El dirigente incómodo

Política
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En estos tiempos a la gente ya no se le puede engañar. Conoce a los aspirantes de los distintos partidos. Sabe sus historias, sus debilidades y fortalezas. Tiene registrado el resultado de los gobiernos. Identifica a los dirigentes por sus dichos y obras.
Ni olvida y mucho menos perdona. Pareciera que a veces se borran de su mente algunos episodios. Puede ser, por el paso del tiempo y si los personajes involucrados desaparecen de la escena. No es el caso cuando los sucesos son recientes y menos si los actores siguen activos.
En el supuesto de que fallara la memoria, ahí están los partidos y los mismos actores políticos para recordarse entre ellos sus locuras, escándalos, acusaciones de corrupción, desvío de recursos públicos, enriquecimientos inexplicables y lo que pueda ser considerado como mancha en el expediente. Es lo que se llama “guerra sucia”, porque no importa que sea cierto o falso. El objetivo es tiznar, desacreditar al adversario, con lo que sea.
Se acentúa la “guerra sucia” cuando está de por medio o en disputa el poder presidencial. Se dan con todo. Por supuesto que el proceso de 2024 no sería la excepción.
El bloque opositor da la impresión de haber encontrado una aspirante (Xóchitl Gálvez) a prueba de ácido, con caparazón de tortuga o armadillo para resistir la ola de ataques, con pasado indígena, empática, amigable, coloquial en su lenguaje e ingeniera de profesión. Sin militancia partidista, aunque identificada con el color azul, en la política y en el deporte.
La critican por sus patrocinadores. La falta de congruencia, por sus antecedentes izquierdistas y ahora estar al servicio del bando contrario. En política, como diría alguna vez el extinto afamado profesor y próspero empresario Carlos Hank González: “un político pobre, es un pobre político”.
Si el político es pobre, no le queda más remedio que buscar financiamiento o aceptar el apoyo de los mecenas de la política, indispensable para aspirar a un cargo público, del nivel que sea.
También está en la competencia otra indígena (Beatriz Paredes) con amplia experiencia de gobierno. Su inteligencia es reconocida por propios y extraños. Respetada por adversarios. Nunca ha sido ostentosa. Tampoco se sabe que se haya enriquecido. Presume que “no tiene cola que le pisen”. Milita en el partido tricolor y no lo niega.
En el caso de México, para llegar a las alturas, se requiere la postulación de los partidos políticos. Por la vía independiente, como están las reglas electorales, el fracaso es seguro. Jaime Rodríguez “El Bronco”, en 2018, quedó muy lejos de los primeros lugares.
Así que las dos necesitan de la alianza PRI, PAN y PRD. Ambas tienen buena imagen. No se puede decir lo mismo de sus aliados, en particular del dirigente priísta Alejandro Moreno Cárdenas. Fue sometido a un desgaste desde Campeche, su estado natal, que por poco lo lleva a los tribunales, acusado de enriquecimiento ilícito. Exhibieron con grabaciones sus debilidades y los detractores no dudarán en volverlas a utilizar.
La imagen de “Alito”, aunque no lo digan, les perjudica. Es el dirigente incómodo. Y lo peor para ellas es que Alejandro no tiene planes de renunciar. Está en chino que la gente perdone u olvide lo hecho por su aliado.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.