Jimena, jovencita de 19 años, encontró una cartera y se la regresó a su dueña.
Hecho positivo, ejemplar, muy lejos de convertirse en viral. Los valores no parecen importar, aun cuando deban caracterizar a cualquier sociedad, para tener mejor convivencia.
En cambio, cuando se trata de un suceso negativo, singular, violento, denigrante o burlón, se convierte en viral en las redes sociales, genera memes y comentarios de todo tipo. Es lo que entretiene, divierte.
Admirable es la cultura japonesa. En el país asiático nadie toca lo que no es suyo. Puedes dejar u olvidar un objeto, libro, bolsa, paraguas en el transporte público y, seguro lo vas a recuperar en el departamento de artículos perdidos o extraviados. Lo normal, allá.
En el caso de México, a pesar de los defectos en educación escolar y familiar, no todo está perdido.
Al ver la descomposición que hay en conductas, en la facilidad para mentir e injuriar a otros, para satisfacer intereses al precio que sea, porque el que no transa no avanza, supones que revertir esa lamentable tendencia es imposible y que estamos condenados a tolerarla, que tenemos que resignarnos a que el escenario social sea cada vez peor, a cuidarnos y desconfiar a todos. Triste, doloroso, lamentable; es lo que sobresale. A los mismos medios de comunicación, tradicionales, lo que interesa sobremanera, es lo negativo, lo frívolo, con la creencia de que garantizan “rating”, más lectores, radioescuchas o televidentes. Historias positivas, salvo excepciones, van al archivo, al bote de basura.
Lo que hacen adultos, sin duda, son lecciones de vida para las nuevas generaciones. Es más fácil seguir lo malo que lo bueno, la máxima para muchos.
Enhorabuena que no es tan simple ni en automático, todavía hay comportamientos que reconfortan, que dan señales de que las sociedades generan y conservan acciones elogiables, admirables y dignas de seguir, imitar.
Así es la historia de Jimena, jovencita de 19 años, empleada de un expendio especializado en café y donas en México.
Sentado, mientras leía un libro y esperaba a mi esposa salir de la tienda de comestibles, oía algo acerca de una cartera encontrada, era la conversación de dos empleados, Jimena y su compañero.
En eso estaba cuando escucho la exclamación sonora de una señora que había llegado al lugar y recibía una cartera, sonriente, agradecida. Revisa su pertenencia, sus tarjetas, su dinero: “¡No falta ni un peso!...¡Me reconcilio con la humanidad, no todo está perdido!”.
Jimena no quería pero finalmente aceptó, gratificación de cien pesos.
Ambas autorizaron que se grabara en video la escena. La señora se retiró feliz. Jimena recibiría felicitaciones de sus compañeros y jefes.
Cuando al día siguiente regresé y le pregunté si la empresa le había dado una compensación, por su acción honesta, por su honradez, por devolver la cartera, respondió:
“¿Por qué?...honestos debemos ser todos”.
La Honestidad de Jimena
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