Cada quien tiene su propia foto de México, su personal descripción, hay quien la ve toda negra, otros velada, distorsionada y no falta quien observe un mundo maravilloso o en camino a la salvación.
Todavía recuerdo la frase repetida por el vetusto líder obrero ya extinto, Fidel Velázquez, de “quien se mueve no sale en la foto”, en referencia y como advertencia para los compañeros de su partido que pretendieran anticiparse en la carrera por la sucesión presidencial.
Sin duda hay fotos memorables, tomadas de manera casual, espontánea o preparadas. Así tenemos la que captó la explosión de la bomba atómica, la niña desnuda que corre en la carretera víctima de la guerra en Vietnam, el joven estudiante que se paró frente a una columna de tanques chinos, la del famoso Che Guevara, el marinero que besa a una mujer en Times Square en Nueva York, el primer vuelo aéreo y tantas otras que han captado momentos históricos.
Los que hacen encuestas, sobre todo de carácter político o electoral, para justificar sus errores, desatinos o resultados ajustados a los intereses de su cliente, también utilizan la palabra foto. Significa el registro de un periodo, de un espacio de tiempo, de una fecha, de una día, semana o mes, no hay garantía de que eso vaya a suceder en las elecciones. Tiene su parte de razón, pero en el fondo, en este caso, el encuestador trata de explicar y justificar su ganancia, el cobro por su consulta.
Ahora, la foto de México y del mundo, la que retrata la realidad social, la situación económica, conflictos armados, inseguridad, cambia de un día para otro. La foto que se toma hoy es muy probable que no coincida con la del día siguiente porque la sucesión de hechos es impresionante. Y la rapidez con que operan las nuevas herramientas de la comunicación, el Internet, las redes sociales, a veces hacen que la percepción se modifique en horas o en menos tiempo.
Para muchos es preferible ajustar la foto a sus propios intereses, ver lo que quieren ver, todo negro, todo blanco o todo rosa. La verdad es que en esa foto hay variables, matices. Aciertos y desaciertos, errores, desatinos, corrupción, delincuencia, impunidad, violencia, pobreza, riqueza, desarrollo, desaceleración, devaluación, descubrimientos científicos, éxitos deportivos y tecnológicos, volcanes en erupción, terremotos, bellezas naturales, inundaciones, animales en extinción. Hay de todo.
Mi abuela se divertía con Jacobo Zabludovsky cuando era el titular del noticiero del canal de las estrellas. Esperaba a que le diera la cotización del peso en relación con el dólar. Una vez obtenida la información del periodista de la televisión, bromeaba: “quiero comprar los dólares a Jacobo, porque los vende por debajo del precio de los bancos y casas de cambio”.
La verdad, hay que admitirla, ni todo está perdido ni todo está perfecto, ni todo es malo ni todo es bueno. Al final se supone que todos quieren una mejor vida para la sociedad, entonces porqué no jalar la carreta en esa dirección, hacer a un lado pleitos y autodestrucción, ocuparse en la construcción, en la reconciliación y en lo positivo, en lo que da paz y tranquilidad, en la aplicación de la justicia, en la armonía.
Trabajar por la foto sin retoques ni photoshop, en la que todos sonrían sin necesidad de pedir que digan “whisky”.
La foto de México
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