sabía hablar inglés. Aprendió alemán. No lloró cuando su mamá tuvo que regresar a México.
En la escuela hay niños de 10 a 15 años, divididos en cuatro grupos. Promedio de 22 niños por cada grupo. Hay representantes de diversos países. Pedro no ha sido el único mexicano que ha formado parte de dicho coro. Están los nombres de Antonio López e Iván Reséndiz. Recorren el mundo como integrantes de Los Niños Cantores de Viena.
La historia de hoy tiene el ingrediente adicional de la vehemencia materna, Aura María Vidales, la poeta, con la navidad que más recuerda.
La historia que te cuento tiene que ver con manifestaciones inesperadas de dos personajes. Quizás explicables en un mundo donde los valores se han alterado. Expresiones que no deberían ocurrir, provocadas por comportamientos, escenarios y ambientes que rompen la estabilidad social y el concepto de justicia.
Son hechos que parecieran no tener trascendencia, que no van más allá del tache, consecuencia de convulsiones que afectan a la colectividad, de acciones emprendidas para darle calidad de vida a la colectividad, pero que no alcanzan el objetivo.
Del primer personaje no te voy a dar su nombre, porque el mensaje fue privado y para sus amigos a través de Facebook. Se trata de un pintor, dedicado toda su vida al arte. Acto secuela de crisis económica.
“Estaré regalando dibujos originales firmados a quienes nos donen una botella de vino para la exposición”.
No se trata de menospreciar al vino, sino subrayar la oferta propuesta para canjearlo por una obra de arte. Vino por arte. Es que el artista no cuenta con “cash”, como diría un ex presidente mexicano, para pagar la bebida que se ofrecería como cortesía, una vez inaugurada la exposición pictórica. Tampoco, evidente, tiene una tarjeta de plástico para adquirirlo a crédito.
El artista obligado a degradarse para entregar sus dibujos originales, firmados, por vino. Esto no puede ser normal. La confirmación de que le falta promoción y apoyo a la cultura. Testimonio de que el artista, anónimo por las razones que ya te explique, tiene apuros económicos, víctima de la crisis.
¿Será su culpa o de aquellos que siguen sin encontrar la fórmula que haga justo el reparto de la riqueza, en México y en el mundo? El artista empeñado en vivir de su arte. Ojalá el día de mañana no tenga que ofrecer lo mismo por una torta o una comida.
El otro episodio seguro ya lo conoces, porque la propia protagonista lo hizo público, Guadalupe Loaeza. Lo difundió en su tuiter. Cuando vi el video, no lo podía creer, sobre todo por el prestigio de la escritora, refinada, cuidadosa, culta, delicada, mujer, bella, valiente, sensible.
Por un momento pensé en retuitearlo. Pronto desistí. Era apología de la violencia lo que para la escritora, supongo, creía divertido y justo en ese momento, darle de puñaladas a la piñata del presidente de la nación más poderosa. Por fortuna, Guadalupe Loeaza reaccionó y rectificó. Se disculpó.
Se había dejado llevar por un ambiente de intolerancia, espontánea reacción ante la voz complaciente de Donald Trump hacia prácticas racistas. Sin embargo, se había equivocado la escritora. Aunque sus puñaladas fueran contra una piñata, tenían tinte desagradable.
Dos episodios, uno, impacto de la crisis económica; el otro, producto de animadversión e impotencia que permea en la sociedad al ver excesos en conductas públicas.
Apenas botones de muestra que carcomen virtudes, valores humanos. Incidentes de la vida cotidiana, resultado de los desvaríos que sufre el mundo.
El tamaño del iceberg o del trozo de hielo desprendido de la Antártida en el hemisferio sur es cuatro veces la superficie de la Ciudad de México. ¿Te imaginas? ¡Cuatro veces la CDMX!. El trozo de hielo mide 5 mil 940 kilómetros cuadrados. Pesa un billón de toneladas.
Manifestación de la naturaleza que hasta ahora solo es observado por expertos. Para la mayoría en el mundo, no pasa de nota curiosa. Lejos de zonas habitadas y las aguas en las que flota no son ruta de buques, por lo que sería muy remoto un choque parecido al que sufrió el Titánic.
El témpano avanza hacia donde lo lleve la corriente. No es la primera vez que ocurre un desprendimiento de esa magnitud. En el 2000 sucedió algo parecido, más pequeña la longitud del iceberg. El proceso para derretirse es lento, dura años. Nada que haga sonar las alarmas. Tampoco va a subir el nivel del mar. Según especialistas, es algo parecido a cuando echas a tu vaso varios cubos de hielo. Una vez derretidos, no se desparrama el líquido. Al menos es una valoración que te puede dejar tranquilo.
¿Pero por qué el desprendimiento del iceberg del 12 de julio pasado? ¿Qué lo provoca? Los científicos no lo saben con certeza. Hay quienes sospechan que tiene parte de culpa el cambio climático, el calentamiento global. Es probable. Para cada acción humana, hay una consecuencia o reacción de la naturaleza, por mucho que se diga que no pasa nada cuando supones que el perjuicio es mínimo. El hecho es que la temperatura en el mundo ha subido dos grados centígrados.
En cualquier parte del planeta, lo que contamina, daña. Altera el medio ambiente. Si avientas una colilla de cigarro a la calle por la ventanilla de tu carro, dirás que no hacen ningún daño. He visto a fumadores que lo hacen, como si fuera lo normal. ¿Y si un millón de personas hacen lo mismo que tu? Cortar o talar un árbol en las ciudades, dirás que se vale. ¿Y si miles de personas hacen lo mismo que tu? Asar carne con carbón o leña, supondrás que es cosa menor y que al menos tu lo haces una o dos veces al año. ¿Qué sucede si miles de familias, por no decir millones, lo hacen una o dos veces año? Entonces ya no es peccata minuta.
Derrochar el agua, tirar la basura en la calle, tala indiscriminada, quitarle terreno al mar, cerrar cauces naturales para hacer edificios o carreteras, dejar que vehículos contaminen en detrimento de la calidad del aire, exceso de ruido, fábricas sin controles anticontaminantes, empresas que tiran sus residuos peligrosos en ríos, sobrepoblación en determinadas zonas, crecimiento urbano desordenado, excremento de las mascotas en la vía pública, tiene un costo y no sólo económico.
Tarde o temprano la naturaleza va a cobrar facturas y los humanos van a tener que pagarlas, así que no hay que ver solo como un hecho curioso el desprendimiento del iceberg en la Antártida, que sirva para reflexionar y tomar consciencia.
En la Antártida se desprendió un pedazo de hielo; en la Ciudad de México y en otras ciudades, está desprendida de mucha gente la consciencia para preservar la naturaleza.
Por fortuna, la consciencia no se derrite y puede recuperarse.
La novedad de la historia que hoy te cuento es que quienes la platican, lo hacen como si hubiera sucedido ayer. Su autor y protagonista, quizás sin saberlo, ha conseguido que de boca en boca su tema haya permeado mucho más que a través del video con escasa producción que tiene en YouTube. Él mismo ha narrado en grupos humanitarios y religiosos lo que le sucedió en agosto 1990, cuando fue secuestrado por una cuarteta de encapuchados.
En este mes de mayo se cumplen 16 años de que logró escapar de sus captores, encerrado en una casa de Puebla.
Se trata del arquitecto Bosco Gutiérrez Cortina, integrante de numerosa familia de empresarios, dedicados a la construcción y otros negocios. La idea no es tocar la herida e incomodar al arquitecto, porque sin duda estos asuntos marcan para toda la vida. Tampoco se pretende analizar el patrimonio familiar ni los vínculos que pudiera tener con personajes de la política.
En punto es otro, en el contexto de la inseguridad que prevalece en el país y la forma en que reacciona la sociedad ante un episodio de esta naturaleza. Una vez que logró salir de su cautiverio y recuperarse, ha participado en conferencias para detallar su historia.
Quienes lo han escuchado, de manera directa, han grabado el relato en su memoria y cuantas veces tienen oportunidad, en reuniones familiares o de amigos, sacan el tema y lo recuerdan como si acabaran de escuchárselo al arquitecto Bosco Gutiérrez Cortina.
Lo que más los ha conmovido es la fe y la fortaleza religiosa, la confianza en Dios del protagonista que nunca abandonó la oración y que llegó a conseguir que los secuestradores, el 24 de diciembre, se sentaran para escucharle hablar del significado de la Navidad.
Cuando suponía que su fin había llegado porque la condición de que el pago millonario se hiciera en Brasil era imposible, el gobierno de este país no autorizó la transacción con fundamento en su ley que no permite arreglos con delincuentes, pudo escaparse en los días siguientes.
Bosco había hecho una ganzúa con el resorte de un camastro, pero también ya le habían advertido los secuestradores que no volvería a ver a su familia ante cualquier intento de huir.
Uno de los secuestradores se bañaba, el otro dormía con metralleta sobre las piernas y el tercero que vigilaba afuera, no estaba. Decidió intentarlo, abrir la primera puerta con su ganzúa y de ahí hasta la calle. El primer taxi al que se subió, no lo quiso llevar, por su aspecto, sucio y barbudo. El segundo se animó con el ofrecimiento de pago doble por el viaje de Puebla a la Ciudad de México; sin embargo, al llegar a la caseta de peaje, el chofer estuvo a punto de arrepentirse, con el pretexto de que el auto se le había descompuesto. Cambió de opinión cuando Bosco sugirió rezar. Arrancó de nuevo el automóvil. Así hasta la casa de sus padres en la Ciudad de México. El taxista se hizo su amigo.
Para el arquitecto Bosco Gutiérrez Cortina fue un milagro en mayo, hace 16 años.
Cualquiera pudiera decir que ha decaído el ánimo de migrantes para viajar a los Estados Unidos, indocumentados, sin papeles que les autoricen internarse en suelo ajeno.
Lógico suponer que el anuncio del muro y la aplicación de medidas antimigratorias, provocan por lo menos temor, miedo adicional a lo que significa quedarse en el camino por un accidente, pelearse con el “coyote” (el que trafica con humanos) o ser detenido y deportado.
La embestida del nuevo gobierno sería como una inyección de oxígeno para todas las autoridades responsables de evitar la filtración ilegal, actuar con mayor energía y eficacia en ese propósito.
Diría que desde la toma de posesión de Donald Trump, el migrante lo piensa dos veces antes de emprender el recorrido hacia el norte, la disyuntiva entre quedarse en casa en paz o retar al peligro y jugársela por el sueño americano, con la carga extra que ahora tiene la aventura.
Me ha dejado sin habla el entusiasmo de un michoacano porque dos de sus nietos ya cruzaron la frontera. Orgulloso, satisfecho de que han conseguido vencer obstáculos para quedarse en los Estados Unidos con algunos vecinos y amigos del pueblo, en tanto encuentran trabajo. No le van a quitar a nadie su empleo, simplemente harán lo que muchos no quieren hacer en el campo, en la jardinería, plomería, servicio doméstico, en la cocina o como meseros en restaurantes de comida rápida.
El abuelo está dedicado a la venta de agua de coco en la vía pública, en la parte trasera de una camioneta que estaciona todos los días en el mismo sitio, desde hace más de 15 años. Lo que gana le ha permitido darle alimentación y educación básica a sus hijos.
Los nietos lo ayudaron varias temporadas vacacionales en la venta. “Aquí los tuve, muy pequeñitos, ahora están más altos que yo. Allá van a ganar dinero y regresarán cuando tengan suficiente para construir una casa”.
-¿Y por qué no se quedaron aquí, a trabajar, como usted?
-No, lo de aquí no alcanza.
Con la cabeza levantada, erguido, con 70 años de edad, 1.75 m. de estatura, la mirada puesta en un punto incierto, quizás en su mente la imagen de los nietos con los bolsillos llenos de dólares, suspira profundo. Ojos iluminados y una marcada sonrisa en su rostro.
Evidentemente está orgulloso, seguro de que sus nietos vencerán cualquier adversidad. En el camino de una vida mejor. Ilusionados, a pesar de las complicaciones. Sin duda, para ellos es más importante luchar por mejorar su vida e ingreso, conseguir un patrimonio y superar las limitaciones de quien solo se dedica a vender agua de coco en la vía pública.
La ambición por el sueño americano está por encima de temores y medidas antimigrantes.
Imaginé al poeta chiapaneco Jaime Sabines con un tarro de pulque en mano, dándole gusto al paladar, curado de nance, fruta cosechada en su estado; los lentes sobre la mesa y el cigarro en el cenicero. Supuse que había sido consumidor de la bebida, pero pronto su biógrafa Pilar Jiménez Trejo aclaró que sus aficiones etílicas eran otras.
Me vino a la cabeza la idea porque esta vez Pilar presentó “Sabines, apuntes biográficos” en la Pulquería Insurgentes de la Ciudad de México. Tampoco ella es aficionada al néctar. Para la ocasión optó por el producto de cebada. Igual sus invitados.
Carlos Martínez Rentería, promotor cultural de este lugar, no desperdició la oportunidad para hablar de su admirado poeta, del dolor que le causó al enterarse de su muerte, en marzo de 1999.
El impacto lo hizo buscar el consuelo en el alcohol. Después de una ración tequilera, decidió ir a la funeraria. Personal del Estado Mayor Presidencial lo conminó a retirarse. Intervino Julio, hijo del poeta. Por el aprecio al periodista y también escritor, lo identificó como parte de la familia. Así pudo Carlos permanecer en el concurrido velorio.
La nota de la noche en la Pulquería, la dio Pilar. Enteró a los presentes que hay obra inédita del maestro Sabines y que puede salir a la luz. Saldría con el título “Los poemas rescatados”.
Escritos que Sabines archivó, quizás porque no alcanzaron su visto bueno para publicarlos. Los dejó en libretas que utilizaban en su casa para llevar el control de la venta de telas, negocio familiar.
La decisión de que aparezcan “Los poemas rescatados” corresponde a sus hijos. Existe la duda porque Jaime no especificó lo que se debería hacer con dicho acervo, una vez que partiera. ¿Quería o no que se publicaran? Es la pregunta. Seguro que la sociedad respondería unánimemente por la afirmativa. La última palabra la tienen los herederos.
Especializada en la vida y obra de Sabines, recordó un momento dramático, triste. Lloró. Le permitieron entrar a verlo cuando estaba enfermo. Apenas observó su ingreso a la habitación, la recibió con el comentario de que le regalaría el libro que estaba sobre el buró. “Te lo voy a dedicar”. Tomó una pluma para escribir en la primera página. La miró y preguntó: “¿Cómo te llamas?”. A Pilar le rodaron las lágrimas. El poeta estaba tan minado por su enfermedad, que no recordaba el nombre de quien había convivido con él en los últimos diez años por la elaboración del texto biográfico.
Libro que ya no conoció el poeta.
La periodista Lola Corrales, quien estuvo en esta presentación, comentó que el chiapaneco, para rubricar las fiestas, recitaba Los Amorosos.
Carlos, el promotor cultural, también concluyó de esa manera el evento nocturno. Leyó obra de Jaime Sabines.
Lento, amargo animal
que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
que en la primera generación del hombre pedía a Dios.
Amargo como esos minerales amargos
que en la noches de exacta soledad
-maldita y arruinada soledad
sin uno mismo-
trepan a la garganta
y, costras de silencio,
asfixian, matan, resucitan.
Amargo como esa voz amarga
prenatal, presubstancial, que dijo
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
que murió nuestra muerte,
y que en todo momento descubrimos.
Amargo desde dentro,
desde lo que no soy,
-mi piel como mi lengua-
desde el primer viviente,
anuncio y profecía.
Lento desde hace siglos
remoto –nada hay detrás-,
lejano, lejos, desconocido.
Lento, amargo animal
que soy, que he sido.
El famoso “gasolinazo” ha provocado toda clase de reacciones, a favor y en contra. Historias variadas en las redes sociales, convocatorias a marchas, protestas, bloqueos, insultos, formas de comprar, amenazas y hasta revelaciones que supuestamente ponen en riesgo a sus propios autores, por exhibir operativos relacionados con la corrupción en la comercialización del combustible. La verdad, nada nuevo, nada que no se haya dicho en otro momento, en otra alza al precio de las gasolinas. El malestar es generalizado, porque a nadie le gusta pagar más, sobre todo cuando siempre se ha pregonado que el petróleo es nuestro.
Al margen de las voces en contra o a favor del ajuste, sorprende gratamente leer en el diario español el País, con fecha del último día del 2016, el impreso que se distribuye en México, el crecimiento de la empresa Bimbo en el mundo, ahora, a punto de entrar al mercado africano.
Es descrita como una empresa mexicana exitosa, con presencia en tres continentes, con ventas superiores a los 11 mil millones de euros. La panificadora más gran del mundo.
Recuerdo alguna vez haber visto a quien ahora está al frente de la compañía, a Daniel Servitje. Fue en uno de los eventos que organiza año con año el empresario-político Miguel Alemán.
Hace poco más de 10 años. En ese entonces, Daniel todavía no estaba en la dirección de su grupo, pero perfilaba para ocupar el cargo, una vez que su padre le cediera la responsabilidad.
La reunión de empresarios se llevó a cabo en Veracruz, cuando la inseguridad todavía no era para alarmarse, aunque de cualquier manera, hacía obligada la protección de personajes de la iniciativa privada o de la política. Daniel Servitje estaba en la lista de expositores.
Daniel cargaba su propio portafolio y caminaba por los pasillos del centro de convenciones en espera de su turno. No vi que lo hiciera con escolta o guardaespaldas. Ni siquiera con un asistente. Solo, como otros empresarios. Su vestimenta informal, no parecía traer la ropa de moda ni la más cara. Su aspecto sencillo, figura espigada. Por un momento lo vi detenerse en la cafetería del lugar, para revisar sus papeles, su texto. Llegó la hora y dictó su conferencia, un auditorio de por lo menos 150 personas, entre financieros y periodistas.
Ya en ese tiempo corría la versión de que su padre, Don Lorenzo, había preparado a su hijo para asumir el control de la empresa, que la fórmula había sido hacerlo trabajar en todas las áreas, desde panadero, empaquetador, administrador y hasta distribuidor. Para que conociera como nadie su negocio.
No pasó mucho tiempo para que Daniel se hiciera cargo de la dirección y su padre se dedicara por completo a la filantropía.
Vi cuando salió del centro de convenciones de Veracruz. Caminó la explanada como había llegado, solo. Subió a su camioneta. Arrancó como lo haría cualquier mortal normal, a velocidad moderada, sin acelerar el motor. Nadie le abrió paso ni tampoco era seguido por el llamado auto-escolta.
Lo que te cuento, es la imagen que tengo de Daniel, al frente de una empresa que ha sabido sortear los gasolinazos y que trabaja para que su pan Bimbo ingrese al continente africano.
El mundo espera con cierta ansiedad el mensaje de Donald Trump del próximo 20 de enero.
No solo México sino muchos otros países, potencias como Rusia, China, Alemania, Japón, Gran Bretaña. Europa entera, Asia, América Latina, África, Oriente Medio. Nadie se va a perder ese discurso, es el representante del imperio de las estrellas. Personaje con características singulares, que como candidato mostró un estilo distinto al político tradicional.
