Seguro que ninguno de los asistentes a la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) observó con detalle el mural del maestro Ariosto Otero en el salón Virreyes del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Ni gobernadores, ni funcionarios ni reporteros se percataron el 26 de junio pasado de todos los personajes que estaban en el político mural y mucho menos de una imagen parecida a Javier Duarte.
Nadie se ocupó de identificar a cada personaje, las actitudes y gestos en un contexto que recoge la consecuencias de quien no ha sabido cumplir con los mandatos de ley, que plasma pasajes dolorosos como la pobreza misma, las víctimas de una guerra indeseada, servidores públicos incumplidos y el episodio reciente de los estudiantes de Ayotzinapa. Cada figura no es un ente aislado, hay un mensaje, hay un significado, tiene un sentido. Así es la obra de Ariosto.
Cualquier parecido con alguien es pura coincidencia, ha dicho el maestro Otero, para que cada quien saque sus conclusiones. No hace falta que diga nombres. Puede deducirse de quienes se trata. Y no solo es la simple imagen de la persona, tiene una lectura política, social y crítica. Si hay alguien que se parece a Felipe Calderón, no es para ensalzarlo. Tampoco en el caso de quien tiene parecido con Josefina Vázquez Mota, René Bejarano o Norberto Rivera. Existe el mensaje del muralista pero que cada quien puede leer o interpretar a su manera. Hay injusticia y exigencia de justicia.
Prácticamente el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, dejó en absoluta libertad al maestro Ariosto en la elaboración del mural. Lo único que pidió es que se incluyeran a Benito Juárez y Miguel Hidalgo y Costilla. Son las figuras centrales en la obra, intocables. Próceres venerados.
Todavía no se inaugura de manera oficial, sin embargo, Mancera decidió que el pasado 26 de junio se realizará en el salón Virreyes el encuentro de gobernadores, para presumir la obra denominada “El Despertar de México”. Incluso de un día para otro se invitó al autor para que fuera a explicarla.
Transcurrieron más de 10 días para que alguien se diera cuenta de la existencia de un personaje parecido al ex gobernador de Veracruz, amarrado a un poste llamado “corrupción”. Fue en un acto de reconocimiento al maestro Ariosto, en la sede de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, en el que se exhibió el mural en una pantalla, seccionado, lo que permitió el hallazgo. El descubrimiento llegó a oídos de reporteros de El Universal y el periódico lo difundió.
Ahora hay que preguntar:
¿Una vez enterados del contenido del mural, aceptarán gobernadores volver a reunirse en ese sitio?
¿Pedirá alguien se borren imágenes o que se posponga indefinidamente la inauguración del mural?
¿Cuándo podrá ser visto por el público?
La Conago y el mural
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