Existe la propuesta de aumentar el precio del boleto del metro de tres a cinco pesos, con el fin de obtener recursos que permitan la adquisición de nuevos trenes, con aire acondicionado.

Joel Ortega, director del Servicio del Transporte Colectivo Metro ha dicho que se requiere adquirir más unidades y con ese incremento al año se tendrían ingresos aproximados por tres mil millones de pesos, suficientes para comprar 45 trenes para las línea 1 y 12 más para la línea 12, además de contar recursos con el propósito de rescatar un centenar que están en el taller y darle mantenimiento a todo el sistema.

Gasto justificable y al que nadie se opone, tratándose de un transporte al servicio del pueblo.

Lo que no se entiende es que se gaste dinero en mandar a elaborar encuestas para saber si la sociedad de la ciudad de México está de acuerdo con la propuesta de aumentar el precio del boleto.

En ninguna parte del mundo la gente está dispuesta a pagar más y menos cuando los que tienen que hacerlo apenas reciben un salario para atender sus necesidades básicas.

Además, después del ridículo que hicieron las encuestadoras en el pasado proceso electoral federal, su credibilidad está en duda.

Se ha visto que los resultados se acomodan a los intereses del que decide pagar la encuesta.

Entonces ¿para qué pagar una encuesta? Y ¿cuánto cuesta una encuesta?

¿Qué garantías hay de que el encuestador dará resultados confiables?

No hay que quebrarse la cabeza para saber que los resultados dejarán satisfecho a Joel Ortega.

Aunque afecte el bolsillo, si el Metro necesita más trenes y mejor mantenimiento, todos estarán de acuerdo en pagar el incremento, por el beneficio constatable que representa el servicio.

La única condición de los usuarios es que no se tire el dinero en encuestas manipuladas y al gusto del cliente.

 

 

 

 

 

 

 

 

La decisión de rotar la presidencia del Instituto Federal Electoral en tanto la Cámara de Diputados elige a los cinco consejeros faltantes, representa una exposición inesperada pero oportuna y bienvenida para medir quién tiene el perfil para ocupar la cabeza del organismo.

No es lo mismo ser solo consejero electoral que presidente del Consejo General del IFE, aunque sea por un mes.

Marco Antonio Baños Martínez, Lorenzo Córdova Vanello, Benito Nacif Hernández y María Marván Laborde estarán sentados en la silla que acapara los reflectores de la política electoral.

De los cuatro, María ya tiene el antecedente de haber presidido el Instituto Federal de Acceso a la información Pública y Protección de Datos. Cumplió con esa tarea, sin enredarse ni confrontarse y mucho menos pelearse con sus pares, como ha ocurrido con los sucesores Jacqueline Peschard y Gerardo Laveaga.

Son responsabilidades con distinta valoración en la sociedad. El IFAI no ha conseguido hasta ahora permear en el grueso de la población. Su principal mercado sigue integrado por investigadores, académicos, periodistas, partidos, empresas y representantes de organizaciones no gubernamentales. En cambio, el IFE tiene la mirada de todos por ser el árbitro y organizador de la competencia política en nuestro país.

El primero de los cuatro que ha tomado la estafeta ha sido Benito Nacif que podrá comprobar que no es lo mismo hacer declaraciones desde la silla de consejero electoral que desde la presidencia del IFE.

Lorenzo Córdova ha crecido a la sombra del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y cerca de alcanzar su sueño de presidir el IFE, aunque sea de manera transitoria.

Marco Antonio Baños ha picado piedra y es producto de la cultura del esfuerzo. Tiene experiencia y sabe ser prudente.

La cuarteta ha contado en su momento con el beneplácito de los diversos partidos para llegar al instituto.

Ahora se verá quien sea marea o se enreda para tomar decisiones en un organismo trasatlántico.

También quedará a la vista quien prefiere nadar de “muertito” para no hacer olas.

Y por supuesto, tampoco pasará desapercibido quien asuma el papel de capitán y mantenga en rumbo el barco, con dominio de mando.