Pareciera que más de uno está intranquilo ante lo desconocido, ante la novedad, por las expresiones que tuvo como candidato presidencial del Partido Republicano. Hay dudas sobre si ese discurso será el mismo cuando viva en la Casa Blanca. No puede ser igual porque hay diferencia entre buscar ganar votos con sus connacionales y buscar equilibrios y hasta ventajas geopolíticas con extranjeros que tienen otros intereses.
En México lo han comparado con Andrés Manuel López Obrador, por lo que llaman populismo, traducido en expresiones que la sociedad quiere escuchar o que parecieran van en sentido opuesto a lo establecido, al sistema que se ha desgastado con el paso de los años y no ha encontrado la forma de renovarse, ser más justo con los que reclaman calidad de vida.
Yo lo veo, guardadas las proporciones, por su formación empresarial e impetuosidad, más parecido a Vicente Fox.
¿Te acuerdas que el señor de las botas vaqueras ofreció acabar con la corrupción, deshacerse de las víboras prietas, tepocatas, alimañas y otros animales ponzoñosos? Nunca cumplió. Por el contrario, agrandó el serpentario. Se fue al pozo la ilusión de quienes supusieron que México sería distinto.
Su demagogia como candidato llegó al extremo de presumir que en 15 minutos resolvería el conflicto de Chiapas. Hasta la fecha persiste la miseria de los indígenas chiapanecos, su sed de justicia, el ejército zapatista, el subcomandante Marcos en retiro y los nuevos jefes.
Ningún gobernante en el mundo cuenta con una varita mágica para imponerle a otras naciones, políticas y planes a gusto del emperador. Estados Unidos nunca pudo hacerlo como quería en Cuba ni eliminó a Fidel Castro, por ejemplo. La realidad, las circunstancias, los intereses, pueden delimitar acciones.
Por supuesto, Trump será el representante del imperio norteamericano, pero no estará solo al tomar decisiones o fijar una posición. Dispondrá de un equipo que le hará ver ventajas y desventajas, riesgos. Además, en los Estados Unidos, como en cualquier otro país, hay grupos económicos y políticos con influencia, que funcionan como contrapeso.
Trump no va a claudicar en sus propósitos de campaña, dalo por hecho. Nada más que se verá obligado a matizarlos, porque desde el 20 de enero, ya no será candidato sino presidente, como mucha más información a la hora de emprender acciones de gobierno.
Era 24 de diciembre de cualquier año, Gobierno era su nombre de pila, joven con apariencia fornida, rostro duro, enfermo. Las crisis en su salud habían dañado su fortaleza. Por la fecha, hacía esfuerzos para ocultar sus debilidades, sonreía, trataba de lucir feliz, encantador.
Tenía 17 años, cursaba la preparatoria, no era un chico modelo sino inquieto y a veces indisciplinado, sus mismos descuidos habían minado su salud; desoía los consejos de sus padres.
Sin embargo, esta vez tenía sobrados motivos para mostrar su mejor cara, había llegado a su casa su amiga de la infancia. Las familias de ambos tenían una gran cercanía, antiguas amistades. Distanciadas por las circunstancias y el tiempo, por los intereses de cada una, por malos entendidos e inesperadas desatenciones, descortesías involuntarias, a pesar de sus reiteradas proclamas de vivir en armonía, en paz y calidad de vida.
El nombre de la amiga era Pueblo, ocurrencia de sus progenitores. No le gustaba. Tenía el propósito de cambiarlo una vez que alcanzara la mayoría de edad. Acababa de cumplir 16 años.
Las familias convinieron en reunirse para la cena de “Nochebuena, con la idea de superar asperezas, vencer desavenencias, sanar “heridas” y dejar atrás los desencuentros. Sumar esfuerzos para armar juntos nuevos proyectos. Aclarar diferencias y recobrar la armonía.
Pueblo y su familia llegaron muy temprano, por la mañana. Faltaban más de 10 horas para la ansiada cena. Pueblo también estaba contenta. Pueblo y Gobierno corrieron para encontrarse, para darse un abrazo.
La casa estaba en la frontera, del lado mexicano, muy cerca del suelo norteamericano. Tenía a la vista el Río Bravo. Por la falta de lluvias su caudal había descendido, mansa la corriente de agua, aunque esto no le quitaba la fama de peligroso y traicionero.
Pueblo y Gobierno decidieron salir a caminar, a respirar el aire matutino y apreciar el cielo de una mañana soleada. En el camino toparon con un viejo compañero de la escuela, Brandon. El más travieso y castigado de la primaria. Las autoridades escolares nunca consiguieron disciplinarlo. Hábil para sonsacar a sus compañeros y hacerlos cómplices de sus acciones.
Convenció a Pueblo y Gobierno de meterse al río. “No sabemos nadar”, le advirtieron. Brandon presumió de sus cualidades acuáticas. Aseguró ser un experto nadador. Para tranquilidad de los inexpertos, buscó un tronco a la orilla del río. Una vez que halló uno de regular tamaño, sugirió que lo tomaran y no lo soltaran. Él lo jalaría para internarse en las aguas.
Los tres iban contentos, sonrientes al recordar las aventuras escolares. A la mitad del río, en donde la profundidad rebasaba los dos metros, Brandon jaló el tronco. Dejó a la deriva a Pueblo y Gobierno. Surgió el pánico en los que no sabían nadar. Gobierno resolvió en segundos que lo primero era salvar a Pueblo, como pudo la empujó por las plantas de los pies hacia la orilla.
Ambos lograron salvarse, consiguieron regresar a suelo mexicano. Brandon cruzó el río. Sentado sobre el tronco, reía a carcajadas. Risa burlona, maldita.
Pueblo y Gobierno lo ignoraron, regresaron a casa. El incidente, el susto, los unió más. Por la noche platicaron la desagradable experiencia a sus padres. Ayudó a resolver sus diferencias. Convinieron en no volverse a distanciar. Seis años después, Pueblo y Gobierno se casaron.
Militar mexicano, estuvo en la guerra de Irak, especialista en combate químico, para hacer frente a batallas con gases venenosos; cantante de ópera, alumno de Plácido Domingo y Donato Di Stefano; estudiante de ingeniería en programación y computación.
Jesús Daniel Hernández, residente en los Estados Unidos desde que tenía 13 años edad, apenas en abril del 2015 se hizo ciudadano norteamericano.
Fue a la guerra en el 2003, a Irak, de manera voluntaria y está orgulloso de haberlo hecho, agradecido con un país al que le tiene cariño, por las oportunidades que le ha ofrecido a él y a su familia.
Nació en Ciudad Juárez. Su madre también en esta ciudad fronteriza. Su padre en Durango.
Te cuento esta historia justo cuando está cada vez más cerca la elección presidencial en los Estados Unidos.
Jesús Daniel acudirá a votar por primera vez. Es simpatizante del partido Republicano.
Su historia es de película, mexicano, combatiente en la guerra de Irak, especialista químico, aspirante a ingeniero en computación. Más de una de sus respuestas me dejó sin habla.
Tiene una actitud que contrasta con la que a veces pintan de quienes regresan de una guerra.
Para nada se ve afectado o alterado por sus vivencias bélicas, en zonas donde la vida se juega a cada segundo, a cada instante.
Animoso, sonriente, sediento de triunfo, ahora con la cabellera larga y no corta como la traía cuando vestía el uniforme militar.
No podía faltar la pregunta sobre su voto el próximo 8 de noviembre.
Declarado republicano, supuse que era obvia su respuesta, me equivoqué.
-¿Por quién votarás?
-Como hemos visto, al menos políticamente las cosas no están bien. Siempre me he considerado
[caption id="attachment_2928" align="alignright" width="212"] Condolezza Rice, ex secretaria de Estado USA[/caption]
republicano y algo conservador, patriota lo soy, pero hay veces que el patriotismo y el humanismo no van de la mano. Yo prefiero elegir al candidato que más refleje el lado humano.
La conversación con Jesús Daniel se realizó en Boston, ciudad a la que acudió para una presentación como tenor.
LA GUERRA
-¿Qué pensaste cuándo te llamaron para ir a la guerra?
-Mi caso fue diferente, mientras muchos de mis colegas recibieron órdenes para ir a Irak, yo me fui de voluntario. Cuando terminé mi especialización como militar químico, llegué a Fort Hood, Texas; a las dos semanas recibimos noticias de que se necesitaban de 25 a 30 soldados para remplazar a quienes habían caído. Recién salido de la academia, me ofrecí como voluntario. Se necesitaban más soldados y yo estaba en la mayor disposición para ir. Además, de qué sirve un soldado sin tener la experiencia de ser soldado en combate.
-¿Por qué decidiste ir de manera voluntaria, a sabiendas de que podías perder la vida?
-En el 2003 había necesidad de soldados y gente para la lucha. Como buen mexicano, siempre he sido muy entrón y nada rajado, uno va a donde pueda ayudar, y para mi eso fue una experiencia enorme. La vida es corta, todos lo sabemos. Es mejor vivir una vida corta pero a plenitud, sabiendo que se hizo todo lo posible para ayudar a otros, que vivir una vida larga y sin hacer nada.
-¿Estuviste a punto de morir en Irak?
-Fueron tiempos y meses precarios. Fue un peligro para todos. No hay soldado que diga que su vida en algún momento no estuvo en peligro. Cuando uno dispara el arma, el único pensamiento es acabar con el enemigo y cuidar del soldado que está a tu derecha o izquierda. Cuando lastimaban a algunos de nosotros, había represalias hacia el enemigo.
-¿Cuánto tiempo estuviste en Irak y qué fue lo que más te impactó?
-Mi tiempo en Irak fue de cinco meses, cortos, muy intensos. Una de las cosas que me impactó mucho es como uno a veces puede poner las diferencias personales a un lado, poner tu propia vida en manos de un soldado con el que no te llevas bien, y ver que a pesar de las diferencias, ese soldado va a cuidar de mi vida, así como yo de la suya. Así de sencillo.
EL CANTANTE
Jesús Daniel Hernández quiere vivir de cantante. Creció con la música de boleros y rancheras.
El canto, la afición de su vida. No lo sabía de niño, con el tiempo se enteró que su familia tiene raíces musicales, dos tíos que cantaban ópera y una abuela soprano profesional.
Lo primero que hizo con su voz fue imitar a Pedro Infante, Jorge Negrete, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti.
Cuando regresó de la guerra, consiguió que le dieran pase de primera fila para asistir a un concierto de Plácido Domingo. Acudió vestido de militar y tuvo oportunidad de entrar al camerino del tenor. Nunca imaginó que ahí mismo, entre la camaradería hispana, “por cuestiones de suerte”, cantaría con quien, al escuchar su voz, lo invitaría al curso anual (2008) que imparte en Washington D.C. llamado Domingo-Cafritz, para jóvenes artistas de la ópera.
Su carrera de cantante se la debe al maestro Plácido Domingo, con él aprendió el verdadero arte del canto y desde entonces recorre los Estados Unidos y otras partes del mundo.
No pierde la oportunidad de aprender de los grandes maestros. Tiene muy presente que el Bajo Donato Di Stefano fue quien, con paciencia, durante varios años, le corrigió las imperfecciones y acomodó la voz.
Sus raíces son cien por ciento mexicanas y las presume. Como ciudadano norteamericano ha sido un cantante que sirvió de soldado a los Estados Unidos, de lo que está muy orgulloso, por el cariño y el amor que le tiene a un país que le ha dado muchas oportunidades, pero no olvida quien es ni de donde viene.
Ahora su meta de cantante es llegar a todos los rincones del mundo, heredar su experiencia, enseñar, compartir su voz y talento, contribuir a mejorar el planeta, es lo que define como éxito.
Es la historia de un soldado de guerra, cantante de ópera y pronto ingeniero en programación y computación.
La cara de asombro, rostros maravillados, ojos agrandados y una sensación en el cuerpo de estar en las nubes. De subir y subir sin sentir el movimiento, con una rapidez de rayo. Esa es mi impresión del elevador del edificio One World Trade Center de Nueva York. El edificio más alto de los Estados Unidos, construido en el lugar donde fueron derribadas las torres gemelas el 11 de septiembre de 2011. Impresionante.
Subes y al mismo tiempo ves proyectadas en tercera dimensión las imágenes del exterior; en segundos llegas al piso 102 que es el número marcado dentro del mismo cubo. La verdad, sentí que llegué más rápido al observatorio del inmueble neoyorquino que a los últimos pisos de la Torre Mayor (55), WTC CDMX (50) y Torre de Pemex (51) en la Ciudad de México. Y es el doble de pisos.
Te quedas mudo en esos segundos.
Eso sí, la mente es mucho más rápida que ese elevador, en esos instantes mi cerebro hizo un recorrido por los sucedido en el 2011, por la destrucción, por la tragedia, los aviones estrellados intencionalmente contra las columnas gemelas, el humo, las miles y miles de víctimas; pero también por la etapa del resurgimiento, la recuperación, la fortaleza humana para levantarse, el trabajar en equipo, cientos y cientos de hombres y mujeres para construir el nuevo rascacielos. La capacidad que tiene el humano para volver a construir y mejor. También recordé la hazaña de los japoneses, después de la Segunda Guerra Mundial, se levantaron para convertirse en una potencia en todos los sentidos.
Estados Unidos, por supuesto, como potencia que es, jamás se iba a doblar o a renunciar a levantar otro rascacielos. Hizo otro, más alto y más moderno, con la tecnología más avanzada. Claro que eso no desaparece el dolor de quienes perdieron a un familiar o a un amigo, pero deja constancia del vigor de la sociedad para volver a levantarse.
Llegas al último piso del One WTC y te codeas con las nubes, las ves avanzar, nada más hace falta que las puedas tocar como si fueran algodones (algún día). Sigues impresionado. Miras la ciudad, sus edificios emblemáticos, sus calles, sus autos que desde esa altura parecen del tamaño de una hormiga y su gente apenas un punto diminuto.
Momento afortunado, porque no solo me tocó ver nubes, también llover, deslizarse las gotas por los ventanales, sin empañarse los cristales. Y después de llover, otra vez la iluminación solar. Y la formación de un arcoíris. Bueno, la belleza natural combinada con la obra humana.
A través de la historia hay sociedades que han demostrado que se pueden levantar de la nada, que se han unido para darse una vida mejor, calidad de vida. Es cierto, por desgracia, en el mundo existe una gran capacidad de destrucción, pero también de reconstrucción.
¿Y por qué México no?
Nunca es tarde para sumar y hacer resurgir al país, no hay razón para rendirse. Siempre he dicho que lo único que no tiene remedio, al menos en este planeta, es la muerte; lo demás, es alcanzable, con un comportamiento humano y racional, para bien de todos.
El Chavismo es un movimiento político que nació en Venezuela y que en México tiene preocupado a más de uno, en particular al segmento de la población que por muchos años han tenido un estatus económico estable.
Hay temor de que en el 2018 llegue al poder una corriente con esas características y haga y deshaga a su antojo, por encima de las leyes y sin importarle las instituciones, que hasta ahora han funcionado en un sistema democrático.
Sin duda, al personaje que le ven ese perfil es al virtual candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador. Por más que diga AMLO que no encarcelará a los que identifica como mafia, lo cierto es que nadie le cree. Y tienen sobradas razones para su incredulidad.
Nadie olvida el cierre del Paseo de la Reforma que protagonizó en el 2006. Por meses, la principal avenida de la ciudad de México. Lo que no sucedería en cualquier otra parte del mundo que se precie de respetar las ley. Hizo lo que quiso y hasta cuando se le pegó la gana. Ninguna de las autoridades, federal o local, se atrevió a molestarlo.
Contra lo que creen sus seguidores, estuvo muy lejos de ser el mejor gobernante de la zona metropolitana. Todavía no se olvida que fue el artífice de la construcción de los segundos pisos, a pesar de que no era la mejor opción para resolver el problema del transporte. Pero no solo eso, la edificación del segundo piso significó beneficiar a los automovilistas y no a los que menos recursos tienen, a los más pobres, que se supone son su prioridad.
Independientemente de ello, es innegable de que tiene posibilidades de ganar la presidencia, no solo por el simple hecho de que su nombre aparecerá en las boletas electorales.
Las condiciones del país, la perdida de credibilidad y confianza, se han acomodado en beneficio de sus aspiraciones. Hay demasiada inconformidad entre la población por la actuación oficial.
No es descartable que la gente, por su enojo, le entregue el voto mayoritario al político tabasqueño.
Por eso la inquietud de quienes tienen mayor presencia en la economía nacional, desde ahora estudian medidas que puedan garantizar la estabilidad de que gozan, llegue quien llegue a la silla presidencial.
La idea de un frente como sucedió en el 2006, cuando distintas fuerzas políticas y grupos de poder económico se aliaron, funcionó para atajar las aspiraciones de López Obrador.
Ahora existe la percepción de que ese frente, si se vuelve a integrar, podría no ser exitoso, porque la irritación de la población es mayor y se ve decidida a cobrarse en las urnas el deterioro de su nivel de vida.
Esa es la explicación de que se analicen medidas, ante eventual triunfo del candidato morenista, para que en caso de que llegue al poder, lo ejerza acotado, en el marco de la ley y no siga la política del chavismo.
Francisco Javier Careaga Franco, mexicano de 29 años de edad, egresado de la Universidad Panamericana, ahora está en la Universidad de Harvard y ahí se abre la posibilidad de llegar a codearse con hijos de ricos o de personajes poderosos en el mundo.
Sabe que puede relacionarse o hacerse amigo de un potencial gobernante, de cualquier continente. Hasta su compañero de habitación entraría en esa ruleta de la fortuna universitaria.
En broma y en serio, entre sus condiscípulos, se saludan con un “cómo está usted presidente”, por lo que pueda suceder el día de mañana. Él se imagina el momento en que tome su teléfono y le llame a un amigo que esté en la silla presidencial. Probabilidad.
Situación normal, explicable por el nivel académico. Todo el que está en esa institución de Cambridge, Massachusetts, tiene algo que lo distingue y hace diferente, no estrictamente por su dinero.
Javier es un irreverente de la educación tradicional, contestatario, no se traga sin masticar lo que diga un maestro y su actitud ha causado enojo y recelo en más de un mentor o profesor en México. Se ha atrevido a decirles “usted no me aporta nada” o “lo que dice usted no es cierto”.
En Harvard la polémica es lo del día. Se estudia y se cuestiona. La discusión es una forma de aprender. Rebatir es el método preferido, con argumentos. La comprensión es obligada. Memorizar no es la mejor alternativa. El estudio exige tiempo completo.
La plática con Javier en dos tiempos, en el acto conmemorativo del 15 de septiembre organizado por el consulado de México en Boston en el Hall Room del State House de Massachusetts y en la facultad de leyes de Harvard, donde estudia la maestría en derecho, que concluye en mayo del año próximo.
Es delgado, con frente amplia, cabello corto, al ras de su generador de ideas. Su estructura oral es interminable. Le apasiona el derecho ligado a las nuevas herramientas de la comunicación. También la antropología social, conocer el comportamiento de las sociedades e instituciones. Prepara estudios sobre lo que se debe hacer en materia de derechos humanos, en particular en el terreno digital.
Tiene dos hermanos, igual o más inteligentes, según sus palabras. Su mayor peso se concentra en el intelecto. No le desagrada que se le diga que tiene perfil para presidir Microsoft.
Su padre siempre le ha dicho que es un error de cálculo suponer que va a vivir de una herencia. Le ha dejado en claro que cada uno crea su propia vida, y si después de que te han dado las herramientas de la educación, no puedes salir adelante, “es cosa tuya”.
