Cuento navideño mexicano

Internacional
Typography

Era 24 de diciembre de cualquier año, Gobierno era su nombre de pila, joven con apariencia fornida, rostro duro, enfermo. Las crisis en su salud habían dañado su fortaleza. Por la fecha, hacía esfuerzos para ocultar sus debilidades, sonreía, trataba de lucir feliz, encantador.rio-bravo

Tenía 17 años, cursaba la preparatoria, no era un chico modelo sino inquieto y a veces indisciplinado, sus mismos descuidos habían minado su salud; desoía los consejos de sus padres.

Sin embargo, esta vez tenía sobrados motivos para mostrar su mejor cara, había llegado a su casa su amiga de la infancia. Las familias de ambos tenían una gran cercanía, antiguas amistades. Distanciadas por las circunstancias y el tiempo, por los intereses de cada una, por malos entendidos e inesperadas desatenciones, descortesías involuntarias, a pesar de sus reiteradas proclamas de vivir en armonía, en paz y calidad de vida.

El nombre de la amiga era Pueblo, ocurrencia de sus progenitores. No le gustaba. Tenía el propósito de cambiarlo una vez que alcanzara la mayoría de edad. Acababa de cumplir 16 años.

Las familias convinieron en reunirse para la cena de “Nochebuena, con la idea de superar asperezas, vencer desavenencias, sanar “heridas” y dejar atrás los desencuentros. Sumar esfuerzos para armar juntos nuevos proyectos. Aclarar diferencias y recobrar la armonía.

Pueblo y su familia llegaron muy temprano, por la mañana. Faltaban más de 10 horas para la ansiada cena. Pueblo también estaba contenta. Pueblo y Gobierno corrieron para encontrarse, para darse un abrazo.

La casa estaba en la frontera, del lado mexicano, muy cerca del suelo norteamericano. Tenía a la vista el Río Bravo. Por la falta de lluvias su caudal había descendido, mansa la corriente de agua, aunque esto no le quitaba la fama de peligroso y traicionero.

Pueblo y Gobierno decidieron salir a caminar, a respirar el aire matutino y apreciar el cielo de una mañana soleada. En el camino toparon con un viejo compañero de la escuela, Brandon. El más travieso y castigado de la primaria. Las autoridades escolares nunca consiguieron disciplinarlo. Hábil para sonsacar a sus compañeros y hacerlos cómplices de sus acciones.

Convenció a Pueblo y Gobierno de meterse al río. “No sabemos nadar”, le advirtieron. Brandon presumió de sus cualidades acuáticas. Aseguró ser un experto nadador. Para tranquilidad de los inexpertos, buscó un tronco a la orilla del río. Una vez que halló uno de regular tamaño, sugirió que lo tomaran y no lo soltaran. Él lo jalaría para internarse en las aguas.

Los tres iban contentos, sonrientes al recordar las aventuras escolares. A la mitad del río, en donde la profundidad rebasaba los dos metros, Brandon jaló el tronco. Dejó a la deriva a Pueblo y Gobierno. Surgió el pánico en los que no sabían nadar. Gobierno resolvió en segundos que lo primero era salvar a Pueblo, como pudo la empujó por las plantas de los pies hacia la orilla.

Ambos lograron salvarse, consiguieron regresar a suelo mexicano. Brandon cruzó el río. Sentado sobre el tronco, reía a carcajadas. Risa burlona, maldita.

Pueblo y Gobierno lo ignoraron, regresaron a casa. El incidente, el susto, los unió más. Por la noche platicaron la desagradable experiencia a sus padres. Ayudó a resolver sus diferencias. Convinieron en no volverse a distanciar. Seis años después, Pueblo y Gobierno se casaron.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.