El mundo espera con cierta ansiedad el mensaje de Donald Trump del próximo 20 de enero.
No solo México sino muchos otros países, potencias como Rusia, China, Alemania, Japón, Gran Bretaña. Europa entera, Asia, América Latina, África, Oriente Medio. Nadie se va a perder ese discurso, es el representante del imperio de las estrellas. Personaje con características singulares, que como candidato mostró un estilo distinto al político tradicional.
Pareciera que más de uno está intranquilo ante lo desconocido, ante la novedad, por las expresiones que tuvo como candidato presidencial del Partido Republicano. Hay dudas sobre si ese discurso será el mismo cuando viva en la Casa Blanca. No puede ser igual porque hay diferencia entre buscar ganar votos con sus connacionales y buscar equilibrios y hasta ventajas geopolíticas con extranjeros que tienen otros intereses.
En México lo han comparado con Andrés Manuel López Obrador, por lo que llaman populismo, traducido en expresiones que la sociedad quiere escuchar o que parecieran van en sentido opuesto a lo establecido, al sistema que se ha desgastado con el paso de los años y no ha encontrado la forma de renovarse, ser más justo con los que reclaman calidad de vida.
Yo lo veo, guardadas las proporciones, por su formación empresarial e impetuosidad, más parecido a Vicente Fox.
¿Te acuerdas que el señor de las botas vaqueras ofreció acabar con la corrupción, deshacerse de las víboras prietas, tepocatas, alimañas y otros animales ponzoñosos? Nunca cumplió. Por el contrario, agrandó el serpentario. Se fue al pozo la ilusión de quienes supusieron que México sería distinto.
Su demagogia como candidato llegó al extremo de presumir que en 15 minutos resolvería el conflicto de Chiapas. Hasta la fecha persiste la miseria de los indígenas chiapanecos, su sed de justicia, el ejército zapatista, el subcomandante Marcos en retiro y los nuevos jefes.
Ningún gobernante en el mundo cuenta con una varita mágica para imponerle a otras naciones, políticas y planes a gusto del emperador. Estados Unidos nunca pudo hacerlo como quería en Cuba ni eliminó a Fidel Castro, por ejemplo. La realidad, las circunstancias, los intereses, pueden delimitar acciones.
Por supuesto, Trump será el representante del imperio norteamericano, pero no estará solo al tomar decisiones o fijar una posición. Dispondrá de un equipo que le hará ver ventajas y desventajas, riesgos. Además, en los Estados Unidos, como en cualquier otro país, hay grupos económicos y políticos con influencia, que funcionan como contrapeso.
Trump no va a claudicar en sus propósitos de campaña, dalo por hecho. Nada más que se verá obligado a matizarlos, porque desde el 20 de enero, ya no será candidato sino presidente, como mucha más información a la hora de emprender acciones de gobierno.
Mensaje Trump en 2017
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