Para estudiar en Harvard, Javier Careaga Franco recibe financiamiento de seis instituciones, entre bancos y organismos públicos. Está endeudado. No le asusta. Bromea y dice que en esas condiciones no se va a casar, porque primero deberá pagar los créditos.
90 mil dólares el costo de sus estudios por un año, en pesos el monto crece con el deslizamiento cotidiano de la moneda y se aproxima a los dos millones.
No se ve angustiado por el tema monetario, lo que lo ocupa es el estudio. No hay tiempo para otra cosa. Acudir a una reunión social le provoca remordimiento, porque “hay mucho que leer”.
Preparar una clase le significa leer un mínimo de 200 páginas en inglés, idioma que domina al cien por ciento, lo aprendió en Londres. También habla francés. Es tal el nivel de enseñanza en la universidad estadounidense que para las evaluaciones, el estudiante puede tener el libro abierto a su lado y no encontrar las respuestas.
Entre sus maestros está el director jurídico del FBI. No vaciló en decirle en su cara que el plan nacional de seguridad está incompleto. En el análisis del documento de acceso público, estuvo en desacuerdo a que se pase por alto o se ignore que el problema de las drogas involucra a los países consumidores, no solo a los proveedores.
Para la fiesta patria mexicana se vistió de traje; para el recorrido por la universidad, de mezclilla y una camiseta azul con la famosa marca del caballito. Entramos a la facultad de leyes de Harvard por una puerta lateral, porque existe la leyenda de que si pasas por la principal, no logras graduarte. Cierto o falso, prefiere ser precavido y usa el acceso alternativo.
En el monumento a John Harvard, fundador de la universidad, hay fila para tocarle el zapato izquierdo, que por lo mismo luce lustroso. Otra leyenda, puedes pedir un deseo y te lo cumple. No hay pruebas de que suceda. Lo que es un hecho es que los traviesos acostumbran a bañar ese zapato con orín. Javier no lo toca. Yo, hago lo mismo que los turistas, palparlo.
Como si tuviera muchos años de vivir en Harvard, actuó de guía para el periodista, para recorrer los salones de clases, las bibliotecas, el edificio Memorial que recuerda a los combatientes de la Guerra Civil o de Secesión, así como a los muertos de la primera y segunda guerra mundial, el campus de los estudiantes de leyes. Lo único que no quiso hacer con su invitado fue la inspección del dormitorio, para no invadir la privacidad de su compañero de habitación. También hubo tiempo para ir a la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, en el final de la entrevista. Sentados, cerca de una ventana, los rayos solares se internaban y partían en diagonal la imagen de Javier, seguro de sus respuestas, nervioso al tomarle fotos.
Como es de suponer, una inteligencia como la de Javier Careaga está enterada de lo que sucede dentro y fuera de la escuela, de los acontecimientos en México y en los Estados Unidos, de las competencias políticas.
En la Universidad Panamericana fue presidente de la única sociedad de alumnos de la Facultad de Derecho. En Harvard participa en una de la más de 50 sociedades de alumnos de la escuela de leyes, para organizar eventos culturales y actividades sociales, con fines académicos.
Los universitarios, organizados y unidos, consiguieron que eliminaran el escudo de armas de la facultad porque alguien descubrió que pertenecía a una familia que fue esclavista. Hubo protestas y plantones con ese propósito. Javier llegó a Harvard después de dicho suceso.
En el caso de México, para las elecciones del 2018, ve remoto que el PRI pueda mantener el poder, porque no consiguió renovarse como lo ofreció y sigue con viejas prácticas. Descarta el éxito de Andrés Manuel López Obrador “porque es bueno para criticar, malo para proponer; contradictorio, por su pregonada preocupación por los pobres y construir un segundo piso para los automovilistas (cuando era jefe de gobierno del extinto Distrito Federal) que representaban el 12 % de la población con mejor estatus económico en la ciudad”.
Tampoco le da posibilidades al PRD, “no tiene líderes y Mancera carece de perfil para gobernar el país y no es carismático”.
Del PAN comenta que dependerá del candidato. Considera a Margarita Zavala como la más viable, pero no porque sea la mejor, sino por ser la menos peor de los aspirantes a la presidencia.
“Otra vez, en 2018, votar por el menos peor”.
Eso sí, advierte, si en México gana López Obrador y en Estados Unidos, Donald Trump, “me voy para Nueva Zelanda”.
Sonríe.
Si viene o no a México Hillary Clinton, la candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, antes de las elecciones en el próximo mes de noviembre, sólo ella y su equipo cercano lo saben.
Las posibilidades de que lo haga se han reducido, después de la visita del republicano Donald Trump, porque por donde quiera que se le vea, es un hecho que se le anticipó en el viaje.
Trump debe darse por satisfecho con los resultados de su estrategia, ya tiene imagen de su encuentro con el presidente mexicano y declaraciones que no modificaron en nada su idea de levantar un muro en la frontera. Tampoco, por lo que se vio, consideró ofrecer disculpas por los insultos que ha lanzado contra los mexicanos.
El republicano hizo su juego y le resultó, por lo menos mediáticamente; nadie creería que logró simpatías mexicanas. Han sido y son muchas las voces que reprueban sus opiniones.
Demostró decisión, para nada se atemorizó o dudó en llegar a una ciudad y país donde no es querido; aterrizó en su avión, se trasladó en helicóptero a Los Pinos, platicó en privado con el presidente Enrique Peña, participó en una conferencia conjunta y se fue.
Por supuesto que el desplante de Trump no pasó desapercibido para Hillary y aprovechó para exhibir la actitud impositiva de su adversario con los vecinos, al pretender hacerles pagar la construcción de un muro, en caso de que sea el ganador de la elección en los Estados Unidos.
En esa lógica es válido suponer que Hillary ha modificado su itinerario y quitado la etiqueta de prioridad a su viaje a México, si es que la tenía. Al final es un asunto que ella tendrá que resolver y puede variar su interés si las circunstancias de su campaña llegan a requerir esa visita.
Tiene buen número de simpatizantes en suelo mexicano, por la flexibilidad de la política de su partido hacia los migrantes y que ella no planea construir un muro. Es una posición que le puede sumar el apoyo de la gente de origen latino con derecho a voto.
La verdad, no percibo obligada la visita de Hillary antes de las elecciones, pero más vale que no se confíe y no la descarte, sobre todo si la competencia electoral en su país se cierra. Habrá que estar pendiente de la evolución de su campaña y el resultado de las encuestas estadounidenses.
Para ella sería extraordinario una imagen en la que la gente saliera a la calle para recibirla y aclamarla, cosa que nunca hubiera ocurrido con Trump. Es un escenario para evaluarse.
Y por supuesto, nadie en el gobierno mexicano pondría objeción a la visita de Hillary, ni en la llamada izquierda, ni en la derecha, ni en la sociedad. Empresarios, clérigos y académicos estarían conformes, en términos generales, con algunos matices, porque la unanimidad en las democracias es una especie en extinción. Hasta el popular y adorado Juan Gabriel tiene su Nicolás Alvarado Vale.
Definitivamente, es más probable que Hillary viaje a México después de las elecciones, siempre y cuando gane, que antes del próximo 8 de noviembre.
A México lo ve maravilloso y Trump estuvo a punto de hacerlo llorar. Seguro que esta historia te va a sorprender. El protagonista no es un político ni un académico especializado en el análisis, tampoco es un dirigente social o empresarial. Se trata de un artista, nacido en los Estados Unidos, no habla español, solo inglés. Es escultor, joven, sensible, con sentido común y lógica.
Se llama Zachary Roach, acaba de terminar sus estudios de maestría en escultura en Los Ángeles, California. Todavía no vive de su arte, da clases para pagar sus gastos. Se ha pasado un mes en México.
Material que cualquier mortal común diría que se debe desechar o tirar a la basura, lo ha reciclado y convertido en expresión de su creatividad, de su arte.
Ganó una especie de beca para trabajar en el taller de la Fundación del maestro Sebastián, en la Ciudad de México. Lo que ha hecho en 30 días, ahora es parte de la exposición inaugurada ahí, junto con la obra de la pintora Joyce Ramírez, quien también tiene su residencia en el vecino país del norte, ella habla español y está orgullosa de sus raíces latinas.
Los dos premiados por su esfuerzo, para aprender de la experiencia de uno de los reconocidos escultores mexicanos en el mundo, Sebastián. El maestro les facilitó su taller y material que ha dejado en diversas obras, susceptible de ser reciclado y convertido en arte, como lo han hecho Zachary y Joyce.
Hablé con los dos, por separado, durante el estreno de su exposición. Ambos con la satisfacción en sus rostros. Saben lo que hacen y quieren en la vida. Su arte ya tiene su sello personal. Ella recoge y plasma en su pintura las culturas estadounidense y chicana, las amalgama. No le pone nombre a sus cuadros porque quiere que cada observador saque sus propias conclusiones y los bautice.
Sus cuadros me dejan el mensaje de que todavía no se logra el entendimiento e identificación entre esas dos culturas, cada una va por su lado en la vida real.
Le ha fascinado la fundación Sebastián. También quiere llegar a construir una que promueva el arte y ayude a quienes como ella se han abierto paso a base de perseverancia y esfuerzo. Es su sueño y está decidida a concretarlo. Es una de sus metas.
Zachary Roach, encantando con su estancia en México.
“¡México es maravilloso, fantástico!”, me dijo.
De inmediato supuse que desconocía la inseguridad, violencia, impunidad, corrupción y pobreza que sufren muchos mexicanos. Di por hecho que en su estancia solo había visto lo bonito.
-Vamos a ir a comer tacos a la Roma, ¿quieres ir? –le propuso una de las asistentes a la inauguración.
Su expresión y su voz rechazaron la sugerencia.
-¿Por qué dices que México es maravilloso?
-Por sus tradiciones, por su cultura, por su gente. La falla está en los partidos políticos, en sus propuestas que no han dado resultados.
Hace distinción entre políticos y sociedad.
El México que le parece maravilloso y fantástico es precisamente el que no es responsable de los desaciertos de la política, la sociedad que conserva sus tradiciones y valores. La gente que respeta las leyes y procura la armonía, la convivencia.
Ese es el otro México que ve, el que no está echado a perder por la política, por algunos sectores de la política.
Me pareció sensato, inteligente.
Y por supuesto, como ciudadano norteamericano, está a atento a lo que sucede en su país.
Cuenta que tenía ganas de llorar al ver la convención del Partido Republicano, por el mensaje de su candidato Donald Trump, por el discurso discriminatorio y racista de quien quiere ser presidente de los Estados Unidos.
En su opinión, el proyecto de Trump es aterrador no solo para los Estados Unidos, sino para el mundo.
Así piensa Zachary Roach.
Su esculturas impresionan, hizo arte con material reciclable, la conjugación de lo ancestral con lo moderno.
Hay una escultura que delinea un rostro femenino. Tiene docenas de clavos incrustados, no me dan la impresión de estar colocados al azar, sino en los puntos que a él le parecen correctos, como sus palabras sobre México y Trump.
Una mujer con experiencia en la política, con la ventaja de que ya vivió en la Casa Blanca, que no solo ha sido la primera dama de los Estados Unidos, sino también dos veces senadora y secretaria de Estado, con altas y bajas en su vida profesional, con saldo favorable que ahora la tiene como virtual candidata del Partido Demócrata.
Sin duda los estadounidenses la conocen muy bien, es una mujer apasionada en los derechos de los niños, en la defensa de los espacios políticos para las mujeres, partidaria de la causa gay, antirracista, con trayectoria propia, prestigiada abogada que incluso, llegó a tener mejores ingresos que su esposo, antes de vivir en Washington.
Es la segunda vez que compite por la candidatura presidencial de su partido, en la anterior perdió con Barack Obama, pero no por ello le negó su apoyo, al contrario, se sumó a su campaña y es en su gobierno donde alcanza la posición de secretaria de Estado.
Todavía se le recuerda por el discurso que pronunció en la convención de los demócratas donde fue nominado Obama. Su absoluto respaldo a quien todavía es presidente de los norteamericanos. Lo que seguramente ahora ella espera de su adversario Bernie Sanders. Puede ser clave la posición que asuma su compañero de partido.
Hillary, ante el fenómeno mediático, político y polémico en que se ha transformado el republicano Donald Trump, necesita todo el respaldo de los demócratas, porque se avizora cerrada la competencia.
Estados Unidos nunca había tenido una candidata a la presidencia y Hillary Clinton puede ser la primera mujer presidenta en su país, una historia inédita y que acapara la atención del mundo.
De acuerdo con el perfil público, sus primeras actividades políticas, en su juventud, fueron en el partido Republicano. Su evolución progresista, liberal, la llevó al seno demócrata.
No ha estado exenta críticas; ninguna para derribar sus aspiraciones. Ni las que han cuestionado su vida profesional y decisiones de gobierno ni tampoco las que han involucrado a su familia. Se ha dado tiempo para escribir su autobiografía, el texto que más ha vendido como escritora.
De ella prácticamente se sabe todo, ha sido un libro abierto, razón por la que los electores estadounidenses tendrán sobrados elementos para tomar su decisión a la hora de votar.
Por lo cerrado de la competencia, el debate con Trump será clave para las aspiraciones de cada uno. Inclinará la balanza a favor de la demócrata o del republicano.
Estados Unidos ya tuvo su primer presidente afroamericano y ahora está ante la posibilidad de tener la primera mujer presidenta.
Guste o no, Donald Trump está en la disputa por la presidencia del país más poderoso del planeta.
Contra lo que se pudiera suponer, no es un improvisado en la política. Como empresario, lo mismo ha financiado a candidatos republicanos que a demócratas.
Es un personaje que sabe de medios, que conoce la política y los políticos de su país y, a estas alturas, no hay duda de su capacidad para difundir su imagen, buena, regular o mala.
En ninguna parte del mundo existe el político que tenga una imagen cien por ciento limpia.
Quienes se dedican a la competencia por el poder, saben que las imputaciones pueden ser ciertas, medias verdades, falsas o inventadas. Denigrar al adversario es una de las especialidades del político, sin importar en que parte del planeta viva. Rancia práctica.
Trump ha sido blanco de críticas por sus declaraciones contra los migrantes, los mexicanos y su idea de levantar un muro en la frontera de México y los Estados Unidos.
Es la estrategia que encontró para llamar la atención y lo ha conseguido. Se volvió popular y su presencia en los medios lo llevó a convertirse en candidato de los republicanos, sin ninguna dificultad. No fue una ocurrencia sino producto de un previo estudio de sus posibilidades para ganar la candidatura.
Su idea de meterse de lleno a la política no es nueva, la traía desde hace varios años. Decidió hacerlo porque las condiciones le son favorables y los resultados están a la vista.
Rompió el molde tradicional del político norteamericano.
Ha sido un competidor de avanzada, ofensivo, ataca antes de que lo ataquen. Pudiera ajustar su discurso y matizar su beligerancia verbal en la batalla entre candidatos, una vez que tenga la certeza de quién va a representar a los demócratas.
Donald Trump es economista, próspero empresario, vive su mejor momento. En el mundo se comenta lo que hace y dice. Es hijo de inversionistas inmobiliarios. Hizo su propia fortuna. En los noventas, quebró comercialmente. Logró recuperarse en la década siguiente. De acuerdo con la revista Business Insider, en el 2014 su patrimonio sumaba 8 mil 700 millones de dólares.
Incluso, derivado de esa experiencia, de la caída y el levantamiento, escribió el libro “El arte de volver”.
Después, con su amigo Robert Kiyosaki, escribió el texto “¿Por qué queremos que seas rico?”.
Por ser de un partido distinto y poner entredicho la nacionalidad de Barack Obama, por supuesto que no tiene la más mínima simpatía de quienes gobiernan los Estados Unidos.
Si va a llegar o no a la Casa Blanca, depende exclusivamente de los norteamericanos.
Sería un error desestimarlo solo por sus declaraciones, propias de una campaña que trata de sacudir y atraer al electorado.
No hay que perder de vista que él da la cara, pero atrás cuenta con un equipo adinerado e inteligente.
Cuando me enteré del itinerario de la gira papal y vi que iría a estados conflictivos o que han sido altamente conflictivos o que tienen una pobreza que parece un cáncer, incurable, supuse que sería como meter al pontífice a la cueva de los lobos, con riesgos para su integridad física.
Ha quedado atrás la visita y evidentemente los lobos no se lo comieron. Por poco un impetuoso le rasga la vestidura, pero tampoco sucedió eso, porque con su autoridad divina el Papa Francisco supo sacudirse el jalón.
No fue casual que hayan escogido lugares como Michoacán, Chiapas, el penal de Ciudad Juárez o Ecatepec en el estado de México. En suelo mexiquense hubo quienes se atrevieron a protestar por la visita e incluso de ahí salió el rayo láser que perturbó al piloto del avión que traía al Papa, justo cuando se aproximaba al aeropuerto de la Ciudad de México.
Cada quien ha hecho su balance de la gira, de lo que dejó a México y a los mexicanos, de lo que se llevó, de las imágenes y voces que recogió de católicos y simpatizantes, de los enfermos y de las víctimas de la injusticia, de los niños y de los ancianos, de los jóvenes, de lo que dijo y no dijo.
Me dio la impresión de que no hubo tantos jóvenes como los que salieron años atrás al encuentro de Juan Pablo II. Quizás por la decepción que el comportamiento de algunos eclesiásticos ha dejado en la población.
Sin embargo, no hay que perder de vista que el México que conoció Juan Pablo II, de ninguna manera fue el mismo que vio Francisco. Las condiciones han cambiado.
Ahora, por razones de seguridad, el Papa tiene que viajar en un transporte con mucha más protección y con una escolta que no lo pierde de vista ni un segundo. De cualquier manera, a pesar de ese dispositivo, siempre estará expuesto a un suicida o loco.
El no haber llenado el Zócalo de la Ciudad de México ha sido motivo de muchas especulaciones, de la que no se ha salvado ni el arzobispo Norberto Rivera Carrera. No ha faltado quien lo acuse de haber sido el causante, por supuestas diferencias con el mismo Papa. También le han imputado el ausentismo a monseñor Eugenio Andrés Lira Rugarcía, con el argumento de haber acaparado los boletos.
Lo cierto es que cuando vino Juan Pablo II por primera vez, en 1979, no hubo necesidad de boletos para todos los actos. La gente se movió para verlo, sin ninguna limitante ni restricción, con absoluta libertad. No hubo vallas metálicas, mucho menos arcos detectores. Era otro tiempo.
A pesar de ello, al final sumaron millones los mexicanos que se reconfortaron con la presencia del Papa argentino.
En entidades crispadas por la violencia como las citadas, lo bueno es que su visita calmó ánimos y sembró esperanza, la terapia de la palmada, el saludo y la palabra de aliento.
Si ese era el objetivo, que le bajara presión a la olla, se consiguió.
Para mi lo mejor era verlo de manera directa, con mis ojos, sin cámara telefónica de por medio ni cámara profesional. Disfrutarlo con mi vista, sentir su carisma, la luz del personaje mundial y religioso, su sentimiento, la vibra, la emoción colectiva que contagia.
