La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales dejó manos libres a los partidos para actuar en las redes sociales o en las modernas herramientas de la comunicación. No se incluyó Twitter ni Facebook. Tampoco YouTube.
Regula el uso de la radio y la televisión, sobre todo. También el correo postal y hasta el telégrafo. No se mete de lleno con las redes. Al referirse a la propaganda y las reglas que debe cumplir, habla de lo que se hace en los medios electrónicos y “cualquier otro medio”. En ese “otro medio” pueden quizás entrar las redes. El hecho es que no está especificado el punto ni desarrollado. Seguramente los legisladores no quisieron enredarse con las novedades de la comunicación, con un uso que todavía se debate en el mundo.
Otro factor pudo ser que está pendiente la legislación en materia de telecomunicaciones y hay voces que advierten o temen que se regule o controle los contenidos.
De cualquier manera no deja de ser extraña la posición asumida por diputados y senadores al no tocar las redes. Tal vez porque en México la mayoría aún no tiene acceso a Internet y por lo tanto no hay razón para preocuparse de que puedan influir en los resultados electorales o porque hay quienes prefieren dejarlas sin regulación y sacarles provecho en la competencia política, con un buen equipo de expertos y suficiente dinero.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en México, de los seis años de edad en adelante, 46 millones de mexicanos tienen acceso a Internet. Es decir, el 43.5 % de la población total.
De esa cifra, como se observa, no todos son ciudadanos con 18 años o más para poder votar. El número se reduce, porque según el INEGI (2010) hay más de 20 millones de 6 a 17 años de edad. Por lo tanto el solo voto de los internautas no garantizaría ganar una elección.
Sin embargo, puede ser la diferencia en caso de una cerrada competencia. Es aquí donde el partido que sepa usar las redes estará en ventaja frente a quienes no han digerido la comunicación moderna y su impacto en la sociedad. En nuestro país la primera expresión del fenómeno lo vimos con el grupo Yosoy132 y en España con el 15M, eficaz forma de convocar a la gente, aunque después no supieron encauzar esa fuerza.
Ladyprofeco es otro tipo de fenómeno con origen en las redes. Humberto Benítez Treviño tuvo que dejar el cargo de procurador por el escándalo de la hija que se convirtió en Trending Topic (tema del momento). No le perdonaron la prepotencia en un restaurante.
Han servido para la denuncia y la movilización. Lo negativo es que se ha caído en el exceso y el precio ha sido pérdida de credibilidad. Ya no todo lo que se dice en redes se acepta o da por hecho.
Tampoco el insulto se ve como una expresión espontánea, porque se conocen formas para crear una tendencia ficticia. O es producto del “troller” o de gente financiada para difamar o denigrar.
Las redes son un escenario propicio para la guerra sucia, porque muchos, en particular en Twitter, se escudan en el anonimato y ese anonimato es el que podrían usar los partidos durante la competencia política.
Sabemos que hay partidos que han venido armando su grupo de expertos para el manejo de su presencia en redes, con miras a las elecciones federales y estatales del próximo año. También hay partidos que han descuidado esta parte de su comunicación.
El PRI es el que tiene más seguidores y amigos en Twitter (109 mil) y Facebook (100 mil les gusta su página). En cambio su dirigente César Camacho (75 mil en twitter y 8 mil en Facebook) está por abajo del panista Gustavo Madero 141 mil en twitter y 10 mil en Facebook).
Movimiento Ciudadano (antes Convergencia) está en cuarto sitio, atrás del PRI, PAN y PRD. Lo interesante es que de los partidos chicos es el que más, por mucho, tiene presencia en la redes (43 mil seguidores en twitter y a 495 mil les gusta su página en face). El PVEM, el PT y Nueva Alianza han desatendido las redes.
YouTube es un espacio desaprovechado por los partidos. No hay una producción especializada de videos.
Por lo expuesto, hasta ahora los partidos en México no ha sabido sacarle el mayor provecho a las redes, a pesar de que tienen manos libres.
Además, es un espacio mucho menos caro que la radio, televisión y prensa escrita.
Ley electoral sin redes
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