El gobierno de coalición ya está en la puerta de México, por necesidad o por inercia de una sociedad plural, va a llegar. No hay partido o candidato con la suficiente fuerza para no depender de nadie.
Indicio claro es el empeño de partidos por competir en las elecciones del 2018, aliados con otras organizaciones, indispensable para ganar. En lo individual o solos, no alcanza para sumar la mayoría de votos. La coalición es obligada en esta parte del proceso.
Sin embargo, esa coalición tendría que ir más allá, no nada más crearse para las elecciones, sino también para gobernar, con la integración de un gabinete plural y la responsabilidad compartida con el poder legislativo, como lo ha propuesto Manlio Fabio Beltrones, uno de sus principales promotores.
De otra manera, quien resulte ganador de la elección presidencial, va a tropezarse en la búsqueda de acuerdos. Ya no bastará con un pacto como se hizo al inicio de la presente administración, que careció del andamiaje legal para evitar deserciones cuando se complicó el ejercicio de gobierno. Los firmantes del pacto optaron por la evasión en vez de hacerle frente a los retos, juntos. Abandonaron al partido gobernante.
Por eso, a partir del 2018, el gobierno debe de ser compartido, con gabinete plural, calificado y avalado por el legislativo. Existe el sustento constitucional para hacerlo, falta la ley secundaria. Sería acierto de cada uno de los candidatos presidenciales, considerar esta opción. La responsabilidad tiene que compartirse, el país lo requiere, lo exige la realidad nacional.
Es muy repetido el dicho de que el poder no se comparte, pero aquí lo fundamental es México, no el poder por el poder. Quien todavía crea que el poder es absoluto, que observe y tome en cuenta el descontento social en el mundo. Las decisiones unipersonales, sin consenso, rebotan, en perjuicio de la armonía, la democracia y calidad de vida.
Por eso, hasta el aspirante presidencial que presume de ir adelante en las encuestas, trabaja en la integración de un equipo incluyente. Lo único que le falta entender y aceptar es que no todas sus ideas son correctas. Se va a equivocar si pretende imponerlas o si aparentemente cede en la etapa electoral, porque le conviene para ganar votos.
De ahí la importancia de que el gobierno de coalición esté definido en ley secundaria, con responsabilidad compartida. Tiene que ser un hecho, no una simulación. Hay señales y condiciones para hacerla. Otro de los aspirantes presidenciales tiene el apoyo de un partido, sin ser militante. Eso ayuda. Deja ver que dicho partido está abierto a la participación plural y que entiende la importancia de sumar al ciudadano apartidista, deseoso de servir a su país.
Viene gobierno de coalición
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