Resolver si usar o no usar la cámara del teléfono no fue un dilema, al instante decidí que lo vería directo, para que su imagen se reflejara y quedara grabada en las pupilas, de ahí, al cerebro, guardada para siempre; la emotividad, al corazón. Toda la vida, en cualquier momento y lugar, con solo desearlo, para volverlo a ver en la mente, sin necesidad de ir al archivo fotográfico.
Alegría que provoca la luminosidad papal, alimento espiritual en domingo matinal, sobre la avenida Patriotismo en la Ciudad de México.
Por poco brotan las lágrimas. Observé el rostro de una señora que también tenía ese impacto, ya habían pasado los dos segundos que puedes ver a Francisco en su papa móvil, a una velocidad de 50 kilómetros por hora.
Desde una semana antes sabía que pasaría por esa avenida y estaba decidido a verlo. La información la había tomado del impreso oficial de la arquidiócesis de esta ciudad.
Llegó el domingo, el 14 febrero, no podía haber mejor día, el Día del Amor y la Amistad, para verlo en su recorrido.
Mi hijo mayor estaba ansioso, se había adelantado, cerca de la hora programada, la valla humana ya estaba formada, niños, jóvenes, adultos. Los más con su teléfono listo para la foto o video. Los menos, mucho menos, con su cámara profesional. Ávidos del anhelado momento, a la altura de la colonia Nápoles.
Por el teléfono se podía captar la transmisión de una de las televisoras, para saber de la salida del papa móvil de la nunciatura apostólica. Y empezó la cuenta regresiva, arrancó el convoy, se redujo la espera.
Por Insurgentes, en primer lugar; después por Mixcoac. Se detiene frente a la escuela Simón Bolivar. Se baja el Papa Francisco para saludar a un grupo de religiosas. Por lo menos 10 minutos la escala. Regresa a su vehículo, va con destino al Campo Marte en donde tomará el helicóptero que lo llevará a Ecatepec, estado de México.
Entra el convoy a Patriotismo, dos motociclistas por delante. Mis ojos listos para registrar el mágico instante.
Crece las expectación de la gente, agitan banderas, gritan en coro el nombre de Francisco, preparan sus cámaras.
Mi ojos, listos para la ocasión, muy abiertos.
A la vista la comitiva, el Papa Francisco.
Enfocó la mirada en el pontífice, en su cara, en el movimiento de su mano derecha, en su vestimenta blanca, en su sonrisa.
La emoción invade mi cuerpo, parece recorrer a la velocidad de rayo por todas las venas, el corazón se agita, el cerebro registra cada milésima de segundo de esa escena, vibro de la cabeza a los pies, una sensación que solo puede provocar quien transmite esperanza, bondad, paz.
Han pasado los dos segundos, el convoy se aleja, la gente rompe filas, se deshace la valla humana. Veo a muchos con cara reconfortada, relajados, sonrientes, cordiales, amigables. Yo, igual, con una impresión imborrable.
Mi hijo había optado por tomar fotos.
Regresamos a casa con la inyección de la energía papal, eufóricos por ese encuentro espiritual.
De nuevo en el penal de “máxima” seguridad de El Altiplano, a Joaquín Guzmán Loera no lo volverán a llamar “Don Joaquín” como lo hizo el custodio que acudió a buscarlo en su celda el día de su segunda fuga (escuchado en video difundido en medios) ni tampoco podrá platicar con quien fue su vecino Sigfrido Najera Talamantes, alias “El Canicón”.
Una vez que se entra a ese centro federal de “readaptación” social, por reglamento, el interno pierde el nombre y se convierte en un número. Ahora ya no le van a permitir a los vigilantes darle trato diferenciado, porque también monitorearan su desempeño, no les van a tolerar ningún tipo de confianza con “El Chapo”.
Sigfrido Najera era un personaje de aproximadamente 35 años de edad, jefe de los Zetas en Nuevo León cuando fue detenido. Murió en dicho penal por un paro cardiaco el seis de septiembre del 2015, justo semanas después de la fuga. Un tipo de alta peligrosidad, temido por los demás internos, interesado en relacionarse con quien quisiera sus servicios. Ofrecía ayuda par comunicación externa y regalaba aparatos eléctricos.
A los de reciente ingreso, con cierto perfil que pudiera serle útil, de inmediato les hacía saber que era el conducto para comunicarse con la familia, “para decirles que estás bien y que no se preocupen”, solo les pedía que le proporcionaran el número telefónico.
Por supuesto que el favor no era gratis, porque llegaría el momento en que él cobraría la factura, esto estaba implícito. La atención se tendría que corresponder cuando lo solicitara.
Debido a su peligrosidad, estaba solo en su celda, le gustaba escuchar música de banda. Los sábados y domingos, que no desconectaban en el penal la electricidad de los contactos, mantenía encendido su aparato toda la noche. Ninguno de los otros internos, que estaban en el mismo pasillo, se atrevía a protestar. Dormían con esa música.
Se sabía que disponía de recursos económicos. Compraba y regalaba televisores a internos con los que buscaba relacionarse. Los regalos se aceptaban sin replicar, se agradecían. Requería extremo cuidado y diplomacia eludir sus interesadas pretensiones.
El día que fue internado un jovencito de 18 años, acusado de tráfico de drogas, inexperto, no le dio ni el saludo de bienvenida. Y menos luego de escuchar que estaba ligado a una organización contraria.
Najera Talamantes tenía contratados abogados de Toluca y de la ciudad de México. Todos los días tenía visita de sus consejeros jurídicos. Se quejaba de que las resoluciones de jueces a su favor no eran acatadas sobre sus condiciones de internamiento. Protestaba porque las autoridades del penal lo castigaban. Lo mantenían aislado, con restricciones para ir al patio o a la visita conyugal.
Se notaba que era una persona irascible y vengativa. La ocasión en que vio desde su reja los golpes que tenía en el cuerpo otro interno que había sido torturado por custodios, soltó el comentario: “a mi si me hacen eso, me quedó vivir en Almoloya” hasta cobrarse la agresión. La amenaza fue escuchada por custodios, que prefirieron guardar silencio en vez de reprenderlo.
Era de una mirada fulminante, de las que matan, pero no como dice la romántica canción “ojos tapatíos” que interpretaba el charro Jorge Negrete, sino de la expresión popular que se utiliza cuando se quisiera eliminar de esa forma al enemigo o adversario.
Así era en prisión Sigfrido, el famoso “Canicón”, quien por su estilo seguramente se relacionó con Guzmán Loera.
Sin embargo, ya no está en el Altiplano quien fuera jefe de los Zetas en Nuevo León. No se fugó, se fue para siempre del planeta, ya no le tocó ver el regreso de “El Chapo” al Altiplano.
Por eso es que Guzmán Loera vivirá otra página en su reclusión, sin su antiguo vecino ni custodios que lo llamen “Don Joaquín”.
El autor de este texto estuvo ahí cinco días por una injusticia, por eso te puedo contar esta historia del “Canicón”.
Cada vez más cerca la cena de navidad. La hora de decidir lo que vas a comer esa noche. ¿Comida retro o transgénica? ¿natural o con conservadores? Tendrás que tomar en cuenta en primer lugar tu presupuesto, porque en estos tiempos cuesta más la llamada orgánica.
En otra de mis fases infantiles, recuerdo que en el patio la familia tenía gallinas, pavos o guajolotes, uno o dos cerdos, árbol de aguacates y también de mangos. La leche llegaba al domicilio, se hervía y afloraba la nata, que se untaba en pan blanco o bolillo. En el mercado, de los tradicionales, de los fijos, se podía comprar pescado fresco, no congelado. Igual con la carne de res. Lo mismo sucedía con el queso, frutas, las hortalizas o verduras.
Todo era natural, orgánico dirían en la actualidad, los alimentos tenían sus sabores de origen. En la casa era de ir al gallinero para tomar del nido los blanquillos, directos al sartén. Al plato, sin intermediarios ni químicos, aguacates y mangos, en su respectiva temporada. Más de una vez me tocó darle mate a una gallina o gallo, para después preparar un delicioso caldo. En festividades importantes, la vida del marrano llegaba a su fin, carne y chicharrones de primera. Tortillas de maíz blanco.
Otro tiempo. Después se empezó a vender la leche en cartoncillo, por más que la hervías, no aparecía la nata. A los pollos se le dio alimento para engordar y multiplicarse más rápido. Se volvió una práctica congelar la carne. Surgieron y dominaron el mercado los alimentos enlatados y embolsados, con conservadores y fecha de caducidad.
Cambio el sabor de los alimentos, se perdió su esencia. La comida en todos los países del mundo, productos transgénicos. Lo natural, lo orgánico, quedó en el olvido, rebasado por la producción masiva y acelerada. Es lo que predomina, es lo moderno, es lo de hoy. El consumo popular y generalizado, que en ningún caso significa que los precios sean accesibles para la mayoría.
Hasta que llegó lo “retro”, la defensa de lo pasado, de lo natural, la lucha de los ecologistas contra lo transgénico. El rescate de la comida orgánica. Y a mi me dejó pasmado, con la boca abierta, escuchar a una vendedora en el mercado decirle a mi esposa: “¿quiere huevos de gallina?... Los tengo en la bodega, cuestan más pero son auténticos”.
De inmediato me pregunté a mi mismo: ¿lo que tiene a la vista, en el mostrador, de qué animal son? No hice comentario alguno en voz alta para evitar entrar en mayor confusión. Solo reflexione: todavía no queda claro si fue primero la gallina o el huevo y ahora resulta que hay dos clases de gallina cuando se trata de poner huevos.
Ya mi esposa me sacó de mis enredos al precisarme que la diferencia está en lo que comen esas aves. Si su alimento es natural, por supuesto que su producto es natural. De lo contrario, si lo que consume lleva químicos, con genes alterados, el blanquillo no será natural.
Así las cosas, ¿ya te diste cuenta que en ese regreso al pasado, también está en el mercado lo que llaman la cerveza artesanal? La cerveza casera, doméstica. Valga decir, echa mano, sin las grandes maquinarias. Y también cuesta mucho más que las comerciales o industrializadas que todos conocemos.
Por razones económicas, no me va a quedar más remedio que una cena de navidad con pavo o gallina hecha en serie. Cerveza, la de siempre. Lo orgánico y artesanal, lo retro, hoy es más caro.
En los cincuentas y buena parte de los sesentas en el siglo pasado, el estudio de ecografía (ultrasonido) no existía, había que adivinar si sería niño o niña. Se hacían hasta apuestas entre los familiares y amigos. Se optaba por comprar ropa de color amarillo o blanco, porque el azul estaba marcado para los varones y el rosa para las mujeres.
Si alguien te había regalado una vestimenta rosa, la madre acudiría a la tienda para cambiarla por azul si había nacido un niño. Era la solución que se le daba a este tema de la infancia.
Azul para el niño y rosa para la niña. No había nada que discutir ni debatir, lejos de caer en polémica.
¿Y por qué te cuento esto? ¿Qué tiene que ver con la política?
Quizás y seguramente, nada.
Lo hago porque de nuevo estamos en diciembre, en el mes de las fiestas, abrazos, recuerdos, alegrías, caras sonrientes, navidad y el último día del año, buenos deseos y compromisos para el 2016. Es un tiempo para tratar de descansar de la política y los políticos, si es que se puede.
Por supuesto, no faltará quien diga que todo tiene que ver con la política. No hay porque complicarse, es diciembre, es preferible sonreír y convivir en santa paz. Reencuentro de amigos, de quienes trabajaron o trabajan en el periódico mexicano El Universal, como nunca se había visto, en la noche del cuatro de diciembre pasado. Ánimo navideño y día de celebración para Roberto Rivera Mier quien se estrenó como presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad.
Bueno, sigo.
Después llegó el desarrollo del estudio de ecografía y entonces con anticipación se hizo posible saber si sería niño o niña. Desaparecieron las equivocaciones a la hora de comprar ropa para el nuevo o nueva integrante de la familia. En materia de juguetes, los carritos, trenecitos, arcos y flechas con punta de goma, pistolas de plástico, para los niños. La diversidad de muñecas, casitas, vajillas miniaturas, para las niñas. Impensable un color rosa para las paredes de la habitación del niño.
Sin embargo, en la actualidad es innegable que los valores en la sociedad se han invertido o han cambiado tanto que no pasara mucho tiempo sino es que ya llegamos, que hasta los colores con que se han distinguido a los niños y niñas, van a variar de criterio, porque de no hacerlo, no faltará quien diga que la discriminación tiene su origen en la infancia.
Para algunos pudiera ser sorpresivo o nada creíble, pero el hecho es que el tema ya está en la mesa de análisis. Hay voces que ven como un signo de discriminación que el azul sea exclusivo de los niños y el rosa de las niñas. ¿Por qué un niño no puede vestir un pantalón de color rosa o incluso un vestido? o ¿Por qué una niña no puede jugar con los juguetes que siempre se ha considerado son exclusivos del hombre, si ahora las mujeres adultas hacen todo lo que antes se les suponía vedado o hasta tenían prohibido, como entrar a una cantina?.
¿Por qué tienen que hacerse diferencias, impuestas por los mayores, en la infancia? Es el cuestionamiento que hacen quienes pregonan o presumen un pensamiento de avanzada.
Ojalá que ese reajuste en los valores de la sociedad nos conduzca a un mejor mundo, a una mejor convivencia, al entendimiento, al respeto, a la paz mundial, a la equidad y justa distribución de la riqueza, no importa que el bebé se vista de rosa y la bebé de azul si hoy ese es el consenso.
Cuando cursaba la preparatoria y era reportero deportivo del diario La Opinión de Poza Rica, Veracruz, vi por primera vez una corrida de toros, con la entonces estrella Manolo Martínez.
A pesar de lo extraño o raro que ahora pudiera parecer, porque se trata de un municipio con población futbolera y beisbolera, sobre todo, en el parque de beisbol Heriberto Jara Corona se improvisó un ruedo.
En ese tiempo nadie se quejaba ni protestaba por la violencia o crueldad contra los animales.
Me pidieron que hiciera la cobertura. Sabía del lenguaje taurino por las transmisiones que se hacían en la televisión y la lectura de crónicas en los periódicos deportivos de la ciudad de México.
Tuve la infeliz ocurrencia de llevar camisa roja y ubicarme en barrera. “No te muevas porque vas a distraer al toro”, recomendación de Manolo.
Por las dudas, no le quitaba la mirada al de los cuernos y estaba listo para correr.
Eran toros con peso menor a los que había visto por televisión, porque de otra manera hubieran hecho pedazos el portátil y frágil ruedo, en perjuicio de los que estaban en la barrera.
Una cornada de 300 kilos te puede mandar al hospital o al cementerio.
Supongo que los patrocinadores probaron si Poza Rica tenía en su población afición taurina.
Nunca más se volvió a organizar una corrida en ese lugar.
Escasos taurinos y cero defensores de los animales. No recuerdo que alguien se haya levantado de su asiento y gritado: ¡paren esa violencia!
Hubo “¡olés!” y dos orejas de premio para Manolo.
Con el paso del tiempo, en México y en otras partes del mundo donde se practica la tauromaquia, surgió una corriente contraria, opinión distinta a la de quienes la ven como un arte que debe conservarse.
Y que conste que los toros han tenido aficionados como el mismo guerrillero Che Guevara y el escritor Ernest Hemingway, la actriz María Félix, el compositor Agustín Lara, el periodista fallecido en este año Jacobo Zabludovsky y el comediante Mario Moreno “Cantinflas”.
En la actualidad, los empresarios Alberto Baillères y Carlos Slim, el ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente, los comunicadores Joaquín López Dóriga y Leo Zuckermann, los cantantes Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat y Emmanuel, así como los políticos Manlio Fabio Beltrones y Santiago Creel. También Margarita Zavala.
No hay registro de que “El Che” se hubiera opuesto al castigo de los toros, tampoco de Hemingway ni de ninguno de los otros personajes que he citado. Gente con preparación para distinguir la crueldad de la bondad con los animales. Baillères, dueño del Palacio de Hierro y otras empresas, se graduó de economista con doble mención honorífica en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Zuckermann tiene maestría en políticas públicas por la Universidad de Oxford en Inglaterra y conduce programas de análisis en Televisa. Emmanuel es ecologista. Serrat y Sabina, socialistas de la música.
Se ha politizado el tema. La sociedad ha ajustado sus valores morales, hay voces en pro y en contra.
Un hecho a la vista es que los toros son torturados, porque no se pueden entender de otra manera los pinchazos con la lanza, las banderillas en el lomo y las estocadas del matador.
Vivo a seis calles de la Monumental Plaza México, pocas veces he asistido. La primera vez para ver la actuación de unos enanitos forcados. A mi hijo menor no le gustó el espectáculo, empezó a exigir retirada y nos salimos a la mitad.
A mi hijo mayor lo invité a la inauguración de la temporada grande el año pasado; en ningún momento se emocionó, la tarde había caído y le urgía ir a comer, ya no vimos el último toro.
Mi esposa disfrutó en una ocasión el regocijo de un grupo de aficionados que cargaron en hombros a un torero, con rostro radiante y sonriente, hasta el edificio donde vivimos, sin importar la llovizna, pero nunca más ha querido ir a la plaza, le gustan los toreros, no la forma en que matan a los animales.
Yo, concluyo, aprecio los lances del diestro, la estampa y bravura del bobino, pero también tengo claro que es un arte sangriento, una expresión del antiquísimo circo romano.
El cuidado del cortometraje es milimétrico, cada segundo aprovechado, con gestos y palabras que dan vida a una historia de humor negro que juega con la realidad y la ficción.
Se inspiró en una noticia de ladrones que el director y guionista Carlos Alcocer retomó de uno de los diarios de la ciudad de México.
Hasta los actores invirtieron sus ahorros para hacer esta cinta, titulada La mejor oferta. Quieren verla premiada. Participará en el próximo Festival Internacional de Bogota 2015.
La adaptada sala de cine de la Pulquería Los Insurgentes en la colonia Roma registró lleno. Hubo necesidad de agregar sillas.
Pre-estreno de un corto bien hecho.
Su estreno internacional, pronto, en el festival colombiano.
Divierte, provoca risas, su esencia es violenta, sin que corra la sangre y sin que nadie salga golpeado. Los delincuentes exhiben las armas de fuego pero nunca son disparadas. Recurren al lenguaje áspero y a las esposas para intimidar e inutilizar a las víctimas.
Se da la traición entre los rateros y, una extraña empatía, del que se queda con las ganancias de la repetida venta de un auto, con la principal víctima, porque la hace partícipe del botín.
Ficción que también justifica que los ladrones se ocupen de atender el juego Pumas-América que se transmite en la televisión que se encuentra encendida en la casa donde se desarrolla la trama.
En la vida de hoy, no se preocuparían del futbol y mucho menos de darle su parte a la víctima.
Cuando llegué a la pulquería ya no había lugar, me tocó periquera y en galerías. Desde ahí veía el ánimo de la concurrencia, había expectación por la película. Conversaciones sobre nuevos proyectos o participaciones en otros espacios de arte, rostros jóvenes y maduros.
El director, Carlos Alcocer, estaba feliz, contento, emocionado con su cortometraje, complacido con la sala completa. Caminaba y se paseaba entre la sillería, saludaba a sus conocidos y amigos.
