Intruso tras la puerta

Justicia
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Fueron horas de tensión. Había un intruso detrás de la puerta, cerca de la medianoche. Era la puerta que dividía la planta baja del primer piso, como una medida de seguridad. La planta baja estaba en mantenimiento de albañilería.

Mi esposa y yo escuchamos el ruido. Nos levantamos con sigilo y temerosos. Nuestra respiración se aceleraba. Los dos hijos varones, de cinco y siete años, dormían con la inocencia que se duerme a esa edad.

 Abrir la puerta era enfrentarse a lo desconocido. Varias veces gritamos “¿Quién?...¿Quién?”. Nadie respondía. Persistía el ruido de un bulto que se recargaba.

No parecía que pretendiera forzar o derribar la puerta.

¿Qué hacer?

Trataba de conservar la calma. No contábamos con ninguna arma, de ningún tipo, para defendernos en caso de una agresión.

Teníamos la certeza de que había alguien del otro lado pero que no parecía realizar acción alguna para meterse.

Mi esposa fue por un “bat” (palo de beisbol) de nuestros hijos.

Reforzamos con improvisados puntales la puerta.

Concluimos que llamar a la patrulla no era lo más conveniente, porque en la oscuridad, suponíamos que los policías dispararían al primer movimiento y habría un hecho de sangre en casa.

Entonces, decidimos quedarnos a velar, estar de guardia toda la noche, esperar a que amaneciera y entonces llamar a la policía.

Así lo hicimos.

Apenas clareó, la llamada al número de emergencia de la policía y el aviso de que un extraño estaba en nuestro domicilio.

En minutos llegó la patrulla. Por fin abrimos la puerta cuando uno de los policía gritó que podíamos hacerlo, que no había ningún peligro.

Respiración profunda y alivio.

El intruso ya estaba en la parte trasera de la patrulla.

Nos explicó el policía que se trataba de un albañil que en la noche, borracho, al ver que la casa estaba en obra, decidió internarse es busca de un espacio para dormir.  Pedimos que lo dejaran ir, no haríamos ningún cargo en su contra. Lo importante era que todos estábamos bien.

Les platico esta historia por el caso del atleta Oscar Pistorius, quien le disparó a un supuesto delincuente encerrado en el baño y resultó que era su novia Reeva Steenkamp. Ha sido sentenciado a cinco años por homicidio culposo, aunque el fiscal están pidiendo una pena mayor porque no cree que haya sido un accidente.

-Debió hacer lo que nosotros –le comenté a mi esposa.

Ella con buen tino hizo la siguiente observación:

-Nada más que él no tiene dos piernas.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.