Candidatas, campañas y periodistas

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El trágico episodio de marzo de 1994, cuando le quitaron la vida a Luis Donaldo Colosio Murrieta en Lomas Taurinas, Tijuana, dejó una lección imborrable para medios y periodistas.
Cada vez que había cobertura mediática en la frontera norte, no solo de campañas de candidatos sino sobre actividades de cualquier institución o secretaría, los comunicadores aprovechaban la cercanía del suelo norteamericano para ir a las llamadas “compras de pánico”.
Los mismos encargados de prensa de las instituciones oficiales facilitaban la fugaz visita a los Estados Unidos. Conseguían de esa manera congraciarse con los representantes de los medios. Todos contentos. Había cobertura informativa y compra de “fayuca”.
Así que no fue nada extraordinario que, en la campaña de Colosio, una vez en Tijuana, en el atardecer, cuando se daba por hecho que en el último acto del día del candidato presidencial ya no ocurriría nada relevante, grupo de informadores realizara viaje a San Diego.
Consecuencia de esa experiencia, desde entonces, ni reporteros ni fotógrafos, ni camarógrafos se desconectan de los actos asignados. La cobertura es de principio a fin.
En el contexto de lo que llaman “intercampañas”, que pudieran justificar el comportamiento de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, cada una por separado, viajó al Vaticano para visitar al Papa Francisco. Lo hicieron en sigilo, sin avisar a sus respetivas fuentes o reporteros y reporteras que están pendientes de sus actos, todos los días.
Cuando los periodistas que siguen a Xóchitl se enteraron del viaje a Roma de la familia Gálvez, la candidata había cumplido su objetivo.
Algo parecido sucedió con Claudia Sheinbaum. Ya estaba en el Vaticano cuando trascendió la información.
Cierto que se trataba de reuniones privadas y que por lo mismo no habría acceso para periodistas. Los comunicadores, sin problema, podrían haberse quedado afuera, en espera de la candidata.
Además, es muy probable que la cobertura hubiera sido muy reducida, porque no todos los medios disponen de recursos para financiar viajes internacionales de sus reporteros.
Lo que no es aceptable de quienes buscan la máxima difusión dentro de su aspiración a gobernar México, es este tipo de acciones sigilosas en el tránsito hacia la cita con un personaje mundial.
El que tengan a periodistas cerca de sus actos, aunque no lo vean así ni sea la finalidad, se convierte también en un cinturón de seguridad y se cumple con el compromiso de transparencia e información.
La presencia de los periodistas es fundamental. Lo saben Maximiliano Cortázar Lara, quien tiene amplia experiencia como comunicador oficial panista. Igual César Yáñez, quien se acaba de incorporar al equipo de Claudia. César fue vocero de Andrés Manuel López Obrador en sus etapas de candidato y jefe de gobierno en la Ciudad de México.
Seguro que a más de un compañero le reclamaron en su redacción que no se haya enterado con oportunidad de ese viaje. En lo sucesivo tendrán que poner en todo lo alto sus antenas, estar alertas para que no los vuelvan a sorprender con viajes o reuniones inesperadas.
En esta ocasión las reuniones de las candidatas con el Papa las difundieron las propias candidatas y sus equipos, cobertura restringida que nunca será lo mejor para el periodismo libre.
Ojalá no se repita en las campañas que arrancan el 1 de marzo.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.