Cuando se apagaron las luces y empezó la proyección, se acabó el murmullo, automático el silencio, todos clavaron la mirada en la pantalla. Cero distracciones, nada de ruido, ni de los que se refrescaban la garganta ni de los que comían alguna botana.
Parecía que hasta contenían la respiración, para no perder detalle, cada minuto del corto.
Un historia de cine tejida a mano con patrocinio colectivo, un trabajo profesional, meticuloso, no puede ser de otra en un filme que dura minutos, si se quiere hacer diferencia y suspirar por los premios. El reconocimiento fue unánime. Comentarios elogiosos en ese foro etílico.
Igual de unánime el aprecio que artistas y director hicieron público para su maestro y amigo Luis Mandoki, al que le atribuyen lo que han aprendido para actuar y hacer cine de calidad.
¿Mensaje del cortometraje?
Pumas 3 América 2.
¿Ficción o realidad?
Estampa patria de un México creativo, armonioso, alegre, colorido, nostálgico y sentimental, ilustrada con canto, tecleo de 10 pianos, bailes folclóricos, danza moderna y clásica.
Aderezada con el timbre potente de Rocío Banquells y llevada a lo excelso con los giros y deslizamientos en el tubo del “pole star” Dante Hernández quien al mismo tiempo interpreta “Amor Eterno” de Juan Gabriel, sin perder el control de sus movimientos ni dejar de respirar y mucho menos de cantar.
Y con un público interactivo que a la primera provocación responde a sus artistas, como cuando uno de los maestros pianistas se levanta de su banquillo y a una señal suya más de una quinteta hace el chiflido que acompaña a la canción Amorcito Corazón, popularizada por Pedro Infante.
Admirable el espectáculo Diez Pianos ¡Viva México!, diferente y superior a la primera presentación pianística colectiva que vi y escuché hace siete años. Sentado en la butaca del teatro, en el mes patrio, pensé que si mi país trabajara con esa coordinación y entendimiento, otro sería el resultado.
De estos artistas, hay un esfuerzo compartido, un plus que emociona y complace a la asistencia.
Las pantallas que descansan en la parte trasera y a lo ancho del escenario, rememoran en sus imágenes el pasado revolucionario y el rostro de la diva Doña María Félix, las caras de compositores inolvidables.
Hay calidad en arreglos musicales para recordar la obra de Agustín Lara, Álvaro Carrillo, José Pablo Moncayo, Briseño, José Alfredo Jiménez, Armando Manzanero, Cuco Sánchez, Roberto Cantoral, Rubén Fuentes, Chava Flores, Juan Gabriel, Juan Zaizar y Marco Antonio Solís.
Dante Hernández, moreno y fornido, te deja sin habla cuando hace el acto del tubo, se desliza con maestría, de cabeza, hacia arriba, en línea transversal; y al mismo tiempo, la canción inmortal de Juan Gabriel.
Tzáitel Santini, con una figura esbelta y estética, desborda elegancia cuando se sube al trapecio y el largo de su vestido blanco llega hasta el piso. Demuestra que también sabe cantar y dominar el escenario.
Rocío Banquells se cambia de vestuario para cada una de sus intervenciones. Ha sabido vencer el tiempo y conservar intacta su voz a pesar del paso de los años. Dotes de cantante y actriz. Es la más ovacionada de la noche.
Fernando Cravioto y Alejandro Ávila, con traje y sombrero de charro, exhiben la bravura de la música vernácula. Cumplen para redondear el show “Diez Pianos ¡Viva México” en el Centro Cultural Teatro 1, ubicado en la colonia Roma de la ciudad de México.
David Pérez alterna el contrabajo con la guitarra eléctrica. Héctor López se hace cargo de la batería. Los coros Brenda Baez y Hugo Robles pasan al frente y cantan Querida del compositor juarense. Coreografía pulcra, sin fallas, bailarines y bailarinas adornan con sus movimientos el canto de sus compañeros. La escenografía, la iluminación y el sonido confirman la especialidad de los técnicos.
Participación colectiva para lograr un espectáculo bien hecho, digno de mexicanos y listo para ser exportado, con una producción de Gerardo Quiroz Acosta, quien anuncia que viajarán al extranjero, porque ahí es más apreciada y se vuelve rentable esta estampa de música mexicana.
Aplauso de pie para los artistas.
La gente pide una canción más.
Rocío complace con “El Rey”, empieza a capela. Pronto la siguen los pianistas, después el mariachi.
La asistencia, insuficiente para llenar el teatro, se va feliz.
Es una mujer que transpira todos los días la poesía de Jaime Sabines. No hay otra periodista en el mundo que conozca como ella obra y vida del chiapaneco, sus dolencias, aficiones y vicios. Cada una de sus palabras grabadas las llevó al libro Jaime Sabines. Apuntes para una biografía, porque el personaje “hablaba como escribía”.
Ahora él se ha vuelto su sombra, ella carga con su historia en la memoria y en ocasiones con el libro bajo el brazo o con los antiguos casettes en los que capturó la voz del poeta pero que ya reclaman ser digitalizados, porque la última ocasión que la vi sacarlos de su bolsa para ponerlos en grabadora, al exponer el tema en el bosque de Chapultepec, una de las cintas exhibió su desgaste y distorsionó lo grabado, consecuencia del uso.
Ella es Pilar Jiménez Trejo, especializada en información cultural. Alguna vez intentó escribir poesía. Comprobó que no había nacido para eso, porque la poesía, como le dijo uno de sus maestros, se trae de nacimiento. El poeta o la poetisa no se hacen, nacen.
La poesía de Sabines se ha adueñado de su vida, la acompaña a todas partes, escribe día a día en las redes sociales fragmentos inmortales del chiapaneco o anuncia una presentación más de su libro, porque nadie se cansa de leer o escuchar los poemas del maestro.
Sin embargo, esta vez, la idea es ocuparnos de la autora de libro biográfico. Saber más de su vida, su pensamiento y sentimiento.
Cualquiera que la escuche hablar de Sabines podría suponer que la palabra del poeta se volvió irresistible para el corazón de la periodista.
-Qué piensas cuando escuchas el nombre de Jaime Sabines?
-En la poesía, en su voz, diciendo poemas.
-¿Te enamoraste de su poesía y del poeta?
-No en sentido pasional, sino del personaje. Hablaba como escribía, una maravilla escucharlo. Era guapo, delgado, ojos azules. Me veía como una chamaquita, como periodista curiosa.
-¿Después de Sabines, qué otro poeta es tu favorito?
-Walth Whitman. Me gusta Neruda, José Emilio Pacheco, la generación del 27, Juan Ramón Jiménez, García Lorca.
-¿Harías Apuntes para una biografía de otro poeta?
-Sí, pero el libro tendría otro nombre. El escritor más importante en mi vida ha sido Guillermo Rousset Banda, más que Sabines. Traductor, lingüista, daba cursos de poesía. Es la mente más lúcida que he conocido. Traducía al francés e inglés. Amigo de Arreola, Rulfo. Ajedrecista. Lo conocí al mismo tiempo que a Sabines. Fue comunista, estuvo en la prisión de Lecumberri. Figura crucial. Me dio muchas ideas para hacer el libro de Sabines. Fue como un padre para mi, figura paterna intelectual. Le ayudé en la edición de libros.
-¿Tu has escrito poesía?
-Intenté, publiqué en Diálogos de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Son muy malos mis poemas. Los escondí en una caja. Guillermo Rousset me dijo que me dedicara al periodismo y no a la poesía. El narrador se puede hacer pero un poeta nace. La poesía es un don.
Pilar es una periodista que ha vivido en China, Singapur y Dinamarca. Una docena de años fuera de México, con muchos recuerdos. Lo que más le impresionó de ese mundo fue el respeto a los valores, a la autoridad, a la policía, a los padres, a los maestros. La calidad de vida.
Nunca se sintió insegura, ni en su casa ni en la calle; aunque no hay sociedades perfectas. En Singapur le robaron una mochila. En China una cartera. Y en Dinamarca la canastilla de su bicicleta. En ningún caso se dio cuenta cuando le quitaron sus pertenencias.
Si estuvo en esos países obedeció a que entonces su pareja laboraba en el servicio diplomático y ella era corresponsal de algunos diarios de la ciudad de México, en distintos tiempos, de El Universal y Reforma. También fue representante de la agencia de noticias Notimex.
En esa etapa, no olvida el comportamiento de la comitiva de Felipe Calderón en China. Por la falta de coordinación en su equipo de logística y prensa, la seguridad local pasó un mal rato. Nadie del staff visitante le avisó a los periodistas mexicanos que no debían permanecer en un salón destinado para un encuentro privado y tuvieron que sacarlos a empujones. A partir del incidente, China modificó su protocolo para ese tipo de reuniones.
No se quejó de la comida en ninguno de los tres lugares. Ni en China que en los primeros meses solo señalaba lo que quería comer. Siempre le pareció delicioso el alimento.
Después de vivir 12 años en esos países, Pilar Jiménez Trejo llegó a la conclusión de que el respeto es fundamental para que un sistema funcione.
José Antonio Meade Kuribreña siempre me ha parecido un buen tipo, educado, prudente, discreto y bien vestido, con ropa de marca.
Me topé con él cuando se desempeñaba como colaborador de Agustín Carstens en la Secretaría de Hacienda.
Su jefe rendía cuentas en el viejo edificio senatorial de Xiconténcatl, en el Centro Histórico de la ciudad de México.
José Antonio estaba en la explanada, la que está frente al edificio. Caminaba con el teléfono pegado a su oído derecho. Lo veía caminar diez pasos y regresar, de un lado a otro, tres o cuatro veces. Impecables y lustrosos sus zapatos. Con un corte de cabello que hasta la fecha conserva, aunque ahora más estilizado y con fijadores modernos.
Su rostro inmutable, no se percibía si estaba molesto o contento con la llamada. Tampoco era alto el volumen de su voz. Era imposible escuchar lo que decía. A unos metros esperé a que concluyera. Ninguna gesticulación que lo exhibiera alterado. Ni frío ni acalorado su aspecto, cero grados, tranquilo. El que estaba ansioso era yo, quería que acabara su conversación telefónica para acercarme, saludarlo y buscar un dato exclusivo.
Tiene imagen de inteligente, pulcro y cuidadoso.
Cortés, atento, escuchó mi comentario, pregunté alguna cosa, no recuerdo con certeza. La verdad, nunca he sido especialista en finanzas. En cambio, José Antonio, desde entonces con la etiqueta de experto.
Seguro que se dio cuenta de mi inexperiencia y falta de dominio del tema y lenguaje financiero. No conseguí nada que me diera nota exclusiva. Un encuentro sin utilidad para ninguna de las partes. Para el funcionario fue fácil deshacerse del reportero. Sentí que había dejado escapar una oportunidad por la falta de la pregunta oportuna y adecuada.
A pesar de que desperdicié la ocasión, quizás por eso mismo no olvidé el episodio. Como si hubiera sido de la mayor importancia. Yo trabajaba para El Universal. Él, espero no equivocarme, era responsable de la comunicación de la secretaría de Hacienda.
No perdí de vista al personaje, su trayectoria. Desde que ascendió a secretario, no ha bajado de ese nivel. Llegó al gabinete con Felipe Calderón y sorprendió al mantenerse en el gobierno de Enrique Peña Nieto. De una administración panista pasó a una administración priista.
Se ha ido formando en las alturas del poder. Ya estuvo en las secretarías de Energía, Hacienda y Relaciones Exteriores. Aprendió lo que es el manejo del mercado petrolero, el ejercicio hacendario y la diplomacia. No ha sido el secretario maravilla en ningún caso pero tampoco se ha visto obligado a salir por la puerta de atrás. Sus calificaciones son aprobatorias como servidor público y es lo que lo ha llevado ahora a la Secretaría de Desarrollo Social.
Ya es presidenciable, de la Sedesol salió Luis Donaldo Colosio para la candidatura del PRI en 1994.
Sin embargo, Meade no es Colosio. Su perfil es cien por ciento financiero y como titular de la Sedesol está a prueba su capacidad política. Pronto se verá si tiene o no sensibilidad social.
Habrá que ver si aguanta los baños de pueblo.
Es un hecho que sus zapatos lustrosos se van a empolvar.
Para Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, seguro que debe ser de la mayor importancia atender el reclamo de indemnización de una víctima de tortura, sobre todo si hay aceptación de la autoridad de que cometió la agresión. Sus sensibilidades humana y social no le permitirían una posición distinta. Mucho menos si tiene planes de competir por la candidatura de su partido en el proceso electoral del 2018, siempre y cuando le perdonen el caso de la fuga famosa de El Altiplano.
Sería grave que en su expediente apareciera el antecedente de que la institución de la que es titular, se resiste a pagar una indemnización por tortura, máxime que en esta materia México tiene la mirada fija de los organismos internacionales defensores de los derechos humanos.
Sabe que la imagen de autoridades no es la deseada para un país que hace esfuerzos por ser demócrata y justo.
La Ley General de Víctimas en su artículo primero señala:
“En las normas que protejan a víctimas en las leyes expedidas por el Congreso, se aplicará siempre la que más favorezca a la persona”.
El alcance e interpretación del precepto es indiscutible. Su precisión no da lugar para ambigüedades.
Desde septiembre de 2014 el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa le ordenó a la Comisión Nacional de Seguridad que depende de la Segob atender la solicitud de indemnización.
Hasta ahora el director general de apoyo jurídico de la CNS, José Reséndiz Martínez, ha evadido el reclamo, lo considera improcedente, quizás porque para él lo que menos importa es el daño que se ocasiona a la víctima y a su familia con una agresión de esa naturaleza.
Tampoco pareciera preocuparle el deterioro de la imagen de la Secretaría de Gobernación y del gobierno federal. Su actitud contraviene una determinación del poder legislativo.
¿Qué parte de artículo primero de la Ley General de Víctimas no entenderá?
De nuevo el citado tribunal federal de justicia fiscal y administrativa le ha pedido a la CNS, a su abogado, que exprese por escrito su respuesta a la demanda de indemnización.
El tiempo corre ya para su contestación.
Debe saber Osorio Chong que el subsecretario de Derechos Humanos, Roberto Campa, ofreció revisar esta situación:
“@zarateaz1: El precio de la tortura./Lo reviso
5:29 - 7 may. 2015
Es de suponer que ya la revisó.
Lo que diga el abogado Reséndiz dejará huella. Medirá la voluntad de la autoridad para acatar la Ley General de Víctimas que dispone aplicar la ley que más convenga a la víctima y en este episodio es la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado. Si el Estado es culpable, el Estado tiene que pagar (http://arturozarate.com/?p=1666).
No creo que Osorio Chong también quiera pasar a la historia como un funcionario que se opuso a la indemnización de un torturado.
Roberto Campa tiene una larga trayectoria en la política, con altas y bajas. La experiencia lo ha vuelto sensible y está ante la oportunidad de sumar otro punto a su favor.
Es el tiempo de Campa.
La historia de hoy destiñe declaraciones oficiales. Aquellas que prometen y ofrecen absoluto respeto a los derechos humanos, las que se sienten agredidas cuando organismos internacionales, en particular la ONU, juzga que en México “la tortura es generalizada”.
¿Qué pasa si te torturan y se comprueba que te han torturado, incluso la autoridad ha aceptado que es culpable?
¿Será suficiente con darle atención psicológica al torturado?
Eso es lo que cree José Reséndiz Martínez, director general de apoyo jurídico de la Comisión Nacional de Seguridad, organismo que depende de la Secretaría de Gobernación.
Pasa por alto lo que establece el párrafo segundo del artículo primero de la Ley General de Víctimas:
“En las normas que protejan a víctimas en las leyes expedidas por el Congreso, se aplicará siempre la que más favorezca a la persona”.
Para el director jurídico, para que él pueda admitir que procede la indemnización, expresamente tenía que haberlo solicitado la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Sin embargo, en este caso, la víctima se amparó en la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, porque es la que más le favorece y porque el responsable de la agresión es el Estado.
La víctima buscó plantear el caso a la ahora ex subsecretaria de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Lía Limón, pero para entonces la prioridad de la funcionaria era convertirse en candidata a diputada. Es de esperarse que su relevo, Roberto Campa, quien tiene fama de actuar con sensibilidad política, social y humana, haga las correcciones necesarias.
También el tema es una vergüenza para el servidor público que firmó la Recomendación 27/2013 de la CNDH, porque es inconcebible que suponga que una tortura queda resuelta con solo atención psicológica para el torturado, como si la tortura no tuviera secuelas, como si la víctima no tuviera un entorno familiar, laboral y social.
¿Qué dirán los organismos internacionales defensores de los derechos humanos de enterarse con detalle de este episodio, que en México se tortura y cuando lo hace el Estado se resiste a indemnizar?
El caso está en estudio en el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, que en resolución emitida el 30 de septiembre de 2014, pidió a la CNS que atendiera la solicitud de indemnización.
Meses después, el 19 de enero de 2015 el citado licenciado Reséndiz argumentó que la vía para reclamar la indemnización es improcedente.
¿Estará enterado este licenciado de lo que se dice de México en el exterior en materia de derechos humanos y tortura?
¿Sabrá que en el momento de la tortura la víctima piensa en el final de su vida?
¿Tendrá claro que con su actitud, de resistirse a indemnizar o propiciar un largo proceso legal, que implicaría revivir el episodio de la tortura, corre el riesgo de revictimizar a la víctima?
Por esa realidad que lastima, la víctima (expediente 8990/15-17-02-1) ha procedido a presentar la demanda correspondiente en el mismo Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, porque el segundo párrafo del artículo primero de la Ley General de Víctimas es claro y contundente:
“En las normas que protejan a víctimas en las leyes expedidas por el Congreso, se aplicará siempre la que más favorezca a la persona”.
Cuando vi a mi héroe caminar por la ciudad en calzoncillo, en medio de la gente, con expresiones de morbo y burla de quienes lo miraban, la verdad, me incomodó y desalentó el tráiler para ver la película Birdman del director mexicano Alejandro González Iñárritu.
Me pareció un atentado a mi pasado infantil, de niño Birdman fue una de mis preferidas series de dibujos animados, no me la perdía por las tardes después de hacer la tarea escolar.
Su grito de batalla: “¡biiiiiirdman!” me fascinaba. Volaba con una gran rapidez. Tenía poderes en sus puños, rayos solares para destruir al enemigo. Por mucho tiempo sólo contó con “Vengador”, su fiel águila, para llevar a cabo sus misiones encomendadas desde un monitor por Halcón 7 (personaje con un parche en su ojo izquierdo) Después apareció Birdboy.
Por eso, al verlo de carne y hueso, humanizado, en ropa interior, sin su clásica vestimenta y en caricatura, lo sentí como una ofensa para mi héroe. Descarté en ese momento la película. Había acabado, en segundos, con la imagen creada en la infancia.
Incluso hice oídos sordos varias veces a las invitaciones familiares para ir al cine por ese filme, sin decir el motivo; se me había quedado grabada la imagen de Michael Keaton en calzoncillo. Cada vez que se tocaba el tema, también llegaba a mi mente el héroe adorado en la infancia, no podía aceptar esa afrenta.
Sin embargo, debo admitir, que ya había leído y escuchado comentarios favorables de lo hecho por González Iñárritu.
Pasó más de una semana en cartelera, cada vez eran menos los cines que la tenían programada.
Se produjo la noticia de siete nominaciones para el Globo de Oro y ya no tuve argumento para evadir la invitación.
