El tema de los salarios en la administración pública sigue sobre la mesa del debate, todavía no se agota porque hay quienes se han inconformado con la nueva disposición de que deben ganar por abajo de la cifra asignada al presidente. Es un asunto que tarde o temprano resolverá la autoridad judicial, porque es la instancia donde se han interpuesto recursos en contra de la medida.
Por supuesto que el tema es complicado. No hay más camino que actuar conforme a lo que establece la ley. Si hay puntos encontrados en la norma, como lo advierten expertos del Derecho, los juzgadores tendrán que encontrar el punto justo, analizar el punto fino.
¿Y cuál es ese punto fino?
Para empezar hay que valorar la referencias que tuvieron los poderes Ejecutivo y Legislativo para fijarlo en 108 mil pesos mensuales en el caso del presidente de la República. Revisar la argumentación. Evidentemente la cifra no puede quedar al criterio exclusivo de una persona.
Es cierto que en la nueva norma está considerado que hay actividades técnicas o muy especializadas que deben medirse de otra manera, pero no serían las únicas que merecerían trato diferente.
De acuerdo con los mismos términos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el ingreso de cada persona debe de corresponder al trabajo que lleve a cabo.
Sería insuficiente argumentar que a mi me alcanza con determinada cantidad y por lo tanto los demás deben de quedar bajo esa estimación. Las necesidades son distintas, no son iguales.
Lo que no debe perderse de vista es el principio de que lo justo es que se pague por lo que sabe y hace. Hay oficios, como puede ser el del plomero o electricista, que por un trabajo a domicilio de media hora o una hora, cobran 500 pesos o más. Pareciera excesivo. No lo es. Hay que considerar que no tienen trabajo todos los días, depende de la demanda. Son gente que domina su oficio. Ningún otro mortal lo haría es ese tiempo y bien hecho. Pueden fallar, no son perfectos, pero garantizan el regreso para corregir.
Un profesional que se “quemó las pestañas” para alcanzar su título o varios grados académicos, aspiraría a tener un ingreso que corresponda a sus conocimientos. Sobre todo a la actividad para la que haya sido contratado. Si se tratara de un Contador Público y lo único que haría sería contar manzanas y peras, no puede esperar ganar lo mismo que alguien que lleva la contabilidad de un empresa nacional o transnacional. Ese es el punto fino.
El ingreso debe corresponder a lo que se hace, revisar parámetros para encontrar el justo medio para los distintos empleos.
El punto fino de los salarios
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