En su carrera política de 40 años, Ricardo Monreal Ávila ha tomado dos grandes decisiones y las dos con resultados favorables. La primera lo llevó a gobernar el estado de Zacatecas, por el PRD y no por el PRI donde se había formado y empezado en 1975. Demostró que lo seguían la mayoría de sus paisanos. No fue un capricho sino un buen cálculo. Tomó ese camino al observar que la cúpula de su primer partido había resuelto nominar a otro militante.
La segunda gran decisión lo va a llevar a coordinar la bancada mayoritaria en el Senado. Espacio que ya conoce, desde que este cuerpo legislativo sesionaba en la casona de Xicoténcatl, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, ahora en Paseo de la Reforma. Actuaba como opositor y en su momento se sumó a la toma de tribuna que realizaron perredistas.
Ha enfrentado amenazas y sorteado acusaciones contra él y familiares, por corrupción y almacenamiento de productos indebidos.
Sabe medir sus acciones y, a pesar de sus sueños por competir y convertirse en jefe de gobierno de la CDMX, contó hasta 10, serenó ánimos y no pasó de manifestar su inconformidad por el resultado de la encuesta que permitió a Claudia Sheinbaum ser la candidata de Morena.
Recibió ofrecimientos para participar con la camiseta de partido distinto, sobre todo del Movimiento Ciudadano de Dante Delgado, pero finalmente optó por primero sentarse a platicar con Andrés Manuel López Obrador. Acordó el compromiso con el líder de Morena de buscar el senado y, de ganar, tener el apoyo de la dirigencia para coordinar a sus compañeros.
Así sucedió, vuelve al Senado y López Obrador hizo público su compromiso de hacerlo coordinador, solo con la condición de que recibiera el beneplácito de los demás senadores morenistas. Únicamente siete de 55 no le dieron luz verde para su ascenso. Es tan cuidadoso que contrataron Notario Público para que diera fe de que la mayoría está de su lado.
De cualquier manera, el día de mañana que reciban una instrucción del líder moral, desde la presidencia, vía partido, hay que dar por hecho que va a ser muy difícil que alguno de los morenistas se atreva a votar en contra, aunque no hay que descartarlo, por la cultura que existe en la izquierda, están acostumbrados a ser disidencia. Les tomará tiempo asimilar que son gobierno.
En el PRD, antecedente de Morena, se volvió común el dicho de que dos perredistas no eran capaces de mantenerse unidos por mucho tiempo. Veremos ahora que pasa con los morenistas.
Ricardo Monreal tiene raíces priístas y conoce a los priístas, también conoce a los panistas y perredistas. Por supuesto que también lo conocen él, sus alcances y valoraciones.
Hay consenso en que se trata de un político-político, negociador, esta vez cabeza de la bancada mayoritaria. De su lado la experiencia de Cristóbal Arias, de Salomón Jara y del mismo Martí Batres, su antagonista en la búsqueda de candidaturas y coordinaciones parlamentarias. Las novatas en materia legislativa Susana Harp y Lilly Téllez. En frente, en la oposición, caras conocidas, Beatriz Paredes, Jorge Carlos Ramírez, Gustavo Madero, Dante Delgado, Minerva Hernández y Josefina Vázquez Mota.
Como cronista parlamentario recuerdo que Monreal siempre ha sido cordial con la prensa y abierto opositor al llamado “mayoriteo”. Hoy le toca ser congruente y que de una vez lo apunten como aspirante para el 2024.
El ascenso de Monreal
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