La sala del Cinemex WTC estaba llena, alcanzamos lugares en la primera fila, resignados a mantener la cabeza a 45 grados, hacia arriba, para mirar la pantalla. Mi esposa vio pasar a la actriz Isela Vega, a la que no reconocería si no me dicen que es ella, porque los años cobran a todos juventud.
En el asiento de atrás estaba Nicolás Alvarado. Supe que se trataba del comentarista de la cultura por su inconfundible y sonora voz. Lo escuché hablar antes de que empezara la película.
Se apagaron las luces. 30 minutos de anuncios. Hubo expresiones de protesta y uno que otro chiflido. También abucheos cortos para el promocional del Partido Verde Ecologista de México.
Público conocedor y exigente, deduje.
Por fin el Birdman de Alejandro González Iñárritu.
No bajé la mirada en ningún momento, me atrapó de principio a fin, me dejó sin habla. Hasta me olvidé de mi caricatura de la infancia. Terminé por aceptar a Keaton y ya no vi su actuación como una ofensa para mi héroe.
Bien por González Iñárritu y el humor negro de su película. Hoy me enteró que también está nominada para 13 premios Critics´ Choice Awards, en camino a competir por los premios Oscar.
Por lo menos en el cine es válido hacer una película para que el espectador se ría de los absurdos de la política, como sucede en La Dictadura Perfecta del director Luis Estrada. La gente se ríe.
Me tocó verla en un Cinemex de la ciudad de México; antes de entrar recordé que en ese mismo lugar, en el 2012, se exhibió Colosio. No se me olvida que varias personas salieron vociferando maldiciones contra quienes sospechan estuvieron involucrados en el asesinato del candidato presidencial priísta en 1994. Supuse que algo así pasaría con el filme protagonizado por Damián Alcazar.
Iba preparado para observar y escuchar las reacciones durante y después de la película. Tres cuartas partes de la sala estaba ocupada, la mayoría de los asistentes eran cuarentones. No registré presencia de veinteañeros, solo un jovencito que encendió la luz de su teléfono para guiar a su abuela al descender las escaleras en la oscuridad, a la salida.
Proliferaron las risas. Estrada consiguió su objetivo, quería hacer reír, hizo reír.
Rostros apacibles, no vi a nadie enojado o molesto. Comentarios encontrados al calificar la película; para unos era “muy buena”; para otros solo “buena”. Nada extraordinario. Tampoco el tema era nuevo. Recreación de historias sobre la forma de hacer política.
Nadie con ánimo de mentar madres. Era de noche, todavía con tiempo para ir a cenar o a casa a descansar y dormir, en paz, sin correr el riesgo de sufrir pesadilla. Me había divertido con el filme, como los demás.
La costumbre y lo frecuente en las películas es ver que ganan los buenos. El final feliz. En ésta ganan los malos, los que ejercen el poder, unos cuantos, con trucos, engaños y hasta sangre. Ni eso produjo una expresión de inconformidad entre la gente.
¿Y cómo anda la democracia en el mundo? ¿Qué no era el gobierno del pueblo para el pueblo?
Después de repasar el pensamiento de Aristóteles, Locke, Ruosseau, Maquiavelo, Lijphart, Dahl, Bobbio, Sartori y Macpherson, llegué a la conclusión de que la democracia existe, las reglas se cumplen, en unos más, en otro menos, en los diferentes países.
Depende en mucho de los gobernantes y también de la sociedad. El deterioro se acentúa cuando se cae en la indiferencia. En ninguna parte es perfecta, se ha desvirtuado en su esencia; no se le da al pueblo lo que necesita para tener calidad de vida.
Quizás ha llegado el momento de apretarle las tuercas a la democracia, lograr que garantice resultados justos, calidad de vida, por el camino de la civilidad y la ley. No hay que perder de vista que solo se vive una vez, pues entonces hay que vivir bien, en paz, en equidad, con libertades respetadas. Tarea de todos. La democracia que conocemos ha perdido fuerza, ahora se manipula para prolongar la estancia en el poder, el poder hereditario, el poder de los mismos y unos cuantos, atender el interés particular y no general, solapar o tolerar errores, el enriquecimiento de cúpulas y el empobrecimiento de mayorías, impunidad, incluso, ignorar normas elementales de tránsito.
Por eso el malestar social en diversas partes del mundo. Por eso el descrédito de políticos, de gobernantes. No hay diferencia en el comportamiento de partidos, en sus frutos. Su ambición es el poder por el poder. Eso de que la democracia es el gobierno del pueblo para el pueblo, sigue pendiente.
Toca a los estudiosos, a los teóricos, iluminarle el camino a los que toman decisiones para que la calidad de vida llegue a toda la gente.
La Dictadura Perfecta sí está para reírse por la conducta ridiculizada de unos cuantos. La realidad que les platico, enoja.
Creyó que los segundos que le quedaban de la luz del semáforo a su favor iban a ser suficientes.
Además, de no ser así, supuso que los vehículos al verlo, se iban a detener y dejarlo cruzar la calle.
Walter Ormeño se equivocó.
Uno de los automóviles lo arrolló. Con su estatura de 1.89 metros (antes era de 1.92 metros; dice como muchos que con la edad va decreciendo) y 90 kilos cayó en el cofre.
Se quebró la pierna derecha.
El accidente ocurrió en Guatemala, en el 2011. Para recuperarse lo único que le falta es recobrar el equilibrio. Le metieron cuatro tornillos en la pierna. Se apoya con un bastón. No le gusta y pronto quiere dejarlo.
Admite que fue su culpa, por no respetar las señales de tránsito.
Quien lo atropelló, no huyó. Estacionó su auto y llamó a la ambulancia.
-Monada de muchacho, tenía como 24 años. Me fue a visitar al hospital, preocupado por mi salud –recuerda.
También recibió la visita de un abogado. Le propuso demandar al conductor, acusarlo del atropellamiento y exigirle indemnización.
Walter rechazó la oferta, porque “yo fui el causante del accidente”. Para él siempre debe ir por delante la honestidad.
Como portero en el futbol mexicano y el continente americano, se convirtió en una leyenda. Jugó con el América, Atlante, Morelia y Zacatepec. En equipos de Centroamérica y el cono sur. Dirigió al América, al Pachuca, a Los Pumas, al Atlético Español, al Atlante y al Cruz Azul. Su historia deportiva es una enciclopedia. Horas interminables se requerirían para poder repasar su trayectoria. Pero más que le digan que es una leyenda, le gustaría que le dieran trabajo.
Se siente con fuerza para aportar su experiencia a las nuevas generaciones. Está agradecido con el futbol porque le ha dado para vivir. No es millonario. Ha tenido lo necesario para darle educación a sus tres hijos. Los tres con carrera universitaria. Tiene seis nietos, uno de ellos, Santiago Ormeño, juega en la sub-20 del América, es volante zurdo. Anhela que le den el lugar que le corresponde y que no lo vayan a desaprovechar. Otro nieto, Alexander, apenas de 5 años, le ve madera para dedicarse al futbol.
Amigo de uno de los grandes en el mundo. Del histórico e inolvidable Alfredo Di Stéfano, quien falleció el pasado 7 de julio. “Me quedó a deber dos pesos”, por una apuesta que hicieron en un partido. Coincidieron en Argentina y Colombia. Otro de sus amigos, Marcos Ricardo Búsico, del Boca Juniors. Cuando después de muchos años volvieron a encontrarse en Argentina, Ricardo desenterró dos botellas de vino que había conservado para esa ocasión.
Admirado por intelectuales. Sabe que el escritor Enrique Krauze estuvo pendiente de sus actuaciones como arquero. Le avisaron que Krauze lo busca para un autógrafo. A sugerencia de este reportero, aceptó la idea de enviárselo a través del portal Código Zárate Vite.
Tuvo su época de fumador empedernido. 60 cigarros al día.
-¿Qué hizo que dejara de fumar?
Utiliza sus dos manos para ejemplificar y reforzar sus palabras.
-Lo recuerdo como si fuera ayer. Hubo un momento en que en una mano tenía el cigarro y en la otra el silbato. Mi intención era hacer sonar el silbato y lo que me llevé a la boca fue el cigarro. Fue la última vez que fumé.
Walter Ormeño, de origen peruano, nacionalizado mexicano, vive en el Distrito Federal, desde 1959 en la colonia Nápoles de la delegación Benito Juárez. Lo he visto caminar por esta zona desde hace más de 20 años. Es un personaje respetado y cordial.
Llegó media hora antes para la entrevista en una cafetería de la calle de Pensilvania en la Nápoles. El reportero puntual, a las 13:00 horas. Se los cuento porque Ormeño fue lo primero que subrayó al encontrarnos.
Vestía pantalón de mezclilla y camisa de color azul de rayas. El estuche de los lentes en la bolsa de la camisa. No tomó nada durante la plática. Su mano izquierda jugó con dos servilletas, doblar y desdoblar. En el dedo anular de su mano derecha, su anillo de casado. En la otra su reloj y anillo dorado. Observador, sin quitar la mirada a su interlocutor. “Por lo que veo usted sabe taquigrafía”.
Su memoria trajo a la mesa nombres de futbolistas que se han cruzado en su camino. Entre Ochoa y Corona, no duda en afirmar que el primero tiene mejores condiciones como portero.
No olvida el primer mensaje que le escuchó a Emilio Azcárraga Milmo, “El Tigre”, cuando compró al América.
El empresario invitó a directivos y jugadores a comer en un restaurante de la avenida Insurgentes.
Ahí Azcárraga les dijo:
“De futbol no se nada, pero de negocios conozco mucho”.
Walter Ormeño no deja de repetir que está agradecido con el futbol mexicano.
“El futbol me dio suficiente, pude pagarles la educación a mis hijos.
-Y en esta segunda parte de su vida que es lo que más quiere, ama?
-Mi familia.
Mi abuela vio incinerar a León Trotsky. Primera y última vez que sus ojos observaron un cadáver reducido a cenizas. Se impactó porque con el primer fogonazo el cuerpo se contrajo y la mitad se levantó como si hiciera una abdominal. Supuso que era la reacción de alguien que se resistía a morir. Desde entonces decidió que a ella no la cremarían y “mejor que me coman los gusanos”. No se si se la comieron pero al morir fue sepultada tres metros bajo tierra.
Nunca supe el motivo que la llevó al crematorio a presenciar esa ardiente escena. Jamás dio explicaciones. Rara y extraña su decisión. Sobre todo por su perfil de mujer religiosa, de ir cada domingo a misa, confesarse y comulgar. ¿Qué hacía mirando a Trotsky quemarse? La pregunta que no encontró respuesta. El secreto se fue a la tumba. No tuvo éxito mi perseverancia e insistencia para obtener la causa de su conducta. ¿Curiosidad? ¿Morbo? ¿Qué? No lo se.
Tampoco Eduardo Luis Feher, maestro de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), obtuvo respuestas de Ramón Mercader, asesino de Lev Davidovich Bronstein, nombre real de Trotsky, cuando desayunó e interrogó al autor del magnicidio en la prisión de Santa Martha Acatitla.
Espía, entrenado para deshacerse del enemigo de Iósif Stalin, con la habilidad para enamorar a la secretaria de Trotsky, engañar a la esposa y al personal de seguridad que cuidaba la casona de Coyoacán, nada consiguió hacerlo hablar, ni por las malas ni por las buenas.
Fue sentenciado a 19 años de cárcel. Primero estuvo en Lecumberri. Después fue recluido en Santa Martha, en donde cumplió su condena. Cuando salió, en avión lo trasladaron a Cuba y de ahí en barco a Rusia. Lo condecoraron los rusos, por la “misión cumplida”. Murió de cáncer.
El maestro Feher recuerda el suceso como si hubiera sido ayer. Era niño cuando el 20 de agosto de 1940 atentaron contra Trotsky, asilado en México. Se armó tal escándalo mundial que fue tema de películas, una de ellas con la actuación de Marlon Brando. Desde la infancia le despertó curiosidad e interés el caso.
Un hecho con ingredientes singulares. El piolet (especie de pico corto), utilizado por Mercader para matar a Trotsky está ahora bajo resguardo de la hija de un policía de esa época.
Les cuento esta historia a unos días de cumplirse 74 años del asesinato de León Trotsky.
Eduardo Luis Feher Trenschiner, escritor, ensayista, poeta y académico, originario de Veracruz, ofreció una conferencia en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) con el título “El México que acogió a Trotsky”, durante el sexenio del general Lázaro Cárdenas.
Como estudiante de la Facultad de Derecho de la UNAM, Eduardo Luis logró que él y un grupo de compañeros visitaran la prisión de Santa Martha. Por supuesto que no anticipó que su propósito era encontrarse con Mercader. Ya en el lugar le hizo la solicitud al alcaide.
Su persistencia y la previa consulta a Mercader para saber si aceptaba la visita de un joven de apellidos extranjeros y estudiante de la carrera de abogado, tuvo su recompensa. Mercader que hacía labores de mantenimiento eléctrico en el penal, accedió.
Admite el maestro Feher que el recluso habló solo de generalidades. No cayó en ninguna de las preguntas del entonces estudiante universitario. Sin embargo, quedó satisfecho de ese encuentro porque tuvo enfrente y cerca al misterioso espía que acabó con la vida del líder revolucionario.
Mercader, quien resultó ser español y no belga como decía, se llevó el secreto de su principal acto a la tumba, procedió como aquellos asesinos que se tragan la verdad y ni siquiera la desechan por el ducto posterior e inferior.
-¿Tienes en qué irte?
-En Metrobus.
-Yo te llevo.
Ignacio Morales Lechuga invitó a subirme a su automóvil.
Él conduciría.
Eran poco más de las ocho de la noche. La tempestad había pasado. Una tormenta como pocas. Aunque en ese momento no tenía ni idea de los estragos causados por la lluvia a la ciudad de México. En algunos sitios el nivel del agua llegó al metro.
Atrás, en otro vehículo, su asistente.
Pronto entramos a la avenida principal. Su oficina notarial está a una cuadra de Reforma. El famoso paseo convertido prácticamente en un estacionamiento. Taponeado. Los agentes de tránsito no dejaban de mover sus manos y sonar su silbato, para detener a unos y dejar pasar a otros por carriles improvisados y angostos. Cortamos por Sevilla.
Seguir por Reforma era imposible. Ignacio vio por el retrovisor que su empleado se había quedado en la maraña de autos.
El avance era lento. Todo el camino. Por avenida Yucatán hasta Insurgentes. Un trayecto que regularmente se hace en 30 minutos, esta vez hora y media.
Pensaba, seguro que Ignacio ya se arrepintió de la invitación y jamás se atreverá a ofrecerme otro “aventón”.
En contraste con mi angustia que trataba de ocultar con la charla, Morales Lechuga iba relajado, sonreía por momentos, seriedad en otros, dependiendo del tema de conversación. Cambiaba la estación de radio. El paso por la frecuencia de noticias financieras fue rápido. Estaba en uso de la palabra Maricarmen Cortés. Sintonizó música clásica y luego en el espacio de un conductor bromista.
El copiloto, o sea yo, nervioso, miraba el reloj y el tiempo transcurrido en un trayecto corto.
Le comenté que como reportero de El Universal me tocó la cobertura del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en la calificación de la elección presidencial de 2006. En más de una ocasión tuve oportunidad de platicar con el magistrado presidente Leonel Castillo. Fueron momentos de tensión por la disputa política. Recordé que el magistrado, para bajarle al estrés, veía las viejas películas del cine mexicano, las de los comediantes Tin Tan y Cantinflas.
El carro, por supuesto, no traía televisión, en su lugar el bromista locutor radiofónico que con sus ocurrencias hacía reír a los viajeros.
Por fin llegamos a la esquina de Filadelfia, la del Polyforum Siqueiros. Ahí terminó mi viaje. Morales siguió su camino. Para entonces el auto de su colaborador Juan Carlos ya le había dado alcance.
Fue la tromba del jueves 19 de junio. En el noticiario de Joaquín López Dóriga daban pormenores de la inundación o “encharcamientos”. Era mayúscula. Caos vial de varias horas. Noticia de los periódicos al día siguiente.
Les cuento ahora la historia para decirles que el gobierno francés que preside Francois Hollande otorgará el próximo miércoles al notario Ignacio Morales Lechuga, originario de Poza Rica, Veracruz, la condecoración de la Orden de la Legión de Honor, en grado de oficial, en reconocimiento a su contribución para estrechar la relación bilateral franco-mexicana. Veracruzano de larga trayectoria, ha sido procurador general de la República, procurador general de Justicia del Distrito Federal y embajador de México en Francia.
@Alicia Bárcena Ibarra, mexicana, puede convertirse en la primera mujer secretaria general de la Organización de Estados Americanos (OEA). Los astros, como dicen ahora, están alineados para que eso ocurra. Es una diplomática de primera línea, respetada y con reconocimiento a su trayectoria, que ha sido jefa de gabinete y subsecretaria general de administración en la ONU.
Además, México es ahora punta de lanza del proyecto que tiene como objetivo revitalizar ese organismo en el continente, encontrarle una utilidad práctica en beneficio de sus agremiados, de los pueblos. Desde hace varias semanas coordina el grupo que tiene esa misión.
Aun cuando el periodo del actual secretario general José Miguel Insulza vence en mayo del próximo año, ya hay candidatos para ocupar dicho cargo. El primero en levantar la mano ha sido Uruguay con su canciller Luis Almagro, seguido de Guatemala con su exvicepresidente Eduardo Stein. Sus gobiernos han hecho el anuncio oficial.
El nombre de Alicia Bárcena corre por los pasillos diplomáticos. En Washington, en donde están las oficinas centrales de la OEA, ven con simpatía al personaje. No hay nada oficial. El gobierno mexicano no se ha pronunciado por nadie ni ha dicho que tiene previsto nominar candidat@. Sin embargo, los vientos internacionales soplan a su favor.
Las reformas estructurales y legislativas emprendidas, sobre todo la energética, con el beneplácito de un sector opositor importante, han llamado la atención en el mundo. Se percibe una administración decidida a llevar al país a una nueva etapa de crecimiento y con más seguridad para la sociedad, a recuperar el liderazgo en la región que perdió por incapacidad de gobiernos anteriores para celebrar acuerdos internos y externos.
México nunca ha dirigido la OEA y menos una mujer. El factor equidad de género también juega a favor. Hasta ahora, el organismo hemisférico, desde 1948, solo ha tenido varones en la secretaría general. Van diez secretarios generales. Llegó el tiempo del cambio.
No es únicamente por el hecho de ser mujer, no es lo determinante, ni ella pondría esa condición por delante. Sus mejores cartas están en su carrera diplomática. No fue casual que Kofi Annan la nombrara en 2006 jefa de su gabinete en la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Tampoco que después, otro secretario general de la ONU, Banki Moon, la hiciera subsecretaria general de administración.
En la actualidad es secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Alicia es egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Estudió la carrera de bióloga, especializada en temas ecológicos. Tiene la maestría en administración pública por la Universidad de Harvard. Fue subsecretaría del Medio Ambiente en nuestro país. Directora del Consejo de la Tierra en Costa Rica y coordinadora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Su labor ha sido discreta, no es un personaje popular. Su perfil, respetado por propios y extraños, la tiene como un sólido prospecto de México para la secretaría general del organismo americano.
