En México es común escuchar o leer expresiones populares que tienen que ver con los chinos.
Por ejemplo:
“¡Puros cuentos chinos!” usada cuando no das crédito a lo que está diciendo una persona, por la fantasía que caracteriza a los cuentos orientales con su dragón por delante.
“¡Está en chino!” cuando un asunto es difícil de resolver, por la escritura y lengua chinos, complejos para los occidentales.
“¡No le hagas al policía chino!” por aquellos que les fascina el misterio y el enredo, aunque mi percepción es de que los policías chinos son muy listos.
“¡Tiene el cabello chino!” nada que ver con los chinos que tienen el cabello lacio. Lo de “cabello chino” tiene su origen en la lengua náhuatl, por “Tia chichina” que se traduce como algo quemado y el cabello lo “queman” para hacer los rizos; con el paso del tiempo se adoptó ese término.
La verdad, China y los chinos son mucho más que eso. Están convertidos en una potencia mundial, en la economía, en el deporte, en la literatura, en el turismo, en la ciencia, en la tecnología, en la música, en la cultura en general.
Tienen su propia democracia, que desde occidente se le crítica, pero ellos así funcionan. Para este año el crecimiento del Producto Interno Bruto rebasará el 7 por ciento.
Es cierto que tienen 200 millones de pobres, pero su población total es superior a los mil 300 millones de chinos.
Su osadía los lleva a fijarse como meta resolver el problema de esos 200 millones en dos décadas.
Acaba de reunirse la cúpula del Partido Comunista Chino y ha decidido ampliar la participación de la iniciativa privada en las empresas estatales, hasta un 10 ó 15 por ciento.
Tienen el control de su economía y de la política también, por eso es entendible la reserva de su estrategia.
Por cierto, ellos no se han quejado de que son espiados; o sea, saben guardar sus secretos y tienen el control de las nuevas herramientas de la comunicación.
Cierto, perfectos no son, ninguno país lo es; su poderío nadie lo niega y está a la vista como cuidan sus intereses. No comulgan con el Dalai Lama y en donde pueden presionan para que se le cierren puertas.
China sigue creciendo, es respetable y hasta temida en el mundo.
Definitivamente, los cuentos chinos no son cuentos.
Los cuentos chinos no son cuentos
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