Hay quienes dicen que son demasiados los hilos sueltos en México. Otros se quejan de supuestos o reales desatinos. Algunos temen que suceda algo peor. La mayoría es paciente y espera los resultados ofrecidos. Imposible en 100 días arreglar lo que tiene décadas descompuesto.
Acabo de ver al jardinero del edificio donde vivo, en su afán de acabar con raíces de la hierba mala y conseguir que renazca el pasto verde, dar involuntario trincherazo al hormiguero que estaba oculto bajo tierra, que no tenía ese cono que les caracteriza y hacen estos insectos en la superficie.
Supongo que el trabajador ni cuenta se dio de que había arruinado el hormiguero. Echó la hierba mala en la basura, le pagó el administrador del inmueble y se fue, satisfecho de la tarea realizada. La tarde empezaba a caer.
Entonces, voces de vecinos empezaron a recorrer pasillos y escaleras. Alarma porque habían descubierto hormigas en su cocina, en el baño, en la recamara, por diferentes puntos de sus departamentos. Pronto se descubrió que venían del jardín. Había sido destruido su espacio y huían despavoridas sin saber su destino. Hormigas de color rojo, de esas que cuando son molestadas, dejan huella y dolor en la piel humana. Algunos vecinos las pisaron, otros las rociaron con insecticida casero, para eliminarlas.
La finalidad del jardinero es noble y ecológica, deshacerse de la mala hierba para rescatar el pasto verde. Analógicamente, en nuestra sociedad, es lo que busca la Cuarta Transformación, exterminar lo que es maligno para el país, la corrupción. Por supuesto que nadie creería que su objetivo es destruir a la nación. Lo que pasa es que en esta labor de limpieza, para deshacerse de la mala hierba, enraizada por todos lados, cuando la arranca, agarra parejo, hasta intereses benignos, partes sanas que deben protegerse.
Es una operación enérgica, rigurosa para acabar con lo podrido; por el sacudimiento que ocasiona, asusta y puede lastimar, terminar con el hogar de hormigas que toda su vida se han dedicado al trabajo, el pueblo bueno.
Por eso, ahora que vuelva el jardinero del edificio, le voy a decir que tenga más cuidado, para que no afecte a las hormigas que nada tienen que ver con el origen y crecimiento de la mala hierba.
Los condóminos o vecinos queremos recuperar el pasto verde. Entendemos que no será de un día para otro. El jardinero tendrá que ir con tiento y asegurarse que la hierba arrancada, no vuelva a crecer; sin afectar a seres inocentes y conservando lo sano.
Jardinero de la política
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