Falta que se decidan a lanzarla como candidata y empezar a cabildear para ganar el voto de los países que integran la OEA.
Lo que les voy a contar hoy es un episodio inédito de mi actividad como periodista y viene al caso porque este 24 de junio se cumplen 23 años de la muerte del pintor Rufino Tamayo.
Una historia que ni el propio Rufino conoció, una entrevista que nunca se publicó en la revista que creyó le daría la portada.
La Escuela de Periodismo Carlos Septién García organizó un concurso de géneros periodísticos con motivo de su 30 aniversario. Estaba puesto para participar en entrevista.
¿A quién entrevistar?
En calidad de estudiante, más que complicado conseguir la entrevista con un personaje del ámbito que fuera, pues lo que quiere todo entrevistado es ver su nombre, su foto, en un medio de comunicación. Los políticos se desviven por la promoción. También los artistas.
Decidí que buscaría al pintor Rufino Tamayo, quien en los setentas estaba por llevar su obra al Museo Guggenheim de Nueva York. Ya era una figura internacional, mundial, con cuadros cotizados en dólares.
Recuerdo que conseguí su teléfono particular sin gran esfuerzo, porque desde entonces tenía amigos que trabajaban en los medios. Uno de ellos me lo dio casi con la certeza de que por ser estudiante, jamás lograría la cita con el pintor. Era sabido que su esposa Olga actuaba como su representante y como tal atendía lo relacionado con los periodistas.
La señora tenía fama de carácter recio y con la facilidad para deshacerse de lo que no fuera útil a Rufino.
Supuse que con un discurso amable ella entendería mis aspiraciones de ganar un concurso de entrevista.
Apenas le mencioné que era estudiante, la llamada se cortó. Supongo que colgó el auricular.
Había concluido que con la credencial de estudiante no lograría la entrevista y menos si la que atendía las llamadas era Olga.
¿Qué hacer?
Surgió la idea de plantearle la apertura de una nueva revista cultural en Nueva York y que el editor quería darle la portada.
El tono de la esposa cambió, encantada con la propuesta y no dudó en darme cita, en su casa de San Ángel.
Para la ocasión me puse el traje y corbata que utilice en la graduación de la preparatoria. Limpié dos veces los zapatos. Tenía que ir lo mejor presentado y con equipo de reportero especializado, propio de quien publicaría en una revista neoyorquina.
Mi cámara fotográfica marca Praktica, una radio grabadora que pesaba como dos kilos, un micrófono que ahora parecería de juguete, libreta y pluma. Lo más importante, estaba enterado de lo que había hecho el ilustre oaxaqueño, sus declaraciones y planes. Tenía que demostrar pleno dominio de su trayectoria.
Así me fui a la cita.
Olga abrió la puerta. Caminamos hacia el estudio donde estaba Rufino. El pintor decidió que la entrevista se hiciera en la sala. La señora se fue a la cocina pero sin desconectarse del maestro. Desde su sitio hizo dos o tres comentarios familiares, como para hacer sentir su presencia.
La entrevista terminó y todos contentos. Rufino y Olga creyendo que tenían la portada de la revista en Nueva York y quien esto escribe, seguro de que ganaría el concurso de la Septién.
Gané el tercer lugar del concurso.
La entrevista nunca se publicó en Nueva York pero sí en la primera plana de La Opinión (4 de junio de 1979), el mejor diario de la zona norte de Veracruz, donde empecé a escribir desde que cursaba la preparatoria.
El encuentro con Rufino fue cordial, rió varias veces, era un gran maestro de la pintura y su obra perdurará para siempre.
Caía la noche, Jorge no paraba de jugar, apenas tenía cuatro años. Incansable, con la energía propia de la infancia. Iba de un lado a otro en el patio. El juego de los quemados con otros dos amiguitos. Tiempos en los que la violencia e inseguridad no eran tema de conversación cotidiana y menos en un pequeño pueblo de apenas cinco mil habitantes. Tihuatlán, enclavado en la zona norte de Veracruz. Casas en su mayoría construidas de adobe, techo de lámina de cartón, color negro.
A la distancia, cuando decidía tomar un respiro, miraba hacia la puerta de la casa, una sola pieza, ocupada en el centro por un féretro gris, flanqueado por cirios encendidos, algunos ramos de flores blancas. Ni la menor idea del significado de la fúnebre escena. Volvía al juego con la alegría de la inocencia. Había escuchado que velaban a su madre pero nadie se había atrevido a explicarle el suceso. Daba por hecho que al día siguiente la seguiría viendo. No tenía motivos para preocuparse, alarmarse o ponerse triste. Suponía que dormía.
Rostro feliz, sonriente, como debe ser el de todo niño. Quizás para no perturbar esa inocencia nadie le puso freno ni lo obligó a guardar compostura o la quietud que exigía el momento.
Otro respiro, otra mirada hacia el interior. Si la caja gris no se había movido, entonces su mamá seguía descansando, durmiendo. Él en lo suyo, en el juego. Una imagen de contraste, por un lado la pureza propia de su edad y por el otro la muerte llevándose una víctima más.
Al día siguiente, a caminar por un lugar donde abundaban las cruces. “No pises ahí”, escuchó que alguien le decía cuando intentó subirse a lo que creyó era un peldaño y se trataba de la loza de una tumba. Quería ver lo que ocurría en ese hoyo que los adultos, mujeres y hombres rodeaban. Cuando por fin consiguió acercarse, estaban a punto de taparlo. Le llamó la atención que las personas empezaran a recargar flores sobre ese sitio. Un sacerdote oraba en voz alta. Con su mano aventaba agua bendita. Saludos, abrazos, despedidas. Jorge se preguntaba: ¿dónde estará mi mamá?
No conocía la muerte y mucho menos suponía o sospechaba que le había arrebatado a su ser más querido. Vio gente llorar, mujeres con la cabeza cubierta por un velo. Casi todos vestidos de negro.
¿Dónde estará mi mamá?, volvió a preguntarse.
Al tercer día, reunión familiar en casa, tías y tíos, hermanas y hermanos de su madre. Su papá a la cabeza de la plática. Pronto se dio cuenta que él y sus tres hermanos eran mencionados repetidamente. Parecía una disputa para decidir quien se haría cargo de los menores.
Se afligió. Con ansiedad preguntó a la tía que tenía más próxima:
-¿Y mi mamá?
-Se fue al cielo –contestó lacónicamente.
No lloró porque alguna vez le habían dicho que al cielo únicamente van los bien portados.
Le quedó claro que ya no la vería porque también le habían dicho que de ahí ya nadie regresa.
Hoy han pasado 40 años de ese episodio. Jorge lo tiene tatuado en su memoria. Cuenta esta historia en vísperas del Día de las Madres, para felicitar a todas, donde quiera que se encuentren.
Adentro los de corbata, trajes y vestidos negros, la etiqueta para la ocasión, las guardias de honor de familiares, amigos, funcionarios, artistas, intelectuales y escritores, con lugares y asientos predispuestos. Afuera, largas filas, “la cola enorme, enorme”, como diría, sin desalentarse, una de las señoras formadas para entrar al palacio de Bellas Artes, aunque fuera para un recorrido fugaz. Gente con mochilas, un libro, ramos de rosas amarillas, cartulina con mensajes para honrar al que se ha ido. Vestimenta informal, sin el riguroso negro, camisas, blusas y pantalones de todos colores.
Dos realidades que a Gabriel García Márquez le hubieran divertido. Quizás pudo verlas desde el cielo y hasta esbozó una sonrisa cuando el clima, el tiempo y el protocolo jugaron una mala pasada a los que esperaron hasta el último momento, después de la ceremonia oficial. Habían aguantado la lluvia, la mojada. Cuando por fin ingresaron, las cenizas ya se las había llevado la familia, “volaron” como volaron las mariposas de papel que soltaron los organizadores para rubricar el acto que encabezaron los presidentes de México y Colombia.
“¡Gabo…Gabo!” empezaron a gritar los formados pacientes al ver volar las “mariposas”. Jovencitas y no tan jovencitas hacían a un lado vallas metálicas y recogían del suelo los papelillos amarillos para volverlos a soltar, aventar hacia arriba. Disfrutaban su acción. Se bañaban de mariposas. El viento hacía de las suyas y las envolvía en remolinos.
Desde fuera el homenaje se veía distinto. Lo inusual era la larguísima fila de seguidores. Unos se daban tiempo para leer en voz alta libros de García Márquez, otros con desafinada voz y con hojas en los que leían la letra, trataban de entonar la canción Macondo. Con más éxito quien traía un trombón, repetía el estribillo y era festinado por quienes le rodeaban.
Nadie se conmovió ni se movió de su lugar cuando llegaron los convoyes de los presidentes Enrique Peña y Juan Manuel Santos. Por diferencia de minutos primero el mexicano y luego el colombiano. Identificables por los banderitas de sus respectivos países. Peña en mangas de camisa en el asiento del copiloto. Santos ya con el saco puesto.
Quienes entraron al palacio después de la ceremonia oficial, los que se quedaron con las ganas de ver la urna con las cenizas, encontraron todavía a un grupo vallenato que seguía tocando, coronas de flores descansando sobre muros, sillas desocupadas y mariposas amarillas en el piso y sobre la alfombra roja.
Algunos rezagados del acto oficial y entre las sombras del vestíbulo, camino a la salida, accedían al Selfie. Héctor Aguilar Camín y Ángeles Mastretta quien no dejaba de hablar por teléfono.
Sobre la avenida Juárez, por la banqueta, Selene Ávila, la reportera de canal 40 con su compañero camarógrafo, a toda prisa como seguramente lo hacía García Márquez cuando sabía que lo esperaban en la redacción de su diario con la nota del día.
Aquellos que se tuvieron que conformar con mirar el vestíbulo vacío que les sirva de consuelo que en Colombia también le rindieron homenaje a Gabo y no hubo ni cenizas ni tampoco estuvo Mercedes Barcha, la viuda, ni los hijos.
Las cenizas son lo de menos, es su obra lo que lo hace inmortal, con sus mariposas amarillas que no dejarán de volar y su macondo que seguirá sonando.
Es hora de volver a leer Cien años de soledad.
Estaba al final del callejón del “Diamante”. Pendiente medianamente inclinada. Había que caminar lento para no tropezar con otros peatones ni con los improvisados puestos de cada uno de los lados, expendios de artesanías, aretes, pulseras, vestidos, juguetes de madera y toda clase de adornos. En el Centro Histórico de Xalapa, la capital que por lo menos en el estado jarocho todos escriben con “X” pero también se vale con “J”.
Recorrido de por lo menos 500 metros para llegar a la punta, que no era precisamente de una piedra preciosa, sino un descanso, un pasillo angosto que desembocaba en una calle. Se percibía aire aromático. El atrayente olor venía del esquinado estanquillo “Aroma Vainilla”.
Pequeño negocio con anaqueles que exhibían botellas estilizadas y en la entrada, encapsulada en acrílico réplica de la pirámide del Tajín, hecha con las tiras delgadas de la vainilla, con sus 365 nichos. Precio: 40 mil pesos. Cantidad que ese día, tampoco en los anteriores, traía en la bolsa. Era suficiente con admirarla y olerla. Trabajo de artista para maravillar al mundo.
Cuando escuché su nombre, de inmediato lo relacioné con el famoso comediante, Sergio Corona. Es homónimo. Su segundo apellido es Aparicio. Ninguno lazo familiar. Coincidencia, nada más. Pronto supe por su voz que era autor de figuras en vainilla que han ganado premios.
Tiene en proyecto hacer la réplica de la torre Eiffel. Para llevarlo a cabo hace falta dinero y el gobierno estatal no ha dicho esta boca es mía, aunque pensándolo bien, quizás un filántropo francés pudiera estar interesado o el mismo ministerio de cultura de Francia, a propósito de que se trata de su obra emblemática y es un país amante de los aromas exquisitos.
La vainilla es un planta milenaria, que nació en la región del Totonacapan. Famosa en el universo. Se utiliza para darle sabor y olor a los alimentos, a los pasteles, a los helados, a las bebidas. Conocida y apreciada por nuestros indígenas desde años antes de que llegaran los conquistadores. Bebida de dioses nativos que no tardaron en descubrir Hernán Cortés y su compañía.
Inspiradora de leyendas, historias que hablan del sacrificio de una princesa totonaca enamorada. Una dice que ella se transformó en la planta frágil y aromática. La otra asegura que en la tierra en donde se derramó su sangre brotó esta maravilla de la naturaleza.
Por ser de origen nacional, México dominó por muchos años el mercado de la vainilla, hasta que otros países encontraron la forma de cultivarla. Se desatendió la producción y el mercado. Las autoridades no se preocuparon, nada raro, por hacerle frente a la competencia.
Ahora se cuenta con artistas como Sergio Corona Aparicio. Joven creativo y emprendedor, animoso, de familia vainillera, con una habilidad especial para hacer figuras con esta planta. Ojalá las autoridades no abandonen ni dejen caer el desarrollo artístico de la vainilla.
El poder de María Félix era real, el diputado Jorge Moreno Collado se asustó; el periódico El Universal lo pensó dos veces antes de publicar que la famosa actriz había violado la Constitución y el jurista Ignacio Burgoa Orihuela (QEPD) salió en los medios a defenderla.
Al final, la diva ofreció una disculpa, admitió que había incumplido con el artículo 37 de la Constitución porque primero recibió la condecoración de un país extranjero y después solicitó permiso al poder legislativo.
Entonces, en 1996, el no pedir permiso al Congreso o a su Comisión Permanente se sancionaba con la pérdida de la ciudadanía. El citado articulo se modificó en 2013, el castigo sigue siendo el mismo pero ahora el trámite o la autorización se hace ante el Ejecutivo, la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Por supuesto que María no perdió la ciudadanía ni aplicó con ella el criterio de que el desconocimiento de una ley no tiene disculpa cuando se incumple.
La historia la conozco de primera mano. Se las voy a contar, aprovechando la Semana Santa, que para muchos es vacacional. Para que sepan el origen de esa información.
Era reportero de El Universal con la responsabilidad de darle cobertura a las actividades de la Cámara de Diputados.
Una de mis fuentes de información en el recinto legislativo de San Lázaro me sugirió revisar el caso de María Félix, la condecoración que había recibido del gobierno francés y el contenido del artículo 37 de la Constitución. “Parece que no solicitó permiso al legislativo”.
Lo hice de inmediato, la información era muy interesante y desde el primer momento empecé a saborearla.
Verifiqué la fecha en que María fue condecorada por Francia con la Orden Nacional de Artes y Letras en grado de Comendador. Seguí con la lectura de la Constitución, el repaso a mis archivos y la Gaceta Parlamentaria. ¡Confirmado! María no había solicitado permiso.
Con esos elementos fui a buscar al diputado priísta Jorge Moreno Collado, integrante de la comisión a la que correspondía dictaminar dicho asunto. Estaba sorprendido con la historia. Admitía que era cierta y precisa. Lo noté inquieto pero convencido ante las pruebas.
Se me hacía agua la boca, llegué emocionado a la redacción de El Universal. Pasé mi adelanto de lo que traía al jefe de información y a escribir la exclusiva. Daba por hecho que tenía ganada la primera plana.
Alrededor de las 20:00 horas fue a mi lugar el respetado, profesional y querido Oscar Hinojosa, ya fallecido, subdirector del diario. En sus manos una copia de lo que había escrito. Empezamos a platicar del tema. Me preguntó varias veces sí tenía todos los datos confirmados. Todo verificado, le aseguré.
La nota estaba propuesta para ser la principal, al día siguiente apareció en primera plana pero en la parte inferior.
De cualquier manera armó ruido. Siempre he dicho que en El Universal, aunque la información aparezca en la página 80, se lee, por el prestigio del diario, que sigue intacto.
Por la noche, en el canal de las estrellas, apareció Ignacio Burgoa Orihuela. El jurista de más peso político, constitucionalista altamente respetable. Con la espada desenvainada, fiel mosquetero de la Doña, a defenderla aunque haya sido culpable. Arremetió contra el diputado Jorge Moreno Collado. Hasta lo llamó ignorante.
Al día siguiente, en la cámara, a la distancia observé al diputado, estaba asustado. No era para menos. María había dado una demostración de fuerza al recurrir al maestro Burgoa.
Rehuyó al reportero. No lo platiqué con él, pero muy probablemente me hacía responsable del aprieto en que se encontraba, a pesar de saber que María había omitido la Constitución.
Al tercer día todos se convencieron de que se tenía que cumplir con el trámite, a toro pasado. La misma actriz lo aceptó e hizo llegar, no pública, una disculpa por el error cometido.
Se repuso el procedimiento.
Cambió el semblante de Moreno Collado, estaba feliz, se sentía autor y protagonista de este episodio.
Le volvió la sonrisa y el ánimo para saludar y platicar con el reportero.
Disfruté la nota pero también constaté el poder o el miedo que le tenían a la ilustre sonorense.
Por años he escuchado y leído que el “Pentapichichi” es un mamón, soberbio, arrogante, creído y prepotente. Hoy descubrí que por encima de todo eso está su calidad humana, su inteligencia.
Siempre supuse que esa percepción no correspondía a la realidad, que era producto de la envidia, del celo e idiosincrasia mexicana que le resulta difícil tolerar el triunfo de otro. Confirmé mis sospechas.
Además, Hugo Sánchez reacciona atinado ante el calificativo reiterado de mamón. Le encuentra el lado amable y democrático. Colectiviza el adjetivo. Le asiste la razón cuando dice que todos tenemos un grado de mamón. Hay que aceptar esa verdad. Claro, unos más, otros menos, pero nadie se salva.
Cuando le platiqué a mi esposa sobre lo que hizo con su primer sueldo de futbolista, no me dejó terminar y recordó que seguro hizo lo mismo que ella. El cien por ciento para la mamá.
No soy un experto en el futbol ni aficionado de hueso colorado, pero disfruto a los que juegan bien y me caen mucho mejor cuando entienden que el deporte no está reñido ni con la cultura ni la educación.
Hugo Sánchez tiene educación y cultura.
Tiene conceptos de vida que vale la pena reflexionar. Por ejemplo, decir que la riqueza y el poder tienen que diluirse, llegar a más gente y no sólo a unos cuantos y a los mismos.
Otro, colocar en primer lugar a la persona y después a la institución. Lo común, lo repiten políticos, la institución, o sea, lo material, el programa, lo frío, está antes y por encima del individuo.
Hay que ver primero a la persona porque la persona es efectivamente la institución. La institución no es el edificio ni las siglas de un organismo gubernamental o autónomo. Lo humano va por delante. Es lo que piensa Hugo.
Esta vez fui testigo de la plática de Hugo con aficionados al futbol, que por supuesto saben mucho más del balompié que quien esto escribe. Nombres de equipos, fechas, campeonatos mundiales, futbol europeo, Real Madrid, Atlético Español, futbol mexicano, la selección, Miguel Herrera, directivos, Vela, el América, el Celaya, los Pumas. Enciclopedias deportivas.
Coincido en que Hugo es el jugador que más renombre le ha dado al futbol de nuestro país.
Lo vi con los pies en la tierra, humano. Privilegia la cordialidad, la amistad, la armonía, la felicidad.
Tiene ganado un lugar en la historia deportiva internacional, es un ejemplo a seguir, como deportista y como persona.
