Hay quienes al Partido Revolucionario Institucional (PRI) no le dan ninguna posibilidad de ganar las elecciones del 2018, salvo que participe aliado. Sobre todo después de ver lo que sucedió en la elección del estado de México, donde la cooperación del Verde Ecologista marcó diferencia.
Dan por hecho que existe hastío en la población suficiente para cercenar sus aspiraciones. Sin embargo, es el único que tiene la experiencia de haber perdido y recuperado la presidencia. Sigue en la competencia, con militantes y simpatizantes que tienen tatuada la camiseta, no van a dejar de votar por su partido.
Desahuciarlo es un error, no es de esos partidos que nada más compiten por conservar el registro y el financiamiento. Ha ejercido el poder por muchos años, sufrió al perderlo, celebró al recuperarlo. No se ve resignado a entregar la plaza por anticipado, digan lo que digan las encuestas.
Está en el campo de juego. Ha demostrado que sabe ganar. Como dicen los cronistas deportivos, mientras estés dentro del campo de juego, en analogía a un encuentro de futbol, siempre existiría la posibilidad de que puedas anotar el gol de la victoria.
Si estuvieras en la banca, en las gradas o en el exterior del estadio, imposible esperar meter gol y un resultado favorable. No es el caso del PRI. Está dentro del campo de juego, con ansias de preservar el poder.
Hay que admitir que puede lograrlo, porque conoce a sus adversarios, a cada aspirante, a cada partido. Sabe de sus fortalezas y debilidades. Uno por uno, de tu a tu, ha podido derrotarlos, en otras ocasiones. La complicación viene cuando forman alianza, frente, como sucedió en el 2000. Ganó el candidato del PAN aliado con varios partidos, además de contar con el llamado voto útil. El desencanto de la sociedad vino pronto porque no supieron llevar a cabo el cambio ofrecido. Todavía en el 2006 el PAN consiguió repetir. Segunda oportunidad que los panistas desperdiciaron. No hubo tercera, consecutiva. En dos sexenios derrocharon la confianza del electorado.
Otra vez hay movimiento opositor para participar con un frente el próximo año. Juntos, están convencidos que pueden alcanzar la diferencia de votos para llegar a la residencia de Los Pinos. Lo malo es que ese frente es con los mismos. Los mismos del 2000, los que no cumplieron. Por eso hay quienes hablan de buscar candidato diferente, pero, ¿rodeado de los mismos?
Tampoco el competidor por Morena es nuevo. La baraja no ha cambiado. Entonces, en ese escenario, para la sociedad, hasta ahora, por lo que ha visto, no hay nuevas ofertas.
En esas condiciones, en ese contexto, el PRI puede volver a ganar, incluso, solo con el voto de sus fieles seguidores, si los contrarios no logran concretar su frente y el candidato de Morena se desinfla con sus propias palabras o silencios, como le ha sucedido en pasados procesos.
De cualquier manera, ante el pronóstico de cerrada competencia, el PRI buscaría reforzar su participación con fuerzas afines.
¿Puede ganar el PRI en 2018?
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