Es la oportunidad para que los diputados hagan sus observaciones y decidan si entre esos cuatro está el próximo presidente del IFE o habrá que buscarlo entre los nuevos cinco consejeros.

Leonardo Valdés Zurita estaba feliz, radiante, ya sabía que sería consejero del Instituto Federal Electoral (IFE).

24 horas antes del anuncio oficial en la Cámara de Diputados hubo oportunidad de comer y platicar sobre su ascenso. La cita fue en uno de los restaurantes del hotel Presidente de Polanco.

En ese momento no daba por hecho que sería el nuevo presidente del IFE, pero tenía la plena certeza de que estaba adentro como consejero.

Advertía que tenía posibilidades para presidente, porque sabía de las simpatías que había logrado su perfil entre los partidos, aunque más le valía esperar al voto legislativo del día siguiente.

De cualquier manera estaba contento y con ánimo de celebrar, escogió el vino para acompañar la comida.

Relató el camino que recorrió como especialista electoral y sus vivencias familiares. En el curso de la conversación expresó su certeza de que llegaría al organismo electoral federal.

No tenía la menor duda.

La verdad, como periodista tuve mis reservas; su nombre no había sido mencionado en los medios de comunicación ni como para ser considerado  próximo integrante del IFE.

Ninguno de los que escriben y se dicen expertos de la política citaba a Leonardo Valdés Zurita.

El encuentro era “off the record” y la regla se respetó. Leonardo sabía que así sería y quizás por eso habló con plena confianza.

Hoy que ha terminado su periodo como presidente del IFE, seguramente abrirá una nueva botella de vino para celebrarlo.

Empieza el recuento y revisión de su trabajo.

Hasta donde se, ningún partido va a pedir su cabeza, así que se puede ir tranquilo a su casa y a la academia.

 

 

Si bien los partidos opinan y votan a través de sus diputados para decidir quien debe ocupar el cargo de consejero electoral del IFE, para garantizar su imparcialidad una vez que es electo, no estaría demás blindarlo con un artículo en la ley que subraye que su actuación está al margen de compromisos e intereses de partido.

De esa manera el consejero estaría más tranquilo y menos presionado a la hora de discutir y votar los asuntos electorales en el Consejo General del IFE. Para que ningún partido le pretenda cobrar la factura y le recuerde a quien le debe su participación en dicho organismo.

También sería prudente establecer una sanción al partido que pretenda presionar o cobrarle facturas al consejero.

 En la actualidad es común escuchar que los consejeros son producto de las cuotas de partidos, lo que no le hace nada bien a la democracia ni a la competencia política en nuestro país.

Por el método que señala el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales para elegir a los consejeros, resulta imposible que los partidos se mantengan ajenos al proceso.

De acuerdo con el artículo 110 del Cofipe, los diputados, que representan a los diversos partidos, son los electores.

Eso de “previa realización de una amplia consulta a la sociedad”, pues hasta ahora no se ha visto.

Por eso la importancia de considerar en la reforma electoral la necesidad de blindar a los consejeros electorales para que no se vean comprometidos a responder a consignas partidistas.

La delegación Benito Juárez es la que más crecimiento inmobiliario tiene en la ciudad de México, con un registro del 23 %, por arriba de la Cuauhtémoc con 15 % y la Miguel Hidalgo con 12 %, cifras de autoridades capitalinas.

Ejemplo de ese boom inmobiliario lo tenemos en la colonia Nápoles y la excusa de quienes gobiernan la delegación Benito Juárez es que ellos no son los que autorizan las construcciones, le avientan la pelota al equipo de Miguel Ángel Mancera, lo más cómodo.

Sin embargo, quienes viven en la Nápoles tienen como autoridad inmediata al delegado Jorge Romero Herrera. Si bien no da las autorizaciones, se supone que conoce la zona como la palma de su mano, puede darse cuenta de los riesgos que se corren y tomar previsiones antes de que se presente una situación de la que todos se lamenten.

