A México lo ve maravilloso y Trump estuvo a punto de hacerlo llorar. Seguro que esta historia te va a sorprender. El protagonista no es un político ni un académico especializado en el análisis, tampoco es un dirigente social o empresarial. Se trata de un artista, nacido en los Estados Unidos, no habla español, solo inglés. Es escultor, joven, sensible, con sentido común y lógica.
Se llama Zachary Roach, acaba de terminar sus estudios de maestría en escultura en Los Ángeles, California. Todavía no vive de su arte, da clases para pagar sus gastos. Se ha pasado un mes en México.
Material que cualquier mortal común diría que se debe desechar o tirar a la basura, lo ha reciclado y convertido en expresión de su creatividad, de su arte.
Ganó una especie de beca para trabajar en el taller de la Fundación del maestro Sebastián, en la Ciudad de México. Lo que ha hecho en 30 días, ahora es parte de la exposición inaugurada ahí, junto con la obra de la pintora Joyce Ramírez, quien también tiene su residencia en el vecino país del norte, ella habla español y está orgullosa de sus raíces latinas.
Los dos premiados por su esfuerzo, para aprender de la experiencia de uno de los reconocidos escultores mexicanos en el mundo, Sebastián. El maestro les facilitó su taller y material que ha dejado en diversas obras, susceptible de ser reciclado y convertido en arte, como lo han hecho Zachary y Joyce.
Hablé con los dos, por separado, durante el estreno de su exposición. Ambos con la satisfacción en sus rostros. Saben lo que hacen y quieren en la vida. Su arte ya tiene su sello personal. Ella recoge y plasma en su pintura las culturas estadounidense y chicana, las amalgama. No le pone nombre a sus cuadros porque quiere que cada observador saque sus propias conclusiones y los bautice.
Sus cuadros me dejan el mensaje de que todavía no se logra el entendimiento e identificación entre esas dos culturas, cada una va por su lado en la vida real.
Le ha fascinado la fundación Sebastián. También quiere llegar a construir una que promueva el arte y ayude a quienes como ella se han abierto paso a base de perseverancia y esfuerzo. Es su sueño y está decidida a concretarlo. Es una de sus metas.
Zachary Roach, encantando con su estancia en México.
“¡México es maravilloso, fantástico!”, me dijo.
De inmediato supuse que desconocía la inseguridad, violencia, impunidad, corrupción y pobreza que sufren muchos mexicanos. Di por hecho que en su estancia solo había visto lo bonito.
-Vamos a ir a comer tacos a la Roma, ¿quieres ir? –le propuso una de las asistentes a la inauguración.
Su expresión y su voz rechazaron la sugerencia.
-¿Por qué dices que México es maravilloso?
-Por sus tradiciones, por su cultura, por su gente. La falla está en los partidos políticos, en sus propuestas que no han dado resultados.
Hace distinción entre políticos y sociedad.
El México que le parece maravilloso y fantástico es precisamente el que no es responsable de los desaciertos de la política, la sociedad que conserva sus tradiciones y valores. La gente que respeta las leyes y procura la armonía, la convivencia.
Ese es el otro México que ve, el que no está echado a perder por la política, por algunos sectores de la política.
Me pareció sensato, inteligente.
Y por supuesto, como ciudadano norteamericano, está a atento a lo que sucede en su país.
Cuenta que tenía ganas de llorar al ver la convención del Partido Republicano, por el mensaje de su candidato Donald Trump, por el discurso discriminatorio y racista de quien quiere ser presidente de los Estados Unidos.
En su opinión, el proyecto de Trump es aterrador no solo para los Estados Unidos, sino para el mundo.
Así piensa Zachary Roach.
Su esculturas impresionan, hizo arte con material reciclable, la conjugación de lo ancestral con lo moderno.
Hay una escultura que delinea un rostro femenino. Tiene docenas de clavos incrustados, no me dan la impresión de estar colocados al azar, sino en los puntos que a él le parecen correctos, como sus palabras sobre México y Trump.
El México maravilloso de Roach
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