El poder del presidente

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Ser presidente del país más poderoso no es suficiente para hacer todo lo que piensa y quiere. En dos meses de mandato Donald Trump ha chocado con esa realidad, por lo contrapesos del sistema democrático, no ha podido reformar la ley sanitaria de Barack Obama. Y no fueron demócratas los que bloquearon su pretensiones, sino congresistas de su propio partido, el Republicano.

Quedó claro que el ejercicio del poder no depende de un solo hombre, hay otros grupos que también opinan y tienen influencia. Así es la democracia. Ventaja del sistema.

Por eso me gusta lo que dice el estadista español Felipe González, de que la democracia no garantiza buen gobierno, pero sí la oportunidad de echar al que lo hace mal.

A Trump no lo están echando del gobierno, lo que han hecho diferentes fuerzas en los Estados Unidos es frenar algunas de sus decisiones. Más le vale que en lo sucesivo busque en primer lugar el consenso, porque de otra manera correrá el riesgo de que le vuelvan a dar con la puerta en las narices.

En México es tema de muchas mesas caseras, por no decir de todas, la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador alcance por fin la presidencia de la República en el 2018.

Las encuestas le favorecen y cada vez aumenta la ventaja ante quienes pudieran competirle. Incluso hay voces del poder económico dispuestos a la adaptación con un gobernante de esas características. La luz roja la tienen encendida sobre todo sus adversarios políticos, alarmados porque temen que una vez en la silla presidencial quiera cobrar facturas.

El año pasado escuchaba voces totalmente en contra de esa posibilidad y no son gente de la política. Sin embargo, esas mismas voces han empezado a digerir que el triunfo de López Obrador puede ocurrir, pero a la vez confían y descansan en los contrapesos, para evitar que ni él ni nadie haga lo que se le pegue la gana desde la silla presidencial.

Hay que recordar que en el 2000, con la llegada de la alternancia, Vicente Fox, también creyó que en la presidencia haría lo que se le ocurriera. Tampoco hizo realidad todos sus deseos. Requirió del consenso en la mayoría de los casos. Lo mismo sucedió con Felipe Calderón, aunque éste en su carácter de jefe de las fuerzas armadas, tomó la decisión de emprender la “guerra” contra la delincuencia organizada, con altos costos que aún no terminan, porque hizo falta inteligencia y planificación.

Ambos, Vicente y Felipe, estuvieron obligados a entenderse y acordar con la oposición en el poder legislativo.

Lo mismo sucedería con López Obrador, si fuera el ganador de la próxima elección; nada más que mientras no llegue el 2018 ni se lleven a cabo los comicios, nada se puede dar por hecho.

Hasta ahora, el virtual candidato de Morena es sólo una posibilidad más, con ventaja en las encuestas.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.