Hay a la vista el riesgo de una saturación urbana, sobrepoblación. Los edificios se construyen sin suficientes cajones de estacionamiento. Lo que a nadie parece importarle.

Además, es de sentido común que las calles no crecen y que tampoco va a llegar más agua a la colonia por el hecho de que se ha multiplicado su número de habitantes. También el servicio eléctrico corre el riesgo de sufrir sobrecargas ante el incremento de la demanda.

Cada vez hay más basura en las calles y el parque Esparza Oteo carece de la limpieza adecuada, regularmente está sucio.

Las banquetas son utilizadas como estacionamiento y su mantenimiento y renovación ha sido parcial.

Por si fuera poco, alguien tuvo la ocurrencia de construir una ciclovía que no comunica a ningún lado.

Hay que aprender de la experiencia de otros y Acapulco es un caso, sufre las consecuencias de quienes autorizaron permisos de construcción en espacios que ya estaban saturados o inundables. El precio fue más de un centenar de muertos cuando la naturaleza reclamo su lugar.

Otro botón de muestra en la Nápoles es el acceso a las salas de Cinemex en el WTC. Con tal de cobrar más por espacios comerciales se han reducido los pasillos peatonales. ¿Y protección civil?

Por lo pronto, para los colonos es necesario el lanzamiento de una campaña que haga consciencia sobre las consecuencias de un colapso urbano.

Hay quienes han condenado a la prensa escrita a la extinción, fulminada por el periodismo digital.

Se equivocan porque la prensa escrita ha seguido el camino de la adaptación, sumarse a la nueva realidad en vez de restarse y dar por hecho que ya no tiene nada que hacer.

Entró en un proceso de transformación, en busca de un complemento, para enriquecer a las dos partes.  ¿Se han fijado que hay diarios que en ocasiones el pase de una nota ya no es a la página 15 ó 30, sino al portal que tienen en Internet? ¿También han observado que en los portales y por la noche se enuncia lo que se publicará en el impreso al día siguiente?

Otra, hasta ahora la publicidad está mucho mejor cotizada en el impreso por la sencilla razón de que tiene mejor presentación. En las redes depende del tamaño de tu computadora.

Existen vaticinios de que la prensa escrita no pasa del 2020, 2030 ó  2040. Estimaciones basadas en la era digital, en las nuevas herramientas de la comunicación. Adiós a los periódicos y revistas, después a los libros y quizás nada que sea en papel.

La radio estaría corriendo ese mismo riesgo porque ahora hay otras maneras de escuchar música; más de mil canciones en una memoria Universal Serial Bus (USB), por ejemplo.

El mismo camino podría seguir la televisión y hasta el cine, porque los jóvenes estarían viendo sus series, programas y películas favoritas o preferidas en su ordenador.

La clave es el contenido. Es lo que nos lleva a decir que los medios impresos van a sobrevivir.

Periódico, revista, radio y televisión, con un contenido de excelencia, profesional, con el rigor de la investigación, va a ser leído, escuchado o visto. La gente espera y quiere calidad.

Y sin duda, hay medios escritos que ya llegaron a esa conclusión, de que deben ofrecer un producto de calidad. En las redes hay millones de difusores pero la mayoría sin credibilidad y sin el rigor que exige el periodismo, no sólo el de investigación sino también el cotidiano.

Contrario a los pronósticos sombríos, por lo expuesto en este espacio, considero que la prensa escrita todavía tiene larga vida.

Por lo visto Mata Hari, personaje real ya extinto, y James Bond (007), personaje ficticio inventado por el británico Ian Fleming, entraron en decadencia, rebasados por las nuevas tecnologías.

Aun cuando hay dudas sobre su vida, al final prevalece la versión de que Margaretha Geertruida Zelle, alias Mata Hari, actuó durante la primera guerra mundial como espía y al final sus indiscreciones la llevaron ante un pelotón de fusilamiento.

El día que la detuvieron, tuvo la ocurrencia de solicitar unos minutos para cambiarse, regresó completamente desnuda y regalando bombones. Sus captores se comieron los dulces pero no la dejaron ir.

