Para el proceso electoral del 2018 el único comportamiento impredecible es el del electorado indeciso, del que puede marcar la diferencia en el resultado, del que no milita en ningún partido.
Cada fuerza política tiene su propio voto duro y es evidente que el Partido Revolucionario Institucional tiene el mayor número de seguidores o simpatizantes, que se le van a jugar con el tricolor, como lo han hecho por décadas.
Será una batalla sin precedente, que ya está a la vista, porque hay competidores que han decidido levantar la mano con mucha anticipación, como lo hizo Vicente Fox en el 2000.
Además, hay un personaje con dos intentos fallidos, con más de 12 años en campaña, que cree que la tercera es la vencida, con la fortuna de que las encuestas lo favorecen en este momento.
La frase sempiterna, que duraría para siempre, formulada por el extinto líder cetemista Fidel Velázquez, de que “el que se mueve no sale en la foto”, en relación con aquellos que se desbocaban o se aceleraban por sus aspiraciones presidenciales, quedó en el pasado.
Desde el 2000, cuando el ganador fue quien emprendió su campaña a Los Pinos siendo gobernador de Guanajuato. En el 2006, Felipe Calderón salió del arrancadero mucho antes que sus compañeros en el PAN. En el 2012, la presencia de Enrique Peña Nieto en los medios, como gobernador del estado de México, se dio con un enfoque nacional.
En los tres casos consiguieron posicionarse mucho antes que los demás competidores, aunque al segundo, le resultó más complicado ganar, porque aunque su principal adversario repetía una y otra vez que “a mi denme por muerto” cuando le preguntaban por sus aspiraciones en la jefatura de gobierno del Distrito Federal, era obvio que tejía y tejía por las noches.
¿Y por qué si por fuera de la pista el nacido en Tabasco se adelantó, no llegó en primer lugar a la meta?
Su actitud, sus desplantes y diferencias con grupos económicos, lo convirtieron en “el enemigo de México”. Se creyó invencible, e incluso, se despreocupó de amarrar el apoyo de quien entonces era el líder moral de los perredistas. Consiguió formar un bloque en su contra y no lo pudo sortear el día de las elecciones. Hizo berrinche y lo desahogó en el Paseo de la Reforma, con la tolerancia de las autoridades de “izquierda” y en perjuicio de los habitantes de la ahora Ciudad de México.
De nuevo, para el 2018, va adelante, esta vez dentro de la pista, pero no ha dejado de ser un jinete controvertido, polémico, al que muchos siguen “a ciegas” y muchos otros no lo pueden ver ni en pintura.
Por eso ya hay más competidores en la pista, todos con sus mejores monturas y estrategias, para dar la batalla como nunca antes, van a salir chispas de las espuelas y la fusta para darle más velocidad al caballo al entrar en la recta final de la competencia.
Sin embargo, el factor determinante será ese voto indeciso que por ahora se mantiene expectante.
2018, la batalla sin precedente
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