Militar mexicano, estuvo en la guerra de Irak, especialista en combate químico, para hacer frente a batallas con gases venenosos; cantante de ópera, alumno de Plácido Domingo y Donato Di Stefano; estudiante de ingeniería en programación y computación.
Jesús Daniel Hernández, residente en los Estados Unidos desde que tenía 13 años edad, apenas en abril del 2015 se hizo ciudadano norteamericano.
Fue a la guerra en el 2003, a Irak, de manera voluntaria y está orgulloso de haberlo hecho, agradecido con un país al que le tiene cariño, por las oportunidades que le ha ofrecido a él y a su familia.
Nació en Ciudad Juárez. Su madre también en esta ciudad fronteriza. Su padre en Durango.
Te cuento esta historia justo cuando está cada vez más cerca la elección presidencial en los Estados Unidos.
Jesús Daniel acudirá a votar por primera vez. Es simpatizante del partido Republicano.
Su historia es de película, mexicano, combatiente en la guerra de Irak, especialista químico, aspirante a ingeniero en computación. Más de una de sus respuestas me dejó sin habla.
Tiene una actitud que contrasta con la que a veces pintan de quienes regresan de una guerra.
Para nada se ve afectado o alterado por sus vivencias bélicas, en zonas donde la vida se juega a cada segundo, a cada instante.
Animoso, sonriente, sediento de triunfo, ahora con la cabellera larga y no corta como la traía cuando vestía el uniforme militar.
No podía faltar la pregunta sobre su voto el próximo 8 de noviembre.
Declarado republicano, supuse que era obvia su respuesta, me equivoqué.
-¿Por quién votarás?
-Como hemos visto, al menos políticamente las cosas no están bien. Siempre me he considerado
[caption id="attachment_2928" align="alignright" width="212"] Condolezza Rice, ex secretaria de Estado USA[/caption]
republicano y algo conservador, patriota lo soy, pero hay veces que el patriotismo y el humanismo no van de la mano. Yo prefiero elegir al candidato que más refleje el lado humano.
La conversación con Jesús Daniel se realizó en Boston, ciudad a la que acudió para una presentación como tenor.
LA GUERRA
-¿Qué pensaste cuándo te llamaron para ir a la guerra?
-Mi caso fue diferente, mientras muchos de mis colegas recibieron órdenes para ir a Irak, yo me fui de voluntario. Cuando terminé mi especialización como militar químico, llegué a Fort Hood, Texas; a las dos semanas recibimos noticias de que se necesitaban de 25 a 30 soldados para remplazar a quienes habían caído. Recién salido de la academia, me ofrecí como voluntario. Se necesitaban más soldados y yo estaba en la mayor disposición para ir. Además, de qué sirve un soldado sin tener la experiencia de ser soldado en combate.
-¿Por qué decidiste ir de manera voluntaria, a sabiendas de que podías perder la vida?
-En el 2003 había necesidad de soldados y gente para la lucha. Como buen mexicano, siempre he sido muy entrón y nada rajado, uno va a donde pueda ayudar, y para mi eso fue una experiencia enorme. La vida es corta, todos lo sabemos. Es mejor vivir una vida corta pero a plenitud, sabiendo que se hizo todo lo posible para ayudar a otros, que vivir una vida larga y sin hacer nada.
-¿Estuviste a punto de morir en Irak?
-Fueron tiempos y meses precarios. Fue un peligro para todos. No hay soldado que diga que su vida en algún momento no estuvo en peligro. Cuando uno dispara el arma, el único pensamiento es acabar con el enemigo y cuidar del soldado que está a tu derecha o izquierda. Cuando lastimaban a algunos de nosotros, había represalias hacia el enemigo.
-¿Cuánto tiempo estuviste en Irak y qué fue lo que más te impactó?
-Mi tiempo en Irak fue de cinco meses, cortos, muy intensos. Una de las cosas que me impactó mucho es como uno a veces puede poner las diferencias personales a un lado, poner tu propia vida en manos de un soldado con el que no te llevas bien, y ver que a pesar de las diferencias, ese soldado va a cuidar de mi vida, así como yo de la suya. Así de sencillo.
EL CANTANTE
Jesús Daniel Hernández quiere vivir de cantante. Creció con la música de boleros y rancheras.
El canto, la afición de su vida. No lo sabía de niño, con el tiempo se enteró que su familia tiene raíces musicales, dos tíos que cantaban ópera y una abuela soprano profesional.
Lo primero que hizo con su voz fue imitar a Pedro Infante, Jorge Negrete, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti.
Cuando regresó de la guerra, consiguió que le dieran pase de primera fila para asistir a un concierto de Plácido Domingo. Acudió vestido de militar y tuvo oportunidad de entrar al camerino del tenor. Nunca imaginó que ahí mismo, entre la camaradería hispana, “por cuestiones de suerte”, cantaría con quien, al escuchar su voz, lo invitaría al curso anual (2008) que imparte en Washington D.C. llamado Domingo-Cafritz, para jóvenes artistas de la ópera.
Su carrera de cantante se la debe al maestro Plácido Domingo, con él aprendió el verdadero arte del canto y desde entonces recorre los Estados Unidos y otras partes del mundo.
No pierde la oportunidad de aprender de los grandes maestros. Tiene muy presente que el Bajo Donato Di Stefano fue quien, con paciencia, durante varios años, le corrigió las imperfecciones y acomodó la voz.
Sus raíces son cien por ciento mexicanas y las presume. Como ciudadano norteamericano ha sido un cantante que sirvió de soldado a los Estados Unidos, de lo que está muy orgulloso, por el cariño y el amor que le tiene a un país que le ha dado muchas oportunidades, pero no olvida quien es ni de donde viene.
Ahora su meta de cantante es llegar a todos los rincones del mundo, heredar su experiencia, enseñar, compartir su voz y talento, contribuir a mejorar el planeta, es lo que define como éxito.
Es la historia de un soldado de guerra, cantante de ópera y pronto ingeniero en programación y computación.
Mexicano en Irak
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