La vi estresarse con la redacción de notas informativas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura. Textos para el Canal Judicial. Parecía peleada con la construcción de párrafos cortos sobre la materia jurídica de México y el mundo. Evidentemente no era lo suyo, hace ocho años. Espero que hoy no haga lo mismo, porque ella nació para la poesía, es un manantial de poesía, una mina del verso, filón tan valioso como lo pueden ser vetas de oro y diamantes. Solo hay que dejarla hablar o escribir lo que le gusta, lo que ama. Tímida, como ella se describe, pero apasionada. Su amor es inmortal porque está escrito en sus poemarios. Por eso se atreve a decir que “no he perdido el amor”, porque lo atrapó para siempre con su poesía.
Es Aura María Vidales Ibarra. La conocí en el ejercicio del periodismo, en las secciones culturales de varios medios. Por un tiempo le perdí la pista. La encontré en la redacción del Canal Judicial. Ojalá las más altas autoridades de la Corte hayan descubierto el potencial poético de Aura, porque para ser poeta, como pregonan los poetas y las poetisas, se nace. Es su caso. Hay que escucharla o leerla. Por algo sus poemas han sido traducidos al inglés y al alemán, se han publicado en los Estados Unidos y Austria.
Me encantó verla de nuevo, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Ahora para hablar de lo suyo, de la poesía. Escribe desde los 14 años. Le hacía cartas de amor a sus compañeras de secundaria, para ayudarlas a conquistar con la palabra un apuesto varón. Tenían éxito. Aura lo hacía por amistad y por la facilidad para hacerlo. Su abuela, a la que no conoció, contribuyó a despertarle la pasión por la poesía. La abuela también escribía poesía, dejó en el librero sus escritos. Y hay más en la familia. Aura cerró su presentación con la lectura de un poema de su hermana.
La vida y poesía de Aura, cautivan.
María Elena Cantú la acompañó en el escenario, para hacerla leer poesía que la moderadora había seleccionado y preguntarle de su historia personal. Episodios que la han marcado como el día que rompió sus collares. Llegó tarde a casa y fue regañada por su mamá. Tenía 22 años. ¿Qué hice?, se preguntaba en su mente ante la furia verbal de su madre. Aguantó el reproche, callada. Una vez que se agotaron las palabras maternales, Aura subió las escaleras. En su cuarto abrió el cajón que contenía sus collares. Los rompió y las perlas rodaron por todos los rumbos, sin importarle que fueran joyas de la familia. Esa fue su reacción, expresión del alma, origen de otro de sus poemas, la mujer que rompió sus collares...
Aura María Vidales Ibarra dedicó su presentación a los periodistas que han sido asesinados. El reclamo de justicia de la poetisa porque ya no haya ninguna víctima más.
No se cansó de leer sus versos y no dejó pregunta sin responder, tampoco ocultó el orgullo por sus dos hijos que ahí estaban en la sala. El varón la premió con una ramo de flores.
La fotógrafa Carmen Castilleja en primera fila para retratar a su amiga Aura, que ojalá ya no redacte más notas informativas del poder judicial, porque lo suyo es escribir poesía.
Amo tu alma húmeda, la intemperie
esa soledad del tiempo
el camino cansado de tus días
ese no volver a ser nosotros
aquellos de la playa.
Muchacho de mayor edad
aquí estoy como antes de la espera
íntegra en una migaja del ser.
Desprenden tus ropas aroma a nardo
un olor a lluvia y silencio.
Caer del sudor despierto
al más lejano sentido de la vida.
En tu cuerpo se ancla una era
el inminente amor despierta
a una edad lacrada por lo efímero
ser húmedo del sollozo no llorado
de la tibia carencia
y desembocadura.
Ardo en un deseo antiguo
que aquí comienza
danzo un nacer agonizando
una edad recogida en sus mejores días.
El que eres y eras comienza
y la lira de mi canto apenas toca
esa música exquisita: tu piel.
El amor inmortal de Aura
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