La condenaron a muerte por espionaje, acusada de servir a los enemigos y aliados, doble agente.

James Bond se ha convertido, a través de sus películas, en un personaje emblemático de la sociedad británica. Agente secreto y espía con más vidas que un gato. Inmortal en tanto no diga otra cosa el guionista.

Curioso, Mata Hari también es descrita por sus biógrafos como cortesana. El 007 presume de galán y mujeriego en los filmes.

Sin embargo, a pesar de sus habilidades físicas, en el caso de la primera,  y el uso  de aparatos propios de la ciencia ficción, en el caso del segundo, ambos están ya en la puerta de lo obsoleto.

Resulta que ahora se puede espiar o conseguir información de otro país y sus gobernantes, sin moverse del asiento. Controlando servidores y comunicaciones, entrando por la puerta de atrás de las redes. Sólo lo pueden hacer los dueños de la alta tecnología.

De no ser por Edward Snowden quien estaba al servicio de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, especialista en computación, nadie se hubiera enterado de lo que hacía el principal país espía.

Independientemente  de si es legal o no, si se vale o no, el hecho es que se acabaron los secretos.

Mata Hari y el 007 entraron en desuso. Lo moderno y efectivo es el control de las comunicaciones y redes, sin necesidad de despeinarse ni arriesgar la vida.

A la computadora no es posible matarla.

 

Sergio es un nevero con más de 20 años de antigüedad. No tiene un negocio establecido pero durante todo ese tiempo las autoridades delegacionales le han permitido trabajar en el mercadillo que se instala cada domingo en la @lanapoles de la @delegaciónBJ en la ciudad de México.

Por supuesto que ha tenido que pagar su cuota, variable, dependiendo del humor de los supervisores, para vender su producto en la esquina de Filadelfia y Nueva York. Sin recibo de por medio, para que no quede huella.

Ha sido su lugar de toda la vida, vende nieves y helados de 50 sabores, para todos los gustos. Su permanencia es una prueba de que la clientela está satisfecha con lo que hace.

Sin embargo, por quejas de vecinos que han visto afectado el acceso al estacionamiento de su domicilio, se han reubicado las garrafas y cilindros de Sergio, para que nadie se  moleste.

El asunto es que esa reubicación ya tiene precio, 15 mil pesos le solicitan quienes dicen representar a la delegación Benito Juárez. Un “arreglo” verbal, sin papel que lo formalice.

“¿Y de dónde saco 15 mil pesos?”, se pregunta Sergio.

Además, en el momento en que haya cambio de autoridades, otra vez a negociar con los que llegan.

La verdad, el equipo del delegado Jorge Romero Herrera tiene la solución en sus manos, para  evitar poner en riesgo el sustento de la familia del nevero. Basta con regularizarlo, darle un espacio para que pueda trabajar y asegurarse de que no obstruya la circulación vehicular.

Quitarle las barricas y cilindros para presionarlo a que pague 15 mil pesos, no es la solución, es corrupción.

El delegado tiene la palabra.

Eugenio, tu película No se aceptan devoluciones, sin duda, ha sido todo un éxito de taquilla, está bien hecha, las actuaciones cumplen su papel, el guión cuidado bajo tu mirada, una historia divertida con tinte dramático y hasta trágico por la muerte de la pequeña.

Te atrapa de principio a fin y sale uno satisfecho del cine. Corresponde al interés que ha despertado en nuestra sociedad, sobre todo. Has demostrado que eres más que la familia peluche y tus personajes televisivos.

Se desarrolla con un buen  ritmo, nunca se percibe lenta. Los diálogos bien elaborados y excelente dicción, no hay que adivinar lo que están diciendo. El vestuario a la medida. Los escenarios, Acapulco, la carretera, el hotel, la avenida que transitas en Los Ángeles, la caída en la alberca, tu papel de “hombre de piedra”, de papá protector y mujeriego, eslabonados. Esta película nadie la pudo haber hecho mejor que tu.

Muy bien, vale la pena verla.

