El Partido Acción Nacional (PAN) nunca estuvo de acuerdo con los resultados de la elección presidencial de 1988.
Su candidato Manuel J. Clouthier caminó junto con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Ibarra, los tres, hacia la Secretaría de Gobernación (Segob), que entonces actuaba como Comisión Federal Electoral (CFE), para organizar y evaluar la competencia, lo que ahora lleva a cabo el Instituto Nacional Electoral (INE).
La tercia de candidatos protestó la misma noche de la contienda y consiguió que la autoridad electoral aceptara que no era posible en ese momento levantarle la mano a nadie. Acordaron que la CFE emitiría un desplegado que se difundiría a través de los medios de comunicación, impresos y electrónicos, para enterar a la sociedad lo que sucedía.
El desplegado pasó desapercibido para la mayoría de los medios, prácticamente lo ignoraron. Al día siguiente la “información” fue que había ganado el candidato del PRI. Solo el periódico El Financiero destacó la aclaración y precisión de la comisión, nadie más.
Quedaba claro que el “Maquío” estaban tan enojado como Cuauhtémoc y Doña Rosario con la actuación de la autoridad electoral, a la que se le “cayó” o “calló” el sistema, cuando las cifras empezaban a revelar que en la región central del país el ingeniero llevaba la delantera.
La dirigencia panista, encabezada por Luis H. Álvarez, también declararía que lo viciado del proceso no permitía saber quien había ganado. No hubo recuento de votos, los reclamos fueron desestimados y finalmente, incinerados los paquetes electorales.
En la incertidumbre del proceso hubo tiempo para estudiar el escenario de que la izquierda, representada por el ingeniero Cárdenas, llegara a la presidencia de México.
Aquí es donde la dirigencia del PAN se deslindó e inventó lo que llamó “proceso de legitimación por ejercicio”. Lo que menos quería era que Cuauhtémoc se pusiera la banda presidencial.
Por eso su manifiesto “Compromiso nacional por la legitimidad y la democracia”, fechado el 16 de noviembre de 1988, firmado por Luis H. Álvarez (presidente) y Abel Vicencio (secretario general).
Uno de los puntos centrales fue:
“El poder que se constituirá con base en los resultados oficiales del proceso electoral, aprobados solo con los votos favorables de los miembros priistas del Colegio Electoral, únicamente podrá legitimarse ante los mexicanos con el buen ejercicio del poder mismo y, en especial y de manera inmediata, con la conducta que demuestre en los primeros comicios bajo su total responsabilidad que serán los de Jalisco, Guanajuato y San Luis Potosí”.
Es evidente que el PAN no compitió aliado con el PRI, imposible hacerlo con un candidato como Clouthier. A la vista de todos, combativo y decidido a luchar por un país distinto, justo.
No hubo contubernio de estas dos fuerzas políticas a la hora de buscar el voto de la sociedad. Cada una participó por su lado, con sus propios candidatos y campañas.
Clouthier nunca se dobló, había cumplido como candidato y hasta ahí llegaba su misión. Serían otros los que acordarían el camino que tomaría el panismo. En la etapa poselectoral la dirigencia nacional justificó el “proceso de legitimación por ejercicio”, en franco rechazo a lo que representaba el ingeniero Cárdenas y para que alcanzara la presidencia quien tenía a su favor las cifras oficiales, sin más resistencias ni malas caras.
PAN y elecciones de 1988
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