En los Estados Unidos hay un nuevo presidente, muy diferente a los que ha tenido. Con un perfil que ha despertado dudas sobre lo que hará en los próximos años. Existe incertidumbre, preocupación y temor en el mundo. Por eso las protestas dentro y fuera del país norteamericano.
Cada vez que se lleva acabo una elección presidencial en México, surge la sospecha sobre la influencia del presidente de los Estados Unidos. Por supuesto que nunca ha venido a votar y tampoco públicamente ha declarado que apoya o simpatiza con determinado candidato.
Nada de eso. La versión que corre es que por tratarse del imperio, nación poderosa y vecina, los contendientes buscan la aceptación del emperador, que por lo menos no se oponga al ascenso.
Es una versión nunca confirmada, pero tampoco descabellada ante la potencia, porque el presidente de México está obligado a dialogar con el vecino y más vale que haya cierta simpatía y no animadversión entre las partes. Las consecuencias serían impredecibles en estos tiempos.
No se trata de renunciar a una posición digna, respetuosa y soberana, porque si bien el poderío del interlocutor está a la vista, de igual manera el mundo está atento a lo que haga. Ignorar el peso de la opinión pública tendría altos costos para el gobernante. Nada hay oculto. El mundo está convertido en una vitrina con las modernas herramientas de la comunicación.
A diferencia de otros tiempos y otros presidentes, esta vez, la impetuosidad del presidente Donald Trump puede llevarlo a influir abiertamente en el proceso electoral mexicano ¿Imaginen un twitter que deje ver sus simpatías o su rechazo a determinado candidat@? No lo descarten. También podría ser cauteloso, para evitar más escándalos. Proceder con discreción al transmitir su beneplácito a uno de los competidores. La verdad, hasta ahora la prudencia no lo ha distinguido. Sin embargo, no hay que adelantar vísperas, sería prejuzgarlo. Lo ideal y deseable es que no haya intromisión.
Lo innegable, un hecho, es que Donald Trump como candidato, hizo campaña en México, fue invitado a México. En ese sentido marcó diferencia con su competidora Hillary Clinton porque ella prefirió ya no venir. ¿Qué tanto le sirvió al republicano para sus propósitos? Imposible saberlo con certeza. De alguna manera debe estar agradecido con esa oportunidad. Demostró audacia y le ganó la visita a la derrotada demócrata.
Definitivo, literalmente Trump no votará en las elecciones del próximo año en México, pero ante lo que les he contado, es mucha la tentación para su personalidad y podría tratar de influir, pagar la visita.
¿Votará Trump en el 2018?
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