Producto exportable y de calidad.

Tu la ves con los elementos necesarios para aspirar a ganar un Óscar. Nada fácil ni sencillo.

Hay que admitir que no es una película de las que te marcan y clasificas fuera de serie. Es una más, muy bien hecha, pero eso es todo.

Un tema común, que se construyó sin investigar a fondo. Tampoco rescata detalles especiales ni retrata la realidad de los migrantes.

No es emblemática de ese problema

Su propósito es divertir y lo consigue. Juega con los sentimientos al ocultar la enfermedad de la menor y matarla al final, lo que quizás a más de uno le arranque una lágrima.

Las actuaciones, la tuya como la del resto del elenco, la de la niña Loreto Peralta, nieta de don Alejo, extinto empresario y aficionado al beisbol, emotivas, cuidadas y puntuales.

El filme ya ganó el “Óscar” de la promoción. La estrategia de publicidad ha sido un éxito.

Ahora suspira por el trofeo de la Academia de Hollywood. Para colarla a la competencia, por lo menos para que compita, requiere todavía de má$ promoción. Ganarlo, es otra cosa.

La idea de que el Instituto Federal Electoral (IFE) controle todos los procesos de los estados sería tanto como crear un monstruo de mil cabezas, que desde el centro del país organice las elecciones.

Obviamente el organismo tendría que crecer para atender las necesidades electorales de cada entidad. Más presupuesto, más recursos públicos y un aparato público mucho más costoso y burocrático, porque nadie va creer que con la actual estructura se haría responsable de ese paquete.

La propuesta ofende a los ciudadanos que viven en los estados del país, implica poner en duda su capacidad para organizar en un marco de equidad sus propias competencias políticas.

Si el problema es que los gobernadores se involucran e influyen en los procesos para favorecer a sus candidatos, pues es lo que se debe corregir, encontrar fórmulas para impedirlo.

¿Qué no fue Vicente Fox quien metió sus narices en las elecciones federales del 2006?

Felipe Calderón ya no lo pudo hacer en el 2012. Ni siquiera pudo imponer a Ernesto Cordero como candidato presidencial del PAN.

Entonces, si el problema son los gobernadores, hay que modificar las reglas para que se garantice la voluntad popular y no se tengan que dirimir todos los procesos en la mesa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Si el  mal se encuentra en la conducta de los partidos, también hay formas de cuidarles las manos.

Como  periodista he cubierto elecciones en diferentes estados y me ha tocado ser testigo de la alternancia, ver gente con la autoridad suficiente para hacer que se respete el voto.

Sin duda, hay ciudadanos capaces para organizar sus competencias políticas en los estados.

Entonces, para qué crear un monstruo de mil cabezas, que el día de mañana solo sea un ostentoso aparato burocrático.

Lo que corresponde es seguir perfeccionando lo que ya se tiene.

Más de mil 200 millones de pesos a la basura, en el desperdicio. Eso fue lo que gastó el Estado para la conservación de las boletas electorales del 2006.

Después de múltiples reclamos e impugnaciones judiciales, en instancias nacionales e internacionales, finalmente se desechó la petición de tener acceso a dichas boletas, que muchas de ellas, por el deterioro del paso del tiempo, ya no fueron útiles ni para el reciclaje.

Casi siete años almacenadas, esperando la resolución de las autoridades, hasta agotar el último tribunal. Ninguna autoridad consideró que era válida o aceptable la solicitud de tener acceso a las boletas.

Independientemente de que fue una decisión apegada al marco jurídico, sirva esta experiencia para futuros casos, para que no se repita la historia cuando las mismas leyes mexicanas marcan el camino de lo que corresponde hacer si hay dudas sobre el resultado del proceso.

En el 2006 el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hizo un recuento parcial de votos en el marco de la ley. No encontró nada que revirtiera la tendencia que favoreció al candidato del Partido Acción Nacional, hablando estrictamente de las boletas.

Los mil 200 millones de pesos, en este momento, serían de gran ayuda para los damnificados por inundaciones.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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