Colosio no quería a Zedillo

Poder legislativo
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La cercanía de Ernesto Zedillo con Luis Donaldo Colosio solo era en el papel, por su cargo de coordinador de la campaña, posición a la que llegó por decisión de Carlos Salinas de Gortari.

Incluso el propio Salinas, en la entrevista que concedió al periodista Rogelio Cárdenas, publicada en El Universal el pasado 10 de febrero, cita la cercanía en esos términos, “como responsable de la conducción de la campaña”, pero en ningún momento habla de una amistad y mucho menos había elementos para definir a Zedillo como colosista.

No había una relación estrecha entre ellos; al candidato nunca le gustó esa designación de Salinas pero tampoco la objetó, porque venía del presidente de la República, al que le debía la candidatura. Además, tenía claro quien en los hechos era el jefe nacional de su partido.

Por eso es inexacto suponer que Colosio tenía alguna preferencia por Zedillo y que esto contribuyó a que se convirtiera en el sucesor en la candidatura presidencial una vez asesinado el sonorense.

Zedillo llegó porque así lo quiso Salinas.

Casi 20 años después del magnicidio, se cumplen el próximo 23 de marzo, persisten versiones encontradas y diversas sobre lo ocurrido en Lomas Taurinas, dudas de si hubo uno o dos tiradores, uno o dos Mario Aburto, crimen de Estado o asesino solitario.

Suspicacias sobre las reales o supuestas diferencias entre Carlos Salinas y Luis Donaldo Colosio; el hecho es el que el primero hizo candidato presidencial al segundo.

Y para quienes fueron testigos de primera fila de esta historia, saben que era tal el respeto y lealtad de Colosio hacia Salinas, que si desde Los Pinos le hubieran solicitado su renuncia, sin vacilar el de Magdalena de Kino se la firmaba y entregaba de inmediato a quien lo impulsó para competir por la primera magistratura de nuestro país.

Entonces Salinas tenía el poder, no ahora.

Colosio encargó a sus verdaderos cercanos para fastidiar a Zedillo y lo hacían en reuniones de equipo; cuestionaban su trabajo y era el negro favorito de los colosistas, al que nada le salía bien y se llevaba la mayor parte de culpa por la falta de repunte de la campaña, aunque las causas eran otras.

 “¿Tu crees que lo hago por mi cuenta?”  fue la respuesta que dio César Augusto Santiago cuando uno de sus compañeros le hizo ver en privado que se estaba excediendo en sus comentarios y que no perdiera de vista que Zedillo estaba ahí por voluntad de Salinas.

Llegaban al extremo de ridiculizarlo, como cuando acudió vestido con sus pantalones cortos de ciclista a un parque del sur  de la ciudad de México para correr con el candidato. Claro que las bromas y risas eran a sus espaldas.

Por lo dicho y muchas cosas más fue evidente que Ernesto Zedillo nunca estuvo en el ánimo de Colosio.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.