En medios de comunicación ha sido práctica tratar de adivinar quién será el candidato a la presidencia de la República, sobre todo del PRI, porque es el partido que ha estado en el poder más de 70 años, como ningún otro en México. Para el proceso del próximo año, el tema no es la excepción. Hay competencia por descubrir y acertar en el nombre. Observación de indicios y señales. Descubrir quien está más cerca y en el ánimo del gran elector.
Cierto que en el caso del partido en el poder hay un gran elector, pero no es un individuo aislado o ajeno a su entorno. Como lo haría cualquier otro personaje en su lugar, hace consultas, escucha opiniones, valora, sopesa. No es una decisión simple y caprichosa, por eso, más de una vez, los medios se han equivocado y ahí está la historia para comprobarlo (Ver “La Decisión Presidencial”, de Roberto Casillas, quien fuera secretario particular de José López Portillo).
En procesos recientes de este partido, ¿qué no se daba por hecho que Manuel Camacho Solís sería candidato a la presidencia de la República? El mismo Camacho se comportaba como si ya todo estuviera decidido a su favor. No lo fue. Resultó elegido Luis Donaldo Colosio, secretario de Desarrollo Social. Los camachistas y su jefe de gobierno de la Ciudad de México, sufrieron, tardaron en digerir esa decisión.
Más atrás, Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, sentía que ya tenía en la bolsa la candidatura y hasta mantas con su nombre habían hecho sus seguidores, nada más en espera del anuncio oficial. Tampoco fue. La decisión favoreció a José López Portillo, entonces secretario de Hacienda.
También Manuel Bartlett, secretario de Gobernación en el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, supuso que era suya la nominación. Había comunicadores, articulistas, columnistas, que lo daban por hecho. Falló la adivinación. El “destapado” fue Carlos Salinas.
Es evidente que los medios han carecido de puntería. El gran elector ha sabido ocultar su decisión hasta el último momento. Luis Donaldo Colosio se enteró de su nominación horas próximas al pronunciamiento oficial. Semanas y días antes, solo sabía que estaba entre los posibles.
Así que los indicios no han sido claves para descubrir al “tapado”. En tanto no se haga el anuncio correspondiente, no pasan de especulaciones el citar a uno u otro personaje. En este momento, hay quienes concluyen que existe consenso. Juzgan la reforma estatutaria priísta destinada a su unción. Las ansias llegan a tal punto que hasta lo etiquetan y promueven como virtual nominado.
Solo el que espera y evita precipitaciones, no se equivoca ni se equivocará. Nada es hasta que es. Cada quien, por diversos intereses y análisis, da como candidato a su favorito.
¿Acertarán o volverán a equivocarse los adivinadores y lectores de señales?
¿Tapado o destapado?
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