Hasta ahora, en la oposición, no ha surgido la figura que pueda ser el gran competidor en el proceso presidencial de 2024. Hay muchos nombres, ninguno apuntalado para encabezar la alianza. Cada uno, cada una, va por su lado, con la meta de alcanzar el consenso de las distintas fuerzas.
Movimiento Ciudadano tiene más que decidido que va a participar solo, convencido de que tendría crecimiento como partido y posibilidades de ser digno contendiente. En realidad, salvo algunos estados donde gobierna (Jalisco y Nuevo León, dos de los tres más importantes del país), carece de la fuerza nacional que se requiere para estos casos. De cualquier manera, nada lo hará cambiar de parecer.
Su dirigencia ofreció que para este fin de año contaría con proyecto de gobierno. Todavía no lo hace público. Entre sus potenciales candidatos están Luis Donaldo Colosio, Enrique Alfaro y Samuel García. El mejor posicionado, al menos en encuestas, es el alcalde de Monterrey, hijo del malogrado candidato, del mismo nombre, asesinado en Tijuana en 1994. Samuel, gobernador de Nuevo León, apenas acaba de pedir que lo anoten para la carrera.
A la oposición, aunque no lo admita, el tiempo se le agota. Sigue sin definición y sin importarle recientes experiencias que empezaron a promoverse con mucha más anticipación. ¿Se acuerdan de Vicente Fox? Se auto destapó e hizo carrera desde que era gobernador de Guanajuato. Felipe Calderón, igual. Sorprendió a sus propios compañeros, aunque después las divisiones internas le complicaron el resultado electoral. Enrique Peña Nieto hasta novia y esposa consiguió en la etapa previa a su nominación. Los tres salieron primero y llegaron primero a la postulación de sus respectivos partidos.
Ahí está la relevancia del tiempo para placearse, enfocar la energía en los principales prospectos, sobre todo cuando se juega en el equipo de la oposición, porque es más el esfuerzo y la capacidad de convocatoria que se necesitan para desplazar al partido en el poder.
Dentro de este contexto es indudable que llevan la delantera Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal. Están todos los días en los aparadores de las responsabilidades que tienen asignadas: Ciudad de México, Cancillería, Secretaría de Gobernación y Senado. La sociedad cada vez más conoce lo que hacen y dicen. Monreal tardó en permear en el ánimo social porque no recibió la bendición de Palacio Nacional desde que arrancó la carrera; lo ha conseguido a base de perseverancia, nunca se hizo a un lado y menos lo hará ahora.
Van por delante los aspirantes de Morena y cada día que pasa adquieren más ventaja.
Cuando la oposición se decida, aun cuando eligiera al mejor de sus prospectos, será tanta la ventaja de los otros, que ni en el auto de Sergio Checo Pérez podrá darles alance.
Por eso hay sectores en el país que, ante la realidad evidente, procuran no romper, sino por contrario, cuidar y estrechar la comunicación con los que se perfilan para seguir en el poder.
No hay que ser expertos observadores para darse cuenta de este comportamiento, basta con seguir actividades de Palacio Nacional y tomar nota de los que procuran que no se les cierre la puerta, actitud lógica cuando saben que deben proteger lo que les ha tomado años construir.
Ventaja de aspirantes para 2024
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