En el tiempo que dura una boleada, diez personas, en su mayoría jóvenes, no mayores de 30 años, seis mujeres y cuatro varones, llegaron con el bolero para comprar su cigarro.
Directo hacia el costado de la silla, en donde estaban colocadas media docena de cajetillas, abiertas.
A cuatro pesos cada uno en la avenida Insurgentes de la ciudad de México.
De reojo, mientras me enteraba de las noticias del diario Metro, que el lustrador de zapatos te ofrece como lectura gratuita, vi llegar, uno tras otro a los compradores de cigarro.
Cada uno seleccionaba su cigarro preferido, pagaba, tomaba el encendedor que estaba a un lado de las cajetillas y con su estilo personal lo prendía. Algunos se agachaban para protegerlo del viento, otros le hacían casita con sus manos. Aspiraban, soltaban la primera bocanada y se marchaban.
Ninguno se veía angustiado ni sufrido de saber que fumaría un producto que según los expertos provoca cáncer. Un artículo que por peligroso para la salud se prohibió anunciarlo en los medios de comunicación.
Los impuestos que se le aplican son elevados.
Incluso las cajetillas traen leyendas, figuras y fotografías que advierten de los riesgos del tabaco.
A los que observé, era evidente que lo disfrutaban, había satisfacción en el rostro, relajación. Parecía que les era tan placentero y delicioso como puede ser el mejor postre de la ciudad capital.
Eso que repiten las autoridades de salud de que es una amenaza para la vida, los tiene sin cuidado.
Hice cuentas con el bolero.
Una boleada, 20 pesos; y por 10 cigarros en ese lapso, 40 pesos.
-Ganas más con la venta de cigarros –le dije.
-¡No! Si fuera así me dedicaría únicamente a vender cigarros, saco más con las boleadas –contestó de inmediato.
Perdí la concentración con la lectura por el desfile de fumadores. No era para menos, saber todo lo que hacen las autoridades para desalentar el consumo del cigarro y lo que vi en el tiempo que duró la boleada fue la confirmación de que esto sigue siendo negocio para las tabacaleras.
Valor invertido, se supone que este segmento de la sociedad debe dejar de fumar al saber el daño que provoca, pero hace lo contrario.
¿Hará falta multiplicar las campañas de salud, incrementarle más los impuestos o de plano darse por vencido por que se trata de una adicción preponderante?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el tabaquismo mata casi seis millones de personas al año y de ese total 600 mil son no fumadores que mueren por respirar humo ajeno.
México cuenta con 17 millones de fumadores y se estima que por enfermedades relacionadas con el tabaquismo mueren 44 mil al año.
El próximo 31 de mayo se conmemora el Día Mundial Sin Tabaco.
Más vale que la sociedad esté alerta porque ya van tres ocasiones que se intenta cambiar el uso del suelo donde se encuentra enclavado el Polyforum Cultural Siqueiros.
Los dueños del espacio, que hasta ahora no han dado la cara, han hecho el trámite correspondiente en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del Distrito Federal. Por fortuna la solicitud fue rechazada en los tres casos.
Sin embargo, a pesar de que existe un decreto que lo protege como monumento artístico y propiedad de la nación, la tentación del dinero puede hacer cambiar el sentido de los vientos oficiales.
Según los dueños, tienen problemas económicos para el mantenimiento de la obra del maestro Siqueiros.
Esperemos que hagan el fideicomiso que están planeando y no vayan a dejar a su suerte el Polyforum.
Las autoridades culturales de nuestro país han salido en defensa de la magna obra del maestro David Alfaro Siqueiros.
El Instituto Nacional de Bellas Artes descarta que esté en peligro o vaya a desaparecer.
Ha garantizado su permanencia y salvaguarda.
Lo único que falta es que también se garantice su restauración y mantenimiento.
En vez de planear deshacerse de la obra de David Alfaro Siqueiros, lo que requiere es restauración.
Un peritaje ocular del maestro muralista Ariosto Otero lo llevó a la conclusión de que están descuidadas las placas que le dan forma y belleza al Polyforum que se encuentra en la colonia Nápoles de la ciudad de México.
Hay puntos en los que se han empezado a despegar; si llegan a desprenderse, se destruirán.
El paso del tiempo y los sismos no perdonan, han desgastado y removido la obra del maestro Siqueiros.
Para el maestro Ariosto Otero “la restauración y el cuidado debió hacerse desde hace muchos años”.
“Toda obra de arte, sin importar el material de que está hecha, debe ser observada y cuidada para evitar daños, ya sea por la acción humana, del ambiente o movimientos telúricos”, dice.
Lamenta que en vez de preocuparse por su restauración, se esté planeando quitarla de ese lugar.
Por ello se pronuncia por su rescate y reitera su rechazo a cualquier proyecto que pretenda trasladarla a otro sitio.
Otero tiene más de tres décadas dedicadas al muralismo y es uno de los herederos de la escuela de Siqueiros.
Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de la Universidad de Madrid y en la Academia de San Carlos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Sus murales, con los que busca la reivindicación social, están tanto en México como en diversos países América Latina.
En la ciudad de México se pueden admirar en la instalaciones de la Secretaría de Gobernación en la calle de Bucareli, en el mercado de San Ángel y en las estaciones del metro Revolución y La Raza.
Con su historial y calidad artística defiende la obra de Siqueiros.
Está convencido de que quitar el Polyforum para construir en su lugar un rascacielos significaría una pérdida para el arte universal y una pérdida para la identidad de nuestro país.
“Aunque tenga dueño, la obra de David Alfaro Siqueiros es patrimonio de la nación y como tal debe protegerse”, sostiene.
La historia de Oceanografía, empresa que presta servicios a Petróleos Mexicanos (Pemex), se ha caracterizado por los silencios del poder y su bonanza en gobiernos panistas.
Supo hacer frente al oleaje de investigaciones y las instancias oficiales no pasaron de advertir que se contaba con elementos para presumir que había incurrido en diversas irregularidades.
Hasta ahí. Ya nadie más hizo ruido, salvo los trabajos periodísticos de Ana Lilia Pérez quien indagó la versión del presunto tráfico de influencias de los hijos de Marta Sahagún.
Silencios del poder azul para taponear una fuga de corrupción y que ahora parece salpicar a mucha gente, justo cuando está pendiente legislar leyes secundarias en materia energética.
Por salud política, primero van a limpiar ese caño antes de que llegue el momento de ponerse a trabajar sobre el tema en las cámaras de diputados y senadores; aunque el episodio puede servir de ejemplo de que la lucha contra la corrupción va en serio, donde se encuentre.
Desde 2005 se le empezó a investigar y para ello se creó una comisión especial en la Cámara de Diputados.
El resultado fue que “sí existen elementos valorados objetivamente en su dimensión jurídica que pudieran ser constitutivos de diversas faltas administrativas y probables delitos que no pueden quedar exentos de ser sujetos de la aplicación de la ley en caso de que tal apreciación se confirme por los órganos jurisdiccionales competentes”.
A pesar de lo observado, el caso se desinfló mediáticamente, nadie se esmeró en que se llegara al fondo de Oceanografía; prevalecieron silencios de opositores y por supuesto de gobiernistas.
Después, en 2006, Amado Yáñez, propietario de dicha empresa contratista, adquirió 40 relojes de 40 mil dólares cada uno, para obsequiar a servidores públicos (ver nota diario Reforma 5 de marzo de 2014).
En octubre de 2007 hubo un “accidente” en la Sonda de Campeche en el que se vio involucrada Oceanografía, la misma que ahora supura corrupción por todos lados.
Una embarcación de dicha empresa se hundió con 176 personas a bordo, 168 de ellos trabajadores que eran trasladados a plataformas petroleras. El problema empezó con un incendio.
Las balsas “salvavidas” no funcionaron; gracias a que varias naves acudieron en auxilio, se rescató a la mayoría; murió uno.
Como siempre las autoridades ofrecieron investigar a fondo para deslindar responsabilidades.
Trascendió que presuntamente los hijos de Marta Sahagún estaban relacionados con dicha empresa.
Manlio Fabio Beltrones Rivera, quien era senador en 2007, planteó la necesidad de investigar la “calidad” o defectos de las balsas salvavidas, como se publicó el viernes 26 de octubre de ese año en El Universal:
www.eluniversal.com.mx/nacion/155365.html
Vicente Fox, tal como lo hace ahora que el escándalo crece, salió a declarar que los hermanos Bribiesca, hijos de Marta, eran ajenos a la empresa contratista.
Oceanografía está enredada en un problema mayor y por lo que se observa, esta vez hay una investigación y pruebas que la exhiben con ilícitos diversos.
Suma la acusación por lavado de dinero y fraude a Citigroup (Banamex) por 585 millones de dólares.
También tiene en contra las falsas declaraciones al Instituto Mexicano del Seguro Social sobre lo que pagaba a sus trabajadores y el retraso en las cuotas que corresponden al Infonavit.
La lista de irregularidades crece.
Se acabó la suerte de Amado Yáñez y los silencios del poder que le acompañaron para agigantar su patrimonio, dejaron de gobernar en el 2012.
Hay una ley para proteger a los periodistas.
Un mecanismo de protección para prevenir y actuar en casos de riesgo.
Fideicomiso para financiar las acciones que los protejan.
Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Libertad de Expresión.
Comisión Especial del Senado para dar Seguimiento a las Agresiones.
Y a pesar de estos instrumentos para su defensa, se siguen matando periodistas.
Crímenes que se quedan sin castigo.
Hasta ahora ninguno ha quedado plenamente esclarecido, por lo menos de los 88 que han sido asesinados del 2000 a la fecha.
Además, antes de ese año, no hay una estadística oficial de quienes han perdido la vida en el ejercicio del periodismo.
Prevalece la impunidad.
En la clasificación mundial de la libertad de prensa que hace la organización Reporteros Sin Fronteras, México ocupa el lugar 152 de 180 países evaluados.
El salario mínimo profesional de los periodistas en nuestro país es de 201.58 pesos. Poco más de los seis mil pesos al mes que según Ernesto Cordero, cuando era secretario de Hacienda en el gobierno de Felipe Calderón, “suficiente” para tener un crédito de vivienda, comprar un coche y enviar a los hijos a escuelas privadas.
La seguridad social tampoco está garantizada y el pago por honorarios es lo común.
Triste y trágica realidad.
Ya se ha vuelto rutinario, cada vez que matan a un periodista o atentan contra un medio, manifestaciones y reclamos de justicia de dos o tres días, máximo una semana. Los medios, en su mayoría, se van desentendiendo de estos episodios, salvo las víctimas de la agresión.
En general, las autoridades hacen lo propio, no se ve la coordinación, de la que habla la ley que protege a los periodistas, entre las entidades federativas y el gobierno federal.
Peor es el papel que hace el Estado cuando recibe solicitud de indemnización en los términos de la ley de daño patrimonial, a pesar de admitir que existe responsabilidad de la autoridad.
Se percibe una doble cara ante los periodistas, la que pregona su defensa y la que participa o tolera la violación de los derechos humanos de quienes se dedican a esta profesión.
El juego de la simulación.
Los panistas, con Calderón y Vicente Fox, no se significaron, como se suponía cuando llegaron al poder, por respetar el trabajo de los medios y periodistas. El personaje de las botas se atrevió a recomendar que no leyeran periódicos y en otro momento salió con su “¿y yo por qué?” ante la petición de que interviniera en un episodio relacionado con un medio televisivo. En la administración calderonista se dio la embestida contra Carmen Aristegui y MVS.
Por eso el gobierno de ahora tiene la oportunidad de marcar la diferencia y es, en los términos de la ley que protege a los periodistas, la Secretaría de Gobernación sobre la que recae ese reto.
El asesinato de Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero de Notisur y el Liberal del Sur en Veracruz, cometido el pasado 5 de febrero, no debe de reducirse a una venganza cantinera; hay que revisar sus textos y trayectoria, sobre todo por las versiones de que venía escribiendo de secuestros.
También hay que darle seguimiento a esa “estrategia” de autoridades locales de utilizar las redes sociales para tratar de desacreditar a periodistas incómodos como sucedió con Sergio Caballero de la revista Proceso, al que en Quintana Roo quisieron vincular con un narcomenudista.
Anabel Hernández, quien se supone tiene protección, no ha dejado de sufrir sustos.
La imagen de México en el ámbito internacional, por lo que se refiere a la situación de los periodistas, está lejos de ser alentadora.
Julio Manuel Loya Guzmán, corresponsal de El Universal, y Julio Vargas Hernández, director de noticias del canal de televisión RGC, fueron agredidos y amenazados en Reynosa, Tamaulipas, por simpatizantes panistas, cuando descubrieron que eran testigos y grababan el pleito en el proceso interno de Acción Nacional para elegir su dirigencia municipal.
Sin duda, en nuestro país, la mayoría de quienes se dedican al periodismo, se juegan la vida y por unos cuantos pesos.
Sin ser expertos en ecología, ni integrantes de Green Peace ni militantes de partido verde alguno, nos consta, como habitantes de este planeta, que las estaciones del año ya no son las mismas y los fenómenos meteorológicos cada vez son más extremos.
Primavera sufre alteraciones y a veces parece verano, otoño o invierno. Lo mismo ocurre con cada estación; en serio y en broma decimos que se ha perdido esa identificación de los climas.
Hay un cambio climático que ojalá sea reversible, que con la acción coordinada de las naciones vuelva a su estado si no original, por lo menos estable, que frene el daño ocasionado por los propios “humanos”.
No es casual que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) esté convocando para una Cumbre sobre el Cambio Climático, porque el reclamo de la naturaleza sigue creciendo.
Ante el deterioro ocasionado lo que vemos es una naturaleza que empieza a cobrárselas y con sangre, porque las heladas extremas, congelamientos inusuales, calores cada vez más intensos, el incremento y fuerza de huracanes y ciclones en el mundo, inundaciones fuera de la temporada de lluvias, aire contaminado, deshielos en zonas gélidas, van sumando pérdida de vidas y daños materiales incalculables.
Por eso la urgencia de cuidar nuestros bosques, regiones árticas, las áreas verdes, lagos y ríos, mares, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, procurar la creación de empresas limpias que no atenten contra el equilibrio ecológico y reforzar una cultura de respeto al medio ambiente.
El tema puede sonar a “rollo”, a palabrería hueca, a más de los mismo, al cuento de la caperucita, pero lo cierto y los hechos son palpables, el destino ya nos dio alcance y la naturaleza está cobrando cuentas, por el comportamiento humano empeñado en destruirla.
La Cumbre de la ONU está programada para septiembre, sin embargo, las alertas de los expertos y estudiosos del cambio climático tienen años de sonar y lo saben los países.
Nadie está exento de las consecuencias, en México hemos visto lo ocurrido en Guerrero con las inundaciones y construcciones inmobiliarias en zonas de riesgo; también en Tabasco, en pleno invierno, ha sufrido inundaciones; los fríos más sentidos en los estados del norte del país e incluso en el Distrito Federal; pronto vendrán los calores, las temperaturas cada vez más altas.
Proteger la naturaleza es deber de todos, de cada uno de los habitantes del planeta; aquí, en la ciudad de México, podemos contribuir, por ejemplo, con no tirar la basura en la calle, cuidar el agua y respetar las zonas verdes; fomentando la cultura ecológica por el bien de nuestros hijos.
Para los juegos olímpicos invernales que se realizarán en Sochi, Rusia, del 7 al 23 de febrero próximo sólo está apuntado un mexicano y no tiene ninguna posibilidad de ganar medalla.
Se trata de Hubertus Rudolph von Fürstenberg Hohenlohe-Langenburs, de 54 años de edad, clasificado para participar en la prueba de slalom.
Por supuesto que sus raíces familiares no son nopaleras sino alemanas y de alcurnia, descendiente de la familia real de Württemberg. Su papá introdujo el Volkswagen a México y su mamá de sangre azul italoalemana.
El alpinista nació en el Distrito Federal y además de esquiar, le gusta el canto y la fotografía. También le sabe a los negocios.
Ha participado en diversos juegos invernales y en todos los casos ha hecho válida la máxima consoladora de que lo importante no es ganar sino competir.
Para esta ocasión, la transmisión de los juegos olímpicos invernales de Sochi en nuestro país van por cuenta de Carlos Slim (América Móvil), quien se puso listo y le ganó los derechos a Emilio Azcárraga Jean (Televisa) y Ricardo Salinas Pliego (TV Azteca).
Slim tiene los derechos para transmitir los juegos en Latinoamérica, a excepción de Brasil.
En México el segundo hombre más rico del mundo ya firmó acuerdo con canal 22 y otra treintena de medios estatales y locales.
Si Televisa y TV Azteca quieren difundir los juegos, tendrían que pagarle a Slim. Y si esta vez no se ponen de acuerdo, las dos grandes televisoras se pueden quedar sin la imagen de los juegos olímpicos de verano de 2016, porque Slim también ya tiene los derechos de transmisión en su bolsillo.
Recientemente las televisoras de Ajusco y avenida Chapultepec se quedaron sin transmitir la final del futbol de primera división, porque se les atravesó el mismo Slim con el equipo campeón León.
Sin embargo, la afición no se quejó porque hubo medios alternativos para ver el partido.
La historia se repite con los juegos de Sochi 2014.
En México es común escuchar o leer expresiones populares que tienen que ver con los chinos.
Por ejemplo:
“¡Puros cuentos chinos!” usada cuando no das crédito a lo que está diciendo una persona, por la fantasía que caracteriza a los cuentos orientales con su dragón por delante.
“¡Está en chino!” cuando un asunto es difícil de resolver, por la escritura y lengua chinos, complejos para los occidentales.
“¡No le hagas al policía chino!” por aquellos que les fascina el misterio y el enredo, aunque mi percepción es de que los policías chinos son muy listos.
“¡Tiene el cabello chino!” nada que ver con los chinos que tienen el cabello lacio. Lo de “cabello chino” tiene su origen en la lengua náhuatl, por “Tia chichina” que se traduce como algo quemado y el cabello lo “queman” para hacer los rizos; con el paso del tiempo se adoptó ese término.
La verdad, China y los chinos son mucho más que eso. Están convertidos en una potencia mundial, en la economía, en el deporte, en la literatura, en el turismo, en la ciencia, en la tecnología, en la música, en la cultura en general.
Tienen su propia democracia, que desde occidente se le crítica, pero ellos así funcionan. Para este año el crecimiento del Producto Interno Bruto rebasará el 7 por ciento.
Es cierto que tienen 200 millones de pobres, pero su población total es superior a los mil 300 millones de chinos.
Su osadía los lleva a fijarse como meta resolver el problema de esos 200 millones en dos décadas.
Acaba de reunirse la cúpula del Partido Comunista Chino y ha decidido ampliar la participación de la iniciativa privada en las empresas estatales, hasta un 10 ó 15 por ciento.
Tienen el control de su economía y de la política también, por eso es entendible la reserva de su estrategia.
Por cierto, ellos no se han quejado de que son espiados; o sea, saben guardar sus secretos y tienen el control de las nuevas herramientas de la comunicación.
Cierto, perfectos no son, ninguno país lo es; su poderío nadie lo niega y está a la vista como cuidan sus intereses. No comulgan con el Dalai Lama y en donde pueden presionan para que se le cierren puertas.
China sigue creciendo, es respetable y hasta temida en el mundo.
Definitivamente, los cuentos chinos no son cuentos.