Se lo dijo muy clarito su compadre Luis Donaldo Colosio Riojas: “no es nuestro tiempo”. Samuel García no lo escuchó; por su juventud y falta de experiencia política, ahora enfrenta consecuencias.
Y más le vale tener presente la sabia popular de que: “el que a hierro mata, a hierro muere”.
Aun cuando tenía puesta la mirada en 2024, no olvidó que metió a la cárcel a su antecesor Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, con la acusación de que desvió recursos públicos para fines electorales.
Rodríguez Calderón, en 2018, compitió sin fortuna por la presidencia de la República. No ganó ni en su casilla. Regresó a terminar el ciclo de gobernador en Nuevo León. Apenas concluyó el periodo, se retiró a su rancho a descansar, a desintoxicarse de la política.
Cuando creía que viviría en paz, en familia y dedicado a los negocios, fue detenido y exhibido en prisión. Samuel lo celebró.
“El bronco” se enfermó. Fue llevado de emergencia al hospital. Logró reponerse y remontar la acusación que le hicieron. Seguro que hoy debe esbozar una sonrisa al ver lo que pasa en su estado.
Seis años después, Samuel García ambicionó ser candidato presidencial, sin descuidar la espalda. Quería que una gente de su confianza quedara de encargado del despacho.
Posibilidades de ganar en 2024, ninguna. Parecía que, por intereses que solo el conoce, pretendía restarle votos a la derecha para favorecer a la candidata del grupo en el poder.
Ni “El Bronco” ni Samuel cumplieron su palabra: el compromiso con la sociedad de gobernar Nuevo León de principio a fin de su mandato, sin interrupciones, sin pausas, como lo ofrecieron en campaña.
Nadie experimenta en cabeza ajena, a Rodríguez Calderón le fue mal en la competencia presidencial y Samuel ni siquiera pudo alcanzar la candidatura de Movimiento Ciudadano.
La solicitud de licencia se le complicó. No se dieron las cosas como esperaba y, ante la resolución de último minuto del ministro Javier Laynez, descubrió que la mejor opción era la silla de gobernador.
Ha dejado entrever que algo trata de ocultar en su administración. Si todo estuviera en orden, si la actuación fuera pulcra, no tendría preocupación alguna. Con toda su impetuosidad y estilo norteño estaría de lleno en campaña por la presidencia de la República.
Hizo el ridículo y ha quedado mal con sus paisanos, aunque él crea y diga lo contrario.
A lo mejor ha cumplido como servidor, nada más que si la administración fuera controlada por sus adversarios, revisarían con lupa todas y cada una de sus acciones.
Según el pregón de los contadores públicos, no hay servidor público que aguante una auditoría. Samuel no sería la excepción.
De cualquier manera, no se salvaría de que lo acusen cuando finalice su periodo. Enfrentaría la imputación por mal uso de recursos públicos, tal como se la hizo a “El Bronco”.
De nuevo como gobernador, podrá llamar a su compadre Colosio y decirle: “tenías razón, no es nuestro tiempo”.
Los opositores a su gobierno, el “PRIAN” como les llama, tendrán que esperar para cobrarse la factura.
No se la van a perdonar e intentarán hacer lo mismo que Samuel hizo con su antecesor.
Si Samuel es inteligente y escucha consejos, es probable que pueda evitar que se repita en su persona la historia de “El Bronco”.
Samuel no oye consejos
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