¿Para qué la transparencia?

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Hasta ahora la transparencia no ha conseguido hacer de México un mejor país y mucho menos una caja de cristal. Las instituciones que velan por la transparencia han descuidado fomentar en la sociedad la cultura que haga rechazar de manera natural lo indebido y oscuro.

No se advierte que se promueva en las escuelas o entre los infantes, mucho menos en los medios, campañas que destaquen la importancia del comportamiento honesto y el manejo riguroso, limpio, justo y lícito de recursos económicos, ya sean públicos o privados.

La instituciones de la transparencia están ocupadas en atender solicitudes de información, que en su mayoría son elaboradas por representantes de medios de comunicación o por personas con un interés particular, que puede ser de revancha política, pero no por el ciudadano común. El ciudadano común está ocupado en asegurarse el sustento diario.

Es tiempo de que los organismos federal y locales, financiados con recursos públicos, que tienen que ver con la transparencia, hagan un balance de los resultados de su desempeño, si en verdad ha impactado a favor de la sociedad o se han convertido en entes simuladores, que en nada ayudan a la democracia, al cumplimiento de la ley, a la convivencia y a mejorar la calidad de vida.

México es un país de 120 millones de habitantes, alrededor de 86 millones tienen 18 años o más, según el número de empadronados en el Instituto Nacional Electoral (INE). Entonces si el número de solicitudes de información que recibió el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) en el primer trimestre del 2017, no llegó ni al 1 % en relación con el número de mexicanos mayores de edad, es evidente que el uso de recursos  institucionales está muy por abajo del óptimo deseable. Con urgencia se tiene que revisar el alcance de las campañas mediáticas de los institutos dedicados a la transparencia.

Sería un error conformarse con declarar que cumplen con las funciones básicas que les marca la ley, porque las instituciones se construyen con recursos públicos y su principal finalidad es ser útiles a la sociedad. ¿En verdad son en este momento útiles a la sociedad? ¿Se justifica el presupuesto que tienen asignado? ¿El presupuesto que gastan corresponde al beneficio que finalmente recibe la sociedad? ¿Se fomenta o no la cultura de la transparencia? ¿Han contribuido a cambiar el comportamiento de la sociedad?

El problema de fondo está en la conducta humana. Mientras no se trabaje en la raíz, en la formación de nuevas generaciones, con un concepto de lo que debe ser el servicio público, la importancia de la transparencia y la honestidad, instituciones como el INAI solo servirán para paliar males sociales, agrandar la burocracia y aumentar el gasto público.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.